jueves, 31 de julio de 2014

monty python and stephen hawking

 
 
 
 
Javier Barden lo enseña todo. ¡Ah, no, que ha sido Laura Pausini! Bueno, la verdad es que enseñó un poquito y la imaginación hizo el resto. Los calores propios de la estación, ya saben. En fin, a lo que iba, que a algunos, con los calores o sin ellos, les gusta enseñarlo todo. Supongo que será porque creen que lo tienen bonito. Unas la chatte, que sí, otros su corazoncito de oro, que no sé.

El caso es que hay que ver como Javier es capaz de poner las cosas en su sitio. Y eso sin moverse de su mansión en Ibiza que bien que tiene derecho a ella y no creo que nadie lo ponga en cuestión. A mí, la verdad, es que me maravilla esa capacidad de análisis que como por ensalmo entra en sintonía con todos los espíritus sensibles del mundo que, como bien es sabido, son la mayoría. Por un lado el maligno, por el otro los ángeles, los arcángeles, los tronos y las dominaciones. Después, unas cuantas fotos y vídeos de "la franja" y que cada cual juzgue por si mismo. Es bien fácil.

En fin, la vie en rose desde Ibiza. Lo que cuenta es que anoche pasaron por ARTE el espectáculo de los Monte Python. Un homenaje, en definitiva, a Stephen Hawking, el único capacitado para hablar con propiedad de las cosas importantes de este mundo. Lo demás, todo risas.

Por cierto que acabo de aprender a pasar las cifras del sistema decimal al sistema binario. Es una bobada y no tenía ni idea y mira que tiene trascendencia en este mundo que nos ha tocado vivir. Por lo de los transistores más que nada.

lunes, 28 de julio de 2014

Los hijos de Pisistrato

 
 
Hipias e Hiparco, los hijos de Pisistrato, se encapricharon de Armodio y Aristogatón y ahí acabó todo. El pueblo de Atenas cayó en la cuenta de que, efectivamente, el caballo blanco de Santiago era blanco y que, por tanto, mejor la democracia. Jordi y demás hijos de Pujol, se pirriaron por los Ferraris y los catalanes acabaron por atar cabos y empezar a tragarse sus propias melonadas. Siempre ha sido así, es el efecto paradójico de los hijos del tirano el que se encarga de poner las cosas en su sitio. Claro, tiene que ser muy difícil siendo tirano sacar tiempo para educar a los hijos. Los chavales andan sueltos por el palacio en medio de aquella sopa de aduladores y acaban por creerse lo que no es.

Anyway, en eso consistió todo, en el puro choriceo como paradigma de la actividad económica. Y para eso y no para otra cosa es para lo que querían la independencia, para poder seguir con la estafa sin que nadie les afease la conducta. Se lo digo yo que conozco bien el percal. Trabaje allí varios años en un servicio público y raro era el compañero que no llevaba trabuco. Se decía que era una costumbre heredada de los fenicios que anduvieron por allí, pero vete tú a saber.

¡Hombre! ¿Pujol tirano? ¿No estará usted exagerando? En absoluto, se lo puedo asegurar. Lo que pasa es que al no tener ejercito podía llegar hasta donde podía llegar que era la muerte civil. Y no cedía un ápice de sus posibilidades. Se empleaba a fondo. Y así creó un sutil conmigo o contra mí que convirtió a Cataluña en uno de los lugares más putrefactos del universo. Millones de gentes allí siguen gritando ¡viva las caenas! Los pobrecillos ven en ellas la redención y por eso todos los años celebran con una gigante el día que se las quitaron. 

En fin, ya se sabe, la historia siempre se repite. Nada para ocultar las propias vergüenzas por una temporada como acusar a los otros de ser lo que tu eres. Para cuando se descubre el pastel ya tienes los millones en Andorra y allá cuidados. Y los que te creyeron que se queden con dos palmos de narices por chupaculos. Eso es todo. Ahora el ruido propio del globo que se deshincha y después la calma por una temporada. Se lo puedo asegurar.

domingo, 27 de julio de 2014

Ce truc là

 
 
 
-Es mi última oportunidad. Pare.
 
-Creo que pierde el tiempo.
 
-Me gusta perder el tiempo, Caloway.
 
 
Así se cierran los diálogos en "El Tercer Hombre". Luego viene esa escena memorable en la que Joseph Cotten apoyado en el carro espera indolente a que ella se acerque para ver qué pasa. Su última oportunidad. No pasa nada porque ella pasa de largo y ni siquiera le mira. Como si él no existiese. Entonces él, va, saca un cigarrillo, lo enciende con parsimonia y, lo mejor, el amplio balanceo del brazo para arrojar la cerilla lo más lejos posible, como si así estuviese arrojando también los sentimientos al olvido y dando con ello por concluido todo el asunto. Fin de la película.
 
Joseph Cotten, Holly Martins, es un buen tipo con vocación de perdedor. Su antítesis es Orson Welles, Harry, el chico que ya destacaba en el colegio porque sabía trucos. Evidentemente, la chica de la película se queda con Harry, dónde vamos a parar. Lógico, nada como los trucos para divertir a una chica. Ce truc là, que dicen los franceses que son los que más saben sobre cosas de chicas.
 
Tengo que confesar que esa escena me ha bastado para tener entronizado en lugar preferente de mi particular santoral a Holly Martins, un santo como su propio nombre indica. Es un hombre acostumbrado a perder el tiempo escribiendo novelas del oeste tipo Marcial Lafuente Estefanía. Con eso se va arreglando y no aspira a más. Y a una edad madura todavía conserva el suficiente sentido de la amistad como para ir al otro lado del mundo a intentar sacar de apuros a un viejo amigo. Desde luego que, entre otras cosas, te tiene que gustar mucho perder el tiempo para poder ser tan generoso. O romántico, si mejor quieren.
 
Perder el tiempo. Mais qu'est ce que c'est que ce truc? Un asunto peliagudo en cualquier caso que ha venido preocupando a las mejores cabezas desde los albores de la civilización. Porque es que coges, vas, y te civilizas y lo primero que notas es que te sobra tiempo. ¿Qué hacer con él entonces? ¿Lo aprovechas? ¿Lo pierdes? ¿Qué es aprovecharlo? ¿Qué es perderlo? No tengo ni idea. Lo único que sé es que tengo la vaga sensación de que a medida que avanzo por la vida cada vez me urgen menos las cosas. Mis deseos se limitan ya a lo que por su propia naturaleza sólo puede llegar poco a poco. Por así decirlo ya casi sé esperar sin por ello impacientarme. Lo normal a mi edad, supongo. No sé, pero si me apuran les diría que la única forma que se me ocurre de calibrar la inteligencia de una persona es saber a qué edad le llegaron las dotes de la paciencia. La paciencia, ce truc là, si te llega de joven, pues eso, al cielo como Holly Martins. Si no te llega, como Harry, el chico que acabó fatal porque ya en el colegio sabía un montón de trucos. 

sábado, 26 de julio de 2014

Entre lo natural y lo tectónico

 
 
A principios de los setenta tenía Fede unos asuntos que reglar en Suiza y me propuso que le acompañase. Anduvimos por allí una semana, de aquí para allá, visitando esto y aquello, con buena compañía y demás. Lo recuerdo casi todo a la perfección porque está entre los menos de media docena de viajes propiamente dichos que hice a lo largo de la vida. No se preocupen que no voy a entrar en detalles, solamente les voy a mencionar que pude constatar con admiración lo que me habían contado sobre el orden y la armonía que reinaba por doquier en aquel país. Conocía algo Inglaterra y Francia, pero aquello no tenía parangón. El tópico de que todos los paisajes parecían de postal estaba sustentado en una realidad innegable. Y, por supuesto, por comparación con aquella España de los vertidos incontrolados y los cerramientos de somier, Suiza era lo más parecido posible a lo que nos habían contado que tenía que ser el paraíso en la tierra.

