En las últimas elecciones al parlamento de la nación no voté. Y aunque no quiero ser de los de decir nunca jamás, pienso que lo más probable es que no vuelva a votar. Me doy por amortizado. Porque es que, además, me abandonaron ya las simpatías incondicionales por este tipo de sistema político que, según sus apologetas, es el menos malo de todos.
El menos malo de todos, lo dijo, creo, Churchill hace ya va para ochenta años y ahí está el aserto convertido en axioma que se te ocurre cuestionarlo y poco menos que te ahorcan. No sé, pero me parece que por salud mental convendría cuestionar las convenciones incluso cuando funcionan. No te digo ya cuando empieza a dar la sensación de que se sustentan en la mentira. O la ficción, si no queremos ser tan duros.
El caso es que quiso el destino que viese un trocito del combate entre los titulares de las dos opciones políticas en liza. ¿Dos opciones? Aquí empieza el gran engaño. ¿En que se diferencian esas opciones? Se lo diré: una es la de los indecentes y la otra la de los miserables y mezquinos. Esta fue la única conclusión que pude sacar del trocito que escuché. Cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. Y no hay otra razón. La similitud funcional de unos y otros es tan absoluta que sólo les queda el recurso al insulto para diferenciarse. Porque la única verdad es que es para ellos, y sólo para ellos, que hay mucho en juego: los puestos de trabajo espléndidamente remunerados. Para el común de los mortales la única repercusión está en función de lo diligentes que puedan ser los unos o los otros a la hora de cumplir las órdenes que les llegan de las más altas instancias. Si remolonean, como hacía el tontoelculo Zapatero, al final son dos tazas y de golpe las que tenemos que tragar. A Rajoy en eso nadie le podrá negar haber sido espabilado.
Bueno, pues ahí lo tienes, me dirán, mucho mejor votar para que gane el espabilado en vez del tontoelculo. Si, ya, de acuerdo, pero… para empezar todo esto es muy cansino. Vota y vota y vota y no hay forma de ahuyentar a los ineptos. Al revés, cada vez tienen más cancha por cuestiones elementales: las afinidades electivas que dijo el poeta. Un chusma, por definición, sólo se consuela si ve la ruina colectiva en lontananza. Que les quiten a los ricos todo lo que han robado para que podamos organizar la fiesta. Podemos. Es la esencia de la democracia al uso, que sólo deja el recurso a aprender de los errores.
Y el mayor de todos, se lo diré: una persona un voto. No me da la gana de seguir en ese juego. En la era de los big data hay medios más que de sobra para asignar peso específico a las personas de una manera justa. En un sistema de oportunidades como el actual tiene que haber alguna forma de pedir cuentas a los que las desaprovecharon todas y circulan por la vida sobre la chepa de los esforzados. Impedirles votar sería justo y equitativo.
Por otro lado, y acabo ya, ¿por qué demonios me piden a mí para poder trabajar titulaciones y habilidades que cuestan años conseguir y no les piden más que labia a señores que van a tener responsabilidades inmensamente mayores que las mías? Pues bien, si las cosas van a seguir siendo así no me interesan. Y no voto… por lo menos hasta que no quiten el derecho al voto a los “ninis” y no exijan a los políticos titulación específica y años de práctica como me los exigieron a mí.
domingo, 31 de enero de 2016
jueves, 28 de enero de 2016
Coágulos
Iba ayer de paseo por una acera cuando un coágulo formado por una familia me obligó a detenerme. Sin querer tuve que escuchar lo que hablaban. Al niño, de cinco o seis años, por lo visto le habían regalado una caja de golosinas y, el que parecía su padre, le preguntaba con cierta vehemencia si las había repartido con sus compañeros. Sin duda, con aquella vehemencia, el padre pensaba que estaba contribuyendo a una mejor educación de su hijo.
Ustedes, qué piensan del asunto. ¿Creen que mejora la educación de los niños enseñarles, o forzarles, a repartir todo lo que les cae del cielo? Yo, lo estuve pensando un rato y concluí que quizá ese padre fue de niño más de lo debido a la catequesis de la parroquia de su barrio obrero. Ahí estaba el pobre desgraciado tratando de infiltrar a su querido hijito, con toda su buena intención, eso sí, una de las peores de entre todas las nefastas alienaciones que han lastrado a la humanidad: la comunidad cristiana de bienes.
Se empieza por ahí y se acaba colgando una mugrienta pancarta en la fachada del Palacio Cibeles con la leyenda “WELLCOME REFUGES”. Y qué bueno soy. Sí, pero ahora dime en qué contribuyes a crear esa riqueza que tanto te complace repartir.
Si, así, de entrada, el padre hubiese preguntado: ¿Qué has hecho con las golosinas, hijo? Entonces, en vez de lo de la catequesis quizá hubiese pensado que ese padre a lo mejor hasta había leído a Adam Smith. Porque la caja de golosinas, efectivamente, es un capital que el niño tiene en sus manos y que, por tanto, puede dilapidar, pero, también, ponerle a producir.
Y ahí está el quid de la cuestión, que ese dilapidar que es la comunidad cristiana de bienes da unos réditos tan instantáneos como fugaces y, sin embargo, eso tan antipático de ponerlo a producir da la oportunidad de poder en un futuro practicar esa forma inteligente de la caridad, o el compartir, o la solidaridad, que es la filantropía.
En fin, es tan complicado el educar… pero es que además, estoy casi seguro de que más de la mitad de los niños con los que ese padre invitaba a su hijo a compartir las golosinas tienen sobrepeso. La verdad, no sé qué hace la gente, quizá los abuelos, regalando a estas alturas golosinas a los niños. Ni golosinas ni nada... bueno, quizá una caña.
¡Dichosos coágulos!
miércoles, 27 de enero de 2016
La vida
Esta lucha contra uno mismo que es la vida. Y el saber que ese inextinguible anhelo de paz, de estabilidad, no es otra cosa que pulsión de muerte. Sí, así es, o vives en la cuerda floja, hoy aquí, mañana allí, o estás finiquitado. Sin la incierta batalla de cada día la vida es nada. Obligado a idear estrategias para, si no ganarlas, sí salir de ellas con las menos heridas posibles y algún tipo de botín. E insistir e insistir impulsado por esa fuerza misteriosa que es el querer de los dioses. Un milagro, desde luego.
lunes, 25 de enero de 2016
Gascón de Nava
Me acordé ayer de estas cosas con motivo de haber parado a descansar de una larga cabalgada en la Plaza del Caudillo de Gascón de Nava. De inmediato pensé que aquel nombre le sentaba a la plaza como un guante y que afortunadamente a ningún alcalde necio se le había ocurrido cambiarle. Gascón de la Nava es uno de aquellos pueblos de colonización que se construyeron de nueva planta en los comienzos del franquismo. En este caso para alojar a las familias que se iban a encargar de hacer productivos los terrenos recién ganados tras desecar la laguna que había en la gran nava al oeste de Palencia. Esto sí que es historia, sin vuelta de hoja. Historia de entre la mejor historia de este país y ligada al Caudillo pese a quien pese. Liberar a toda una región de las fiebres cuartanas a la vez que se enseña a la gente a cagar en el retrete y ducharse de vez en cuando es un tipo de progreso infinitamente superior al de matriz zapateril.
Pero es que, además, estos pueblos de colonización, diseñados siempre por los más notables arquitectos de la época, debieran en justicia ser lugar de peregrinación para todos esos resentidos que en vez de ponerse a estudiar se dedican a soñar utopías. Porque no otra cosa que la consecución de una utopía son. La utopía con su natural desnaturalización con el paso del tiempo hasta convertirse en preciosa arqueología.
En fin, la construcción de la utopía ligada siempre al totalitarismo. Aunque también en esto hay clases y por eso las ligadas al totalitarismo señoritil siempre dieron mejor resultado que las del totalitarismo proletario. Es lo que hay y La Plaza del Caudillo está ahí para que no se nos olvide.
viernes, 22 de enero de 2016
¿Cómo estás?
Dicen que cuando Patxi López, o lo pez que está Patxi, fue por primera vez a ver al Rey en su calidad de Presidente de la Cortes, se presentó, así, a lo campechano, con un ¿Cómo estás? Así, como si el día anterior hubiesen estado de potes por el casco viejo. Es lo que tiene ser maketo, que uno alterna una barbaridad con las élites linajudas y acaba por camaleonarse.
Cuando era joven, de estudiante en Valladolid, y en Madrid también, conocí a unos cuantos vascos que se llamaban Pachi, que es el nickname que suelen utilizar los vascos que se llaman Francisco. Que yo recuerde aquella gente no tenía el menor problema en poner ch cuando escribían su nombre. Ni siquiera se les pasaba por la cabeza que pudiese ser de otra manera. Pero hete aquí que un buen día un rayo divino, o algo así, inspiró a toda una comunidad de provincias que escribir ch en vez de tx era cosa de hijos de la gran puta. Cuesta de creer, que diría Jordi, pero las cosas del género humano a veces son así de surrealistas.
Pues bien, lo pez que está Patxi, ningún problema. ¡Vasco pues, gente maja! ¿Por qué no iba a tutear al Rey si la tx concede de por sí el título de hidalguía? Pues menudo somos los ciclistas que dijo Bahamontes cuando le increparon por haber pegado a Loroño un par de bombazos en la cabeza por haberse cagado Loroño en la puta madre de Bahamontes. Claro, si Bahamontes hubiese sabido que Loroño, por vasco, era hidalgo de nacimiento, pues, yo qué sé, a lo mejor se la había envainado.
En fin, no me negarán que el sainetillo que tienen montado estos días los Padres de la Patria es para mear y no echar gota. Y mientras tanto ¡Viva la Pepa! Aquí nadie es más que nadie. Y el que recoja la caca del perro es un pringao. Así que corto el rollo y me voy para Palencia que allí la gente todavía distingue y sabe que a los viejos se les debe tratar de usted. Y al Rey de Majestad para arriba.
Cuando era joven, de estudiante en Valladolid, y en Madrid también, conocí a unos cuantos vascos que se llamaban Pachi, que es el nickname que suelen utilizar los vascos que se llaman Francisco. Que yo recuerde aquella gente no tenía el menor problema en poner ch cuando escribían su nombre. Ni siquiera se les pasaba por la cabeza que pudiese ser de otra manera. Pero hete aquí que un buen día un rayo divino, o algo así, inspiró a toda una comunidad de provincias que escribir ch en vez de tx era cosa de hijos de la gran puta. Cuesta de creer, que diría Jordi, pero las cosas del género humano a veces son así de surrealistas.
Pues bien, lo pez que está Patxi, ningún problema. ¡Vasco pues, gente maja! ¿Por qué no iba a tutear al Rey si la tx concede de por sí el título de hidalguía? Pues menudo somos los ciclistas que dijo Bahamontes cuando le increparon por haber pegado a Loroño un par de bombazos en la cabeza por haberse cagado Loroño en la puta madre de Bahamontes. Claro, si Bahamontes hubiese sabido que Loroño, por vasco, era hidalgo de nacimiento, pues, yo qué sé, a lo mejor se la había envainado.
