viernes, 11 de julio de 2014

Castilla II

 
 
 
Con viento fresco y racheado abandonamos el D. Juan II y tiramos cuesta abajo por el viejo camino adoquinado. Cruzamos el Duero y giramos a la izquierda. ¡Vaya por Dios, parecece que hoy Eolo quiere castigarnos! Se ha cansado de favorecernos y se quiere desquitar. Anyway, bordeamos el Duero hacia levante y maravilla ver como todo alrededor es un vergel. Trufado de canales que alimentan miles de aspersores, se diría que aquello es la obra más acabada de la creación. Pasamos la presa que es el origen del milagro y allí arriba se ve Castronuño. Tenía que llegar, pero no importa. Meto la reductora a mi ORTLER Meran y subo los repechos sin levantarme del sillín. Me pasa un camión y como por encanto se me vienen a la memoria mis años en La Segarra. Era tal la peste que despedía que se me queda pegada a la ropa, a las narinas, no sé, pero el caso es que ya había pasado Castronuño y coronado el puertecillo que da paso a Alaejos y todavía perduraba.Y más que, cabe Alaejos, parecía como si el camión hubiese descargado allí su ominosa mercancía. Y claro, parece ser que ahora, con estas leyes que se han hecho para acabar con la crisis tambien se ha acabado con las pocas fabricas que había para generar electricidad con los purines y, en fin, algo hay que hacer con ellos porque los cerdos no por ser tan sabrosos cuando estàn en el plato dejan de cagar a todas horas cuando están vivos. 

 
Nunca había entrado en Alaejos y no por falta de ganas. Cuando vienes de Salamanca por la general ves desde muy lejos una torre gigantesca. Tienes que acercarte mucho al pueblo para percatarte de que en realidad son dos. Dos iglesias que son dos verdaderos mamotretos. La torre de la que hay en la plaza no creo que desmerezca a la Giralda. A lo mejor, incluso, tienen el mismo origen moro, porque el nombre de Alaejos, pudiera tener que ver con Alá. Digo. Pero también con "a lo lejos", porque habrá pocos pueblos que se puedan adivinar a tanta distancia como él. En resumidas cuentas, que hemos entrado en Alaejos, hemos preguntado por la plaza, hemos dado con ella y, sin pensarlo  dos veces, nos hemos sentado en la terraza del establecimiento hostelero Puerta Grande. No sé si por los estragos que Eolo había hecho sobre mí, o qué, el caso es que sentarme a la sombra de una sombrilla y empezar a parecerme aquello el paraíso todo ha sido una. Y, luego, cuando nos han dado de comer, ni te digo. Les recomendaría esa plaza  y ese restaurante a todos los cazadores de originalidades turísticas, aunque, a decir verdad, tendría tantas para recomendar en los cinco días que llevamos por aquí, que mejor será dejarlo.


Porque, a fuer de ser justos hay que decir que esta Castilla está muy mejorada. Parecerá muy osado decirlo, pero yo aseguraría que esto se parece cada vez más a ese Medio Oeste que se ve en las películas. Las explotaciones agrícolas a perte de vue que dicen los franceses. Desde luego que aquel  menudeo de tractores que se veía por los pueblos ya es historia. Y, luego, los pueblos, alucinas. Desde luego que sus lugares emblemáticos han sufrido, aunque de forma discreta, la pertinente santillanización, pero, por lo demás, parecen restaurados para disfrute de sus habitantes y sólo de sus habitantes. Escuelas, parques y demás, pero, sobre todo, la limpieza de las calles. En fin, debe de ser los ojos con los que yo lo veo.

Concluyendo, el hombre propone y Eolo dispone. Al llegar a Nava del Rey, con el segundo pinchazo del día y completamente exhaustos, hemos buscado  reparo y aquí estamos en un lugar que por la música y tal podría ser cualquier sitio del mundo mundial.


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