Pues bien, ayer por la mañana, agarramos toda la peña nuestras bicicletas, las subimos al tren y nos apeamos una hora después en Pujayo. Dimos una vuelta por el pueblo, luego fuimos bajando por todo el valle de Iguña... un día realmente glorioso. Se lo traigo a colación porque, precisamente, la sensación que me producen esos parajes ahora es la misma que me produjeron los suizos por aquel lejano entonces. Es de todo punto evidente que los últimos cuarenta años no han pasado en vano para este país. Los cerramientos de somier y los vertidos incontrolados ya son anécdota y, si por ejemplo, al cruzar un puente sobre el Besaya a la altura de Bárcena miras al río lo encontrarás tan impoluto como, un suponer, hace cuarenta años estaba el que atravesaba Canterbury en el sureste de Inglaterra. Es algo, en definitiva, de lo que los españoles podemos estar, si no orgullosos, si contentos porque es prueba manifiesta de que en alguna medida se va curando la burricie marca de la casa y a mucha honra.  

Eso sí, el genio y la figura de las gentes de esos valles que ya antaño tanto dieron de qué hablar siguen sin pasar desapercibidos. Elevados ya casi a la categoría de suizos no por eso van a parar de crecer incluso en estos tiempos difíciles. Así es que deambulábamos por allí y, a Pedro, que no se le escapa una, sobre todo si tiene que ver con su profesión, le llamó la atención una pequeña construcción que está teniendo lugar en un rincón cualquiera de por allí. Y no por nada sino al percatarse de la innovación que supone que el arquitecto responsable de la obra haya hecho colocar en lugar visible para los viandantes del lugar un cartelón incluyendo infografía y leyenda que dan cuenta de cuales son sus intenciones respecto de lo que se trae entre manos. Lo nunca visto, por estos pagos al menos, y que nos avisan de que aquí el que no corre, vuela. Uno ya no se puede limitar a hacer. Tan importante o más que eso es la faceta autobombo. Eso, la verdad, también lo he visto yo ya en alguna parte que no quiero citar para que no digan que me repito: hacer una y pregonar a los vientos como si hubieses hecho diez. La propaganda que tanto ayuda a vender como si fuese oro lo que cagó el moro. En fin, les transcribo un fragmento de la leyenda para que juzguen ustedes.  

"... desgajada en cinco cuerpos de distintos tamaños que se adaptan y responden perfectamente a la escala y diversidad de volúmenes del entorno sin romper para nada con el entorno (bueno, aquí detecto una cierta retórica pleonasmática que ciertamente canta). Incluso el cuerpo más grande se descompone y camufla. Se convierte en un gran lienzo en blanco donde la naturaleza se proyecta con sus sombras creándose una fuerte simbiosis entre lo natural y lo tectónico..."

Total, que el mundo evoluciona y, sin duda, es mucho más fácil percatarse de los detalles y en qué medida lo hace si en vez de ir de excursión en coche combinas el tren con la bicicleta. Eso es todo y lo digo por si alguien no se hubiese enterado todavía.

jueves, 24 de julio de 2014

Prometo hasta que la meto



"A Prometeo abundante en recursos, le ató con irrompibles ligaduras, dolorosas cadenas, que metió a través de una columna y lanzó sobre él su águila de amplias alas. Esta le comía el hígado inmortal y aquel por la noche crecía por todas partes en la misma proporción que durante el día devoraba el ave de amplias alas." 

A veces pienso que una de las mayores tragedias de la humanidad se deriva de la obsesión por preservar la inocencia. Sed como niños porque le agrada al padre celestial, que dijo Nosequién y parece como si todo el mundo se hubiese apresurado a hacerle caso. Sin embargo, las mentes más lúcidas desde los albores de la civilización habiéndose percatado de la magnitud de la trampa dedicaron sus esfuerzos a denunciarla y avisar de sus consecuencias. Fue el caso de Hesiodo que nos dejó escritas las peripecias de Prometeo y su hermano Epimeteo, el imbécil. Y, también, por acercarnos a nuestra época, la mejor novela de aventuras en mi opinión, y no sólo la mía, de todos los tiempos: La Isla del Tesoro. Jim Hawkins, el barril de las manzanas y John Silver el Largo. Todo el mundo debiera pasar por eso y el mundo, se lo puedo asegurar, sería completamente diferente. 

Es curioso porque uno de los signos más chik de nuestra sociedad consiste en lucir en un dedo de la mano un anillo que lleva engarzada una piedra preciosa. Si tu preguntas a cualquiera que lo lleve de donde viene esa costumbre lo más seguro es que no tenga ni idea ni le importe un rábano. Con saber que el que se lo ha regalado ha tenido que hacer un esfuerzo económico considerable le sobra y basta para lucirlo con orgullo. Bueno, no se lo voy a contar porque hoy día con la Wikipedia y tal es muy fácil enterarse, sólo les daré la pista de que tiene que ver con la liberación de Prometeo encadenado. 

El mito de Prometeo, bien pensado, se podría resumir en esa máxima tan conocida por las jovencitas que salen por la noche de marcha y que a las dos copas se les olvida, a saber, prometo hasta que la meto. A lo que venga le pones Pepe, dice él, y ella le contesta, y tú, penicilina. En fin, las funestas consecuencias. 

Me he acordado de estas cosas al ver esa foto de las playas de Normandía. Porque no se trata de un prado que llega hasta el mar, no, es que el mar en esas regiones del norte de Francia arroja sobre las playas tal cantidad de algas que las hace inservibles. Inservibles y muy peligrosas. La alarma saltó cuando los gases que se desprenden al fermentar esas algas mataron a un caballo que andaba por allí llevando a lomos a su caballero. Así es que están por allí muy desesperados retirando algas para que los veraneantes se puedan tender al sol. No dan a basto y además no saben que hacer con las montañas que se forman que, por otro lado, huelen que tira para atrás. Ya ven, toda esa gente de la Bretaña y la Normandía que venían presumiendo hasta la saciedad de lo productivas que eran sus explotaciones agrícolas y ganaderas. Claro, si alguien les hubiese explicado de niños lo de Prometeo y su inevitable hermano imbécil Epimeteo... 

miércoles, 23 de julio de 2014

The times they are not changing



Quizá si Bob Dylan viese ésta foto decidiese cambiar el título de su canción. Estas fotos, como les decía ayer de las coletas, ya las había visto yo antes. Los tiempos no cambian tan fácilmente. Tu ya puedes poner el acceso a las aulas todo lo fácil que quieras que siempre habrá gente que al verlas dirá vade retro y cruzará los dedos. Y claro, luego nos salen Undargarines y este Bustamante que desde que se murió Severiano Ballesteros es la gloria por antonomasia de la provincia en la que vivo. Por no hablar de Chavelita y su exnovio, que son de otra provincia todavía si cabe más atrasada y que, según fuentes fidedignas, se gastaron en una mañana los cuarenta mil euros que les dieron por poner a su hijo en el escaparate comprando bolsos y zapatos por la milla de oro de Madrid. Y así hasta el infinito porque no hay nada que más satisfaga y consuele a la chusma que saber algo de las cosas cotidianas de los iletrados exitosos. Siempre ha sido igual y esto, lo podemos asegurar, no va a cambiar nunca. 

