viernes, 31 de mayo de 2013

L´Elixir d´amore



A mí con esto de las monarquías me pasa exactamente igual que con lo de las religiones, es decir, que ni por asomo creo una sola palabra de toda la teoría en la que se sustentan, lo cual no es óbice para que considere que son sumamente útiles para encarrilar las pulsiones desordenadas del pueblo llano y desinformado. Pues bien, es con las monarquías con las quiero detenerme hoy a propósito de un par de noticias sobre ellas de las que me acabo de enterar. 

Por un lado no hay hoy cabecera que no resalte el abucheo a los Príncipes Felipe y Leticia a su entrada, y luego en su interior, del Teatro Liceo a donde habían sido invitados por los ricos de Barcelona para asistir a la representación de "L´Elixir d´amore". El príncipe, como es natural ha recibido el abucheo con la correspondiente sonrisa. A la Princesa, sin embargo, se le ha podido captar algún gesto de una cierta adustez. Es lo que tiene el haber sido o no sido educado para el cargo. Eso es muy importante porque un símbolo no se levanta de la noche a la mañana. 

Así es que los Príncipes como símbolo de la unidad de España en el futuro donde los haya se han tenido que tragar lo del  "L´Elisir d´amore", precisamente, en el Teatro del Liceo, símbolo a su vez donde los haya del poderío de la burguesía catalana que, por cierto, no quiere ni oír hablar de independencias, pero sabe que al populacho no se le puede ir por lo directo porque se subleva y entonces recurre al juego de los símbolos que es algo así como meterla con vaselina. Así, para cuando el pueblo se quiere dar cuenta de qué iba realmente la cosa ya la tiene dentro y no puede hacer nada para sacarla porque se lo impide el gusto que le está dando.  

Bien, eso por un lado. Por el otro, la monarquía británica, en mi opinión la que mejor sabe montárselo y con mucha diferencia. Para empezar, es multimillonaria. Ningún poder terrenal que yo sepa es verdadero poder si no está respaldado por un talonario prácticamente inagotable. Otra cosa es que lo uses, pero es fundamental que la gente lo sepa. Luego saben  practicar como nadie ese juego cercanía-lejanía, muy al estilo de los dioses del Olimpo. Ellos están allí arriba ajenos a las pequeñas cosas de los mortales, pero de vez en cuando bajan a darse una vuelta mostrándose más humanos que los humanos en lo que a las pasiones hace. Así es como vimos al Principe Harry matando talibanes en Afganistan con la misma alegría con la que fulmina muñequitos en los videojuegos. Por no hablar de sus hazañas báquicas con novias venusianas. Sabe jugar a Marte a la perfeción. En ambos campos de batalla: el de la guerra y el del amor. No es extraño que los mortales no puedan dejar de hablar de él con admiración. Príncipe Harry por aquí, Principe Harry por allá, todos quisieran ser como él. 

En fin, ya está bien de rollo. Sólo añadir que lo que no me parece muy del guión de un dios, aunque sea tan soso como nuestro Felipe, es bajar a la tierra para trajinarse a una atenéica. Paris, por definición, sólo se arriesga y arruina su reino por Helena. O sea, una venusiana que es en definitiva la que siempre se queda con las manzanas de oro. Así es que no me puede extrañar nada que nuestra atenéica Leticia ponga gesto adusto cuando le abuchean porque, claro, sin las manzanas en su poder no puede estar una princesa para muchas contemplaciones. 

jueves, 30 de mayo de 2013

La "célula"



En cierta época de mi vida, siendo todavía bastante joven, tuve la provechosísima oportunidad de poder observar de cerca a gente que se decía de ideología comunista. Se dio la desagradable circunstancia de tener alojada en el departamento en el que trabajaba a lo que se denominaba por entonces una "célula", clandestina por supuesto, pero más conocida que el Tato. Visto desde la distancia puedo asegurar ahora que si alguna vez tuvo vigencia la expresión "lobos con piel de cordero" esa fue para aplicársela a esa gente. Como individuos eran encantadores y, algunos, incluso daban la impresión de inteligentes, pero cuando retomaban el papel de miembros de la "célula" su alma putrefacta se les salía por la cara y puedo asegurarles que daban miedo. Eran el espíritu sectario en estado puro y estoy seguro de que si hubiesen tenido el poder para ello hubiesen quitado de enmedio a todos los que estorbaban sus excelsos designios. De hecho, en la medida de sus posibilidades, no hacían otra cosa. Ejercían, en efecto, como agencia de publicidad dedicada a ensalzar a quién les podía favorecer y a matar civilmente a quien creían que podía entorpecer sus propósitos. En dos palabras: eran repugnantes... lo cual, si bien se mira, tuvo su lado favorable, por lo menos en mi caso, porque el haberles tenido tan cerca fue, quizá, lo que más me espoleó para salir pitando de allí, una de las pocas cosas de entre las muchas que he hecho en la vida de las que estoy plenamente satisfecho. 

El espíritu sectario, ¿qué es el espíritu sectario en definitiva? Se lo diré, no es otra cosa que odio. Odio hacia todo lo vive y crece con normalidad aceptando las reglas del juego. Las reglas del juego que impone la naturaleza, la humana y todas las demás, y que tan bien se comprenden, por darles una pista, cuando se lee "la riqueza de las naciones" de Adam Smith. Esas reglas que no se pueden cambiar porque como el cauce desviado de una corriente siempre tienden a volver a su posición de origen. Pues bien, los sectarios odian esas reglas porque, seguramente, como individuos se sienten impotentes para sobrevivir respetándolas. Y por eso quieren cambiarlas y, como no pueden hacerlo solos, no les queda más remedio que juntarse con los que están en sus mismas circunstancias para empujar todos a una. Y en eso consiste el espíritu sectario, precisamente, en empujar todos a una y que se aparte el discrepante so pena de sucumbir. 

Me vienen al caletre estos recuerdos y estas reflexiones a propósito de una noticia que me ha llegado estos días. Por lo visto los comunistas españoles han firmado un documento en el que se muestran a favor del derecho que les asiste a los catalanes a escindirse de España. Una mamonada sin mayores consecuencias si quieren, pero ¿por qué creen que lo han hecho? Se lo diré, sólo por odio. El odio que les produce  ver que el invento España funciona más bien que mal y no por otra cosa que porque la inmensa mayoría de la población ignora y detesta toda la putrefacta ideología que ellos se empeñan en proclamar como infalible. Es el odio de los fracasados e impotentes. El odio de los ignorantes, en definitiva.  

miércoles, 29 de mayo de 2013

Como Guillermo Brown



Me envía Pedro aviso para que eche un vistazo al documento que acaba de hacerse público y que lleva por título "ELEMENTOS PARA UN DIAGNÓSTICO DEL SISTEMA CULTURAL DE LA CIUDAD DE SANTANDER". Su autor es Javier Díaz, un profesor de la Facultad de Sociología al que casualmente conocí cuando aquellos maravillosos años. Últimamente me lo he cruzado en la calle alguna vez e, instintivamente, los dos miramos para otro lado, no por nada si no porque ambos, creo, tiramos a tímidos. 

De todas formas, el que quiera saber sobre Javier Díaz no tiene más que leer las páginas, de la cinco a la nueve, del mentado documento que curiosamente dedica a pormenorizar su currículo. Digo que curiosamente porque es la primera vez en mi vida que veo que un diagnóstico va precedido por el relato de los méritos, muchos en este caso, del diagnosticador. Quizá, ahora que caigo, a tal curiosidad le venga como de molde aquel refrán que tanto le gustaba a mi padre, "prevención a destiempo, malicia arguye", ya que, se da el caso de que uno de los caballos de batalla de Javier Díaz, curiosamente otra vez, sea la denuncia de la endogamia provinciana, cosa de la que él, debido a los muchos méritos exhibidos, quedaría automáticamente excluido a pesar de ser de la provincia y no haber salido de ella, creo. 

