viernes, 4 de septiembre de 2015

Sostiene Casanova

Indudablemente siempre hay que partir del principio de que por el querer de los dioses en cualquier momento puede pasar cualquier cosa inesperada. Para bien o para mal, aunque las que son para bien las solemos dar por granted, o sea, como que es lo más natural que así sean y por eso no hay que dar gracias a nadie. Un craso error, por supuesto, para el que, se diría, estamos programados de nacimiento. La realidad es que la vida nos está favoreciendo continuamente con mil dones y que, de vez en cuando, por lo que sea, se cansa y nos somete a una amarga prueba. Y, entonces, ¡vaya que si lo notamos! Y lamentamos. 

Dice Casanova que la moral es la metafísica de la física. Para que nos entendamos con el rollo que nos venimos trayendo, las cosas buenas y malas que nos pasan son la física y la relación causa efecto que pudiera haber entre unas y otras la metafísica. En su conjunto, la moral. ¿Será que los dioses se cansan de nuestro desagradecimiento por lo bueno que nos dan por lo que nos envían de vez en cuando esos dardos inclementes? Bien, todas las religiones se fundan más o menos en eso y está en la condición de cada cual tomárselo en serio o no. Lo que no es práctico ni inteligente, creo, es pasar por alto estas cuestiones y no dedicarles unos minutos al menos de meditación al día. Sócrates, desde luego, lo hacía y por eso fue la persona más feliz de la que se tiene noticia.  

El caso es que ha aparecido un día de estos un niño muerto en una playa. Alguien le hizo una foto, la puso en los periódicos y, a partir de ahí, toda la metafísica que ustedes quieran. De la de andar por casa, claro, que es la que mejor apacigua los espíritus de inmediato. En principio, para muchos, esas cosas no pasarían si no hubiese americanos y judíos. Para otros, bien es verdad que muchos menos, esas cosas pasan porque ciertos padres en vez de madrugar para llevar a sus hijos al colegio antes de ir al trabajo se pasan el día con el culo en pompa en dirección a La Meca. Como saben, la metafísica es cuestión de visión de la jugada. Para todos los gustos por tanto. Más razón que fe, más fe que razón. Más Dionisos que Apolo, más Apolo que Dionisos.  En el disbalance entre unas cosas y otras, intuyo, está la madre de todas las desgracias. 

En fin, lo que los dioses quieran que sea, pero, yo, mientras vea cuando bajo a desayunar a todos esos niños uniformados esperando el autobús del colegio no me preocupo por el futuro porque sé a ciencia cierta que los dioses saben apreciar ese esfuerzo y compensarlo en consecuencia. 

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