En fin, no me negarán que el sainetillo que tienen montado estos días los Padres de la Patria es para mear y no echar gota. Y mientras tanto ¡Viva la Pepa! Aquí nadie es más que nadie. Y el que recoja la caca del perro es un pringao. Así que corto el rollo y me voy para Palencia que allí la gente todavía distingue y sabe que a los viejos se les debe tratar de usted. Y al Rey de Majestad para arriba.
jueves, 21 de enero de 2016
Empiriocriticismo
Cuando viví en Salamanca, la casualidad me llevó a tratar a una chica cubana, de nombre Mariela o algo así, que estaba en la ciudad con el propósito de realizar una tesis sobre la propiedad intelectual. Mariela, según se decía, era Vicedecana de la Facultad de Derecho de la Habana. Como siempre me resultó muy curioso que en los países con regímenes políticos de cariz comunista haya tantos "vice" de lo que sea, un día le pregunté el porqué de esa insistencia en secundizar los cargos públicos y me fue imposible entender la respuesta. Era como aquello del empiriocriticismo que decía Lenin, un mantra para iniciados. En ocasiones coincidía con ella en la misma mesa de El Bardo, el restaurante de la gente guay, así que un día, sabiendo ella que yo solía ir en coche hasta Santander, me dijo si la podía llevar. Por supuesto, yo encantado. Llevaba tiempo deseando hacerle una pregunta comprometida, así que me lo puso en bandeja.
La pregunta en cuestión era que, qué hacía una chica como ella, ferviente defensora de la ideología comunista, dedicando sus esfuerzos al estudio de una cuestión tan radicalmente capitalista como la propiedad intelectual. Por supuesto, que tampoco me fue posible entender su respuesta, trufada, desde luego, de los inevitables "tremenda contradicción, compañero". En fin, ya saben, comunismo castrista, puro folklore. Asesino, eso sí, pero folklore.
He recordado esta anécdota al leer hoy un artículo de mi admirado Arcadi Espada en el que insiste una vez más en el tema de la propiedad intelectual acaso cegado por su condición de juez y parte. ¿Cómo no va a querer él, que vive de escribir, que se preserven por ley los derechos de autor? Va de soi, que el mismo diría. Así es que escribe:
"La propiedad intelectual es una gota de agua donde están vivas las más dañinas bacterias de la época: el posmodernismo, el populismo, el adanismo, la orgullosa ignorancia y la criminalidad organizada en torno del bien. Todos los tontos y malvados, sin excepción y en férrea alianza liberal-podémica, son partidarios de acabar con el anacronismo de que el trabajo cultural sea remunerado."
Desde luego que no hay mayor verdad que esa de que el interés ciega. O es que no va a saber Arcadi que ese sintagma, trabajo cultural, incluye desde las más excelsas creaciones a las más apestosas imposturas... que son, por cierto, las que mejor se libran de los embates del progreso tecnológico por razones elementales, Mister Watson: las apestosas imposturas son el elixir del populacho... entre el que incluyo.
Pues sí, el trabajo cultural, digamos que el de medio pelo, del que han estado viviendo millones de personas hasta ahora, es un trabajo radicalmente artesano y, como tal, no se va a librar de ser afectado por la máquina. La digital en este caso. Ya está pasando y nadie lo va a poder parar. Forma parte de las uvas de la ira. Y de la propia evolución del mundo. Así que es inútil soñar conspiraciones. "El posmodernismo, el populismo, el adanismo, la orgullosa ignorancia y la criminalidad organizada en torno del bien", que con tanta vehemencia demoniza Arcadi, no son sino las inevitables consecuencias del interminable proceso de acción/reacción que es la historia de la humanidad. Los superdotados actúan a su manera y los infradotados reaccionan a la suya. Y al final, como está de sobra demostrado, siempre ganan los buenos y el mundo sigue mejorando.
Por lo demás, aquí tienen un trabajo cultural como la copa de un pino que no por ser de acceso gratuito ha dejado de ser remunerado con la mayor gloria a la que es posible acceder a los humanos:
http://www.feynmanlectures.caltech.edu/
La pregunta en cuestión era que, qué hacía una chica como ella, ferviente defensora de la ideología comunista, dedicando sus esfuerzos al estudio de una cuestión tan radicalmente capitalista como la propiedad intelectual. Por supuesto, que tampoco me fue posible entender su respuesta, trufada, desde luego, de los inevitables "tremenda contradicción, compañero". En fin, ya saben, comunismo castrista, puro folklore. Asesino, eso sí, pero folklore.
He recordado esta anécdota al leer hoy un artículo de mi admirado Arcadi Espada en el que insiste una vez más en el tema de la propiedad intelectual acaso cegado por su condición de juez y parte. ¿Cómo no va a querer él, que vive de escribir, que se preserven por ley los derechos de autor? Va de soi, que el mismo diría. Así es que escribe:
"La propiedad intelectual es una gota de agua donde están vivas las más dañinas bacterias de la época: el posmodernismo, el populismo, el adanismo, la orgullosa ignorancia y la criminalidad organizada en torno del bien. Todos los tontos y malvados, sin excepción y en férrea alianza liberal-podémica, son partidarios de acabar con el anacronismo de que el trabajo cultural sea remunerado."
Desde luego que no hay mayor verdad que esa de que el interés ciega. O es que no va a saber Arcadi que ese sintagma, trabajo cultural, incluye desde las más excelsas creaciones a las más apestosas imposturas... que son, por cierto, las que mejor se libran de los embates del progreso tecnológico por razones elementales, Mister Watson: las apestosas imposturas son el elixir del populacho... entre el que incluyo.
Pues sí, el trabajo cultural, digamos que el de medio pelo, del que han estado viviendo millones de personas hasta ahora, es un trabajo radicalmente artesano y, como tal, no se va a librar de ser afectado por la máquina. La digital en este caso. Ya está pasando y nadie lo va a poder parar. Forma parte de las uvas de la ira. Y de la propia evolución del mundo. Así que es inútil soñar conspiraciones. "El posmodernismo, el populismo, el adanismo, la orgullosa ignorancia y la criminalidad organizada en torno del bien", que con tanta vehemencia demoniza Arcadi, no son sino las inevitables consecuencias del interminable proceso de acción/reacción que es la historia de la humanidad. Los superdotados actúan a su manera y los infradotados reaccionan a la suya. Y al final, como está de sobra demostrado, siempre ganan los buenos y el mundo sigue mejorando.
Por lo demás, aquí tienen un trabajo cultural como la copa de un pino que no por ser de acceso gratuito ha dejado de ser remunerado con la mayor gloria a la que es posible acceder a los humanos:
http://www.feynmanlectures.caltech.edu/
miércoles, 20 de enero de 2016
Ni de "letras"
Recuerdo que, allá por los años 70 del pasado siglo, se armó gran revuelo en el hospital en el que por aquel entonces estaba enrolado a causa de haberse descubierto que uno de los cirujanos de corazón no tenía acabada la carrera de medicina. Era un tipo agradable y discreto al que la competencia se le suponía por gozar de la confianza de su jefe, uno de los mejores cirujanos cardiovasculares que ha dado el país, si no el mundo. Al chaval, que desapareció de inmediato, le montaron una buena y si no acabó en el truyo poco le debió de faltar. En cualquier caso los comentarios dominantes no le eran muy favorables, sirviéndole de poco su acreditada competencia artesana. Así fue que se dio constancia ante el respetable de la importancia de los procedimientos. De los vericuetos seguidos por el interesado para haber llegado a aquella sorprendente situación, apenas se supo, por más que, bien mirado, quizá fuera lo único interesante de todo el caso. El tipo había defraudado los procedimientos y tenía que pagarlo. Eso fue todo.
Me he acordado de tal suceso, y las diferentes varas de medir, al leer un enlace que me envía hoy Jacobo. Resulta que tanto el nuevo Presidente de la Generalidad de Cataluña, como la Alcaldesa de Barcelona, como los jefes de los partidos socialista y popular de esa comunidad, así como otro montón de altos cargos políticos, ninguno tiene acabada la carrera que empezó, por lo general siempre de las que se conocen como "de letras", o sea, que las matemáticas ni olerlas no vaya a ser... Bueno, no estoy seguro, pero creo haber leído en alguna parte que el actual presidente de las Cortes, ahí es nada, llegó incluso a matricularse de primero de Derecho en una universidad de provincias. Un gran tipo.
Uno no sabe qué pensar de todo esto, si son detalles simplemente anecdóticos o si será algo que tiene ineluctablemente que ver con la real merdé que hay montada en el país. La verdad es que en los medios en los que me he movido siempre se ha pensado que hay que ser muy vago o muy lerdo para no poder con una carrera de letras. Otra cosa es ser bueno y destacar en esas materias, que eso todo el mundo sabe que está reservado a las mejores cabezas. La paradoja de siempre, lo fácil es a la larga lo más difícil y viceversa. Pero éste es otro tema.
Lo que es curioso, ahora que caigo, es que todos los casos comentados provengan de lo que se ha dado en conocer como "comunidades históricas": Cataluña y el País Vasco. Supongo que algo tendrá que ver en esa deriva el que se lleve décadas, siglos acaso, insistiendo en que nacer en esos lugares es de por sí una misión en la vida. En esos lugares ya viene uno al mundo con todos los atributos puestos. El de la omnisciencia incluido. Así que a quoi bon perder el tiempo estudiando.
No sé, en fin, porque he conocido mucha gente con carrera que me ha parecido de una simpleza apabullante. Claro que también tengo que decir que ha sido gente que ha hecho poco daño porque por lo general se han dedicado a mandar en lo que sea. Mandar en un hospital, como dirigir una orquesta, todo el mundo sabe que es pura ficción. Si hay buenos médicos o músicos, la cosa va sola. Si son unos piernas, ni que el mismísimo Dios dirigiese. Un país supongo que es diferente. Un país es un sistema muy complejo que requiere método para funcionar.
Sistema complejo y método, las dos cosas que se tratan de aprender estudiando cualquier carrera. Así que no sé hasta que punto sería deseable que se exigiese un determinado currículum a quienes se dedican a la cosa pública. Pero ya digo, los hay que le traen puesto por haber nacido donde han nacido.
Y perdonen por los desvaríos, pero es que no veo que estás cosas se puedan ajustar de ninguna forma a razón.
Me he acordado de tal suceso, y las diferentes varas de medir, al leer un enlace que me envía hoy Jacobo. Resulta que tanto el nuevo Presidente de la Generalidad de Cataluña, como la Alcaldesa de Barcelona, como los jefes de los partidos socialista y popular de esa comunidad, así como otro montón de altos cargos políticos, ninguno tiene acabada la carrera que empezó, por lo general siempre de las que se conocen como "de letras", o sea, que las matemáticas ni olerlas no vaya a ser... Bueno, no estoy seguro, pero creo haber leído en alguna parte que el actual presidente de las Cortes, ahí es nada, llegó incluso a matricularse de primero de Derecho en una universidad de provincias. Un gran tipo.
Uno no sabe qué pensar de todo esto, si son detalles simplemente anecdóticos o si será algo que tiene ineluctablemente que ver con la real merdé que hay montada en el país. La verdad es que en los medios en los que me he movido siempre se ha pensado que hay que ser muy vago o muy lerdo para no poder con una carrera de letras. Otra cosa es ser bueno y destacar en esas materias, que eso todo el mundo sabe que está reservado a las mejores cabezas. La paradoja de siempre, lo fácil es a la larga lo más difícil y viceversa. Pero éste es otro tema.
Lo que es curioso, ahora que caigo, es que todos los casos comentados provengan de lo que se ha dado en conocer como "comunidades históricas": Cataluña y el País Vasco. Supongo que algo tendrá que ver en esa deriva el que se lleve décadas, siglos acaso, insistiendo en que nacer en esos lugares es de por sí una misión en la vida. En esos lugares ya viene uno al mundo con todos los atributos puestos. El de la omnisciencia incluido. Así que a quoi bon perder el tiempo estudiando.