Bien, podría decir dos o tres cosas más de Javier que no vienen en el currículo, pero, mejor, vayamos al diagnóstico. De entrada les diré que es un ladrillo que contiene cinco o seis mil nombres propios que al parecer no tienen otra justificación que la de confirmar en que consiste la cultura provinciana. Es algo así como "Jazz entre amigos" de Claudio Cifuentes, "Cifu" para los amigos, en Radio Clásica, diarrea de nombres y ni una sola palabra de música. ¿Cómo pudo hacerse "Cifu" con ese programa sin saber una palabra de música? Se lo diré: sabiendo nombres. Esa es la magia de la cultura provinciana, que te colocas muy bien sin saber nada. Pero, bueno, nada que ver con el diagnóstico de marras. 

Por lo demás confieso que no pude tirar muy adelante con la lectura del informe. Al final a duras penas me quedé con otra cosa que la cuestión del tráfico que, por cierto, dada la importancia que tiene, creo que trata demasiado de pasada. El tráfico en la ciudad, como me dice con mucho acierto Pedro, es una medida. Una medida del civismo, la cultura o como le quieran llamar, de la gente que habita la ciudad. Que todo el centro de la ciudad sea mitad garaje, mitad autopista, la verdad, dice muy poco a su favor. Y no parece que eso vaya a cambiar mucho con las fastuosas obras en marcha. El personal de por aquí todavía no ha caído en la cuenta de que lo de "bienaventurados los pobres" es un puro camelo. Y que de pobres es tener la nevera llena, y follar mucho, y, sobre todo, ir a todas partes en coche. En fin, comprendo que al pueblo llano le cueste caer en la cuenta, pero eso las autoridades ya debieran saberlo. 

Por lo demás, a qué andarse con remilgos, lo que quieren las instituciones que encargaron el informe no es otra cosa que saber que es lo que se podría hacer para que vengan más turistas a la ciudad. No hay otra. Pues bien, para saber eso mejor echar mano de personas de mundo como yo que no de ilustres académicos. Así que se lo diré en cuatro palabras: ¿quieren turistas? Olvídense de la cultura que aquí no hay nada que rascar al respecto y dedíquense al sexo, las drogas y el rock-and-roll. Ustedes creen que con los burdeles de la calle San Pedro se puede llegar a algún lado. Y qué decir de la restauración. Salgan por ahí y vean, hombres de Dios. Aquí, cara, monótona y pétant plus haut que le cul. Y, luego, por no hablar de la sosería del personal, porque ¿es que hay en todo Santander algo parecido a una Carmen de Mairena para amenizar despedidas de soltero? Porque eso sí que es un filón, las despedidas d soltero. Y de soltera. Y, a mes a mes (se lo digo en catalán porque Barcelona es el modelo), el tiempecito que aquí tenemos. Hay que buscar soluciones indoors. Baños termales y cosas de esas con masajes incluidos. En fin, luego, para no desincentivar a la clientela hay que ser muy tolerante hacia ciertas prácticas de índole fisiológica a las que tienden las personas desinhibidas por el exceso de consumo. Si los turistas cagan y mean por las calles, pues se recoge y punto en boca. Otros lo hacen y no se les caen los anillos y bien que les va.

Total, que todo está inventado y sólo hace falta el coraje para ponerse a competir. Lo demás, palabrería provinciana. Y no se lo tomen a mal que yo sólo quería ayudar. Como Guillermo Brown.   

lunes, 27 de mayo de 2013

El tocomocho



De vez en cuando se producen noticias interesantes. Una vez les conté lo contento que me había puesto el que unos guardias municipales le hubiesen roto la cara a una señora que se negaba a recoger los excrementos de su perro. Ella negaba que fuesen de su chucho, pero no coló. Por cierto, recogerá Aznar con su propia mano las caquitas, o mejor cacotas, de sus perros. Me gustaría saber al respecto. Pero bueno, a lo que iba es a los hechos interesantes, lamentables o no, que ese es otro cantar, que muy de vez en cuando ocupan la cabecera de los informativos. Y hoy hay uno. Se trata de un payo, curiosamente policía municipal, que le ha asestado unas puñaladas al empleado de banca que le vendió la moto de las que se ha dado en conocer como "preferentes".

 Las "preferentes". No es el "tocomocho", pero casi. Usted, como es un buen cliente (ya saben lo que sube el ego que a uno le digan que es un buen cliente, sobre todo si se lo dicen en la sucursal bancaria), le vamos a ofrecer un producto con una rentabilidad tres veces superior a lo que ofrece el mercado. Sólo para los buenos clientes, es decir, unos pocos. El club de los elegidos. ¿Quién se va a resistir a una tentación que te pone en la cresta de la ola de listura? Bueno, como en todos los timos. No existirían si, de salida, el timado no se creyese más listo que el timador. No tiene mucho más secreto la cuestión. 

Pero lo curioso para mi de este caso es la figura del apuñalado, el, digamos, timador por delegación. ¿Es creíble que esos amables, mientras eres buen cliente, empleados de banca no supiesen al ofrecer las preferentes que estaban dando gato por liebre? Por aquellos últimos años del boom, cuando se vendieron las preferentes, cualquier interesado en las cosas de la economía sabía  que los bancos estaban pillados. Y no había día en el que los medios especializados no advirtiesen de lo peligroso que era adquirir productos bancarios de alta rentabilidad. Yo, francamente, creo que los empleados que vendían las preferentes, salvo los muy tontos, sabían lo que estaban haciendo, es decir, cumpliendo ordenes de arriba a sabiendas de que eran injustas. O sea, lo mismo que hacen los sicarios de los capos o los pretorianos de los dictadores. La justificación injustificable de todos ellos: muchos pequeños males a cambio de un posible gran bien. 

Vamos a ver, yo no es que me alegre, como en el caso de la señora que rompieron la cara por lo de la caca del perro, de que hayan apuñalado al empleado de banca. Al fin y al cabo el apuñalador es un cretino incapaz de reconocer que su codicia le llevó a meter la pata y lo único que le pasa ahora es que está pagando tributo a su mala cabeza. Pero sí me parece interesante que los "mandaos" empiecen a tener miedo. Sí no hubiese mandaos no habría preferentes, de la misma manera que sin sicarios no habría capos ni dictadores sin pretorianos. 

Mandaos, sicarios, pretorianos, perrunos de todas las clases y todos los oficios... andan por todos los lados, generalmente camuflados de hermanitas de la caridad. Convendría desenmascararlos y no digo apuñalarlos, pero sí unos cuantos coups de pied dans le derriére... por decirlo educadamente.  

viernes, 24 de mayo de 2013

El sedentario accidental



A mí me gustaría tener esa capacidad que tiene el común de los mortales de enterarse de un montón de cosas interesantes cuando pasa cuatro o cuarenta días a miles de kilómetros de su casa. Pero los dioses no han querido concederme ese don y por eso las pocas veces que lo intente sufrí la descorazonadora frustración de comprobar que después de tanto esfuerzo traía en la bandolera exactamente los mismos tópicos que me había llevado para allá. Ya digo, descorazonador, porque, ahora, cuando ya viejo y derrotado, me sería de mucho servicio poder echar mano de ese don para aliviar los desvelos de la autoestima. 

