martes, 18 de agosto de 2015

El dato y el reto

Un jugador del Club de Fútbol Barcelona F. C., le ha soltado al árbitro en mitad del partido un "me cago en tu puta madre" como una casa. El árbitro, como es de recibo en el mundillo al que pertenece, se ha sentido aludido y ha hecho uso de su omnímoda autoridad, de resultas de lo cual ha sacado tarjeta roja al lenguaraz jugador. Lo que a continuación está en juego es el número de partidos de los que se verá privado el susodicho cosa que, como es preceptivo, deberá ser determinado por un órgano disciplinario constituido a tal efecto. Por el medio, millones de litros de tinta y toneladas de ondas hertzianas para dar cuenta de tamaña nimiedad. Todo un ejemplo, en fin, de como se nos ha sofisticado la vida. 

El caso es que en eso pensaba ayer, en la sofisticación, o lo que sea, de la vida, cuando el camarero, mientras yo comía, me contaba consternado el suceso que tenía conmovida a toda la comunidad de Pelayo 59. Por lo visto ayer un gato se precipitó desde el piso noveno al patio. Los vecinos asustados llamaron a la policía municipal que acudió al momento. La policía de inmediato llamó a una especie de SAMUR para animales que apareció en un visto y no visto, que para eso están las sirenas, pero no se pudo hacer otra cosa que llamar al servicio municipal de recogida de mascotas muertas. Yo, por decir algo, le pregunté al camarero si no había venido el juez a levantar el cadáver. Pues no, no vino, pero no se preocupen que todo se andará. 

Así corre el mundo, como dijo el clásico. Dado que los veinte mil niños que según la alcaldesa se morían de hambre en Madrid se ha quedado en agua de borrajas y, con ello, se nos ha ido al garete un suculento nicho de empleo público, habrá que buscarse otros sea donde sea y como sea. Porque sólo hay una cosa, aparte de la inevitabilidad de la muerte, que no deja lugar a la menor duda: la capacidad de destrucción de la gente desocupada y con el estómago lleno es infinita. Y éste es el dato y el reto con el que tienen que bregar los responsables políticos. No otro, que todo lo demás va sobre ruedas. 

El dato y el reto. Tenemos el diagnóstico, necesitamos una terapia. Eso es todo. Por cierto, ayer, después de preguntar por lo del juez y para relajar un punto el dramatismo ambiental le conté al camarero que de estudiante solía salir por las noches con los amigotes a cazar gatos para merendarles dos o tres días después, porque, la de gato, es carne que necesita reposar al sereno antes de ser comida. El hombre se fue horrorizado a atender a otros clientes. Claro, es joven y no sabe lo que es la gana de verdad. De aquellos tiempos a estos es lo que va en levantarse de la mesa con hambre, ya sea como un ejercicio supremo de la voluntad, ya sea como una imposición de las miserables circunstancias. En fin, lo que sea con tal de no echar barriga. 

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