viernes, 3 de mayo de 2013

Por decencia



Ayer por la tarde fui con María a la biblioteca del barrio a dejar unas películas que habíamos tomado prestadas. Mientras ella hacía los trámites y se entretenía buscando nuevo material yo me dediqué a inspeccionar los tablones de anuncios que había por allí. Entre otras perlas encontré una del sindicato de profesores que rezaba así: "Enseñanza pública por decencia". Es decir que todos los padres que mandan a sus hijos a estudiar en la enseñanza privada, así como todos los profesores que en ella trabajan, son por definición unos indecentes para esos profesores del citado sindicato.  

Hoy por la mañana he estado intentando obtener por vía electrónica el impreso sobre mis ingresos que este año por razones que desconozco no me ha sido enviado por correo por la Seguridad Social. Lo necesito para hacer la declaración sobre la renta que ya se avecina. Bien, pues todos mis intentos han sido infructuosos. Puede que yo sea un inútil a tales efectos, pero en mi descargo puedo alegar que hace exactamente diez y seis  años que vengo realizando sin el menor contratiempo todas mis operaciones bancarias, que son infinitamente más importantes, por medio del internet. Así que, dada mi larga experiencia en el terreno internáutico, tengo derecho a sospechar que la oficina electrónica de la Seguridad Social es, hablando en plata, una puta mierda.  

Es curioso, pero extrapolando resultados puedo llegar a la conclusión de que yo sólo puedo entenderme con los indecentes. Porque los del banco, al ser una entidad privada,  en lógica sindical, tienen que ser unos redomados indecentes. Y por la misma lógica, los de la seguridad social, son decencia pura. 

En definitiva, que nada como la decencia, en su acepción sindical, para llevar a un país a la ruina. Y, por lo mismo, nada como la indecencia para sacarnos de ella. ¿Quién lo hubiese dicho? Claro que siempre hablando, repito, en lógica sindical. 



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