Desde luego que no es cuestión baladí, porque, entre otras cosas, les puedo asegurar que esta carencia suele traer aparejados no pocos sinsabores en todo lo que a actividad social se refiere. Porque no hay reunión en el mundo de clase media, e incluso de más baja, que se precie de un cierto glamour, en la que por fas o por nefas no se acabe haciendo con el núcleo del interés colectivo la cuestión turística. Si uno la tiene larga, a la anécdota viajera me refiero, el otro tres veces y media más. Y así es que, los que padecemos esta carencia damos en sentirnos muchas veces, no digo ya como pulpos en garajes sino como mismísimos apestados. Y si alguna vez, por distracción, o porque aunque poco quieres ser algo, se te ocurre opinar algo sobre alguna cosa que has visto en un reportaje televisivo a propósito de un país cualquiera, prepárate para la andanada porque, a buen seguro, todos los concurrentes a la reunión habrán estado en el país mentado, ¿en cuál no?, y pueden hablar de primera mano, y lo que tu has visto en la tele, il va de soi, es una burda manipulación. 

Es complicado, ya digo, ser renuente al consumo turístico. Una patología amarga, sin duda, que los amigos toleran de mala gana. Yo, la verdad, quisiera curarme, pero hasta el presente nunca he encontrado remedio que sea mejor que la enfermedad. Los efectos secundarios de cualquier intento han sido siempre devastadores, sobre todo para el cerebro. La sensación de estar haciendo el canelo me sumía en la más profunda de las depresiones. En fin, quizá con la edad se me vayan amortiguando los síntomas y pueda hacer mis pinitos aunque sólo sea en un desesperado intento de integración social. 

No me lo toméis a mal.

miércoles, 22 de mayo de 2013

El Musculitos



Hace unos días me pasó Isi un libro escrito por un tal Cipolla en el que con más o menos gracia se tarda muchas páginas en demostrar lo que cualquiera con unas mínimas dotes de observación conoce desde la primera juventud, a saber, que desde un punto de vista social son inmensamente más perniciosos los estúpidos que los malvados. ¿Por qué? Pues porque un malvado nunca te hará daño si no es porque piensa obtener un beneficio directo, pero el daño que te infringe el estúpido es ilimitado porque es proporcional a sus ansias infinitas de hacer el bien. Bueno, esto último no sé si lo dice Cipolla, del que me cansé muy pronto, pero lo digo yo. 

El estúpido, como, por definición, carece de conciencia de sí, ignora que sus acciones no están en absoluto motivadas por el deseo de hacer el bien sino por las ansias infinitas de sacarse la espina de la frustración convirtiéndose en el rey del mambo. En definitiva, el estúpido es aquel que contraviene las dos leyes fundamentales de nuestra civilización: no dedica ni un segundo a conocerse a si mismo -para qué si está convencido de que ya se conoce- y, por tal, todo lo hace en demasía.

Se me vienen al caletre estas reflexiones porque esta misma mañana al repasar la información digital he podido constatar que todos los medios abren boca con la espeluznante noticia de que Aznar amaga con volver. Y no porque sí, sino por su conciencia, por el partido y por la nación. Vamos, que no le dolerán prendas por volver a sacrificarse. 

La última noticia que he tenido de este payo no ha hecho sino confirmar lo que ya hace mucho pensaba de él. Por lo visto un municipal le ha puesto una multa por llevar un par de perrazos sueltos por la playa de Marbella. Sin comentarios. Luego, hoy, también informan, no sé con qué pruebas, que unos corruptos procesados pagaron la iluminación de la boda de su hija. Lo cual, ya, es para preocupar, pero sí además añadimos que el montante de la operación fueron 37000 €, eso, ya, para dejar ciegos a todos los que asistieron al evento. ¡Qué horterada!

Sostenía en cierta ocasión el gran Ferlosio que para tener éxito como locutor de radio tenías que ser un perfecto ignorante, y ponía el ejemplo de Luis del Olmo. Sólo un ignorante puede sintonizar con los ignorantes que, a que engañarse, son la inmensa mayoría de los ciudadanos, argumentaba. Pues bien, ignorancia y estupidez, primas hermanas si no hermanas gemelas. 

Yo no sé si Aznar es ignorante o estúpido o las dos cosas a la vez, pero las personas que he conocido que le admiraban puedo asegurar que por lo general gozaban de ambas dos cualidades que no por perniciosas para el común dejan de ser sumamente gratificantes para su portador. Ya lo dije una vez y en ello me confirmo, si Aznar hubiese sido la mitad, solo la mitad, de imbécil de lo que fue, Felipe González no hubiese ganado las últimas elecciones que ganó ni de coña. La gente sencilla y prudente tenía por entonces unas ganas de cambio que no podía más, pero a la vista de las baladronadas de Aznar se cagó por la pata abajo y prefirió lo malo conocido. 

Y luego, cuando Aznar ganó la siguiente legislatura, fue Gautepeor. La solución que dio para corregir los desmanes socialistas fue precisamente meternos de hoz y coz en los espantosos desmanes de los que hoy nos está tratando de sacar Rajoy, troika mediante. Porque todo esto a buen seguro que las legislaturas de Zapatero contribuyeron a agravarlo, pero para cuando él llegó los caballos ya iban desbocados camino del sol... sí, Faetón sin duda había sido Aznar y eso no tiene vuelta de hoja.

Y eso por no hablar de otras mil mamonadas que me sé que hizo el susodicho... y espero que su amago de volver no sea más que otra de sus baladronadas de acomplejado porque como se llegase a cumplir... exilio o suicidio, no habrá otra.    

lunes, 20 de mayo de 2013

Catequesis



El periódico El País en su incesante campaña a favor de la degradación intelectual del pueblo llano arremete ahora contra la nueva ley de educación que el actual gobierno de la nación se propone sacar adelante. En concreto, apunta hoy en un editorial que es una "iniciativa legislativa al servicio de la Iglesia católica y de sectores radicalizados de la derecha". Pues bien, a mí, como cualquiera puede suponer ni se me ha ocurrido leer el texto de la nueva ley ni se me va a ocurrir en el futuro, y, en cuanto a la iglesia católica y sectores radicalizados de la derecha no creo albergar, no digo ya cualquier tipo de adhesión sino ni siquiera la menor simpatía. Pero todo eso no quita para que, por lo que he podido colegir a través de los comentarios de unos y otros, me parezca que la ley tiene aspectos que a cualquiera que no quiera que los pobres sigan siendo pobres y los ignorantes, ignorantes, le tienen que parecer positivos o, al menos, darles el beneficio de la duda. 

De los tres aspectos de la ley que más han trascendido a la opinión pública, dos de ellos, las sucesivas evaluaciones y el desarrollo de la formación profesional, no creo que merezcan comentario porque hasta el más tonto de la clase tiene que estar de acuerdo con ello so pena de llevarse un coscorrón. Pero es el otro aspecto, la religión, el que como siempre que sale a la luz levanta ampollas entre los que son más creyentes que el Papa, pero a la inversa. Merece la pena, creo, echar un vistazo a ésta crujiente paradoja. 

La religión, su omnipresencia desde que el ser humano adquiere conciencia de sí, sus diferentes formas de decir siempre lo mismo, su papel primordial en el ordenamiento de las convivencias para bien y para mal, hay que ser muy cenutrio para negar todas esa obviedades. Por no hablar, claro, de todo el arsenal de referencias simbólicas que de las religiones se derivan y sin cuyo conocimiento difícilmente se puede entender de qué estamos hablando cuando se habla de cualquier cosa un poco más allá del simple tengo hambre, dame pan.

Por eso me parecen unos perfectos cretinos esos padres que se oponen a que sus hijos vayan a clase de religión. Por muy malos que sean los profesores que imparten la disciplina, los niños que a ella acuden, luego, de mayores, podrán entender un poco más cuando van al museo del Prado o escuchan la opera Nabuco. Esos padres, sin duda, padecen la tara patogneumónica de los doctrinarios, es decir, creer que lo suyo es razón y lo de los otros doctrina. 