No sé, en fin, porque he conocido mucha gente con carrera que me ha parecido de una simpleza apabullante. Claro que también tengo que decir que ha sido gente que ha hecho poco daño porque por lo general se han dedicado a mandar en lo que sea. Mandar en un hospital, como dirigir una orquesta, todo el mundo sabe que es pura ficción. Si hay buenos médicos o músicos, la cosa va sola. Si son unos piernas, ni que el mismísimo Dios dirigiese. Un país supongo que es diferente. Un país es un sistema muy complejo que requiere método para funcionar.
Sistema complejo y método, las dos cosas que se tratan de aprender estudiando cualquier carrera. Así que no sé hasta que punto sería deseable que se exigiese un determinado currículum a quienes se dedican a la cosa pública. Pero ya digo, los hay que le traen puesto por haber nacido donde han nacido.
Y perdonen por los desvaríos, pero es que no veo que estás cosas se puedan ajustar de ninguna forma a razón.
martes, 19 de enero de 2016
La justicia del tiempo
Hay una frase por ahí que no sé si es consuelo de tontos o certera premonición. O aunque sólo fuera medio certera. Es la que asegura que el tiempo acaba por ponerlo todo en su sitio. Personalmente, pienso que quizá haya algo de verdad en tal aserto, aunque para ser exactos habría que añadir que las más de las veces es tanto el tiempo necesario que cuando llega el acomodo a lo que más se parece es a la cebada al rabo del burro muerto. En cualquier caso conviene constatar dos realidades que son a la vez contrapuestas y complementarias y que, entre las dos, en gran medida forman la salsa que sazona el devenir del mundo: la creación de mitos por un lado y la destrucción de esos mitos por el otro.
Es la historia de la humanidad resumida en la glorificación del tenista Nadal y la sospecha que se ha levantado de su previsible implicación en la merdé que tiene estos días tan entretenidos a los medios de comunicación: el amañamiento por parte de las casas de apuestas de los partidos entre las grandes estrellas del deporte. Si es verdad o mentira ya da igual: el mito ya está tocado. La importancia de esas estrellas, el valor simbólico que se las ha querido dar, siempre ha sido una impostura vergonzante que sólo ha engañado a los bobos... aunque por suerte o desgracia, que no sé, los bobos son, o somos, la inmensa mayoría de la humanidad.
La mitificación del deporte de competición es otro, entre tantos, de los legados que nos dejó la Grecia Clásica. A mí, sin duda, es el que menos me convence. Quizá por resentimiento, ya que, por el querer de los dioses, mi constitución física es de lo menos apropiada para competir en cualesquiera actividad que precise de fuerza bruta. Ni aunque me hubiese machacado a entrenar hubiese podido sobrepasar la categoría de cuarta regional. Pero ahí está la construcción del mito, haber sido favorecido por los dioses con una constitución física excepcional a la que se añade un voluntad de hierro para entrenarse hasta la autodestrucción y, quizá, alguna brizna de inteligencia para asimilar pequeños gestos que marcan la diferencia con los competidores. Y así, ya tenemos los tres pilares del mito: favorito de los dioses, trabajador e inteligente. No es extraño que los poderes púbicos utilicen a estos pobres chicos como símbolos de la pureza humana y les otorguen los laureles de la ejemplaridad. Premios Príncipe de Asturias y chabacanadas por el estilo.
De todas formas tengo que decir que no estoy siendo justo con los clásicos. Cuando lo de los juegos de Olimpia o del Istmo, por poner dos ejemplos, allí competía gente capacitada físicamente que por lo demás llevaba una vida normal. Entrando dentro de lo normal el culto al ejercicio cotidiano con el que me siento plenamente identificado. Lo de hoy día es una aberración de aquello: al que tiene la desgracia de haber nacido físicamente privilegiado le agarran una serie de vampiros y le apartan de la vida normal y le someten a un pseudocientífico método de mejoramiento de facultades que en realidad es un tormentoso camino de autodestrucción. Por lo general, salvo excepciones, le dejan el cerebro más seco que la pata un santo. Un injusticia sin duda mucho, muchísimo más perversa que eso que llaman violencia de género y demás mandangas de moda.
En definitiva, ¿quién se acuerda hoy de un mito del deporte no digo ya de cuando Olimpia sino de hace cien años? Y sin embargo, Pitágoras, Tales, Platón, Aristóteles, Eratóstenes, y un largo etc., cada vez brillan más en el firmamento de nuestra admiración. Es la justicia implacable del tiempo que pasa.
Es la historia de la humanidad resumida en la glorificación del tenista Nadal y la sospecha que se ha levantado de su previsible implicación en la merdé que tiene estos días tan entretenidos a los medios de comunicación: el amañamiento por parte de las casas de apuestas de los partidos entre las grandes estrellas del deporte. Si es verdad o mentira ya da igual: el mito ya está tocado. La importancia de esas estrellas, el valor simbólico que se las ha querido dar, siempre ha sido una impostura vergonzante que sólo ha engañado a los bobos... aunque por suerte o desgracia, que no sé, los bobos son, o somos, la inmensa mayoría de la humanidad.
La mitificación del deporte de competición es otro, entre tantos, de los legados que nos dejó la Grecia Clásica. A mí, sin duda, es el que menos me convence. Quizá por resentimiento, ya que, por el querer de los dioses, mi constitución física es de lo menos apropiada para competir en cualesquiera actividad que precise de fuerza bruta. Ni aunque me hubiese machacado a entrenar hubiese podido sobrepasar la categoría de cuarta regional. Pero ahí está la construcción del mito, haber sido favorecido por los dioses con una constitución física excepcional a la que se añade un voluntad de hierro para entrenarse hasta la autodestrucción y, quizá, alguna brizna de inteligencia para asimilar pequeños gestos que marcan la diferencia con los competidores. Y así, ya tenemos los tres pilares del mito: favorito de los dioses, trabajador e inteligente. No es extraño que los poderes púbicos utilicen a estos pobres chicos como símbolos de la pureza humana y les otorguen los laureles de la ejemplaridad. Premios Príncipe de Asturias y chabacanadas por el estilo.
De todas formas tengo que decir que no estoy siendo justo con los clásicos. Cuando lo de los juegos de Olimpia o del Istmo, por poner dos ejemplos, allí competía gente capacitada físicamente que por lo demás llevaba una vida normal. Entrando dentro de lo normal el culto al ejercicio cotidiano con el que me siento plenamente identificado. Lo de hoy día es una aberración de aquello: al que tiene la desgracia de haber nacido físicamente privilegiado le agarran una serie de vampiros y le apartan de la vida normal y le someten a un pseudocientífico método de mejoramiento de facultades que en realidad es un tormentoso camino de autodestrucción. Por lo general, salvo excepciones, le dejan el cerebro más seco que la pata un santo. Un injusticia sin duda mucho, muchísimo más perversa que eso que llaman violencia de género y demás mandangas de moda.
En definitiva, ¿quién se acuerda hoy de un mito del deporte no digo ya de cuando Olimpia sino de hace cien años? Y sin embargo, Pitágoras, Tales, Platón, Aristóteles, Eratóstenes, y un largo etc., cada vez brillan más en el firmamento de nuestra admiración. Es la justicia implacable del tiempo que pasa.
lunes, 18 de enero de 2016
CEOs
Cuando uno ve imágenes del líder de los socialistas españoles en compañía de Revilluca, comiendo anchoas y bebiendo vinos de la región, Cantabría, ¡ya te digo!, en un entorno de mesas de madera bruta y paredes de piedra, al gusto troglodita, entonces, en un primer movimiento de la razón, te echas las manos a la cabeza y exclamas: ¡Dios mío, la que se nos viene encima!
Pero nada más lejos. Toda esa representación de sabor de barrio/tesoro antiguo, no es más que pasto de entretenimiento para la chusmilla iletrada ya sea de un bando o del otro. Y no se crean que es algo muy diferente a lo que está pasando en los que conocemos como países de nuestro entorno. Te vas a la Pérfida Albión y al decir de sus medios no hay nada que preocupe más a los ingleses que el si nos vamos o nos quedamos en la Comunidad Económica Europea... con los burócratas de Bruselas como escusa. Bruselas ens roba, es el lema de los que se quieren ir. ¿Les suena? En Francia, ni les hablo. El 90% del debate nacional está dedicado a discernir lo que es de derechas o de izquierdas. Hasta que eso no está resuelto todo queda paralizado menos, claro, la irresistible ascensión de los populismos de toda laya. Italia, Alemania, EEUU, en todos es igual, el populacho sin expectativas y con sueldos de miseria por trabajos siempre serviles se acoge a ilusiones imposibles y con eso se entretiene.
El caso es que como estos días los alifafes me tienen atado a la butaca veo más tele de lo que habitual. Y, claro, como estamos a las puertas de los encuentros anuales en Davos, las cadenas responsables están dedicadas en cuerpo y alma a caldear el ambiente. El tema central de Davos este año es como afrontar los retos de la cuarta revolución industrial, es decir, la numérica. Si la máquina de vapor supuso expulsar del mundo a millones de tejedores y arrieros, y luego el tractor mandó a los suburbios de las ciudades a millones de labradores, etc. etc., lo de ahora con lo numérico, o digital, o cómo le quieran llamar, es para echarse a temblar. Las expectativas de cambio social no tienen parangón con ninguna de las anteriores. Si un tractor sacaba del campo a cien peones, un progamador saca a mil white collars de las oficinas. Y como es fácil comprender, no es lo mismo tener desocupado a un peón que a un white collar. La escasa diferencia de formación entre unos y otros es suficiente para que el peligro de agitación social crezca exponencialmente. Y eso los CEOs, Chief Executive Officer, de todo el mundo lo saben y por tal es que anden tan preocupados y vayan ahora a Davos a darse ánimos los unos a los otros.
Así que como les digo, andan estos días los platós de las grandes cadenas que sale un CEO por una puerta y entra otro por la otra a largar sus opiniones sobre el tremendo conundrum que tiene perplejo al mundo. Recuerda mucho al de la esfinge de Edipo. No se tiene ni idea de como resolverlo para atajar la peste del desempleo que, en el fondo, es la peste de la superpoblación. Y ahora no hay Malthus que valga. Al menos ni se le cita.
Sin embargo, Dios aprieta pero no ahoga. A la irresistible corriente de la innovación se le opone la sólida barrera de la falta de competitividad. Si en Europa hubiese en estos momentos la preparación matemática que hay en la India sería la gran debacle. Afortunadamente no es así y las grandes inversiones en innovación se dirigen hacia la India donde cien millones más o menos de parados ni se nota. Pero ahí esta expectante la amenaza a la espera de que dos millones de españoles aprendan a calcular. Dos millones de empleos cualificados, diez millones de gente al bar... al menos que en el entretanto llegue un Edipo que, después de matar a su padre, sea capaz de resolver el conundrum.
En fin, estaremos a la espectativa. Y perdón por la tabarra.
Pero nada más lejos. Toda esa representación de sabor de barrio/tesoro antiguo, no es más que pasto de entretenimiento para la chusmilla iletrada ya sea de un bando o del otro. Y no se crean que es algo muy diferente a lo que está pasando en los que conocemos como países de nuestro entorno. Te vas a la Pérfida Albión y al decir de sus medios no hay nada que preocupe más a los ingleses que el si nos vamos o nos quedamos en la Comunidad Económica Europea... con los burócratas de Bruselas como escusa. Bruselas ens roba, es el lema de los que se quieren ir. ¿Les suena? En Francia, ni les hablo. El 90% del debate nacional está dedicado a discernir lo que es de derechas o de izquierdas. Hasta que eso no está resuelto todo queda paralizado menos, claro, la irresistible ascensión de los populismos de toda laya. Italia, Alemania, EEUU, en todos es igual, el populacho sin expectativas y con sueldos de miseria por trabajos siempre serviles se acoge a ilusiones imposibles y con eso se entretiene.