El caso es que Bustamante lleva ocho años casado con una tal Paula Echeverría, de profesión actriz y, por lo visto, todavía, según no se cansan de pregonar, ninguno de los dos ha dejado de babear. Un caso, por así decirlo, para los anales. Se pudiera pensar que el haber recibido el sacramento bajo la advocación de la Santina está en el origen del prodigio, pero, francamente, yo pienso que tiene que ser más bien cosa de la fisiología. Alguna sustancia que segrega alguna glándula que hace que los engranajes sean inmunes al uso. Anyway, lo que más me ha chocado de todo este asunto es que el periódico del que he sacado la información, el ABC, añada un comentario en el que califica de "dudoso gusto" la foto de marras. Una fina manera de gente fina de llamar hortera al que sin duda lo es. Ya digo, se empieza pasando de las aulas y al final, por mucho éxito que tengas, el espejo te devuelve la imagen de lo que realmente eres: poor people

La verdad es que me alegra que el ABC llame hortera a Bustamante. Porque resulta insoportable que semejante tipo de personaje se haya convertido en modelo de comportamientos para tanta gente. Muy bien, está dotado para el canto, tuvo su oportunidad y supo aprovecharla. Hay que reconocérselo y felicitarle por ello. Pero antes tuvo otras oportunidades mucho más importantes y las tiró por el retrete y por eso es que ahora no le cueste exhibir esa impudicia vergonzante. ¿Por Dios, cuánto creen ustedes que van a tardar en separarse esos dos tórtolos? Hagamos apuestas. Les doy dos años como mucho. Dos años de infierno, por supuesto, y me baso en aquello que decía La Celestina de que prevención a destiempo malicia arguye. 

Ya digo, me alegro de ver que el ABC, aunque sea preservando su finura, hable claro. Porque estoy convencido de que ningún servicio mejor se puede hacer en este momento de bonanza general a este país que hablar a la chusma claro. Señalarle sus defectos. Su impudicia, su pasión por la inmundicia... a ver si conseguimos que se apee un poco de su carro dorado y nos alivia la lata que estamos padeciendo. Por lo menos hay que intentarlo.    

lunes, 21 de julio de 2014

Coletas y bigotitos



Leyendo la novela de Margarite Yourcenar, "L´oeuvre au noir", casi tan entretenida, por cierto, si no más que "Las memorias de Adriano", me enteré de un curioso suceso, friky le llamaríamos hoy, que tuvo lugar en la ciudad alemana de Münster hacia la primera mitad del siglo XVI. Eran los años de la transición del medievo al renacimiento, o sea, tiempo de sacudirse de encima los viejos dogmas religiosos y de intentar hacerse dueño del propio destino. Por resumirlo diré que fue entonces cuando se dio el famoso giro copernicano. Se descubrió que no era el sol el que giraba alrededor de la tierra sino justo al revés. Y eso, claro, tenía su traslado automático al plano simbólico, es decir, a las relaciones de los hombres con Dios y, sobre todo, con sus representantes en la tierra. Al Papa le crecieron los enanos por todas partes, pero sobre todo, ya saben, en Alemania que, como siempre, era donde más pasta había. 

"Yo coletas ya las había visto antes", ha contestado Loquillo a alguien que le ha preguntado por el fenómeno Podemos. Y la verdad es que tiene toda la razón del mundo porque siempre que hay por lo que sea "movida" social tienden a aparecer las coletas  y, por lo general, suelen quedar en anécdota pero de vez en cuando, por castigo de los dioses seguramente, alguna fructifica y arma la marimorena. Fue el caso, como les comentaba, de la ciudad de Münster, donde en medio de la movida un visionario anabaptista, dijo que precisamente esa ciudad era la nueva Jerusalén a donde iba a venir el segundo Jesucristo. Y vaya que si vino, y con coleta, y predicó la abolición de la moneda, la igualdad entre los hombres y la comunalización de todos los bienes. Como es de suponer las mil familias burguesas de la ciudad con el obispo a la cabeza salieron por pies, pero todos los desarrapados de mil kilómetros a la redonda acudieron al rico panal. Claro, los expulsados no se iban a quedar de brazos cruzados. Rápidamente organizaron un ejercito, que para eso sirve la pasta, y pusieron asedio a la ciudad. Tiro por aquí, tiro por allá, se cargaron al de la coleta que inmediatamente fue sustituido por su lugarteniente que, por no ser menos, tenía dos coletas: se hizo proclamar rey del Reino Anabaptista de Münster. Y todo fue sentirse rey y empezar a tener revelaciones divinas: entre otras le dijo Dios que instaurase la poligamia. Pues bien, la ciudad seguía asediada y la gente se moría de hambre, pero el de las dos coletas ya iba por las quince mujeres y vivía a todo trapo. Entonces, una de sus quince oíslos le afeó alguna conducta y él la decapitó en mitad de la plaza y luego cantó y bailó alrededor de su cadáver. Y al que no quería follar a triscapellejo también lo decapitaba y aquello era un puro despelote. Al final, unos cuantos que ya no podían más se conjuraron para abrir las puertas a los ejércitos del obispo y así acabó la fiesta. Digamos que los münsterinos aprendieron bien la lección de las coletas y hoy día están entre los alemanes más envidiados por la alta calidad de vida de la que gozan. Entre otras cosas es la ciudad más preparada del mundo para el tráfico de bicicletas. 

Me he acordado de estas cosas ayer al ver al coletas que dirige los destinos de los palestinos de gaza. En sentido estricto, en vez de coletas deberíamos decir el bigotitos porque el tipo exhibe uno exactamente igual que el que hizo famoso el no menos famoso Hitler. El tipo, va de soi, tiene unas cuantas mujeres y de hijos ni te cuento. Así que nada de lo que preocuparse si la buena causa se le lleva unos cuantos por delante. Él, erre que erre, queriendo restaurar para los palestinos aquella dorada edad de oro, valga la redundancia, en la que todos vivían en palacios rodeados de campos de naranjos, supongo que en flor para que oliese mejor y fuese más bonito todavía. Algo por otra parte parecido, y perdonen que insista, a cuando en la nació catalana estaban todos los perros atados con longanizas.

Bueno, las altas instancias internacionales han dicho a los ejércitos del obispo que no se ceben con los pobres anabaptistas de Gaza porque no son mala gente y da mucha pena ver como las están pasando. Pero no he oído a esas instancias decir una palabra sobre el coletas, perdón, el bigotitos que está llevando a su pueblo a semejante catástrofe. Desde luego que hay que ver cómo han cambiado las tornas porque al que puso de moda los bigotitos todo el mundo estuvo de acuerdo en arrancárselo de cuajo y sin anestesia. Y ,ahora, que no me lo toquen por favor que tiene su punto de razón. En fin, no sé, pero para mí que al mundo se le está reblandeciendo el seso... que no el sexo, sobre todo a los anabaptista de Gaza, que no hay más que echar un vistazo a la tele para ver como procrean allí. Y al que no, lo decapitan.  

domingo, 20 de julio de 2014

El hastío



Siento comunicarlo porque sé que la inmensa mayoría, si no la totalidad, de los que lo lean ni lo van a comprender ni, mucho menos, van a mostrar algún tipo de simpatía hacia mi sentimiento: para mí lo único bueno que tiene el verano es exactamente lo mismo que tiene de malo el invierno, a saber, que se pasa pronto... aunque, para ser exactos, no todos los pasarse pronto son iguales. 

Cualquiera que como Hans Castorp haya seguido con mediana atención las apasionadas lucubraciones de Naphta y Settembrini bajo los pinos de Davos sabrá de qué estoy hablando. Porque, si bien, el tiempo huye veloz en cualquier caso y todas las horas hieren menos la última que mata, no es la misma la percepción instantánea que de él tenemos cuando le estamos dejando escapar por el desagüe que cuando le estamos utilizando para hacer algo que exige el esfuerzo de la atención. En el primer caso, digamos, hiere a pelo y, en el segundo, con anestesia. Y es exactamente por eso, por el herir a pelo, que tenemos la sensación de que se estanca, porque cuando se está sufriendo no se ve nunca llegar la hora de que aquello termine. Por contra el esfuerzo de la atención es anestesia para el dolor de las heridas que todas las horas dejan y por tal es que no las sintamos pasar. Lo dicho, en cuanto a la percepción instantánea, luego, habrá que tener en cuenta la que tenemos respecto del tiempo que pasó. Es decir, respecto de los recuerdos que dejó. La memoria. Si hay recuerdos hay memoria y eso quiere decir que se vivió, que el tiempo duró. Si se fue por el desagüe, no hay memoria, y eso quiere decir que fue como si hubiésemos estado muertos. "Like walking dead, n´est pas?", que diría Monsieur Poirot a la vista de las focas tomando el sol sobre la arena de la playa. 