En fin, para qué seguir. El cretinismo imperante se reparte por barrios y, como decía el otro, en el mío a calderadas. Como si la cuestión no fuese el exigir que los profesores estén bien preparados, enseñen lo que enseñen

domingo, 19 de mayo de 2013

Teardrops



Me acabo de enterar de que ayer tuvo lugar en la ciudad de Malmö el Festival de Eurovisión. Parece ser que ganó la representante de Dinamarca, una chica monísima de 19 años con una canción que llevaba por título Only teardrops, algo así, supongo, como "Sólo lagrimones", o sea, males de amor de adolescente que es de las pocas cosas que siguen conservando el tirón sentimental. 

Recuerdo haber recalado una vez en Malmö, ya va para el medio siglo. Llegué en un ferry procedente de Tilbury, la ciudad portuaria en el estuario del Támesis que se hizo famosa por haber sido allí donde el Dr. Jonhson le dijo a Boswel que no utilizase grandes palabras para referirse a cosas pequeñas.  Bueno, esa es otra historia que no viene ahora a cuento. Pero recuerdo aquel viaje, y la enorme exclusa por la que salimos al estuario. Lo demás, muy borroso. De Malmö, apenas el nombre. 

En definitiva, que ganó la representante de Dinamarca y no me extraña porque la gente de ese pequeño país no deja de sorprender al mundo con sus dotes para la creación. En cine y televisión, arrasan. Series como Borgen o películas como el Anticristo, deberían ser, a mi juicio, de obligado visionado antes de obtener el pase a la enseñanza superior. Arte puro, es decir, exento de las mandangas a que nos tiene acostumbrado el salido de las excepciones culturales... con la francesa a la cabeza, conviene señalar. 

Y, hablando de la excepción francesa con toda su parafernalia propagandística, es curioso que su representante en el festival de marras cantase en inglés. Porque uno, que está al tanto de estas cosas, puede asegurar que las televisiones públicas francesas emplean casi más horas en demonizar la invasión anglófona que las catalanas la españolófona... lo que ya es decir. 

La ganadora, la francesa, la alemana, la rusa, y sabe Dios cuantas más, cantaron en inglés en esa amable confrontación entre naciones. La representación española cantó en español y quedó la segunda por la cola en justo premio a su catetismo. Es lo que tiene el mundo actual que, si te alejas de las propagandas oficiales, la gente del común cada vez es más cosmopolita y lo único que quiere es poder entenderse con cuantos más mejor porque esa es la manera de hacer más y mejores negocios. Y si oyen cantar, no se conforman con la música, quieren entender también la letra no vaya a ser que les estén dando gato por liebre. 

Así van las cosas de este mundo, pese a quien pese, que desde luego no es a mí.  

sábado, 18 de mayo de 2013

Ese tren que se alejó



Después de un invierno-primavera como el que estamos disfrutando en Cantabria es Región a cualquiera con dos dedos de frente le parecerá de lo más normal que a más de uno, entre los que me incluyo, no se les vaya de la cabeza la idea de salir pitando a instalarse en ámbitos, cuanto menos, más secos. Porque a nadie se le escapará que si para los que tienen ocupaciones ineludibles el clima es factor a tener en cuenta, para los que estamos aquí como quien dice de más el clima es la madre de todas las alegrías y, también, de todas las depresiones, cual es el caso que nos ocupa. 

Yo he nacido en un valle de esta región "infinita" y la verdad  es que mientras la necesidad no me llevó allende las montañas me parecía que difícilmente podría haber lugar en el mundo de geografía más afortunada. Recuerdo todavía los comentarios que hacíamos entre compañeros el día que nos dirigíamos en tren hacia Valladolid para examinarnos de Preuniversitario. Era principios de julio, hacía un calor como nunca habíamos conocido, el tren apenas avanzaba, la carbonilla se nos metía en los ojos y estábamos a punto de someternos al juicio de un tribunal de catedráticos de universidad. En las más de diez horas que duró el viaje dio para muchos chistes despectivos acerca de las doradas llanuras de Tierra de Campos. Así, supongo, tratábamos de distraer el disconfort, el tedio y, sobre todo, la preocupación que nos atenazaba el alma, porque sabíamos que no era fácil obtener un veredicto favorable. De hecho, en mi grupo de amigos más íntimos nos suspendieron a casi todos, lo que, a la postre, se tradujo en tener que pasar el verano lejos de nuestras verdes praderas. 

Pues sí, aquel verano en Valladolid fue mi primer contacto con otras voces, profesores de verdad, y otros ámbitos, el secarral. Lo recuerdo como si fuera ayer. No fue mala experiencia. En septiembre pase la prueba con desahogo.  En octubre volví a Valladolid a iniciar mis estudios universitarios. Aquello fue el comienzo de mi inquieto deambular por el mundo. Y no he necesitado recorrer muchos kilómetros ni, ni siquiera, cruzar océanos para conocer, por haberlas vivido, geografías muy diversas. Y les voy a hacer una confesión que a algunos les costará creer: en todas las partes en las que me demoré conocí a personas, Revillucas, por así decirlo, que estaban sumamente orgullosas de vivir en donde habían nacido, no por nada sino por considerar que su tierra era la más prometida del mundo. 

Yo, ya lo he dicho muchas veces, lo del orgullo por algo que te ha sido dado lo considero cosa de perfectos idiotas. Être fier, to be proud, sentirse orgulloso, ¿de qué?, ¿de haber salido por el agujero en un lugar en vez de otro? Ya digo, cosa de idiotas. En todos los lados cuecen habas y con eso hay que vivir. Eso forma parte del aprendizaje de la vida. Y también que en cualquier sitio se puede estar bien y se puede estar mal. Hay muchos factores que influyen en ese sentido, empezando por los personales. 

Desocupado, viejo, lluvia que no cesa, cuestas por todas las partes, horizontes cercanos, provincia, por un lado... por el otro... no sé, habrá que hacer balance. 

viernes, 17 de mayo de 2013

Plus haut que son cul



Decía La Brùyere que "la prevención del país, unida al orgullo de la nación, nos hace olvidar que la razón es cosa de todos los climas y que se piensa como es debido en todas las partes donde hay hombres". Bueno, también decía que si los méritos de Filemón eran sus vestidos, que le trajesen sus vestidos y se quedasen con Filemón, pero esto es otra historia. 

El orgullo de la nación. Curiosamente, hoy viene un artículo de opinión en El País que asegura que el orgullo de la nación sólo sirve para agravar todos los problemas. Hacía mucho que no estaba tan de acuerdo con lo que dice ese periódico y lamento que no se aplique más el cuento cuando trata de los conocidos como nacionalismos periféricos. Claro que si es verdad lo que dicen sobre su dependencia financiera de los Pujol de toda la vida, huelgan comentarios.

Bueno, que La Brùyere fuese francés no quiere decir que Monsieur Hollande haya aprendido la lección. Me baso para tal afirmación en haberle visto y escuchado hace un par de días cuando, desde una tribuna levantada a tal efecto, defendía con retórica de juego floral provinciano -perdón por el pleonasmo- lo que se ha dado en denominar "excepción cultural francesa". Pour le bonheur des gens, sostenía.
Por lo visto, Monsieur Hollande piensa que la gente es mucho más feliz cuando se le dan todos los medios para que se cueza en su propia salsa. Algo así como: nobleza baturra, obliga. Bien, en el caso francés es cuestión de pasarse miles de horas alrededor de una mesa hablando de los picores de la entrepierna. Eso les hace felices porque es su excepción cultural. 