El caso es que como estos días los alifafes me tienen atado a la butaca veo más tele de lo que habitual. Y, claro, como estamos a las puertas de los encuentros anuales en Davos, las cadenas responsables están dedicadas en cuerpo y alma a caldear el ambiente. El tema central de Davos este año es como afrontar los retos de la cuarta revolución industrial, es decir, la numérica. Si la máquina de vapor supuso expulsar del mundo a millones de tejedores y arrieros, y luego el tractor mandó a los suburbios de las ciudades a millones de labradores, etc. etc., lo de ahora con lo numérico, o digital, o cómo le quieran llamar, es para echarse a temblar. Las expectativas de cambio social no tienen parangón con ninguna de las anteriores. Si un tractor sacaba del campo a cien peones, un progamador saca a mil white collars de las oficinas. Y como es fácil comprender, no es lo mismo tener desocupado a un peón que a un white collar. La escasa diferencia de formación entre unos y otros es suficiente para que el peligro de agitación social crezca exponencialmente. Y eso los CEOs, Chief Executive Officer, de todo el mundo lo saben y por tal es que anden tan preocupados y vayan ahora a Davos a darse ánimos los unos a los otros.
Así que como les digo, andan estos días los platós de las grandes cadenas que sale un CEO por una puerta y entra otro por la otra a largar sus opiniones sobre el tremendo conundrum que tiene perplejo al mundo. Recuerda mucho al de la esfinge de Edipo. No se tiene ni idea de como resolverlo para atajar la peste del desempleo que, en el fondo, es la peste de la superpoblación. Y ahora no hay Malthus que valga. Al menos ni se le cita.
Sin embargo, Dios aprieta pero no ahoga. A la irresistible corriente de la innovación se le opone la sólida barrera de la falta de competitividad. Si en Europa hubiese en estos momentos la preparación matemática que hay en la India sería la gran debacle. Afortunadamente no es así y las grandes inversiones en innovación se dirigen hacia la India donde cien millones más o menos de parados ni se nota. Pero ahí esta expectante la amenaza a la espera de que dos millones de españoles aprendan a calcular. Dos millones de empleos cualificados, diez millones de gente al bar... al menos que en el entretanto llegue un Edipo que, después de matar a su padre, sea capaz de resolver el conundrum.
En fin, estaremos a la espectativa. Y perdón por la tabarra.
domingo, 17 de enero de 2016
Enternecedor
Que todo lo de Cataluña tiene un toque de ternura nadie me lo podrá negar. Más o menos como lo tenía aquello de cuando Franco. A Franco le encantaba tirar de metáforas marineras en sus discursos, de lo cual, por cierto, muchos sacaban material para hacer chistes. Al recién cesado President de la Generalitat, no sólo las metáforas, también los gestos. En su primer y último día en funciones se hizo retratar colgando retirando un timón en la pared de su despacho. Por lo visto el timón de marras es el que usó su abuelo para gobernar un barco que tenía, no sé si de ocio o de trabajo, pelillos a la mar.
Lo verdaderamente curioso de todo esto, a mi nada modesto parecer, por supuesto, es que haya todavía en este siglo XXI, y no digamos ya en un lugar como Cataluña, punta de la modernidad donde las haya, gente que utilice el colgar cosas en las paredes para dar a los demás una idea de sí. Fijaros, vengo de una familia de timoneles y aquí tengo la prueba más fehaciente, o sea, que sepan con quién se las están viendo. ¡Cómo de niños! Tierno. Ahora que se ha ido, lo primero será llamar a mantenimiento para que quite la escarpia y tape el agujero. Aunque también puede ser que el que viene a sustituir aproveche la escarpia para colgar su particular gesto propagandístico, una foto de su abuelo revolviendo la masa pastelera, por ejemplo. Ya se sabe que en Cataluña otra cosa no, pero adoran el linaje y los pasteles... uno para cada ocasión y momento del año.
En fin, a lo que iba, a ese infantilismo de los gestos de significado gastado por la propia evolución de las cosas. Cuando lo de Franco, las metáforas marineras y la metralla por las paredes, quizá tuviesen algún sentido de cara al populus -como Diógenes masturbándose-, pero en estos descreídos tiempos que corren... por Dios Bendito, qué chiquillada.
En estos tiempos que corren, no nos engañemos, sólo se da el pego a los que no merece en absoluto la pena dárselo. Y los hay que no se enteran. Besos, ternura, que derroche de amor, cuanta locura. Ya te digo.
sábado, 16 de enero de 2016
Ciencia
Dicen los entendidos que la flora bacteriana que normalmente tenemos en la faringe se multiplica con furia cuando se respira aire frío. Si encima, como es mi caso, el aire frío no pasa por su camino natural, es decir, la nariz, que normalmente está ahí, entre otras cosas, para calentarle y limpiarle de impurezas, y entra a saco por la boca, pues, entonces, imagínense la rabia. Total, que ayer hacía un frío considerable cuando pedaleaba por el Retiro -como un hamster en la rueda- y hoy me duele la garganta. Lo cual, tampoco es que quiera establecer una causa efecto matemática, porque recuerdo mil días que he pedaleado con mucho más frío y no me ha pasado nada que no fuese un subidón. Así que puede que sea y también que no sea, por lo cual, debo concluir que todas las rápidas conjeturas sobre asuntos de salud no son sino apestosa pseudociencia al alcance de cualquier iletrado, lo que no es mi caso, pienso. Por tanto, digamos, que me duele la garganta, simplemente, porque tocaba.
Pero a lo que iba, o sea, a la cosa de la pseudociencia que digo que es apestosa porque con su omnipresencia en múltiples ámbitos de la vida contribuye no sólo a entorpecer el progresivo saber sobre el funcionamiento del mundo en el que vivimos sino que también provoca no poca ansiedad y frustración en los que por ignorancia y otras cuantas cosas más, ninguna buena, se acogen a sus fáciles métodos y rápidos resultados. Incluso el Príncipe Carlos de Inglaterra, al que se supone una educación, y no sólo para que le sienten bien los trajes cruzados, es un adepto de esta impostura. Así que háganse una idea de hasta donde puede llegar la extensión de esa plaga. La plaga de los alternativos, ¡Dios!, mucho peor que la de los vampiros. En caso de las dos no sean puro pleonasmo.
Anyway, de nada sirve lamentarse si no es para crear más pestilencia. Así es que dejémonos de mandangas y vayamos al grano. Para que nunca más ninguno de mis lectores se deje seducir por los cantos de sirena que es la pseudociencia en vez de regalarles unos tapones de cera voy a tratar de transcribirles lo que dice Feynman que es la ciencia.
"El fundamento de la ciencia, su definición, casi, es el siguiente: El experimento es la confirmación de todo conocimiento. El experimento es el único juez de la verdad científica. ¿Pero cual es la fuente de conocimiento? ¿De dónde salen las leyes que deben ser confirmadas? El experimento mismo ayuda a producir esas leyes en el sentido de que nos da pistas. Pero también se necesita imaginación para extraer de esas pistas la gran generalización-adivinar lo que hay debajo de esos maravillosos, simples, pero muy extraños patrones y, después, comprobar de nuevo si hemos hecho la suposición correcta."
Eso es todo. Y no es fácil por supuesto. Hay vidas enteras, la mayoría quizá, de las dedicadas a la experimentación que no sacan nada en limpio. Pero les mereció la pena, seguro. Y no engañaron a nadie.
Pero a lo que iba, o sea, a la cosa de la pseudociencia que digo que es apestosa porque con su omnipresencia en múltiples ámbitos de la vida contribuye no sólo a entorpecer el progresivo saber sobre el funcionamiento del mundo en el que vivimos sino que también provoca no poca ansiedad y frustración en los que por ignorancia y otras cuantas cosas más, ninguna buena, se acogen a sus fáciles métodos y rápidos resultados. Incluso el Príncipe Carlos de Inglaterra, al que se supone una educación, y no sólo para que le sienten bien los trajes cruzados, es un adepto de esta impostura. Así que háganse una idea de hasta donde puede llegar la extensión de esa plaga. La plaga de los alternativos, ¡Dios!, mucho peor que la de los vampiros. En caso de las dos no sean puro pleonasmo.
Anyway, de nada sirve lamentarse si no es para crear más pestilencia. Así es que dejémonos de mandangas y vayamos al grano. Para que nunca más ninguno de mis lectores se deje seducir por los cantos de sirena que es la pseudociencia en vez de regalarles unos tapones de cera voy a tratar de transcribirles lo que dice Feynman que es la ciencia.
"El fundamento de la ciencia, su definición, casi, es el siguiente: El experimento es la confirmación de todo conocimiento. El experimento es el único juez de la verdad científica. ¿Pero cual es la fuente de conocimiento? ¿De dónde salen las leyes que deben ser confirmadas? El experimento mismo ayuda a producir esas leyes en el sentido de que nos da pistas. Pero también se necesita imaginación para extraer de esas pistas la gran generalización-adivinar lo que hay debajo de esos maravillosos, simples, pero muy extraños patrones y, después, comprobar de nuevo si hemos hecho la suposición correcta."
Eso es todo. Y no es fácil por supuesto. Hay vidas enteras, la mayoría quizá, de las dedicadas a la experimentación que no sacan nada en limpio. Pero les mereció la pena, seguro. Y no engañaron a nadie.
viernes, 15 de enero de 2016
Diabolus in musica
Anoche vi una película de una dureza extrema. Se desarrollaba en las montañas de Missuri entre traficantes y cocineros de droga. Resulta difícil creer que pueda existir gente de semejante catadura, como manadas de lobos que se disputan un territorio exiguo. Y sin embargo esa realidad, e incluso peor, existe como contrapartida de los niñatos que salen, salimos, a pasar un rato agradable por la noche previo afilado de colmillos con la preceptiva rayita, por no hablar de los rutilantes ejecutivos que liberan genialidades en sus brainstormings sazonadas con el polvo blanco.
Por otro lado, estos días nos hemos cansado de leer en los periódicos la noticia de que lo primero que van a hacer los socialistos si llegan al poder es cambiar la ley de enrolamiento laboral que en su día promulgaron los falsamente populares que diría el Gato Pérez. Sin embargo, tanto los unos como los otros pasan de puntillas por la noticia auténticamente importante al respecto: en España hay dos millones de puestos de trabajo que no se cubren por falta de gente preparada. ¡Pues leches, no será por falta de universidades!
Por lo demás, dice hoy en La Vanguardia un payo que es alguien importante en no sé dónde, algo que estoy cansado de repetir en este blog, que lo de la pobreza de hoy es repetición de las uvas de ira a causa del invento digital.
Pues bien, ahí tienen tres elementos sobresalientes de la candente actualidad de los que nunca se oye hablar como correspondería en los Parlamentos Nacionales y demás canchas de debate entre responsables políticos. Y mientras tanto, venga a largar sobre el Chapo Guzmán y sus portentosas hazañas. Porque le acabamos pillando, ¡eh!, que la justicia es lenta pero siempre acaba por llegar. Y en el ínterin los niñatos siguen esnifando cocaína y sus papás como quien oye llover... y lo de los dos millones de plazas vacantes ni se mientan y, claro, si por descuido se sugieren es para culpar al gobierno, que, también, por supuesto, debe llevar su parte... pero donde esté la de los papás...
En resumidas cuentas, lo que les quiero decir es que todo lo que pasa, bueno o malo, es a causa del lenguaje. Porque, como dijo Noséquién, y perdonen que me repita: Lenguaje, pensamiento/ tan raudo como el viento./ Civilizada disposición aprendió/ y a esquivar, también, los dardos/ de las lluvias inclementes.