Anyway, es penoso no poder abstraerse de lo que nos rodea. De pronto, los espacios habituales de esparcimiento han sido tomados por la foule y uno se siente expulsado si no del paraíso si de un mundo llevadero. Ya no puedo compaginar los esfuerzos de atención caseros con los escampes de la boira al aire libre. El equilibrio del sistema se ha venido abajo y, ahora, tirado por el suelo, siento el pisoteo de las horas que no acaban de pasar.

Menos mal que el resquicio de conciencia que resiste me susurra con insistencia que el tiempo huye veloz y que, si los dioses no tienen dispuesto lo contrario, el invierno vendrá mucho antes de que llegue la que mata.     

sábado, 19 de julio de 2014

Los tipos de la provincia


Que un avión comercial se caiga es algo sumamente raro hoy día. Oí decir a alguien que las probabilidades de que eso ocurra vienen a ser las mismas que se tienen de que te toque la lotería si compras un boleto. O sea, posible pero muy poco probable. Sin embargo, como podemos ver todos los 22 de diciembre por la tele, siempre hay gente a la que le toca. Sería inconcebible una lotería sin premios y, por lo mismo, una aviación sin accidentes. Y lo mismo que es normal que se celebren los unos lo es, también, que se lloren los otros. Ambos dos, en definitiva, trabajo fácil para los medios de comunicación. Trabajo ritual, por así decirlo. O sea, de los que se hacen poniendo el piloto automático.

Lo que ya no es normal, ni concebible, ni ritual, ni nada de nada, es que alguien ponga en las manos de unos tipos de la provincia juguetes con los que se puede tumbar un avión que vuela a diez mil metros de altura con la misma facilidad con la que te sacas una cascarria de la nariz. Porque esa es la gran cuestión que tiene que plantearse el mundo de una vez por todas si se desea suprimir el factor estulticia como causa coadyuvante de numerosos accidentes, la cuestión de los tipos de la provincia. 

El tipo de la provincia es la gran desgracia del mundo. Y eso, mucho me temo, va a costar mucho solucionarlo. Porque es una cuestión de darwinismo social, selección natural o como quieran llamarlo: si alguien destaca en lo que sea en la provincia automáticamente es abducido por la gran metrópolis. Así, a la vez que ésta se ensancha, aquella decrece. Decrece la inteligencia y, como lógica contrapartida, aumentan las creencias. O sea, la seguridad en las propias convicciones: tenim de tot, y a mes a mes tenim, y per l´oltra banda tenin... es muy fácil que encajen todas las piezas en una mente pequeña. 

Se vive tan bien en la provincia. Aquí nos conocemos todos y, como hoy por ti, mañana por mí, no es necesario que nadie se tome muy en serio las propias responsabilidades. Así, con esa simpática desinhibición se va creando un difuso malestar que encuentra su válvula de escape en el acratismo señoritil*, que siempre ha sido y será la madre de todos los fascismos. 

En fin, los putos catalanes, los putos vascos, los putos ucranianos del este, los putos palestinos de Hamás, y un millón más de putos provincianismos que les dejas sueltos e inevitablemente acaban tumbando un avión comercial o cosa por el estilo. 
  
*.- No al fraking y sí a las jineteras. 

jueves, 17 de julio de 2014

Castilla y V




Por fin hemos conseguido una casa para pasar la noche en Blascosancho. Ya empezabamos a desesperar, aunque dado el calor que hace tampoco hubiese sido un drama haber pernoctado a la belle etoile. El ayuntamiento de Blascosancho ha acondicionado las antiguas casas de los maestros como casas rurales y todo parece indicar que el negocio es ruinoso. Una de las dos todavía no se ha estrenado y la que ocupamos está tan flamante que sospecho la estamos estrenando nosotros. Por cuarenta y ocho euros. Tres habitaciones, tres baños, un salón con un par de tresillos supercómodos... ahora, eso sí, los cuadros de las paredes parecen comprados todos en la galería de la gasolinera de Becerril de Carpio. El caso es que si no llega a ser por los buenos oficios de Maria del Mar, una señora mitad de Blascosancho, mitad del barrio de Salamanca, que hasta que no nos ha visto instalados no ha parado, no sé lo que hubiese pasado, porque han sido necesarias más de dos horas de gestiones que, teniendo en cuenta los cuarenta grados que hacía a la sombra, han parecido cuatro. Ya lo tenemos comentado, en España porque falla la gestión que si no... 

El caso es que hemos salido muy de mañana de Segovia bordeando el alcazar por el lado de la Fuencisla. A veces me habrán oído decir que Santander no es ciudad para viejos, pues Segovia ni te digo. Todo está en cuesta y qué cuestas. Por lo demás, ayer, que fuimos por la mañana a la Granja de San Ildefonso a echar un vistazo por allí, pudimos ver por las ventanillas del autobús que la parte nueva de Segovia tiene
muy buena pinta. Grandes avenidas, zonas ajardinadas... claro, en las ciudades castellanas todo eso es muy fácil porque hay espacio para dar y tomar. En cualquier caso, Segovia es el parque temático por excelencia. Me recordó mucho a algunos documentales que he visto recientemente sobre las ciudades turísticas chinas. Por todas partes hay manadas de orientales que yo juraría que en su mayoría son chinos. Son gente muy curiosa que se sientan en grupo a comer y con una mano agarran el tenedor y con la otra el móvil. Y así están todo el rato, paseando la mirada del móvil al plato y del plato al móvil sin hacer el menor caso ni a los que tienen al lado ni a las maravillas arquitéctonicas y demás mandangas que les rodean. Uno piensa que ir tan lejos para comer mirando al móvil tiene poco sentido, pero seguramente es porque uno es viejo y tiene un móvil que es una mierda, dos circunstancias que sin duda distorsionan el pensamiento mucho más de lo que uno cree.

Total, que María estaba que ya no podía más, por el calor y tal, y hemos decidido emprender la retirada. Hemos salido con la fresca de Blascosancho, la puerta de la Moraña que le dicen. Por cierto que mientras andábamos de gestiones ayer, María del Mar, que por lo que nos dijo es dueña de medio pueblo y alrrededores, nos ofreció varias casas por precios irrisorios. Por 24000 euros nos vendía una recientemente restaurada y que tenía una pinta muy digna. Claro, lo que pasa es que ya quedan lejos aquellas pasiones románticas tipo "del monte en la ladera por mi mano plantado tengo un huerto". Anyway, de Blascosancho, salvando
la vaguada del Adaja, a Hernansancho y, después, por una secundaria a la derecha hacia Arévalo. El caso es que me he parado un rato a descansar, o a esperar a María que venía rezagada, y ya, de paso, he echado una parrafada con un resinero que andaba por allí a sus labores. Según me ha asegurado, los jóvenes, su hijo concretamente, que son los que han retomado el negocio, no saben nada, pero para eso está él que fue resinero veinte años. Por lo que me ha explicado tampoco es que la cosa parezca complicada, lo que pasa es que es trabajosa y pesada. Y rentable, claro, sólo desde una perspectiva de crisis. Tras un año de intensa dedicación, su hijo extrajo 80 bidones de 200 litros. A euro el litro, calculen. Gastos de explotación, impuestos y tal, no llega uno ni a mileurista. Ya digo, negocio de crisis. Total, que a penas he dejado al resinero he pasado por un pueblo de nombre Tiñosillos. No me negarán que es un nombre cuanto menos curioso. Y después, en cuatro patadas, Arévalo.