En resumidas cuentas que lo que hay sobre el tapete es un tratado de libre comercio entre Europa y los EEUU y, eso, a M. Hollande no parece gustarle lo que se dice nada porque tal tratado llevaría implícita la reciprocidad a la hora de las subvenciones, por ejemplo las de la industria cinematográfica. En el fondo, el hombre es sincero, nos está diciendo que si con las cuantiosas subvenciones que recibe el cine francés se las ve y se las desea frente al americano, que sería de él sin subvenciones. Vamos que él no cree que con el ingenio de los suyos se pueda competir a pelo. Un verdarero ejercicio de humildad que como alguien dijo es escudo de la hipocresía como la modestia lo es de la incompetencia... aunque, bien es verdad que lo de la modestia tiene poco que ver con un pueblo que inventó la expresión: peter plus haut que son cul. 

En fin, que entre unas cosas y otras no tenemos tratado de libre comercio con los yankys, lo cual nos está fastidiando a los que teníamos muchas esperanzas puestas en ese cartucho para hacer subir la bolsa que, en definitiva es lo que solucionaría todos los problemas, a qué engañarse. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Las bellas fases



Me envía Pedro misiva con la siguiente frase de Ciorán: "Pensar es dejar de venerar, es revelarse contra el misterio y proclamar su quiebra". 

Bueno, sí, suena bonito, qué duda cabe. De hecho, todos solemos practicar ese deporte con fruición. El solo inconveniente que le veo yo es que la casi totalidad del pensar que dedicamos a lo que se venera es para lo que veneran los otros. Lo que venero yo, ni me lo toques. 

Así es y es evidente que no nos solemos equivocar, porque no hay que ser un lince para darse cuenta de que la mayoría de las cosas veneradas por los demás son, por así decirlo, como todas esas medicinas que se suelen recetar que, en el mejor de los casos, no sirven para nada y, las más de las veces, suelen producir unos efectos secundarios del todo indeseables. Sí, se veneran cosas, actividades, que cualquiera que las contemple desde la distancia no tarda en concluir que son verdaderas majaderías, pero, ¡ay!, no perdamos de vista que sus devotos están enganchados a esa medicina que, por su efecto psicológico, o lo que sea, les ayuda a estabilizar su vida por más que se la esté degradando. Es, en definitiva, aquel "killing mi softly"  que tan seductoramente cantara Roberta Flack. A ver quién va a ser capaz de sustraerse a eso por más que desde afuera nos desgañitemos proclamando su trampa. La verdad, no sé si merecerá la pena molestarse. 

El quid de la cuestión, por tanto, como ya habrán intuido, es pararse a pensar en lo que venero yo. Hacer ese ejercicio de valentía puede resultar desgarrador. Porque vamos a ver, ¿acaso no son todas estas cosas que tengo y todas esas otras que hago, el producto de una meditada elección? Además, el entorno que comparto me confirma que estoy acertando plenamente. Sólo los idiotas o los resentidos podrían estar en desacuerdo. Así que, buena gana de ponerse ahora a cuestionar el misterio de la transustanciación de mis aficiones en autoestima. Con fuego no se juega so pena de quemarse. ¿Merecerá la pena?

Ardua cuestión. 

miércoles, 15 de mayo de 2013

Sólo para los muertos



A veces, cuando decimos que en lo esencial todo ha sido siempre igual, quizá nos estemos equivocando. Claro que aquellos cachondeos que montaba Tiberio en Capri, o Mesalina en Roma, eran para quitar el hipo, y eso por no hablar de los bunga-bunga partys de Gadafi o lo que dicen hacían los de la nomenklatura en sus muy privadas fiestas. También al libertador Mao Tse Tung, según cuentan malas lenguas, le gustaba tirarse a una virgen cada mañana para abrir el apetito de mando. En fin, para contar y no acabar, pero, siempre, con el poder absoluto como soporte del exceso. Ya se sabe, poder absoluto sinónimo de privacidad absoluta, y si algún esclavo se va de la lengua se le corta y se garantiza el secreto. 

Nada que ver, en definitiva, con lo que me cuentan se ha puesto de moda en Medellin entre los adolescentes de las clases medias. Las clases medias, ya saben, esas que siempre estuvieron ahí para ser las guardianas de las más puras esencias de la moralidad puritana. El asunto en cuestión es que esos adolescentes han cogido gusto a la costumbre de irse a las segundas viviendas de sus papás, cuando los papás no están, se sobreentiende, a practicar su juego preferido que es ni más ni menos que ponerse a bailar en corro mientras toman licor. Hasta aquí la cosa parece inocente, pero es el caso que entre el licor y el baile, y las hormonas caribeñas, claro, se excitan más de la cuenta y empiezan a penetrarse. Las reglas imponen que el que no aguanta y eyacula en vaso idóneo sale del corro y ya no juega más. Eso es todo, en principio. Inocente a más no poder. 

Las consecuencias, después. Por lo visto, las enfermedades de trasmisión sexual se han disparado en la región. Sífilis y tal. Por otro lado, los embarazos no deseados. No nos lo explicamos, dicen unos padres angustiados, nosotros creíamos que le habíamos dado una buena educación, estamos destrozados. Se comprende, los 14 años de la niña hacen suponer que serán los papis los que carguen con el marrón de la crianza. 

Bueno, a lo mejor todo esto no es más que la confirmación de aquella teoría que escuché un día a un intelectual nada menos que francés sobre la tan traída y llevada revolución de mayo del 68. Sostenía el tal que todo aquello no había sido otra cosa que la apropiación por parte de las clases medias de las costumbres de las clases altas, es decir, follar a tricapellejo, cambiar de pareja cuando apetece y poco más que no es poco. 

No sé qué pensar de todo esto, pero de una cosa sí que estoy casi seguro y por eso no me importaría apostar cien contra uno a que esta moda se va a extender entre todos los adolescentes del mundo. Solo hace falta que unos cuantos periódicos de los que se dicen serios den la voz de alarma y ya estará prendida la mecha. Lo demás, por añadidura.

En fin, que qué pena no haber nacido un poco más tarde. Medio siglo más y hubiese bastado. Porque es que eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, sólo para los muertos.    




lunes, 13 de mayo de 2013

Manual de la felicidad



Hay días en los que pensar en mi pasado me sume en la más profunda de las derrotas. Son tantas las tonterías que he hecho, tantos los trenes que he dejado pasar, tantas las cobardías inconfesables que, la verdad, si no fuese porque la razón me dicta que en eso consiste precisamente la vida de más o menos todas las personas ya haría tiempo que me hubiese pasaportado para el otro barrio. Así que aquí estoy, y estaré hasta que Dios quiera, soportando este avergonzamiento de mi mismo que tanto me esfuerzo en disimular con resultados que desconozco. Seguramente, habrá avezados, no sé si muchos o pocos, que me tienen bien calado y hacen como si nada supiesen cuando se topan conmigo. Es ley de vida, unos por otros y la casa sin barrer. 

Pues sí, esa es la cuestión y conviene confesarlo: me siento responsable como el que más de que las cosas estén como están, tan mal al decir de algunos, y por nada del mundo señalaría culpables que me superen en vaguería, vicio, inutilidad e, incluso, maldad. Así de sencillo. Y si a todo ello puedo sobrevivir no es por otra cosa sino porque me acojo al consuelo de los tontos, es decir, al tener algo más que la simple sospecha de que la inmensa mayoría de la gente con la que me codeo es más o menos como yo, eso sí, al margen de que sean o no capaces de reconocerse en lo que son que, eso, ya es harina de otro costal y motivo de no pocas y penosas controversias. 

