En Santander hay escalas de Jacob para dar y tomar. Últimamente las hay incluso mecanizadas, lo cual, a edades como la mía, es de mucho agradecer porque llegar al cielo sin resuello, francamente, no es plan. El caso es que Jacob iba huyendo de su hermano que con toda la razón del mundo le quería ajustar las cuentas -acuérdense de lo de la primogenitura por un plato de lentejas- y sintiéndose muy cansado se tumbó, uso una piedra a modo de almohada y al instante quedó dormido y soñó que subía por una escalera que conducía al cielo en donde, nada más llegar, Dios le colmó de bendiciones. Quizá que la almohada fuera una piedra tenga algo que ver, por razones que se me escapan, con la visión, pero en cualquier caso, eso nunca podrá pasar de la mera conjetura. Total que se despertó y se fue para la casa de su tío que era bastante rico y tenía dos hijas que estaban bastante bien. A Jacob le gustó la pequeña nada más verla, pero su tío le dijo que primero se tenía que casar la mayor. Así fue que como Jacob no tenía dinero para comprarla trabajo siete años y su tío le dio a la mayor a la que hizo algunos hijos. Pero como le seguía gustando la pequeña tuvo que trabajar otros siete años para conseguirla. El caso es que la pequeña no se quedaba preñada ni a la de tres, así que, para no ser menos que su hermana, mandó a Jacob que se acostase con su criada, que, por aquel entonces, se ve que los hijos de la criada era como si fueran de su señora. En resumidas cuentas, que le hizo unos cuantos hijos a la criada de la pequeña y entonces la mayor que para entonces se había quedado estéril, pero que no quería ser menos que su hermana, mandó a Jacob que se acostase con su criada a la que también hizo hijos. Después, cosas de la biología, la pequeña también tuvo hijos. Conclusión, que como vulgarmente se dice, Jacob debía joder más que el gallo de la pasión. Claro, todo el día en el desierto, bajo la jaima, con aquel calor, qué mejor pasatiempo iban a encontrar. Por así decirlo, cada polvo un peldaño de la famosa escala. Y a tal ritmo, al cielo en dos patadas a por más bendiciones.
La verdad es que si les cuento estas cosas no es por las escalas de Santander que al ser una ciudad mayormente de colinas no hay forma de evitarlas a no ser que optes por el paliativo del automóvil, cosa, que sí, te soluciona lo del resuello, pero a costa de muchas otras sevicias que no voy a mencionar no vaya a ser que alguien caiga en la cuenta y le amargue el día. No, en realidad se lo contaba porque el ver esas escaleras con más peldaños que los polvos que echaba Jacob para tener a todas sus mujeres debidamente servidas me da por pensar en lo interesante que es la Biblia y el poco caso que se le suele hacer hoy día. En realidad si coges la Biblia, las tragedias griegas y acaso Heródoto, y lo lees con la atención debida ya poco más encontrarás que haya salido de la imaginación humana -no creo que los animales la tengan- que se pueda calificar de original. Lo que sea, una comedia muy divertida que veía la otra noche, "La desaparición de Julia", tomándose a cachondeo el inevitable envejecimiento. Pues bien, anda que no encuentras reflexiones sobre el tema en el Eclesiastes, o el Eclesiástico, que no recuerdo ahora en cual de los dos. No hay nada, en definitiva, en todo Holywood y demás literaturas mundiales, que no sean meras recreaciones de lo que ya quedó dicho miles de años ha sobre la condición humana.
La condición humana, ese empeño permanente de ascender por la escala, ya sea polvo a polvo, ya sea en automóvil, cada cual según sus capacidades, hacia el cielo de la libertad individual. No hay otra.
Lo que me he reído por cómo cuentas lo de Jacob... Aunque lo de las hijas de aquel que lo emborrachaban y se lo tiraban una noche una y otra la otra tampoco está mal.
ResponderEliminarLa verdad es que no hay nada nuevo bajo el sol. Se diría que la mitad por lo menos de las historietas porno están sacadas de la biblia y similares.
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