Otra vez en el tren con la bicicleta a cuestas. De Palencia a Madrid. Solo en el departamento veo deslizarse las inmensas llanuras de La Moraña con Gredos allá a lo lejos. En un visto y no visto el terreno se ondula y aparecen la primeras dehesas. Estos trenes más que correr, vuelan. Avila debe de estar al caer. Me embarga una melancolía que tiene más de tristura que de dulzor. Siento que estoy a las puertas de una claudicación. Ya es muy difícil que vuelva a pedalear por estas tierras.
Estaba en la estación de Palencia y observaba. Todo limpio, todo impecable, los trenes llegando y saliendo con irritante puntualidad. Y viejos, muchos viejos. Y una cuantas jóvenes mórbidas. Me voy a meter al ascensor para cruzar la bicicleta al otro andén y observo que el viejo que acaba de entrar absurdamente cargado de maletas esta cagado. Como les digo. La mierda le cae por las perneras y le sale por abajo. Va dejándolo todo fino. Por supuesto que le dejo ir. Cuando vuelve a venir el ascensor comparto viaje con una señora de mi edad que pone caras de disgusto. Le explico de qué va la cosa no vaya a creerse que soy el cuerpo del delito. En el ascensor de subida nos encontramos con otra vieja que va desorientada. Nos pregunta que por donde se va a la estación de Palencia. ¡Estamos buenos!
El caso es que el tiempo huye veloz y todas las horas hieren menos la última que mata. Conviene tenerlo presente y no obstinarse en absurdos apegos. Mi ortler meran me proporcionó días gloriosos pero el otro día me costó subirla al tren. Si no me hubiesen ayudado no sé qué habría pasado. Sin duda ha llegado el momento de sustituirla por algo más en consonancia con mis ya mermadas fuerzas. Haré como que me duele, pero en realidad no porque me venía preparando. Además, la voy a sustituir por una nueva ilusión: una brompton, el prodigio plegable. Ya no cabalgaré por las llanuras infinitas pero recorreré las acotadas calles de las ciudades. Y quizá me arriesgue por algún alrededor.
En fin, de todas formas no crean que estoy llorando. Cuando la vida avanza pendiente abajo no todo son limitaciones. Ni mucho menos. La propia naturaleza nos dispone para otro tipo de disfrutes. El arte, supongo es, el haber vivido cada cosa a su debido tiempo... por el querer de los dioses bien sure.
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