Pero, ¡ay!, hay días en los que la bioquímica neuronal te juega malas pasadas y hace que te levantes con el ego por las nubes y pensando que en algo contribuiste a mejorar el mundo que te rodeaba allí donde estuvieras... y entonces, crecido como estás, te atreves a ir con un Manual de la Felicidad bajo el brazo a La Puerta del Sol o donde sea a pedir la cabeza del tirano. ¡Jo, lo que cuesta controlar!


domingo, 12 de mayo de 2013

Italia en el recuerdo



En casa de Alis y Silvia el tema de conversación es la historia. Pocas cosas me pueden resultar más agradables. Alis tiene una capacidad sorprendente para interconectar las antiguas civilizaciones a través de sus mitos. Su erudición es cualquier cosa menos baldía. Sin duda tiene una memoria prodigiosa, pero a eso le acompaña la intuición o imaginación o inteligencia para establecer relaciones y levantar hipótesis, lo cual hace que sea un placer escucharle. Además, para más regodeo, tiene tres guitarras en el salón. Probé un par de ellas y puedo asegurarles que estaban bien afinadas. 

Y hablando de historia antigua, como no puede ser de otra manera, se pasa por Oriente Medio, Grecia, las religiones, y se llega a Roma. Roma, Italia, los viajes. Siempre, en cualquiera de las reuniones que he estado a lo largo de mi ya larga vida se acaba hablando de viajes. Lo tengo comprobado, es cuando el ambiente empieza a decaer. Entonces es como aquella canción de Mecano que hablaba de Hawai, Bombay. La pura nostalgia de lo que fue un sueño. Cualquier cosa menos un viaje con su comercio y tal.  

Italia, siempre Italia, quién no se dio una vuelta por allí para confirmar tópicos. Yo, sorprendentemente, también. De los pocos sitios más allá de nuestras fronteras en los que he estado. Una semana o así con medio kilo de mariguana en la bandolera. Florencia: turistas estresados por las calles y australianos bebiendo en el camping. Venecia fue otra cosa. Conservo de aquel día el recuerdo de una de las sensaciones más turbadoras de mi vida. Si no supiese que segundas partes nunca fueron buenas hubiese vuelto muchas veces allí para repetir. Era de vuelta al camping después de un día tedioso. Dejabas el vaporeto justo a la puerta del parking, tomabas el ascensor y subías a la décima planta. Aunque pareciese increíble, allí estaba el 127. Montamos, arrancamos y buscamos la salida. Entonces empezó lo sorprendente, la bajada. Era un círculo perfecto que nunca se acababa. No hacía falta mover el volante y notabas como si te estuviesen centrifugando. Que toda la sangre se acumulaba en el lado del cuerpo más alejado del centro de aquel circulo infernal. Yo qué sé lo que duró aquello y la excitación que me produjo. Quise volver a subir para repetir la jugada pero no me dejaron. Luego lo de llegar al camping y todo lo demás ni pajolero recuerdo. ¡Jo!, pero mereció la pena.  

Desde luego que a muchos les podrá parecer una historia irrelevante, pero no para mí, vive dios, que me resulta de todo punto imposible intuir a que sea debido que se conserve tan nítido el recuerdo de una tontería semejante. 

viernes, 10 de mayo de 2013

Pecios



Ya me había dicho un cuñado que por aquel entonces tenía, unos cuantos años mayor que yo y bastante ilustrado por cierto, que "El País" era un periódico lamentable. Yo no lo veía así y pensaba que su pensamiento conservador le hacía equivocarse al respecto. Bien, hace ya bastantes años que empecé a pensar que quizá el que estaba equivocado era yo. Hoy día ya pienso sin ambages que "El País", efectivamente, es una verdadera porquería de periódico. La ambigüedad calculada con la que trata el asunto de los nacionalismos regionales me parece repugnante, lo mismo que su demagogia barata cuando trata el tema de los derechos sociales, por no hablar, ya, de su insistencia en la corrupción de la derechona que es que, entonces, da risa. 

Hoy, sin ir más lejos, abre su edición digital a bombo y platillo con los sobresueldos que el PP pagó a Aznar cuando fue elegido Presidente. Por supuesto la cifra la da en pesetas para que le puedan entender las porteras que seguramente es la clientela más fiel que le va quedando. En pesetas, claro, es fácil referirse a millones. ¡Con lo que eso asusta! Al final dice que fueron gastos de representación y no aclara si esos 16.000 € los cobraba cada mes o fue cosa de toda la legislatura. En definitiva, una noticia irrelevante a la que se pretende dar calado con el bombo y el platillo de la primera página. 16.000 €, madre mía, para el CEO de una gran corporación. Una verdadera ridiculez. Aunque, ahora que lo pienso, quizá los de "El País", cegados como deben de estar por el amor cósmico, no han caído en la cuenta de que un partido político como el PP es una gran corporación que paga a sus cuadros como le da la gana. 

No es que con todo esto quiera decir que los otros periódicos patrios sean mejores. Los hay incluso sedicentes. Sí, sedicentes digo y agradezco que así sea porque es un alivio conocer de antemano las intenciones de los que te quieren hacer mal. Luego, los hay entrañables, de los de para la gente bien de toda la vida, con una cierta calidad a pesar del toque retro y la inevitable previsibilidad. También, claro, no podía faltar el berlusconiano de turno, de los de "pel davant i pel darrera", o sea, para todos los gustos, es decir, para los desengañados. 

En fin, nada que no sepamos, pero es que lo que duele es sentirse defraudado por aquello en lo que un día confiaste. Cómo pudiste prestar tanta atención a una cosa tan necia, te recriminas. Bueno, ya se sabe que el defraudado tiende a exagerar cuando valora al presunto defraudador. De hecho, suelo hojear  "El País" lo mismo que cualquier otro y de vez en cuando pillo en él algún pecio valioso. En fin. 

Por cierto, hablando de pecios aquí les dejo uno que encontré en el Financial Times:

   
Smile if you’re European

By Simon Kuper
It’s all relative: why it’s not so bad to be European after all.
©Luis Grañena

Sometimes you really do need to smell the coffee. Arriving in Turin recently I made straight for the nearest bar and ordered a caffè macchiato. A charming woman served it up. I drank it standing at the counter. It was perfection. It cost €1. Then I had another. The bar was absolutely ordinary, with fading tablecloths and some pensioners doddering in the corner. Such a cheap moment of happiness, obtainable in its pure form only in Italy, gets you wondering: are things really so bad in Europe? Life here is better than you’d ever know from watching TV news.

Undeniably, many Europeans are suffering. Levels of unemployment are the highest since records began in France (3.2 million) and Spain (6 million). Bad European news mounts almost daily.
Europe is having a terrible time – except compared with probably every other continent and any time in history. Look at crisis-stricken Spain, for instance. The average Spaniard now lives to 82, seven years longer than in 1980. (Most countries where people can expect to reach 82 are European, says the World Health Organisation.) Today that average Spaniard’s income, despite years of crisis, is still nearly double what it was in 1980. And across Europe, daily life has tended to get gradually more pleasant. For instance, crime rates have kept falling in most western countries despite the crisis. British streets haven’t been this safe in more than 30 years, according to the UK’s Office of National Statistics.

It’s important to realise that most people’s lives aren’t affected by the latest twist in the eurozone crisis. A good new breast-cancer drug often does more for collective happiness than a good new prime minister. And those gains get shared out most fairly in Europe. That’s why seven of the 10 best-rating countries on the World Economic Forum’s gender gap index are European. So are six of the top 10 least corrupt in Transparency International’s corruption perception index. And when the CIA ranked 136 countries for income equality, the 17 most equal were all European. No wonder Spain and even Greece outrank Qatar on the United Nations’ human development index.

Most emerging economies lag decades behind us: Russian, Brazilian and Chinese average incomes are still below half those in Greece, according to the World Bank. Nonetheless, the relative rise of new countries engenders paranoia. The American pundit Thomas Friedman often says China and India are “eating our lunch”. But since the global economy isn’t a zero-sum game, it’s more accurate to say that the Chinese and Indians are making our lunch. The richer they get, the better they can afford our high-end engineering products, hotel rooms, luxury goods, universities, etc.