Arévalo, pues eso, el cochinillo en un restaurante de la plaza y a 
la estación a tomar el tren. La verdad es que hay unos regionales que alucinas. Y como pasa uno cada media hora no hemos tenido que esperar nada. Hemos llegado a Valladolid en un visto y no visto. Los 75 kms del recorrido en menos de media hora. Confortables, rápidos y con el aliciente de no saber si te mandarán bajar por ir con bicicleta. Bueno, usted súbase y si el revisor le echa venga aquí a que le devuelva el dinero me ha dicho el de la taquilla. En definitiva, que ya vamos en otro regional camino de Santander. A mi, la verdad, me hubiese gustado prolongar unos días más la transumancia, más que nada por no estar en Santander, pero, ya digo, María...

lunes, 14 de julio de 2014

Castilla IV

 
Cuando dejamos Medina se veía gente preparado los puestos para el gran mercadillo dominical. A mi esto de los mercadillos siempre me ha parecido un misterio. Bueno, el otro día María compró un pantalón por cinco euros en el de Saldaña, pero por lo general no se ve que la gente compre gran cosa. He oído decir de todo al respecto, como que los gitanos utilizan esa actividad comercial de tapadera para otros negocios de más altos vuelos, pero eso sólo son conjeturas sin más fundamento que la malidicencia. En fin, que tiramos hacia Olmedo a donde gracias al frescor mañanero y un vientecillo favorable no tardamos en llegar. Olmedo, la villa de El Caballero. No tengo ni idea, ni pienso tenerla en lo sucesivo, de cuales fueron los muchos méritos que Lope de Vega le atribuyó al dichoso Caballero, pero, en cualquier caso, los de Olmedo le han sacado una punta que ni que hubiese sido el mismísimo, yo qué sé... porque hay casa de El Caballero, Teatro de El Caballero, Plaza del Caballero, Biblioteca del Caballero, de todo del Caballero para que si se descuelga por allí por casualidad un turista tenga algo en lo que entretenerse entre comida y comida. Total, que nos tomamos allí, en la plaza, el preceptivo pincho de tortilla mañanero y continuamos camino. Nos costó encontrar la salida del pueblo, de enrevesado que es, pero cuando la encontramos nos topamos con la sorpresa de que adyacente a aquella carretera de cuarto orden y sin el menor tráfico han construido un carril bici que llega hasta Bocigas, ocho kilómetros más allá. Ni que decir tiene que la madre naturaleza que todo lo pone en su sitio ya se lleva comido una buena prción del carril y no creo que tarde mucho en completar su tarea. Cosas de los años locos, nos dijo, David, un chaval de Bocigas al que le caimos bien por darse la circunstancia de ser él también aficionado al cicloturismo. Por cierto que al comentarle yo la utilidad de un pequeño retrovisor que llevaba adherido al manillar de su bici no dudó un momento en desprenderle y regalarmelo. Total, que al llegar a Bocigas vimos a un grupito de señoritos arrastrando sus carros de golf. Y es que fijándose con atención uno se puede dar cuenta de que han acondicionado todas las afueras del pueblo como campo de golf, lo cual que ya hay que echarle imaginación y tener ganas y, claro, dinero, porque mantener verde, o medio verde, aquel secarral, ya te digo. En fin, con crisis o sin ella el caso es que no farte de na.

Era ya hora de comer cuando avistamos el castillo de Coca. Hasta que no le tienes encima no le ves debido a la mucha vegetación del entorno. Cruzas un río, subes una cuesta y llegas. El castillo, pues sí, un gran castillo perfectamente restaurado. Lo verdaderamente curioso es una gran horterada que han colcado allí cabe al castillo. Por lo que me pude enterar gracias a las explicaciones que estaba dando un cicerone a un grupo de turistas sudamericanos que se colcaron justo al lado de donde estábmos echando la siesta, al darse el caso de estar el castillo en medio de una llanura fue necesario construir un gran socabón a su alrededor y llenarle de agua para así crear grandes dificutades a los posibles asaltantes. Pues bien, esa es la historia que tratan de reproducir en aquel gran foso que han escavado junto al castillo con gradas en los laterales y un minicastillo que es el que se supone deben conquistar los asaltantes que van en barquichuelas. Increible, pero cierto. El típico I+D de los años locos. Así que con toda aquella erudición que se nos había puesto al lado no nos quedó mas remedio que levantar el campamento y salir pitando en busca de refugio para la noche, ocho kilómetros al sur, en Navas de Asunción, un lugar que, por así decirlo, hiede a nada que el aire se estanque. Por lo de los cerdos, claro, que por otro lado, supongo, son también la causa de los mármoles, espejos y pantallas gigantes que proliferan por doquier. Sobre esto de la cultura que se crea alrededor de los cerdos, como les decía, lo sé todo de cuando viví en la Segarra. Digamos que forma parte del lado oscuro que inevitablemente tiene todo lo que brilla. En fin.

De Nava a Segovia a penas cuarenta kilometrillos anodinos. Y de Segovia, qué decir que no se sepa. Nos hemos instalado en un hotel al lado de la plaza y vamos a quedarnos por aquí hasta que nos saturemos de ver orientales. Porque, ojo, que antes se decía japoneses, pero ahora hay que decir orientales que, como no podría ser de otra forma también tienen sus matices. Aunque eso no quita para que aunque deferlassen aquí toda la China, Corea, Japón y demás, no se bastarían para dar trabajo a todos los restaurantes que ofrecen el famoso cochinillo asado de Segovia... la verdad, hay que reconcer que asados huelen mejor que vivos.

sábado, 12 de julio de 2014

Castilla III


Curiosamente, lo último que se podría decir de Castilla es lo de que en aquellos campos no quedaba ni una flor. Quizá es que no pasó por aquí Pancho López. Anyway, lo que queda y mucho, miles o millones de toneladas acaso, es basura en las cunetas que bordean las carreteras. Para mí que tiene que ser algo intencionado, como una especie de deporte nacional consistente en echarse a los caminos con el único objetivo de lanzar cosas por las ventanillas. Yo, desde luego que pondría la mano en el fuego porque ninguna de las personas que conozco lo practica, pero quizá, me digo, sea una afición clandestina porque hay lo que hay y alguien tiene que ser el causante. Alguien, muchos, cientos de miles, millones acaso. Pero como esta allí, donde sólo lo ven los cicloturistas, a nadie parece importarle y nadie dice nada. Claro, hasta que alguna empresa caiga en la cuenta de que es rentable recoger todo ese plástico y aluminio y, ya, si lo hiciesen por ejemplo los presos, ni te digo el chollo que sería. También se me ocurre que si, por ejemplo, fuese la ONU y declarase el día de La Mierda en las Cunetas y, entonces, ese día, previas las preceptivas regulaciones del tráfico que tanto perturban a los conductores que, en definitiva, son los que arrojan la basura, digo, se llevase a los niños de las escuelas a recoger la porquería... en fin, no sé, quizá resultase pedagógico, aunque, por otro lado, si a nadie parece importarle a quoi bon tomarse tantas molestias.

 
 
Total, que en Nava del Rey anoche había una gran luna y en la plaza estaban proyectando una película sobre una pantalla que habían colocado sobre el ábside de la iglesia que, por cierto, menudo cacho iglesia, aunque eso, como ya estamos tan acostumbrados ni nos choca. Nos fuimos para la casa rural porque hacía frío que si no... en fin, que estamos en Medina. Ya nos hemos dado una vuelta por el castillo y tal que es cosa notable, como notable es la plaza  y el restaurante Alegría en su esquina noreste. En este restaurante ya me restauré hace unos cuarenta años o así y, la verdad, no podría asegurar cual de las dos veces he quedado mejor. 