Pues sí, parece que aprendió civilizada disposición, pero sólo para esquivar los dardos de las lluvias inclementes, o para irse por los cerros de Úbeda, o para salir por peteneras, pero nunca, parece, para agarrar el toro por los cuernos y a ver quién es el que más puede. Claro, enfrentarse al Chapo es cosa de niños, pero a ver quién es el macho que se enfrenta a la industria de la noche. Y que nadie se engañe porque ahí, en la industria de la noche, es donde está la madre del cordero de, entre otras cosas nefandas, los dos millones de vacantes que no se pueden cubrir por falta de inteligencia. Es sencillo de entender: el pueblo prefiere camareros y camellos antes que ingenieros. ¿Ingenieros? ¡Qué aburrimiento por Dios!
Las lluvias inclementes, los turcos a las puertas de Constantinopla y, mientras tanto, todo el mundo guay con un gintonic en la mano mientras atruenan el aire los tritonos de Mail Davis, el Rey de la Rayita. Diabolus in musica. El triunfo absoluto de la sensualidad sobre todo lo demás. Y a mí que me registren.
Hablar civilizadamente, en el Hemiciclo y en familia. Sobre todo en familia. Y entre amigos. Ese es el quid de la cuestión. Civilizadamente. Y nene, tú te callas hasta que seas mayor y te puedas ir de casa.
Por otro lado, estos días nos hemos cansado de leer en los periódicos la noticia de que lo primero que van a hacer los socialistos si llegan al poder es cambiar la ley de enrolamiento laboral que en su día promulgaron los falsamente populares que diría el Gato Pérez. Sin embargo, tanto los unos como los otros pasan de puntillas por la noticia auténticamente importante al respecto: en España hay dos millones de puestos de trabajo que no se cubren por falta de gente preparada. ¡Pues leches, no será por falta de universidades!
Por lo demás, dice hoy en La Vanguardia un payo que es alguien importante en no sé dónde, algo que estoy cansado de repetir en este blog, que lo de la pobreza de hoy es repetición de las uvas de ira a causa del invento digital.
Pues bien, ahí tienen tres elementos sobresalientes de la candente actualidad de los que nunca se oye hablar como correspondería en los Parlamentos Nacionales y demás canchas de debate entre responsables políticos. Y mientras tanto, venga a largar sobre el Chapo Guzmán y sus portentosas hazañas. Porque le acabamos pillando, ¡eh!, que la justicia es lenta pero siempre acaba por llegar. Y en el ínterin los niñatos siguen esnifando cocaína y sus papás como quien oye llover... y lo de los dos millones de plazas vacantes ni se mientan y, claro, si por descuido se sugieren es para culpar al gobierno, que, también, por supuesto, debe llevar su parte... pero donde esté la de los papás...
En resumidas cuentas, lo que les quiero decir es que todo lo que pasa, bueno o malo, es a causa del lenguaje. Porque, como dijo Noséquién, y perdonen que me repita: Lenguaje, pensamiento/ tan raudo como el viento./ Civilizada disposición aprendió/ y a esquivar, también, los dardos/ de las lluvias inclementes.
Pues sí, parece que aprendió civilizada disposición, pero sólo para esquivar los dardos de las lluvias inclementes, o para irse por los cerros de Úbeda, o para salir por peteneras, pero nunca, parece, para agarrar el toro por los cuernos y a ver quién es el que más puede. Claro, enfrentarse al Chapo es cosa de niños, pero a ver quién es el macho que se enfrenta a la industria de la noche. Y que nadie se engañe porque ahí, en la industria de la noche, es donde está la madre del cordero de, entre otras cosas nefandas, los dos millones de vacantes que no se pueden cubrir por falta de inteligencia. Es sencillo de entender: el pueblo prefiere camareros y camellos antes que ingenieros. ¿Ingenieros? ¡Qué aburrimiento por Dios!
Las lluvias inclementes, los turcos a las puertas de Constantinopla y, mientras tanto, todo el mundo guay con un gintonic en la mano mientras atruenan el aire los tritonos de Mail Davis, el Rey de la Rayita. Diabolus in musica. El triunfo absoluto de la sensualidad sobre todo lo demás. Y a mí que me registren.
Hablar civilizadamente, en el Hemiciclo y en familia. Sobre todo en familia. Y entre amigos. Ese es el quid de la cuestión. Civilizadamente. Y nene, tú te callas hasta que seas mayor y te puedas ir de casa.
miércoles, 13 de enero de 2016
Seudociencia
Yo no sé si será algo común o cosa mía, pero algunas noches de insomnio, pocas por fortuna, doy en pensar que no he hecho a derechas una sola cosa en toda mi puta vida. Y lo que es más, que tampoco voy a poder hacerla en lo poco o mucho que me quede por delante. Como si hubiese por medio una maldición divina. O una tara heredada o, simplemente, congénita. Son tremendas esas horas oscuras en las que todas las puertas están cerradas a cal y canto. Todas menos una, la innombrable. Supongo que el infierno debe ser algo parecido a eso. Por fortuna, siempre acaba por amanecer y el efecto terapéutico de la luz que se filtra por entre las lamas mal encajadas de la persiana hace que vayas recuperando la facultad de relativizar. Tampoco ha sido para tanto, te dices entonces, y como por ensalmo se va diluyendo el constreñimiento del alma que es el sentimiento de culpa.
Anyway, me pregunto que qué sería de mí sin esas noches de insomnio machacante. De recuerdo hiperrealista. Seguramente perdería la memoria de lo que he sido y me volvería, si cabe, un poco más estúpido de lo que soy e, incluso, hasta podría poner en peligro la propia supervivencia. Así que, pienso, quizá todo ello no sea más que otro de los mecanismos dolorosos que la naturaleza pone en marcha para perpetuarse. Todo lo cual, claro, suena coherente y bonito, pero eso no me exime de preguntarme por el porqué de haber hecho tantas tonterías. Y aquí, para dar una respuesta medianamente plausible, o sea, digna de aplauso, es donde tendría que redescubrir todo el Mediterráneo de la seudociencia psicológica.
La seudociencia psicológica, no nos engañemos, que aquí nada es demostrable por medio de la expirimentación. Simplemente son intuiciones brillantes que tuvieron los clásicos y, entonces, como eran clásicos, pusieron a Narciso a mirarse en estanque y que cada cual, después, sacase sus propias conclusiones. Así fue que cada cual dijo la suya y después de mucho tiempo, confrontando unas con otras, se vio que en muchas de ellas había un trasfondo común. Hay que hacer lo que sea, por lo general tonterías, para verse guapo en el estanque porque de lo contrario te derrumbas. La cosa de la autoestima. Lo que pasa es que las tonterías son como la droga, que su benéfico efecto inmediato es escandalosamente fugaz y deja un rastro de mono que no se puede aguantar. Entonces, no queda más remedio que ir a por otra y, así, hasta el infinito... hasta que llega la edad de los insomnios machacantes. Eso quizá sea todo.
lunes, 11 de enero de 2016
Genialidades
A veces pienso que una forma de sentirse genial es saber captar y poder regodearse con la genialidad de los demás. Me pasó anoche cuando en mi habitual sesión nocturna de zapping me quedé colgado de una película de título "Pin Pong Summer". La América más tierna y quizá la más auténtica. No se la pierdan. Pero cuando el cuelgue fue realmente gozoso fue el otro día al toparme con "Hannah y sus hermanas", hiperrealismo de lo cotidiano en su parcela más intensa, es decir, la relación entre los géneros. Uno se maravilla de que pueda haber gente tan absolutamente cotilla como para saber tanto de lo que pasa en las alcobas y sus alrededores. Bien, todos sabemos la importancia esencial que esas cosas, tan banales por otro lado, tienen en la vida de los que, por así decirlo, no tienen vida. O sea, la mayoría. De ahí su éxito. Cotilleo, gossip, babardeo, susurros de portera, eso es lo que a la gente le interesa cuando ha perdido todo contacto con el sentido trascendente de la vida. En el fondo, por muchas vueltas cultas que se le quieran dar, las películas de Woody Allen no son más que telenovelas venezolanas elevadas a la categoría de obras maestras. Como por poner un ejemplo, las novelas de Corín Tellado versus "Rojo y Negro" de Stendal.
El acoplamiento, o duplicación para que nadie se sienta excluido, de los géneros. Como en aquel relato de Platón. Toda la vida penando para encontrar la media naranja que nos falta para ser un ente completo. O perfecto. Ardua tarea porque no sirve cualquiera. Sólo hay una en el mundo y es muy problemático dar con ella. Por eso sólo hay dos opciones: saltar de una a otra relación en una especie de triunfo absoluto de la esperanza de lo posible sobre la razón de lo improbable; conformarse con lo primero que pillas a cambio de proveerse de un sofisticado sistema de válvulas de escape con cada vez más holgura. Así es que, ya elijas una, ya elijas la otra, la cosa siempre va a dar para mucha literatura. O mucho mal rollo, si lo queremos decir sin eufemismos. Porque, al final, sea como sea, todo se traduce en que uno no es dueño de su propia vida.
Bueno, es posible que estemos hechos para no serlo de ninguna de las maneras. Pero, debemos suponer que todo lo soñado tiene su sucedáneo:la sublimación. Tener objetivos inalcanzables y machacarse en su persecución es el mejor procedimiento. No cabe la menor duda. Traspasar la muy primaria trascendencia del reproducirse a la muy sofisticada de intentar comprender el mundo para mejorarle. Al final, claro, todo es perpetuación de la especie, pero con diferentes calidades. Como diría Nietzsche, lo que va del hombre al superhombre.
En fin, para que nos entendamos, la enmienda de la jodienda sólo llega, como la experiencia y el crédito, cuando ya no sirve para nada. Así es que estamos apañados. Y menos mal que nos queda el pedal. Y los días que se van alargando. Y el Camino. Muchas cosas en definitiva.
El acoplamiento, o duplicación para que nadie se sienta excluido, de los géneros. Como en aquel relato de Platón. Toda la vida penando para encontrar la media naranja que nos falta para ser un ente completo. O perfecto. Ardua tarea porque no sirve cualquiera. Sólo hay una en el mundo y es muy problemático dar con ella. Por eso sólo hay dos opciones: saltar de una a otra relación en una especie de triunfo absoluto de la esperanza de lo posible sobre la razón de lo improbable; conformarse con lo primero que pillas a cambio de proveerse de un sofisticado sistema de válvulas de escape con cada vez más holgura. Así es que, ya elijas una, ya elijas la otra, la cosa siempre va a dar para mucha literatura. O mucho mal rollo, si lo queremos decir sin eufemismos. Porque, al final, sea como sea, todo se traduce en que uno no es dueño de su propia vida.
Bueno, es posible que estemos hechos para no serlo de ninguna de las maneras. Pero, debemos suponer que todo lo soñado tiene su sucedáneo:la sublimación. Tener objetivos inalcanzables y machacarse en su persecución es el mejor procedimiento. No cabe la menor duda. Traspasar la muy primaria trascendencia del reproducirse a la muy sofisticada de intentar comprender el mundo para mejorarle. Al final, claro, todo es perpetuación de la especie, pero con diferentes calidades. Como diría Nietzsche, lo que va del hombre al superhombre.
En fin, para que nos entendamos, la enmienda de la jodienda sólo llega, como la experiencia y el crédito, cuando ya no sirve para nada. Así es que estamos apañados. Y menos mal que nos queda el pedal. Y los días que se van alargando. Y el Camino. Muchas cosas en definitiva.
sábado, 9 de enero de 2016
Minimalismo
Tengo que reconocer que a veces el periódico global, antiguo independiente de la mañana, lo borda. Hoy nos trae un artículo de un profesor de la IE Business School titulado "Tiempo de costuras" que pienso merece mucho la pena leer para enterarse de unas cuantas cosas que no por obvias y sencillas dejan de ser radicalmente ajenas a la inmensa mayoría de esta rocambolesca y superbarroca sociedad española sin distinción de clases.
