El estúpido, como, por definición, carece de conciencia de sí, ignora que sus acciones no están en absoluto motivadas por el deseo de hacer el bien sino por las ansias infinitas de sacarse la espina de la frustración convirtiéndose en el rey del mambo. En definitiva, el estúpido es aquel que contraviene las dos leyes fundamentales de nuestra civilización: no dedica ni un segundo a conocerse a si mismo -para qué si está convencido de que ya se conoce- y, por tal, todo lo hace en demasía.
Se me vienen al caletre estas reflexiones porque esta misma mañana al repasar la información digital he podido constatar que todos los medios abren boca con la espeluznante noticia de que Aznar amaga con volver. Y no porque sí, sino por su conciencia, por el partido y por la nación. Vamos, que no le dolerán prendas por volver a sacrificarse.
La última noticia que he tenido de este payo no ha hecho sino confirmar lo que ya hace mucho pensaba de él. Por lo visto un municipal le ha puesto una multa por llevar un par de perrazos sueltos por la playa de Marbella. Sin comentarios. Luego, hoy, también informan, no sé con qué pruebas, que unos corruptos procesados pagaron la iluminación de la boda de su hija. Lo cual, ya, es para preocupar, pero sí además añadimos que el montante de la operación fueron 37000 €, eso, ya, para dejar ciegos a todos los que asistieron al evento. ¡Qué horterada!
Sostenía en cierta ocasión el gran Ferlosio que para tener éxito como locutor de radio tenías que ser un perfecto ignorante, y ponía el ejemplo de Luis del Olmo. Sólo un ignorante puede sintonizar con los ignorantes que, a que engañarse, son la inmensa mayoría de los ciudadanos, argumentaba. Pues bien, ignorancia y estupidez, primas hermanas si no hermanas gemelas.
Yo no sé si Aznar es ignorante o estúpido o las dos cosas a la vez, pero las personas que he conocido que le admiraban puedo asegurar que por lo general gozaban de ambas dos cualidades que no por perniciosas para el común dejan de ser sumamente gratificantes para su portador. Ya lo dije una vez y en ello me confirmo, si Aznar hubiese sido la mitad, solo la mitad, de imbécil de lo que fue, Felipe González no hubiese ganado las últimas elecciones que ganó ni de coña. La gente sencilla y prudente tenía por entonces unas ganas de cambio que no podía más, pero a la vista de las baladronadas de Aznar se cagó por la pata abajo y prefirió lo malo conocido.
Y luego, cuando Aznar ganó la siguiente legislatura, fue Gautepeor. La solución que dio para corregir los desmanes socialistas fue precisamente meternos de hoz y coz en los espantosos desmanes de los que hoy nos está tratando de sacar Rajoy, troika mediante. Porque todo esto a buen seguro que las legislaturas de Zapatero contribuyeron a agravarlo, pero para cuando él llegó los caballos ya iban desbocados camino del sol... sí, Faetón sin duda había sido Aznar y eso no tiene vuelta de hoja.
Y eso por no hablar de otras mil mamonadas que me sé que hizo el susodicho... y espero que su amago de volver no sea más que otra de sus baladronadas de acomplejado porque como se llegase a cumplir... exilio o suicidio, no habrá otra.
Aznar se considera a sí mismo un ser providencial para mantener a España unida y devolverla a la época de los tercios de Flandes. Felipe lo despreciaba profundamente y nunca creyó que sería presidente del gobierno. Dice muy poco de él, de Felipe, el que un político como Aznar llegara tan alto, en efecto.
ResponderEliminarCon respecto a lo de los informadores y su categoría, ya sabes lo que pienso: Luis del Olmo por lo menos era un ignorante reconocido. Más peligrosos son los ignorantes bajo capa de sabios que en el fondo no saben nada de nada, pero que el común los tienen por ilustrados. Me refiero, por supuesto, a Jiménez Losantos. Un doctor en filología que de vez en cuando suelta afirmaciones alucinantes sobre la historia de la lengua española que demuestran sus tenues conocimientos en la materia, por ejemplo. Supongo que cuando habla de economía, historia o de teoría política soltará más despropósitos: sobre eso no tiene doctorados. De ciencia nunca dice nada: ahí por lo menos es honesto. En fin, el secreto está en hablar como lo hace el Papa cuando va de ex cathedra. Lo demás se da por añadidura.
Seguramente Felipe le despreciaba porque no le había visto en bañador. De haberle visto, el desprecio se hubiese trucado en envidia.
EliminarLo de Jimenez Losantos será más o menos como lo de Claudio Cifuentes, Cifu para los amigos, que no sé si continuará dando la matraca cada noche, pero la última vez que tuve noticia de él llevaba treinta y tantos años con un programa de jazz en Radio Clásica sin que para ello necesitase saber una palabra de música. Y a la gente le encantaba. Entre ignorantes andaba el juego.