Las plazas de Castilla, ya sólo por sentarse en ellas y ver como las cruza la gente merece la pena vivir. No sé, cualquier día de estos lo dejo todo y me dedico en exclusiva a las plazas de Castilla. Porque no creo que puedan existir en el mundo muchas manifestaciones más elevadas de la civilización... aunque, después, mucha de la gente que las habita es la que agarra el coche para ir a lazar por las vetanillas mierdas a las cunetas, en fin.   

viernes, 11 de julio de 2014

Castilla II

 
 
 
Con viento fresco y racheado abandonamos el D. Juan II y tiramos cuesta abajo por el viejo camino adoquinado. Cruzamos el Duero y giramos a la izquierda. ¡Vaya por Dios, parecece que hoy Eolo quiere castigarnos! Se ha cansado de favorecernos y se quiere desquitar. Anyway, bordeamos el Duero hacia levante y maravilla ver como todo alrededor es un vergel. Trufado de canales que alimentan miles de aspersores, se diría que aquello es la obra más acabada de la creación. Pasamos la presa que es el origen del milagro y allí arriba se ve Castronuño. Tenía que llegar, pero no importa. Meto la reductora a mi ORTLER Meran y subo los repechos sin levantarme del sillín. Me pasa un camión y como por encanto se me vienen a la memoria mis años en La Segarra. Era tal la peste que despedía que se me queda pegada a la ropa, a las narinas, no sé, pero el caso es que ya había pasado Castronuño y coronado el puertecillo que da paso a Alaejos y todavía perduraba.Y más que, cabe Alaejos, parecía como si el camión hubiese descargado allí su ominosa mercancía. Y claro, parece ser que ahora, con estas leyes que se han hecho para acabar con la crisis tambien se ha acabado con las pocas fabricas que había para generar electricidad con los purines y, en fin, algo hay que hacer con ellos porque los cerdos no por ser tan sabrosos cuando estàn en el plato dejan de cagar a todas horas cuando están vivos. 

 
Nunca había entrado en Alaejos y no por falta de ganas. Cuando vienes de Salamanca por la general ves desde muy lejos una torre gigantesca. Tienes que acercarte mucho al pueblo para percatarte de que en realidad son dos. Dos iglesias que son dos verdaderos mamotretos. La torre de la que hay en la plaza no creo que desmerezca a la Giralda. A lo mejor, incluso, tienen el mismo origen moro, porque el nombre de Alaejos, pudiera tener que ver con Alá. Digo. Pero también con "a lo lejos", porque habrá pocos pueblos que se puedan adivinar a tanta distancia como él. En resumidas cuentas, que hemos entrado en Alaejos, hemos preguntado por la plaza, hemos dado con ella y, sin pensarlo  dos veces, nos hemos sentado en la terraza del establecimiento hostelero Puerta Grande. No sé si por los estragos que Eolo había hecho sobre mí, o qué, el caso es que sentarme a la sombra de una sombrilla y empezar a parecerme aquello el paraíso todo ha sido una. Y, luego, cuando nos han dado de comer, ni te digo. Les recomendaría esa plaza  y ese restaurante a todos los cazadores de originalidades turísticas, aunque, a decir verdad, tendría tantas para recomendar en los cinco días que llevamos por aquí, que mejor será dejarlo.


Porque, a fuer de ser justos hay que decir que esta Castilla está muy mejorada. Parecerá muy osado decirlo, pero yo aseguraría que esto se parece cada vez más a ese Medio Oeste que se ve en las películas. Las explotaciones agrícolas a perte de vue que dicen los franceses. Desde luego que aquel  menudeo de tractores que se veía por los pueblos ya es historia. Y, luego, los pueblos, alucinas. Desde luego que sus lugares emblemáticos han sufrido, aunque de forma discreta, la pertinente santillanización, pero, por lo demás, parecen restaurados para disfrute de sus habitantes y sólo de sus habitantes. Escuelas, parques y demás, pero, sobre todo, la limpieza de las calles. En fin, debe de ser los ojos con los que yo lo veo.

Concluyendo, el hombre propone y Eolo dispone. Al llegar a Nava del Rey, con el segundo pinchazo del día y completamente exhaustos, hemos buscado  reparo y aquí estamos en un lugar que por la música y tal podría ser cualquier sitio del mundo mundial.


jueves, 10 de julio de 2014

Castilla


 
 
Me di cuenta hace ya muchos años cuando escuché decir a Matías Prat Sr. que "hacía una tarde premonitoria". ¿Premonitoria de qué? De nada. Simplemente premonitoria. Luego vino el Estulto y dijo que él era un hombre de talante y se quedó tan ancho y así parece que sigue en su retiro dorado. Hoy esperando el desayuno en la cafetería del hotel he oído que alguien decía por la televisión que había sido un encierro intuitivo. Claro, si un maestro de comunicadores, si un presidente del gobierno, si la televisión estatal afinan así, de qué extrañarse luego de que vengan los de PISA y nos pongan a la cola en lo de la comprensión lectora. De todas formas tengo que hablar con algún entendido en encierros para preguntarle porque alomejó tiene mucho sentido que un encierro sea intuitivo, o sea, que como que es una especie de racionalismo inconsciente que no otra cosa dicen los entendidos que es la intuición, en fin.

El caso es que estábamos en la cafetería del hotel como cuarenta personas, todos mirando boquiabiertos a los mozos que bajaban corriendo por la calle Estafeta y esperando a que alguien viniese a servir los desayunos. En vano. Así que hemos salido a la calle con la intención de ir al Riosol que sabíamos de otras veces que borda los pinchos, pero por el camino nos hemos encontrado al vasco que conocimos el otro día en El Corro de Villarramiel, que anda con su chica haciendo lo mismo que nosotros, y nos ha dicho que en la cafetería El Cubero daban un plato de pastas de tapa con el café. Total que no sé por qué nos hemos dejado engatusar, porque lo que nos apetecía, sobre todo a María, eran los pinchos del Riosol, pero hemos recalado en lo de El Cubero y, sí, te ponen de tapa por cada café un croissant y dos abisinios que son una especie de petitsou pero en redondo y que, por lo visto, se han convertido en una seña de identidad no sólo de El Cubero sino de la mismísima Medina de Rioseco, lo que ya es decir.

Anyway, Castilla para quien se la trabaja. Te ven llegar relajado y todo son atenciones. Hoy el dueño del restaurante de la plaza de Toro en el que hemos comido al sol por diez euros se ha empeñado en mostrarme todas sus vetustas instalaciones, del año que se hundió el Titanic me ha dicho, y allí estaba en lugar preferente la medalla que le había puesto Fraga Iribarne cuando era ministro de la cosa y también una foto con Pepe Mairena que era cosa notable. En fin, que nos hemos venido para el hotel sobre la muralla y la panorámica que les muestro en la foto es la que vemos desde la habitación.

Por lo demás, de Carrión a Toro, con un viento de popa de fuerza seis por lo menos, ha sido un paseo triunfal. Excepción hecha, claro está, del cruce de los Montes Torozos, que ahí, sí, ha habido que esforzarse, aunque, a decir verdad, con mi flamante ORTLER Meran, que es como una especie de Mercedes  de las bicicletas, ni siquiera he sudado, y más que, en Tiedra, la cima de los citados montes, nos hemos reparado con unos pichos de tortilla y de ensaladilla, que es que yo me maravillo de cómo los pueden hacer tan ricos.  

Continuará.

lunes, 7 de julio de 2014

La larga paz

Un padre dejo a su bebé en el coche pensando que iba a volver al instante, pero se puso a hacer sexting y se le fue el santo al cielo. Para cuando volvió al coche habían pasado siete horas y el bebe estaba para comérsele en el sentido literal del término. Claro, lo que no sabía el padre es que un coche al sol es un horno como los que usa Cándido para sus famosos cochinillos. 

El sexting es un deporte que consiste en enviar y recibir mensajes guarros. Si consigues formar un buen equipo la cosa puede dar mucho de sí. Es lo que le pasó al desventurado padre. Por lo demás, parece un asunto bastante inocente ya que lo que se dice relacionado con el sexo es de lo que menos necesidad hay de arrepentirse de haberlo dicho porque es lo primero que se lleva el viento del olvido. 

El caso es que de un tiempo a esta parte uno no para de maravillarse con esta pérdida rampante del recato que para mí la hubiese querido cuando estaba en edad de merecer. Ahora nos enteramos que por las discotecas de Levante se están poniendo de moda los concursos de felaciones. La verdad es que cuesta mucho comprender como semejante actividad puede ser sometida a concurso porque dada la labilidad de las sensaciones que produce veo muy problemático el establecimiento de los parámetros medibles indispensables a toda competición.