Como el artículo es meridianamente claro y está disposición de cualquiera que tenga interés en leerlo no voy a entrar a glosarlo por no caer en lo mismo que critico: la rocambolería y el superbarroquismo. Pleonasmo. Solamente voy a utilizar una parte de una frase que contiene un sustantivo abstracto de cualidad con los adjetivos, sólo tres, que, por así decirlo, le definen. El sustantivo es modernidad y los adjetivos, minimalista, solidaria y competitiva.
El tema de la modernidad, como supongo que se habrán dado cuenta los que tienen la paciencia de acercarse a este blog de vez en cuando, es uno de mis caballos de batalla. Nunca pararé de explorar ese concepto por estar bastante convencido de que de su penetración y subsecuente consecuencia, valga la redundancia, depende en gran medida mi bienestar en este mundo. Ser moderno es para mí, primero, conocer el mundo en el que vives, un gran esfuerzo, desde luego, y segundo, adaptarte de la forma más inteligente posible a lo que consideras es lo mejor de él sin por ello olvidar que hay que ayudar al que no sabe porque de lo contrario es más que posible que te amargue la vida. Nada diferente, en definitiva, de lo que podía pensar y hacer Teofrasto hace dos milenios y medio con resultado de durar 107 años con capacidad hasta el último día para discutir en el foro y fornicar por las noches... bueno, esto último a lo mejor es el típico mito que se añade para redondear la leyenda.
Así que lo que me tengo que preguntar ahora es qué haría en este mundo digital Teofrasto para ser minimalista, solidario y competitivo. Solidario y competitivo está chupado. Simplemente pagar los impuestos hasta el último céntimo (nunca hubo dinero mejor empleado) y esforzarse por aprender hasta el último día de la vida (fíjense que digo esforzarse y no ir a cursillos a picar aquí y allá como las gallinas). Sin embargo lo de minimalista es mucho más complicado para nosotros, que no para Teofrasto por razones obvias: en su época había cuatro cosas.
Minimalista supongo que es un concepto que nació a principios del XX como consecuencia de lo fácil que se había puesto para los sectores burgueses de la sociedad conseguir cosas por el simple procedimiento de pagárselas. Entre los pensadores vieneses de esa época hay no poca literatura acerca del nuevo fenómeno. Los tíos se dan cuenta de lo inevitable que es convertir la vida en un infierno si uno se deja llevar por esa facilidad para satisfacer los pequeños deseos como forma de enfrentar la angustia vital propia de quien no pega palo al agua... las señoras de los burgueses, un suponer, que estaban todo el día comprando cosas para adornar las casas que, al final, parecía que se vivía más en una chamarilería que en un lugar civilizado. Y todos con asma, por supuesto, por el polvo que se acumulaba.
De los principios del XX para acá la cosa no ha hecho sino empeorar a toda mecha. Así es que hoy día, una de dos, o se para o te come la mierda, que es lo que en definitiva está pasando, ya sea a nivel personal, ya sea al colectivo. Hoy día las personas estamos atrapados de tal manera por infinidad de necesidades no sólo inútiles sino también discapacitantes que esa misma discapacidad que nos producen es la que impide que nos podamos dar cuenta de por dónde vienen los tiros que nos emputecen la vida. Porque otra cosa no, pero emputecimiento hay por ahí para dar y tomar, y, cuando mayor es el poder adquisitivo, más diría yo que hay.
Y una sociedad, lo mismo que un individuo, no pueden ser modernos si andan todo el día emputecidos por chorradas. Así que minimalismo, para que nos entendamos, es dejarse de chorradas y centrarse en cosas de sustancia que siempre, por su propia naturaleza, son muy pocas y exigen mucha dedicación. Y ya saben, y si no lo saben se lo digo yo, del formidable poder terapéutico que para angustias y dolores de todo tipo tiene la dedicación a las cosas de sustancia. Todo es enfrascarse en ellas y dejar de echar en falta las fotos de los niños y los viajes a Cancún. Es como si fuera milagroso y, sin embargo, lo reconozco, no es fácil entrarle al trapo. De la misma forma que no lo es decantarse un poco más del lado apolíneo que del dionisíaco. De la clarividencia y sosiego que proporciona la distancia que de las elucubraciones y embriaguez propias del amontonamiento.
En fin, allá cada cual con sus demonios, pero que nadie piense que se va a dar el pego a sí mismo, ni a los demás, acerca de su modernidad a base de quincallas y correrías alocadas por el mundo.
Como el artículo es meridianamente claro y está disposición de cualquiera que tenga interés en leerlo no voy a entrar a glosarlo por no caer en lo mismo que critico: la rocambolería y el superbarroquismo. Pleonasmo. Solamente voy a utilizar una parte de una frase que contiene un sustantivo abstracto de cualidad con los adjetivos, sólo tres, que, por así decirlo, le definen. El sustantivo es modernidad y los adjetivos, minimalista, solidaria y competitiva.
El tema de la modernidad, como supongo que se habrán dado cuenta los que tienen la paciencia de acercarse a este blog de vez en cuando, es uno de mis caballos de batalla. Nunca pararé de explorar ese concepto por estar bastante convencido de que de su penetración y subsecuente consecuencia, valga la redundancia, depende en gran medida mi bienestar en este mundo. Ser moderno es para mí, primero, conocer el mundo en el que vives, un gran esfuerzo, desde luego, y segundo, adaptarte de la forma más inteligente posible a lo que consideras es lo mejor de él sin por ello olvidar que hay que ayudar al que no sabe porque de lo contrario es más que posible que te amargue la vida. Nada diferente, en definitiva, de lo que podía pensar y hacer Teofrasto hace dos milenios y medio con resultado de durar 107 años con capacidad hasta el último día para discutir en el foro y fornicar por las noches... bueno, esto último a lo mejor es el típico mito que se añade para redondear la leyenda.
Así que lo que me tengo que preguntar ahora es qué haría en este mundo digital Teofrasto para ser minimalista, solidario y competitivo. Solidario y competitivo está chupado. Simplemente pagar los impuestos hasta el último céntimo (nunca hubo dinero mejor empleado) y esforzarse por aprender hasta el último día de la vida (fíjense que digo esforzarse y no ir a cursillos a picar aquí y allá como las gallinas). Sin embargo lo de minimalista es mucho más complicado para nosotros, que no para Teofrasto por razones obvias: en su época había cuatro cosas.
Minimalista supongo que es un concepto que nació a principios del XX como consecuencia de lo fácil que se había puesto para los sectores burgueses de la sociedad conseguir cosas por el simple procedimiento de pagárselas. Entre los pensadores vieneses de esa época hay no poca literatura acerca del nuevo fenómeno. Los tíos se dan cuenta de lo inevitable que es convertir la vida en un infierno si uno se deja llevar por esa facilidad para satisfacer los pequeños deseos como forma de enfrentar la angustia vital propia de quien no pega palo al agua... las señoras de los burgueses, un suponer, que estaban todo el día comprando cosas para adornar las casas que, al final, parecía que se vivía más en una chamarilería que en un lugar civilizado. Y todos con asma, por supuesto, por el polvo que se acumulaba.
De los principios del XX para acá la cosa no ha hecho sino empeorar a toda mecha. Así es que hoy día, una de dos, o se para o te come la mierda, que es lo que en definitiva está pasando, ya sea a nivel personal, ya sea al colectivo. Hoy día las personas estamos atrapados de tal manera por infinidad de necesidades no sólo inútiles sino también discapacitantes que esa misma discapacidad que nos producen es la que impide que nos podamos dar cuenta de por dónde vienen los tiros que nos emputecen la vida. Porque otra cosa no, pero emputecimiento hay por ahí para dar y tomar, y, cuando mayor es el poder adquisitivo, más diría yo que hay.
Y una sociedad, lo mismo que un individuo, no pueden ser modernos si andan todo el día emputecidos por chorradas. Así que minimalismo, para que nos entendamos, es dejarse de chorradas y centrarse en cosas de sustancia que siempre, por su propia naturaleza, son muy pocas y exigen mucha dedicación. Y ya saben, y si no lo saben se lo digo yo, del formidable poder terapéutico que para angustias y dolores de todo tipo tiene la dedicación a las cosas de sustancia. Todo es enfrascarse en ellas y dejar de echar en falta las fotos de los niños y los viajes a Cancún. Es como si fuera milagroso y, sin embargo, lo reconozco, no es fácil entrarle al trapo. De la misma forma que no lo es decantarse un poco más del lado apolíneo que del dionisíaco. De la clarividencia y sosiego que proporciona la distancia que de las elucubraciones y embriaguez propias del amontonamiento.
En fin, allá cada cual con sus demonios, pero que nadie piense que se va a dar el pego a sí mismo, ni a los demás, acerca de su modernidad a base de quincallas y correrías alocadas por el mundo.
viernes, 8 de enero de 2016
Más uvas
De una temporada acá, cada día que pasa, se me van por el retrete un par de miles de los que tenía escondidos en el colchón por lo que pudiera pasar. Según los más expertos, todo parece indicar que estamos a las puertas de otro estallido financiero. O la prolongación del anterior que en absoluto estaba solucionado. Así es que tengo que reconocer que la sangría, más que preocupación, me da vidilla. Me hace escuchar con más atención e interés si cabe esos debates y entrevistas sobre economía que hay continuamente en las grandes cadenas televisivas tipo Blomberg, CNBC, I24News, CNN, BBC, y pare usted de contar que ya está bien. El tema es por supuesto repetitivo, pero tiene, como la vida misma que es, un montón de matices que son, digamos, su salsa.
Les diré, por si no lo saben, cual es la imagen icónica, la que más interrumpe esos debates y entrevistas que les digo, del momento que estamos viviendo: los almacenes de logística que tiene Amazon diseminados por el mundo. Todos exactamente iguales. Uno los ve y si no es un lelo automáticamente se tiene que hacer dos preguntas: una, dónde está la gente; dos, si no hay gente que gana sueldos, quienes van a comprar las cosas. Aquí tenemos una aporía que, como tal, nadie puede resolver y, de ahí, que la bolsa no pare de bajar y la chusma mundial no pare de dar la lata.
Bueno, tampoco hay que exagerar, quizá mejor que aporía debiéramos decir conundrum, es decir, problema, o enigma, que por su enreversamiento tiene difícil solución. Pero, por supuesto, la tiene, como todo lo humano, aunque a veces para ello se precise de la cirugía más radical. La guerra, para hablar sin eufemismos. Y en hablando de guerra no queda más remedio, si quieres sobrevivir a nivel personal, que comprarte una buena armadura a prueba de lanzazos. No es fácil conseguirlas, pero las hay en el mercado de la marca que le dicen high skill profile. Para ser estricto, diré que hay las high y las very high que son mucho más seguras pero al alcance de poquísimos. Así son las cosas y, el resto, carne de cañón.