It’s also notable how well European democracies have held up under five years of crisis. In 1981, when shots were fired in Spain’s parliament, that average Spaniard still worried about a fascist coup. Today every western European country is a secure democracy. Contrary to predictions, Europe’s far right hasn’t risen en masse during the crisis, notes the London-based research and advisory group Counterpoint. Nor has western Europe experienced a big terrorist atrocity since 2005.

A decade ago, American pundits were predicting that anti-Semitism or vengeful Muslim immigrants or both would rip Europe apart. Indeed, in 2004, the American ambassador to the European Union, Rockwell Schnabel, said continental anti-Semitism was “getting to a point where it is as bad as it was in the 1930s”. That claim was always ludicrous, but its ludicrousness should now be plain even to Schnabel. In short: several dogs haven’t barked in Europe this crisis.

Crucially, too, the next round of wars shouldn’t involve Europeans. If Iran, North Korea or Taiwan blows up, we won’t be there. We just don’t have the gunboats any more. Last year Asian defence spending exceeded Europe’s probably for the first time since Europeans began conquering the world 500 years ago. Defence experts bewail our impotence. But on the bright side, governments with strong armies always overestimate their ability to manage a war smoothly, and get lured into horrible adventures. That won’t happen to us. Sure, the 400 million western Europeans – just 6 per cent of the global population – won’t rule the world again, but then we don’t particularly want to.

When even Serbia and Kosovo make peace, you know something remarkable is happening here. Perhaps the EU actually deserved its Nobel Peace Prize. And given our lack of natural resources, other countries will probably leave us in peace. Daniel Keohane, head of strategic affairs at Fride, the European think-tank on foreign policy, says: “No one would predict a war in Europe involving very large powers.” Europe, says Keohane, increasingly looks like “a very pleasant suburb of geopolitics”.

Our crisis won’t last for ever. Then it will be another continent’s turn to get caned by pundits for its stupid model. One day young Europeans will get jobs again, and we’ll just be a delightful backwater with excellent macchiato. I can think of several worse places to live.

simon.kuper@ft.com

jueves, 9 de mayo de 2013

Lo siento por las ovejas



Sin duda algo se mueve en la buena dirección. Ayer Rusia y EE.UU. dieron muestras de querer entenderse a propósito del conflicto que viene teniendo lugar en Siria. Por otra parte, la japonesa NHK dio la noticia de que el Banco de China ha roto lazos con el Banco de Comercio Exterior de Corea del Norte. Dicen las malas lenguas que era el Banco de China el que venía financiando la aventura nuclear norcoreana. Seguramente, ahora, Kim Jong-Un tenga que cambiar de peluquero, un verdadero drama. Además, saltando de continente, todo parece indicar que el delirio bolivariano en Sudamérica va a menos, lo mismo que, quizá, el peronismo. Si a eso le añadimos que para dentro de dos años está previsto que los EE.UU. sean autosuficientes en el estratégico plano energético y que, por contagio, multitud de países empezarán a extraer gas e hidrocarburos por métodos no convencionales, and last but not lest, por no alargarme, que el continente africano empieza a dar muestras de saberse gobernar. Bueno, ahora que caigo, tampoco sería honesto pasar por alto, por lo que nos toca, la dolorosa puesta a punto que estamos llevando a cabo en nuestra querida Europa. No era de recibo, que diría el sindicalista, lo mal que estábamos haciendo las cuentas. Como párvulos, por así decirlo. 

Son muchas cosas apuntando en la buena dirección, dado lo cual, no es extraño que los mercados tiren como motos. ¿Hasta cuándo? Dios dirá. Pero reconocerán conmigo que el mundo se merecía ya un respiro. Un cierto triunfo de la razón sobre los fanatismos o, más bien, sobre los resentimientos. Porque, qué motivos, si no es el resentimiento y el populismo, tienen Rusia y China para prestar ese apoyo suicida a los regímenes que oprimen de mala manera a los ciudadanos de Corea del Norte e Irán. Es como una rabieta infantil para fastidiar a los americanos. Eso no puede durar. Sale demasiado caro. 

Es que, además, aunque quisieran, ya no pueden. Lo decía ayer un chino en la mismísima televisión oficial china, que ya es imposible ocultar las cosas y hacer como si no hubiese pasado nada. Internet procura libertad de información allí donde los gobiernos tratan de limitarla. Lo mismo que en las tiranías árabes en donde las multitudes de jóvenes cuando se manifiestan ya no gritan Alá es grande sino Facebook. Y por Facebook quedan los jóvenes marroquíes para hacer en las playas los picnis del Ramadán. Y se ponen de alcohol y hachis hasta la coronilla a plena luz del día ante la mirada atónita de la autoridad competente. 

Es difícil prever en que va a terminar todo esto, pero me arriesgo a opinar que será en "Grecia" para todos. Es decir, libertad individual para los que la quieren y también para los que no la quieren porque ya no les van a quedar Persias donde ir a que les pastoreen.  

En fin, ya veremos, pero si yo fuese devoto del Sagrado Corazón iría corriendo a hacerme un lifting. Para despistar.    

miércoles, 8 de mayo de 2013

Fuente de Juvencia



Uno no sabe qué pensar de los Evangelios. Hay en ellos cosas muy lindas, claro, y otras que no hay forma de aclararse por mucho que se desgañite el párroco desde el púlpito tratando de explicarlas. Es complicado y, de ahí, que dé para mucho arrimar el ascua a la propia sardina, es decir, que es, ha sido, fuente inagotable de conflictos. Un buen ejemplo de a donde puede llevar tanta palabrería para despistar la encontramos en "Opus Nigrum" donde Marguerite Yourcenar novela los tragico-cómicos sucesos que tuvieron lugar en la ciudad alemana de Munster en el siglo XVI. 

Yo, devoto sin reservas de Gracián, sigo pensando que lo breve si bueno dos veces bueno. Y por ello me acojo a aquello de donde salió todo lo demás. A los orígenes y, luego, que cual haga de su capa un sayo. Es decir, a las inscripciones que dicen había en frontón del templo de Apolo en Delfos: "conocete a ti mismo" y "nada en demasía". Con esos dos pilares bien asentados no creo que pueda haber vida que se tambalee. 

Andaba esta mañana pensando en estas vulgaridades porque el otro día vi una cosa, en la tele, claro está, que me sorprendió no poco. Fue en el canal Rusia Today, un canal por lo general dedicado a ensalzar a Putin y denigrar a lo que se conoce como democracias occidentales. Y claro, para eso, suele echar  mucha mano de los voceros de las revoluciones bolivarianas que, esos, otra cosa no, pero verborrea criptocristianomarxista para dar y tomar. En fin, el caso es que el asunto de marras que les quería comentar nada que ver con el discurso acostumbrado. Era un programa sobre la conquista de La Florida por los españoles y, maravíllense, no les estaban denigrando. El historiador que largaba sobre el tema cantaba las excelencias de aquel choque de culturas y las enormes ganancias que obtuvieron sobre todo los conquistados. 

Ganancias que nada que ver con la cruz como tantas veces se ha sostenido. Las ganancias consistían en la llegada a aquellas tierras de Grecia y Roma. Eso es lo que habían llevado allí los españoles. Fueron en busca de la fuente de la eterna juventud y resulto ser que la llevaban en el bolsillo. 

Grecia y Roma. Casi na. Conócete a ti mismo, es decir, encárgate de tu propia vida. Nada en demasía, o sea, que de balde compra el que compra lo que ha de menester, por decir algo.  

domingo, 5 de mayo de 2013

El pentágono







Las fotos no tienen la calidad que desearía, qué le vamos a hacer, tengo un móvil anticuado que no da para más.  Para el caso es lo mismo. Se ve perfectamente lo que les quiero enseñar.