La lista de desinhibiciones relacionadas con el sexo es extensa. Lugares como Cap D´Agde que antaño fue famoso por haber sido escogido por Le Corbusier para instalar su cabanon, hoy pasa por ser el lugar donde por fin sucumbió la madre de todos los tabús. Nunca olvidaré a Marguerite Yourcenar afirmando categórica que todas las generaciones en su juventud han pretendido acabar con ese tabú, pero ninguna lo ha conseguido ni lo conseguirá nunca. Bueno, no sé lo que diría hoy a la vista de los acontecimientos. Sólo hay que ir a Google y poner Cap D´Agde y darse un paseo por aquellas playas. Uno no sabe si lo que ve es producto del infantilismo más acabado y simplemente una regresión al foso de los monos de cualquier zoo. 

Yo supongo que todas estas cosas tienen mucho que ver con el puto aburrimiento. Ya se sabe lo que pasa, te aburres y sacas el juguete que más a mano tienes. Y como no molestas a nadie, o a casi nadie... de todas formas, nada nuevo bajo el sol: sesenta años seguidos sin guerras y siempre se da en lo mismo. 



domingo, 6 de julio de 2014

Tony Manero



El otro día volví a ver "Fiebre del Sábado Noche". La pasaron por ARTE por enésima vez. Recuerdo que cuando la estrenaron, en plena efervescencia de aquellos nuestros maravillosos años, no tuvo entre la tropa una muy amable acogida. Mayormente se la consideró la típica horterada americana. Claro, andábamos todavía con la resaca de "West Side Story" y fue inevitable que la pequeñez intelectual dominante entrase en comparaciones. Por lo del baile y la música, seguro, porque en todo lo demás como un huevo y una castaña. Personalmente, aunque no contradijese la opinión general por miedo al ostracismo, confieso que me gustó desde el principio. Y hoy día, lo digo sin el menor rubor, está entre mis películas favoritas. Sería largo de contar, así que sólo me voy a referir a ese momento tras la tragedia en que Tony Manero abandona definitivamente la adolescencia y se va, ya sometido, en busca de la mujer con la que desea encarrilar su vida. Es una escena sublime, por los pasillos solitarios y siniestros del metro y luego sentado al fondo de un vagón, con el cigarrillo perenne entre los labios y, como para enmarcar y dar intensidad a la secuencia, la profusión de pintadas que, no sé, pero para mí que son testimonio del emponzoñamiento de una  juventud rabiosa e impotente que lanza su grito a una sociedad que se resiste a lo nuevo. En fin, eran los últimos setenta y los newyorkeses, haciendo gala de la resiliencia que siempre les ha caracterizado, eligieron al alcalde  Giuliani para que pusiese las cosas en el sitio del que nunca debieron haber salido. Fueron años de mano dura, muy dura, pero los resultados a la vista están. El metro, por supuesto, está impoluto, y si hay alguna pintada es más bien una obra de arte pagada por la empresa a precio de oro. Una ciudad limpia y segura, la más codiciada seguramente del mundo. 

Les cuento esto porque, ahora, con motivo de la llegada de los veraneantes, los lugares habituales de mis paseos vespertinos están excesivamente concurridos para mi gusto, así que los he trasladado al Parque de las Llamas que es lugar solitario, excepción hecha de los que debieran recoger las caquitas de su perro y los botelloneros. Anyway, ese parque es realmente notable. Por así decirlo es el primer contacto serio de la ciudad provinciana y arcaica con el racionalismo y la modernidad. El entorno que se ve desde sus avenidas y puentes parece algo relevante, como del siglo en el que vivimos... aunque muchos se empeñen en ignorarlo. Porque el caso es que, como soy como soy y no puedo hacer nada por remediarlo, me produce desazón ver que toda esa juventud santanderina anclada en el pasado se dedica a pintarrajear todas las superficies planas que encuentra a su paso. Por no hablar de las secuelas botelloneriles... en fin, que Dios no hizo las margaritas para que las coman los cerdos ni los ciudadanos, creo, eligen a sus ediles para que hagan la vista gorda por tal de tener la fiesta en paz.

Para concluir, convénzanse, no hay mayor mierda que la fiesta en paz. Se empieza así y se acaba con la justicia por mi mano. Porque, una cosa es incuestionable, sin justicia esto es invivible. Así que será mejor que alguien se lo explique a los ediles. Y también que alguien diga a los chavales que ya está bien de quejas y que ya va siendo hora de entender a Tony Manero. 

viernes, 4 de julio de 2014

De imposible esquivación.


Como en la canción de Mecano, hoy no me podía levantar. He estado nueve horas seguidas en la cama, algo realmente excepcional a no ser que me duela la cabeza o cosa por estilo. Algo, por lo demás, afortunadamente raro. Es como si me hubiese quedado sin energía espiritual, sin ganas de vivir y apostaría a que conozco la causa. Se lo diré: he contraído el compromiso de ir a sacar los billetes para tomar el tren el próximo lunes camino de la Meseta. Pretendemos recorrerla en bicicleta de oeste a este y de norte a sur. Es un plan que me debiera tener en vilo, pero, como digo, me tiene para el arrastre. Cosas del temperamento, supongo.

El caso es que he contraído ese compromiso sobre todo conmigo mismo. Por un lado por alejarme de esta ciudad, y este barrio sobre todo, en estos días aciagos que se avecinan. Las dichosas fiestas que le dicen. Por otro, la necesidad que tengo de restaurar por medio del ejercicio mi cuerpo entumecido tras un largo invierno de intensa práctica de sillonball. Por lo demás, sé que a María le hace ilusión y eso es también un estímulo considerable. 

En resumidas cuentas, que ya fui a la estación y tengo en mi poder los preciados billetes. Porque es que se da la circunstancia que la nueva normativa de Renfe sólo permite llevar tres bicicletas por convoy en los trenes regionales. Es, a juicio de profano, un sinsentido dado que esos trenes van prácticamente vacíos, pero ya saben, ignorantes doctores tiene la santa madre burocracia estatal que no le sabrán responder. Anyway, a lo que iba, es decir a la desazón que me produce la simple idea de tener que desplazarme para viajar. En eso creía que sólo coincidía con Pessoa, pero el otro día, en la tertulia de colegas a la que suelo asistir por la mañana, uno de ellos, nuevo en el ruedo, se despachó al respecto en el mismo sentido que lo  hubiera hecho yo de buena gana si no fuese porque me conozco el percal. En definitiva, el susodicho colega, yo mateix y Pessoa en perfecta comunión: 

"La idea de viajar me produce nauseas.
Ya he visto todo lo que nunca había visto.
Ya he visto todo lo que todavía no he visto.

El tedio de lo constantemente nuevo, el tedio de descubrir, bajo la falsa diferencia de las cosas y de las ideas, la perenne identidad de todo, la semejanza absoluta entre la mezquita, el templo, la iglesia...

¿Viajar? Para viajar basta con existir. Voy de día a día, como de estación a estación, en el tren de mi cuerpo, o de mi destino, asomado a las calles, a las plazas, a los gestos y a los rostros, siempre iguales y siempre diferentes como, al final, lo son todos los paisajes. 

Si imagino, veo. ¿Qué más hago si viajo? Sólo la debilidad extrema de la imaginación justifica que haya que desplazarse para sentir...

Hay una erudición del conocimiento, que es propiamente lo que se llama erudición, y hay una erudición del entendimiento, que es lo que se llama cultura. Pero hay también una erudición de la sensibilidad.

La erudición de la sensibilidad nada tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia de la vida nada enseña lo mismo que la historia nada informa. La verdadera experiencia consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis d ese contacto. Así, la sensibilidad se ensancha y profundiza, porque en nosotros está todo; basta que lo busquemos y lo sepamos buscar.