Y en esas estamos, o estábamos, porque lo que se vislumbra ahora, las uvas que nos vamos a tener que comer para que nos entendamos, es que las simplemente high muestran una facilidad para la corrosión que las hace ineficaces. O consigues una very high o a andar todo el tiempo con el culo prieto. Yo esto, como soy un tipo espabilao, y bastante paranoico, ya hace mucho que lo veía venir. Y lo tengo comentado con mis colegas white collar que tan seguros nos queríamos creer con nuestra armadura high. Esto que hacemos, susurrabamos, lo puede hacer mucho mejor un ordenador. Y así es de hecho en la actualidad y ese es el meollo del actual entuerto que la tecnología ya no sólo puede sustituir al trabajo manual sino también el optimisticamente considerado como intelectual, el que siempre hicieron los mentados white collar que, no nos engañemos, de intelectual tiene poco y sí mucho de mecánico o memorístico. Médicos, abogados, economistas, ect., empiezan a entrar en la categoría de los desahuciados. Su armadura no resiste los lanzazos de la embestida digital. ¡Terrible, señores! Uno no puede sino alegrarse de que le pille ya tan mayor porque a lo mejor de joven no sería capaz de superar la prueba very high.
En resumidas cuentas, especular sobre la candente actualidad entretiene pero no consigue ahuyentar de forma significativa la preocupación por el progresivo, e incluso alarmante, adelgazamiento del colchón protector. Eso es todo. En fin.
Les diré, por si no lo saben, cual es la imagen icónica, la que más interrumpe esos debates y entrevistas que les digo, del momento que estamos viviendo: los almacenes de logística que tiene Amazon diseminados por el mundo. Todos exactamente iguales. Uno los ve y si no es un lelo automáticamente se tiene que hacer dos preguntas: una, dónde está la gente; dos, si no hay gente que gana sueldos, quienes van a comprar las cosas. Aquí tenemos una aporía que, como tal, nadie puede resolver y, de ahí, que la bolsa no pare de bajar y la chusma mundial no pare de dar la lata.
Bueno, tampoco hay que exagerar, quizá mejor que aporía debiéramos decir conundrum, es decir, problema, o enigma, que por su enreversamiento tiene difícil solución. Pero, por supuesto, la tiene, como todo lo humano, aunque a veces para ello se precise de la cirugía más radical. La guerra, para hablar sin eufemismos. Y en hablando de guerra no queda más remedio, si quieres sobrevivir a nivel personal, que comprarte una buena armadura a prueba de lanzazos. No es fácil conseguirlas, pero las hay en el mercado de la marca que le dicen high skill profile. Para ser estricto, diré que hay las high y las very high que son mucho más seguras pero al alcance de poquísimos. Así son las cosas y, el resto, carne de cañón.
Y en esas estamos, o estábamos, porque lo que se vislumbra ahora, las uvas que nos vamos a tener que comer para que nos entendamos, es que las simplemente high muestran una facilidad para la corrosión que las hace ineficaces. O consigues una very high o a andar todo el tiempo con el culo prieto. Yo esto, como soy un tipo espabilao, y bastante paranoico, ya hace mucho que lo veía venir. Y lo tengo comentado con mis colegas white collar que tan seguros nos queríamos creer con nuestra armadura high. Esto que hacemos, susurrabamos, lo puede hacer mucho mejor un ordenador. Y así es de hecho en la actualidad y ese es el meollo del actual entuerto que la tecnología ya no sólo puede sustituir al trabajo manual sino también el optimisticamente considerado como intelectual, el que siempre hicieron los mentados white collar que, no nos engañemos, de intelectual tiene poco y sí mucho de mecánico o memorístico. Médicos, abogados, economistas, ect., empiezan a entrar en la categoría de los desahuciados. Su armadura no resiste los lanzazos de la embestida digital. ¡Terrible, señores! Uno no puede sino alegrarse de que le pille ya tan mayor porque a lo mejor de joven no sería capaz de superar la prueba very high.
En resumidas cuentas, especular sobre la candente actualidad entretiene pero no consigue ahuyentar de forma significativa la preocupación por el progresivo, e incluso alarmante, adelgazamiento del colchón protector. Eso es todo. En fin.
miércoles, 6 de enero de 2016
No es lo mismo
Como dijo aquel torero, hay gente pa to. Por ejemplo, les hay que tienen un mosqueo de aquí te espero porque el MIT ha decidido retirar de la red las lecturas de Walter Lewing sobre introducción a la física. Me he enterado porque pensaba pegarles otra pasadita para entretener estos primeros de año antes de que el alargue de los días me permita ponerme en camino. Supongo que sus justificadas razones tendrán los del MIT y no voy a ponerme ahora como hacen otros a reivindicar, casi con insultos, como un derecho lo que sólo puede ser gracia que nos hacia un institución que es quizá la que más a contribuido a que el mundo sea tal como es. Así que gracias por la gracia y a otra cosa mariposa, que tajo nunca nos va a faltar dada la estruendosa ignorancia en la que vivimos.
Total, que entre otras cosas tengo entre manos un libro que en principio es de una elementalidad apabullante pero que, luego, te vas enterando de lo terriblemente laborioso que ha sido el avance por el proceloso mar del pensamiento abstracto. La matemáticas concretamente. Hoy día, claro, andamos muy ufanos porque, coges, agarras la integral trigonométrica más enrevesada, la metes en cualquier calculadora y al instante te da la respuesta. Pero, ¿se han preguntado alguna vez cómo ha sido posible llegar hasta aquí? Pues pasito a pasito, con millones de millones de horas de cavilaciones por medio. Pero, lo verdaderamente curioso e ilustrativo de todo esto es que nosotros, que andamos por el mundo como si dispusiesemos del de la ubicuidad entre otros divinos dones, si nos pidiesen que diésemos por nuestra cuenta y riesgo uno de esos primeros pasitos, triseccionar el ángulo, la duplicación del cubo, cosas así por ejemplo, nos haríamos con la picha un lío y nos tendríamos que volver a subir a las ramas para que no nos comiesen las fieras. La verdad, es increíble lo discapacitados que estamos la mayoría de los humanos para el pensamiento abstracto y la creación en general.
Y ésta es la cuestión que me planteo, cómo podemos presumir tanto y dar opinión de todo si por nuestros propios medios, ya digo, subidos a las ramas. Ya que no humildes, por lo menos debiéramos ser prudentes. Y sobre todo saber y reconocer lo que se debe a cada cual, que no es lo mismo Eratosthenes que Cristiano Ronaldo, ni el Sr. Cayo que Belén Esteban. En fin, obviedades que huelga recordar.
Total, que entre otras cosas tengo entre manos un libro que en principio es de una elementalidad apabullante pero que, luego, te vas enterando de lo terriblemente laborioso que ha sido el avance por el proceloso mar del pensamiento abstracto. La matemáticas concretamente. Hoy día, claro, andamos muy ufanos porque, coges, agarras la integral trigonométrica más enrevesada, la metes en cualquier calculadora y al instante te da la respuesta. Pero, ¿se han preguntado alguna vez cómo ha sido posible llegar hasta aquí? Pues pasito a pasito, con millones de millones de horas de cavilaciones por medio. Pero, lo verdaderamente curioso e ilustrativo de todo esto es que nosotros, que andamos por el mundo como si dispusiesemos del de la ubicuidad entre otros divinos dones, si nos pidiesen que diésemos por nuestra cuenta y riesgo uno de esos primeros pasitos, triseccionar el ángulo, la duplicación del cubo, cosas así por ejemplo, nos haríamos con la picha un lío y nos tendríamos que volver a subir a las ramas para que no nos comiesen las fieras. La verdad, es increíble lo discapacitados que estamos la mayoría de los humanos para el pensamiento abstracto y la creación en general.
Y ésta es la cuestión que me planteo, cómo podemos presumir tanto y dar opinión de todo si por nuestros propios medios, ya digo, subidos a las ramas. Ya que no humildes, por lo menos debiéramos ser prudentes. Y sobre todo saber y reconocer lo que se debe a cada cual, que no es lo mismo Eratosthenes que Cristiano Ronaldo, ni el Sr. Cayo que Belén Esteban. En fin, obviedades que huelga recordar.
Solo ante el peligro
Paseando ayer por la tarde por Madrid pensé que en alguna zona de la ciudad se iba a celebrar la fiesta del trepa*. Y es que había cientos, miles quizá, de personas que se encaminaban presurosas hacia el centro con una escalera en las manos. Luego me dijeron que la escalera era para ver mejor la cabalgata de reyes y me tranquilicé porque es que imagínense ustedes lo que sería este mundo con tantos trepas en acción. La cabalgata de reyes, otra vez los niños como escusa para dar rienda suelta a las oscuras intenciones de los adultos. Como si los niños necesitasen que les fabriquen las ilusiones para tenerlas. Ya se sabe, para ciertos sectores de la sociedad el caso es que nada fluya con naturalidad. Los niños tienen que ir embridados y con anteojeras para que no se les escapen de casa antes de los cuarenta años. O treinta por lo menos, que es por donde dicen que anda la media. Porque, ¿qué harían con su vida la inmensa mayoría de los adultos añosos si no tuviesen que bregar con el problema de sus eternos retoños? En fin, es muy complicado este mundo y allá cada cual con sus virtudes... sobre todo la del desapego que se diría es más escasa que el oro y de ahí tantas penurias so capa de responsabilidad.
En fin, ya digo, allá cada cual con sus virtudes que yo con las mías tengo para dar y tomar insomnios que por nada del mundo quisiera tratar con diazepinas. La vida, mientras quede un ápice de actividad electroquímica en el cerebro, a cara descubierta: ese es mi lema. Porque así son las cosas, por lo menos para mí: mis insomnios han sido siempre la mina de donde extraje el oro del desapego a todo lo gastado. En esas noches telúricas, y sobre todo eternas, uno es Gary Cooper en "Solo ante el peligro". O enfrentas a los fantasmas o pasas a formar parte de la cabalgata de los muertos vivientes. Bueno, servidor de niño leyó a Oscar Wilde y quedó impresionado. Los fantasmas, ¡leches!, son sólo fantasmas. o sea, nada, ¿Por qué, entonces, vivir sometido a ellos?
En resumidas cuentas, que los días alargan y ya va siendo hora de echarse a los caminos en busca de aventuras.
* Si quieren saber sobre esta curiosa especie de bípedo consulten a Fede que es seguramente quién mejor les ha calado.
En fin, ya digo, allá cada cual con sus virtudes que yo con las mías tengo para dar y tomar insomnios que por nada del mundo quisiera tratar con diazepinas. La vida, mientras quede un ápice de actividad electroquímica en el cerebro, a cara descubierta: ese es mi lema. Porque así son las cosas, por lo menos para mí: mis insomnios han sido siempre la mina de donde extraje el oro del desapego a todo lo gastado. En esas noches telúricas, y sobre todo eternas, uno es Gary Cooper en "Solo ante el peligro". O enfrentas a los fantasmas o pasas a formar parte de la cabalgata de los muertos vivientes. Bueno, servidor de niño leyó a Oscar Wilde y quedó impresionado. Los fantasmas, ¡leches!, son sólo fantasmas. o sea, nada, ¿Por qué, entonces, vivir sometido a ellos?
En resumidas cuentas, que los días alargan y ya va siendo hora de echarse a los caminos en busca de aventuras.
