jueves, 4 de septiembre de 2014

Carta moral a Lucilo



Hay un tipo por ahí que por lo visto da clases en la Complutense de Madrid y es alto representante de uno de esos nuevos partidos que se lo están llevando de calle que ha dicho que durante los años de la transición la policía repartía heroína entre la juventud para frenar la lucha política. Concretamente ha utilizado ese argumento en un a modo de justificación de la apetencia que por aquel entonces mostraba ETA por los camellos. Bueno, de sobra es conocido que los listillos con aspiraciones saben del gusto de la chusma por las teorías conspiranoicas. La policía, los patronos, los americanos... el verdadero eje del mal, que si no, ya te digo lo que no sería capaz de hacer el pueblo llano unido y, sobre todo, pastoreado por la vanguardia. Toda una teoría política que cala hondo, es enormemente disolvente y, lo mejor de todo, se la deja hacer como mal menor. 

Yo ya no sé si creo en la democracia o me importa todo un bledo, pero lo que sí les puedo asegurar es que cuando veo a Chuck Norris tomarse la justicia por su mano no puedo evitar el sentir una hemorragia de satisfacción. Y es que es eso, que uno tiene la impresión de que esta democracia que nos rige más que el imperio de la ley, que supongo es razón, es el triunfo de la chusma con sus perniciosas supersticiones. 

Porque es que, vamos a ver: ese tipo que da clases en la Complutense y, por tanto, se hace oír con el soporte del Estado, ha lanzado una grave acusación contra nada menos que la policía, una Institución clave donde las haya para garantizar las libertades, o sea, el núcleo de la democracia. Y yo me pregunto: ¿pero es que no va a haber nadie que se tome la molestia de hacerle tragar sus palabras a ese tipo? Y no por nada sino porque, como atestigua la sabiduría refraneril, el que calla, otorga... y así corre la bola y sabe Dios a qué osadías difamatorias no llegará el mentado profesor con tal de ir agigantando su figura. 

Yo no es que crea lo que algunos pronostican alarmados, pero supongamos que por el querer de los dioses de aquí a cuatro días van y ganan las elecciones esos partidos políticos de ideología por así decirlo chusmática. No sería la primera vez y conocidas son las consecuencias. Ganaron el poder porque nadie se enfrentó con la ley en la mano a sus difamaciones y mentiras. Porque esa es la cuestión, que hay leyes para atajar esos males, pero, no se me alcanza el porqué, parece no estar bien visto el echar mano de ellas. 

Le traigo a colación estas disquisiciones porque, por la parte que me toca, me preocupa el tema de la veracidad. Porque el caso es que no paro de largar desde este ínfimo púlpito con la más que probable pretensión si no de agigantar como el tipo de marras, si de hacer crecer mi figura. Es una humana pretensión. Narcisismo puro y duro. Un juego peligroso que, a falta de contrapesos, suele nublar la mente y hacer tomar las cosas por lo que no son. Uno se lanza y a nada que se descuide toma por hechos lo que sólo son conjeturas. Y de ahí a la insidia y la difamación sólo hay un paso. ¡Ay, el recto razonar! 

No sé. Empiezo a tener más que dudas sobre todo esto.  

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