¿Qué es viajar y para qué sirve viajar? Cualquier ocaso es el ocaso; no es menester ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo sentirla saliendo de Lisboa hacia Benfica, y sentirla más intensamente que quien va de Lisboa a China, porque si la liberación no está en mí, no está, para mí, en ninguna parte...

La renuncia es liberación. No querer es poder. 

¿Qué puede darme China que mi alma no me haya dado ya? Y si mi alma no me lo puede dar, ¿cómo me lo dará China, si la veo? Podré ir a buscar riqueza al Oriente, pero no riqueza del alma, porque la riqueza de mi alma soy yo, y estoy donde estoy, sin Oriente o con él. 

Comprendo que viaje quien es incapaz de sentir..."

Bueno, no es la primera vez que transcribo en uno de mis blogs la precedente, digamos que, diatriba antiviaje. Me tendrán que perdonar lo mismo que yo lo hago con los que me clavan el rollo de sus lejanas y exóticas correrías. Hoy por tí, mañana por mí, como se suele decir. Cada uno es como es y trata de hacer lo que cree que mejor se acomoda a su particular idiosincrasia. Al fin y al cabo, viajes o no viajes, a nadie haces daño sino todo lo contrario. Si no viajas no contaminas y, entonces, tienes toda la autoridad moral para ser antifraking y cosas por el estilo. Si viajas contribuyes a engrosar el PIB lo que sería de muy mal nacido no saber agradecerlo. 

En fin, que me voy el lunes, bien es verdad que aquí al lado, pero me voy. Y ya digo, me mueve sobre todo poner tierra por medio entre yo y las fiestas y, también, la esperanza que en ello pongo de restaurarme la alicaída salud. Ya lo decía Stern, un inglés tuberculoso que allá por el XVIII puso rumbo al sur con la misma esperanza que yo, la de mejorar la salud. Lo que pasa es que como estaba, ya digo, tuberculoso perdido y, por tanto, con ese estado de excitación mental que produce la febrícula, pues, entonces, se puso a escribir todas las banalidades que se le pasaban por la cabeza que eran muchas y con ello nos legó un interesante libro de viajes que, en cierto modo, confirma al cien por cien las teorías de Pessoa. Todo lo que cuenta lo podría haber contado moviéndose menos de un kilómetro alrededor de su casa. Porque no es más que un viaje interior y por eso precisamente lo llamó "Viaje sentimental". Comienza así:

"Your idle people that leave their native country, and go abroad for some reason or reasons which may be derived from one of these general causes: 

Infirmity of body.
Imbecility of the mind, or
inevitable necessity."

En fin, allá cada cual con su conciencia. 

jueves, 3 de julio de 2014

Antisemitismo



A Cesar González Ruano tengo una vaga noción de haberle visto alguna mañana de aquellas que nos metíamos en cualquier cafetería para pasarnos los apuntes. El Café Teide, en la Castellana, era un lugar solitario y confortable y allí solía estar él con aquella pinta tan extravagante de puro atildado y, por supuesto, sin parar de fumar, cosa que, ni que decir tiene, por aquel entonces era tan vulgar que lo raro hubiese sido lo contrario. En fin, nada puedo asegurar porque a estas alturas, cincuenta años después, cuesta diferenciar el origen de ciertos recuerdos, así que creo que la cosa es tal como les cuento, pero también pudiera ser un sueño construido a base de recortes de periódico. Anyway, les traigo a colación a tal elemento porque acabo de leer que el Ayuntamiento de Sitges acaba de retirar una placa que le tenía dedicada porque, por lo visto, Don Cesar era un empedernido antisemita. Bueno, tratándose de cosa de catalanes no se puede saber si la placa la habrán retirado por antisemita o por español que es que para ellos es muy difícil diferenciar el grado de maldad que las dos condiciones conllevan. 

A mí esto del antisemitismo, o sea, sus causas últimas, es algo que siempre he tratado de indagar sin haber conseguido por ello la menor iluminación. Bien es verdad que cualquier grupo humano cerrado me produce franca aversión. Supongo que es más que nada por considerar a la endogamia uno de los mayores frenos al desarrollo del ser humano como individuo. Un niño gitano, por ejemplo, para destacar en cualquier cosa que no sea el flamenco deberá ser cien veces más inteligente y hacer cien veces más esfuerzo que un niño payo. Y nada que ver, como ellos dicen, con la supuesta discriminación. No, lo que pasa es que cualquier gitano, por el simple hecho de haber nacido tal, ya tiene clavados en su yugular los colmillos de todos sus parientes hasta el enésimo grado. Es tal la succión familiar que no quedan energías para nada que no sea el parasiteo. Una desgracia terrible. 

Pero no es ese el caso de todos los judíos que yo he tratado que en su inmensa mayoría lo eran al modo al que yo soy cristiano. O sea, como substrato cultural, pero muy diluido en la cultura general del mundo. Por supuesto que hay esos judíos ortodoxos que son la inevitable minoría fanática que toda ideología produce. Minorías fanáticas, es decir, muy activas y por tanto muy ruidosas lo que hace que parezcan que son mucho más de lo que en realidad son. Pero sí, digamos que ese substrato cultural quizá produzca una impronta en el forma de ser más manifiesta que el que a mí, por poner un ejemplo, me ha podido producir el del cristianismo. Aunque es mucho suponer, porque también juega a favor de que se le noten más los tics a un judío que a un cristiano el hecho de la excepcionalidad: simplemente son muchos menos. 

Pongamos la lupa sobre Joel Fleischman, el médico en Alaska de la serie "Northern Exposure". Para mí la magia de esa serie, una de las mejores de todos los tiempos sin duda, reside en gran medida en el desmenuce que se hace de la personalidad judía del protagonista. Un tipo inteligente, magnífico profesional y con un temperamento tan manifiestamente neurótico que no puede parar de dar el cante. Un poco como Woody Allen, pero a mi juicio en mejor. Es esa neurosis alimentada por una inteligencia y preparación fuera de lo común lo que le convierte en un tipo hipersensible a los estímulos del mundo. Una persona muy útil a la comunidad por sus conocimientos, pero de muy difícil convivencia en la intimidad, en definitiva. Bueno, supongo que eso es lo que nos quiere dar a entender la serie que es el carácter del judío de New York, es decir, el judío por antonomasia. 

Judío, así, quiere decir neurótico. Taras derivadas de una determinada manera de educar. Porque en eso, en la forma de educar, sí que se suelen diferenciar los judíos. Son los matices derivados de cómo se entiende la piedad, el perdón, la responsabilidad en definitiva. Porque un judío no va al cielo ni el infierno cuando se muere, no, un  judío se limita a dejar un legado a sus descendientes por siete generaciones y por eso se tiene que esforzar para que ese legado no sea una losa. Así, no es infrecuente que si un judío la hace gorda sea precisamente su hijo el que no tiene empacho en suicidarse para romper la cadena del maleficio. El caso Madoff es paradigmático a tal efecto. O sea, la pesada carga de la responsabilidad, con su inseparable novio el sentimiento de culpa, no es raro que engendren un exagerado afán de perfeccionismo que es lo que en resumidas cuentas es la neurosis. 

Bueno, lo dicho, que no es más que una humilde lucubración, no creo que pueda tener mucho que ver con el rechazo que suscitan por doquier. Porque no es sólo la natural envidia de la chusma por el que tiene más que ella, no, es que, por ejemplo, un Shopenhaer, un Machado... escribiese hoy día alguien un "Juan de Mairena" y sería acusado de antisemita con toda la razón del mundo. Y Shopenhauer ni te digo, aunque con ese, es tal la potencia de su pensamiento, que nadie se atreve, ni siquiera las feministas que mira que ahí sí que tendrían filón porque nadie les dio tanta caña como él. 

En fin, que sería curioso saber en donde reside la causa de tanto odio. Más allá de la envidia, ya digo, que suscitan con su bien saber bandearse por la vida.