* Si quieren saber sobre esta curiosa especie de bípedo consulten a Fede que es seguramente quién mejor les ha calado.
martes, 5 de enero de 2016
Desacralización
La vida cambia y los hay que no se enteran. Ayer por la mañana llamé a una consulta cualquiera de dermatología para pedir hora. Me la dieron para por la tarde. Así que a la hora convenida estaba allí como un clavo. Se trataba de la casa en la que antaño vivió Agustín de Foxá. Resultó que la consulta compartía piso, entre otras, con una escuela de yoga, dado lo cual no paraban de entrar y salir cuarentonas en chandal. Aquella sala de espera en el hall de entrada era la más entretenida de todas las que he tenido el gusto de padecer en la vida. Todo aquel material de paso daba para muchas catalogaciones y, la verdad, la impresión que saqué es que se confía demasiado en el yoga para combatir las sobredietas. Llegó mi hora y salió a buscarme una mujer, diríamos que expléndida, en sus cuarenta, sin sobrepeso ni nada, con el pelo a lo garçón y una sonrisa para comérsela. Era la dermatólga. Pasamos a su consultorio, poco más que un chiscón que adornaba toda su pared frontal con un colage de fotografías a todo color de la susodicha dermatóloga en posiciones afectuosas con el que no podía ser otro que su marido. De todas formas fui prudente y me quedé con las ganas de preguntárselo. Porque nunca se sabe. Total que, todo sonrisas, sacó un spray metálico y lo fue aplicando sobre todas las lesiones seborreicas que le fui señalando en las diversas partes de mi cuerpo. Fue cosa de cinco minutos. Después, la tarjeta de la mutua y santas pascuas. En siete minutos ya estaba fuera llevándome de recuerdo aquella inextinguible sonrisa, garantía de todos los éxitos profesionales y no profesionales.
Así son las cosas hoy día gracias a Dios. Un mundo desacralizado. Para quitar verrugas seborreicas de la cara y manos, o de donde sea, no hace falta un consultorio de muebles oscuros y con las paredes trufadas de títulos que ya sabemos los expertos cómo se obtenían la mayoría de ellos. Hoy día se va a lo práctico. Basta con saber que esa dermatóloga de las sonrisas no podría ofrecer los servicios que ofrece si no hubiese pasado cuatro años en un servicio hospitalario de dermatología. Así hay que ser muy burro para no aprender... incluso que unas buenas fotografías mostrando, o fingiendo, la propia felicidad son mucho más efectivas que la mayor ristra de títulos a efectos de fidelizar a la clientela.
Pues sí, esa es la cuestión, que el mundo va poco a poco desacralizando todo aquello que es falsamente sagrado. El conocimiento ya no es un esoterismo o suerte de comunicación privilegiada con los dioses sino, simplemente, algo al alcance de cualquiera que se quiera esforzar para obtenerle. Y esa es, a mi nada modesto juicio, la única realidad extremecedora del presente, la accesibilidad al conocimiento para cualquiera. A partir de aquí todo el que se traga los mitos tal cual no puede ser sino por, una de dos, o es un vago o es idiota. Aunque quizá vago e idiota no sea más que un pleonasmo. En cualquier caso, como dijo Agustín de Foxá en cierta ocasión, "está esto de idiotas que no cabe uno más". Y por eso quizá sea que no se desacraliza el mundo a la velocidad que sería deseable. Y así es que la gente traga, tragamos, que da grima verlo.
He dicho.
Así son las cosas hoy día gracias a Dios. Un mundo desacralizado. Para quitar verrugas seborreicas de la cara y manos, o de donde sea, no hace falta un consultorio de muebles oscuros y con las paredes trufadas de títulos que ya sabemos los expertos cómo se obtenían la mayoría de ellos. Hoy día se va a lo práctico. Basta con saber que esa dermatóloga de las sonrisas no podría ofrecer los servicios que ofrece si no hubiese pasado cuatro años en un servicio hospitalario de dermatología. Así hay que ser muy burro para no aprender... incluso que unas buenas fotografías mostrando, o fingiendo, la propia felicidad son mucho más efectivas que la mayor ristra de títulos a efectos de fidelizar a la clientela.
Pues sí, esa es la cuestión, que el mundo va poco a poco desacralizando todo aquello que es falsamente sagrado. El conocimiento ya no es un esoterismo o suerte de comunicación privilegiada con los dioses sino, simplemente, algo al alcance de cualquiera que se quiera esforzar para obtenerle. Y esa es, a mi nada modesto juicio, la única realidad extremecedora del presente, la accesibilidad al conocimiento para cualquiera. A partir de aquí todo el que se traga los mitos tal cual no puede ser sino por, una de dos, o es un vago o es idiota. Aunque quizá vago e idiota no sea más que un pleonasmo. En cualquier caso, como dijo Agustín de Foxá en cierta ocasión, "está esto de idiotas que no cabe uno más". Y por eso quizá sea que no se desacraliza el mundo a la velocidad que sería deseable. Y así es que la gente traga, tragamos, que da grima verlo.
He dicho.
lunes, 4 de enero de 2016
Uvas de la ira
Seguramente la cosa no ha hecho más que empezar. Y así es que vemos a los políticos de todo el mundo intentando recomponer un puzzle que de momento no tiene solución. Tendremos que pasar otras "uvas de la ira" para encontrarla. Porque lo mismo que cuando se inventó el tractor y las cosechadoras, ahora, con la invención del chip, sobran montones de gente por todas las partes. Y claro, parecería que teniendo a los miles de millones sobrantes subidos en los aviones, de acá pa allá a ver cosas, o acodados en la barra de un bar pontificando, el problema se podría paliar, pero nada más lejos de la realidad porque el ser humano, por cuestiones puramente biológicas, necesita hacerse notar y no repara en procedimientos. Así, si no puede montar una guerra se dedicará a hacer todo lo posible para que los que parece que se salvaron de la quema tengan también su lote de desazón.
Esto es exactamente lo que decía con una irónica sonrisa el Gran Aliste, el cirujano maxilo-facial de Valdecilla, cuando veía al progrerío del hospital dando la impresión de que quería cambiar las cosas cuando lo que en realidad quería cambiar era su condición subordinada por la de mando. Luego, cuando lo consiguieron, como se pudo ver, no cambió nada que no hubiese cambiado con los anteriores rectores por la propia naturaleza de las cosas. Pero claro, Aliste, como era de Zamora, tenía una cabeza capaz de establecer relaciones entre unas cosas y otras hasta el infinito... y no como los progres que paran la cadena de relaciones en donde les conviene para sus limitadas aspiraciones, es decir, vivir del esfuerzo de los demás.
Siempre ha sido igual en la historia de la humanidad: un nuevo descubrimiento y ya está montado el poyo. Se necesitan después muchos años para digerir las consecuencias. Y detrás de un atracón viene otro. Así, ahora, que parecía más o menos resuelto el masivo trasvase de población del campo a la ciudad que provocó el tractor, va un tipo e inventa un maldito artilugio que por dos perras puede sustituir el trabajo de millones de personas. Y ya estamos en las mismas: otras uvas... que se apresuran a recoger los Podemos, Frentes Nacionales y CUPs que surgen como hongos por todas las partes. La chusma en acción en definitiva por, como digo, la propia naturaleza de las cosas.
Así que, tranquilos, acostúmbrense a vivir con cierto grado de desazón y dedíquense a algo de sustancia mientras se va haciendo la digestión. No se aprecia nada grave en el horizonte por el momento salvo para los que andan a uvas... las de la ira, que siempre se acaban quedando con dos palmos de narices.
Esto es exactamente lo que decía con una irónica sonrisa el Gran Aliste, el cirujano maxilo-facial de Valdecilla, cuando veía al progrerío del hospital dando la impresión de que quería cambiar las cosas cuando lo que en realidad quería cambiar era su condición subordinada por la de mando. Luego, cuando lo consiguieron, como se pudo ver, no cambió nada que no hubiese cambiado con los anteriores rectores por la propia naturaleza de las cosas. Pero claro, Aliste, como era de Zamora, tenía una cabeza capaz de establecer relaciones entre unas cosas y otras hasta el infinito... y no como los progres que paran la cadena de relaciones en donde les conviene para sus limitadas aspiraciones, es decir, vivir del esfuerzo de los demás.
Siempre ha sido igual en la historia de la humanidad: un nuevo descubrimiento y ya está montado el poyo. Se necesitan después muchos años para digerir las consecuencias. Y detrás de un atracón viene otro. Así, ahora, que parecía más o menos resuelto el masivo trasvase de población del campo a la ciudad que provocó el tractor, va un tipo e inventa un maldito artilugio que por dos perras puede sustituir el trabajo de millones de personas. Y ya estamos en las mismas: otras uvas... que se apresuran a recoger los Podemos, Frentes Nacionales y CUPs que surgen como hongos por todas las partes. La chusma en acción en definitiva por, como digo, la propia naturaleza de las cosas.
Así que, tranquilos, acostúmbrense a vivir con cierto grado de desazón y dedíquense a algo de sustancia mientras se va haciendo la digestión. No se aprecia nada grave en el horizonte por el momento salvo para los que andan a uvas... las de la ira, que siempre se acaban quedando con dos palmos de narices.
domingo, 3 de enero de 2016
Apestosa insatisfacción
Filosofo sobre estas cosas porque hace dos días, uno de enero, paseaba yo por la mañana por una ciudad cualquiera de provincias y veía por todas partes grupos de jóvenes, todos uniformados a lo Tarantino, metiendo bulla e incapaces de desgajarse de la compañía. Era como si todavía les quedase un atisbo de esperanza de salvar la insatisfacción de una noche fallida. También se veían por aquí y por allá parejitas, convenientemente tarantinizadas también, metiéndose mano sin el menor pudor. Estos son los exitosos, pensaba cuando les veía. No saben los pobres la que se les viene encima. A tan temprana edad, y con mucho depender de los padres por delante, ya se han echado, en una noche loca, una soga al cuello. En adelante, todos sus esfuerzos, si no son muy tontos, deberán consistir en tratar de sacársela de encima.
Después, ayer, mirando en las páginas de otro periódico de provincias, como para confirmarme en mis teorías, veía las fotos del paisaje después de la batalla. Batalla ganada por la estulticia, bien sure. Más tarantinitos entre la basura. ¡Por Dios, quienes son esos padres que compran a sus hijos esos uniformes! Estos hijos que son los nietos de aquellos sesentaicheros que pensábamos que habíamos roto un montón de tabús. ¡Y un jamón con tres chorreras! Hay cosas que no cambian así pasen eras geológicas. La impericia de la juventud es una de ellas. Sólo cuatro escogidos se salvan. ¡Qué envidia! Aunque nunca se sabe qué es lo mejor a la larga.
sábado, 2 de enero de 2016
D´altra banda
D´altra banda, un profesor de una universidad catalana hace hoy en el periódico global, antiguo independiente de la mañana, un estudio semiológico impecable que deja visto para sentencia las cualidades de provinciano y cosmopolita. Eres lo que eres según lo que haces y ya no valen los camuflajes. Nos quita la máscara a todos y en adelante pareceremos lo que somos.
Esa es la cuestión, que cada cual sepa por fin lo que es: ¿payo o gitano?, ¿cosmopolita o provinciano?
Lo que sí les puedo decir es que en mis ya largas andanzas por la vida he conocido a gitanos mucho más payos que los más payos de los payos. Y por contra estoy fartuco de tratar a gente que se cree paya y son mucho más gitanos que los gitanos más gitanos. Para que nos entendamos, decir payo y gitano parece muy peyorativo, pero, sin embargo, a mi nada modesto juicio, son palabras que expresan a la perfección dos condiciones humanas perfectamente contrapuestas: la del que lucha con todas sus fuerzas para constituirse como individuo y la del que se siente a sus anchas en ese permanente baile de los vampiros que es la vida en la tribu.
Individuo o tribu, no se equivoquen y me vengan con que no tienen por qué ser tan contrapuestas. Pues sí, lo son, amigo, y no saben hasta qué punto. Hacerse individuo, o sea, tratar de aprender matemáticas, no es posible tocando palmas todas las noches alrededor del fuego. Es como pretender escalar el Everest entrenándose en los Sanfermines.
En fin, allá cada cual con su deambular por la vida, pero que nadie se crea que va a dar el pego por mucho tiempo. Cada cual es lo que es y como dijo Noséquién, por sus quejas, o no quejas, les conoceréis.
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