En Amanecer de Campos nos han tratado con la misma amabilidad de siempre. Aunque Carmen se pasó con la cena y apenas pude dormir. Por la mañana le comento sobre la revista que algún cliente dejó en recepción, una de esas que se llevan mucho ahora, de las de "take a walk on the slow side". Hay en ella un reportaje sobre Bahaus en Telaviv y unas viñetas exotérico-filosóficas entre las que destaca una con un perrazo tirándose a una señora por procedimiento conocido como dog style como no podía ser de otra manera. Se lo enseño y me dice que "sin comentarios". Seguro que piensa en la peregrina que tiene alojada que se hace acompañar por un perrazo como el del dibujo. En fin, cosas del camino de donde nada sale. Como en Las Vegas. 

Nos tiramos a la carretera. El aire puro de la mañana y esas cosas que se dicen. Avanzamos en dirección contraria a los peregrinos que parece van en procesión. Es un poco tostón porque todos saludan y uno considera apropiado corresponder. A partir de Frómista ya sólo nos topamos con los que van en bicicleta, todos más o menos de nuestra edad y poco numerosos. Cruzamos Boadilla del Camino en cuya placita está Maria' birthplace house. "Esa ventana de la derecha era mi habitación. Mira como le da el sol", me dice. 

Camino de Castrogeriz todo es limpio, rutilante y a la vez sereno. El verde de los trigales, el azul del cielo, la carretera 
que se se pierde en el horizonte infinito. El espíritu lo agradece. El largo pedalear por delante da para mucho pensar en nada. Al llegar a Castrillo de Matajudíos tuerces a la derecha y al poco llegas a Castrogeriz.

Castrogeriz está en la falda de un montículo muy apropiado para que en su cima haya un castillo. O un castro o lo que sea que se use para defenderse de los que vienen por la llanura con aviesas intenciones. Es un gran pueblo renacido al calor del Camino. Tiramos por lo que antaño fue Calle mayor y hoy de los Peregrinos. Las casas que no son albergues son segundas viviendas o están destartaladas. Gente en la calle no hay y eso que el día invita. Nos topamos con la iglesia, una gran fábrica sobre cuyo muro del oeste hay un rosetón adornado por una estrella de cinco puntas. Rápidamente pienso que me gustaría ver los dibujos que el sol del atardecer de otoño que se cuela por ese rosetón hace en el interior del templo. Es que eso del pentágono tiene mucha miga. Nada como él para explicarnos lo que es la proporción áurea. Quizá por eso los americanos escogieron esa figura para construir el cuartel general de sus fuerzas armadas. Sentido de la proporción obliga. 

Sentados al sol, tomamos un café y un pincho en la Plaza Mayor. Continuamos camino, Melgar de Fernamental, Osorno. Es la hora de comer. Recalamos en el restaurante Los Olmos. La espaciosidad del local, el mobiliario, la decoración y el cortinaje de las ventanas, así como la monstruosa orondosidad de la clientela hace pensar que estamos en un lugar cualquiera de la campiña centroeuropea. Sólo la tortura de la televisión emitiendo a toda pastilla las hazañas de Fernando Alonso por esos mundos de Dios da el toque decisivo que te cerciora de que no nos hemos movido de donde estábamos. 

Nos vamos a la estación a tomar el tren. No tarda en llegar. Vamos solos en el vagón. A que extrañarse que le vayan a suprimir. Son las cosas del progreso hacia atrás. La chusma ya se sabe, luego se lamentará.    

viernes, 3 de mayo de 2013

Por decencia



Ayer por la tarde fui con María a la biblioteca del barrio a dejar unas películas que habíamos tomado prestadas. Mientras ella hacía los trámites y se entretenía buscando nuevo material yo me dediqué a inspeccionar los tablones de anuncios que había por allí. Entre otras perlas encontré una del sindicato de profesores que rezaba así: "Enseñanza pública por decencia". Es decir que todos los padres que mandan a sus hijos a estudiar en la enseñanza privada, así como todos los profesores que en ella trabajan, son por definición unos indecentes para esos profesores del citado sindicato.  

Hoy por la mañana he estado intentando obtener por vía electrónica el impreso sobre mis ingresos que este año por razones que desconozco no me ha sido enviado por correo por la Seguridad Social. Lo necesito para hacer la declaración sobre la renta que ya se avecina. Bien, pues todos mis intentos han sido infructuosos. Puede que yo sea un inútil a tales efectos, pero en mi descargo puedo alegar que hace exactamente diez y seis  años que vengo realizando sin el menor contratiempo todas mis operaciones bancarias, que son infinitamente más importantes, por medio del internet. Así que, dada mi larga experiencia en el terreno internáutico, tengo derecho a sospechar que la oficina electrónica de la Seguridad Social es, hablando en plata, una puta mierda.  

Es curioso, pero extrapolando resultados puedo llegar a la conclusión de que yo sólo puedo entenderme con los indecentes. Porque los del banco, al ser una entidad privada,  en lógica sindical, tienen que ser unos redomados indecentes. Y por la misma lógica, los de la seguridad social, son decencia pura. 

En definitiva, que nada como la decencia, en su acepción sindical, para llevar a un país a la ruina. Y, por lo mismo, nada como la indecencia para sacarnos de ella. ¿Quién lo hubiese dicho? Claro que siempre hablando, repito, en lógica sindical. 



jueves, 2 de mayo de 2013

Los tibios.



Sí les digo que cada vez más me importa todo un rábano es muy posible que les esté diciendo la verdad. También creo estar en lo cierto cuando pienso que este pasotismo es algo natural cuando se llega a edades provectas en unas condiciones físicas y mentales medianamente aceptables. Porque es que el que en tales condiciones no ha caído en la cuenta todavía de la poca importancia que tienen la mayoría de las cosas tras las que corremos a lo largo de la vida es que, sencillamente, es un estulto sin remedio. Sin embargo...

El caso es que ayer veía una película de aquellas que se hacían en Hollywood recién acabada la última guerra mundial. Trataba ni más ni menos que del viejo tema de los tibios. Un gracioso hace un chiste de mal gusto sobre judíos y los que están alrededor, ciudadanos en apariencia  ejemplares, callan... luego otorgan. Tengan en cuenta que, para más inri, en aquel momento de la película de marras todavía impregnaba el aire el hedor de los seis millones de judíos que acababan de achicharrar. 

Sin embargo, como decía, hay asuntos en los que todavía no he aprendido a ser pasota y ese es el de los tibios so capa de tolerancia. ¿Qué majos son los vascos, verdad? Sí, pero a mí la mayoría de los que he conocido, como dice la biblia, me hacen vomitar. También los he conocido valientes, pero la mayoría me dan ganas de vomitar con sólo pensar en ellos. Por no hablar de muchos de los catalanes que dicen sentirse españoles cuando están entre españoles y catalanes cuando están entre catalanes. Y, claro, en los ambientes revueltos callan como putas. Les he sufrido lo indecible. 

Les he señalado dos casos de tibios que por notorios, por el daño que han hecho, no merecen ya muchos más comentarios. Pero qué me dicen de esa tibieza generalizada en multitud de ordenes de la vida que es la principal encargada de emponzoñarlo todo. Sobre todo la propia vida. 

La tibieza so capa de prudencia. La tibieza so capa de tolerancia. En realidad, siempre, la tibieza como expresión de cobardía. Y falta de luces sin duda. 

Decir lo que te parece justo. Hacer lo que te parece apropiado. Y caiga quien caiga. Esa es la cuestión. Lo demás, besar el culo a la propia pequeñez.