A veces, cuando decimos que en lo esencial todo ha sido siempre igual, quizá nos estemos equivocando. Claro que aquellos cachondeos que montaba Tiberio en Capri, o Mesalina en Roma, eran para quitar el hipo, y eso por no hablar de los bunga-bunga partys de Gadafi o lo que dicen hacían los de la nomenklatura en sus muy privadas fiestas. También al libertador Mao Tse Tung, según cuentan malas lenguas, le gustaba tirarse a una virgen cada mañana para abrir el apetito de mando. En fin, para contar y no acabar, pero, siempre, con el poder absoluto como soporte del exceso. Ya se sabe, poder absoluto sinónimo de privacidad absoluta, y si algún esclavo se va de la lengua se le corta y se garantiza el secreto.
Nada que ver, en definitiva, con lo que me cuentan se ha puesto de moda en Medellin entre los adolescentes de las clases medias. Las clases medias, ya saben, esas que siempre estuvieron ahí para ser las guardianas de las más puras esencias de la moralidad puritana. El asunto en cuestión es que esos adolescentes han cogido gusto a la costumbre de irse a las segundas viviendas de sus papás, cuando los papás no están, se sobreentiende, a practicar su juego preferido que es ni más ni menos que ponerse a bailar en corro mientras toman licor. Hasta aquí la cosa parece inocente, pero es el caso que entre el licor y el baile, y las hormonas caribeñas, claro, se excitan más de la cuenta y empiezan a penetrarse. Las reglas imponen que el que no aguanta y eyacula en vaso idóneo sale del corro y ya no juega más. Eso es todo, en principio. Inocente a más no poder.
Las consecuencias, después. Por lo visto, las enfermedades de trasmisión sexual se han disparado en la región. Sífilis y tal. Por otro lado, los embarazos no deseados. No nos lo explicamos, dicen unos padres angustiados, nosotros creíamos que le habíamos dado una buena educación, estamos destrozados. Se comprende, los 14 años de la niña hacen suponer que serán los papis los que carguen con el marrón de la crianza.
Bueno, a lo mejor todo esto no es más que la confirmación de aquella teoría que escuché un día a un intelectual nada menos que francés sobre la tan traída y llevada revolución de mayo del 68. Sostenía el tal que todo aquello no había sido otra cosa que la apropiación por parte de las clases medias de las costumbres de las clases altas, es decir, follar a tricapellejo, cambiar de pareja cuando apetece y poco más que no es poco.
No sé qué pensar de todo esto, pero de una cosa sí que estoy casi seguro y por eso no me importaría apostar cien contra uno a que esta moda se va a extender entre todos los adolescentes del mundo. Solo hace falta que unos cuantos periódicos de los que se dicen serios den la voz de alarma y ya estará prendida la mecha. Lo demás, por añadidura.
En fin, que qué pena no haber nacido un poco más tarde. Medio siglo más y hubiese bastado. Porque es que eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, sólo para los muertos.
Por lo que he oído a mis amigos españoles que se dedican a la cosa de la enseñanza media, no hay mucha diferencia en los usos de los adolescentes españoles. Según me cuentan, el que deja la ESO siendo virgen lo miran como cosa rara. Eso sí, me da la impresión de que van un poco más educados en la cosa sexual y que, por lo menos los condones, los tienen más a mano, si bien, parece que muchos no están por usarlos, sobre todo las chicas, porque lo consideran cosa "poco romántica".
ResponderEliminarYo coincido contigo en lo de haber nacido unos años más tarde, pero más bien por la generalización del conocimiento que estamos viviendo: ya es algo manido decir esto, pero el tener a mano toda la literatura del mundo que merece la pena y la música es algo que, en mi adolescencia no podría haber ni soñado. Ahí sí que envidio a los jóvenes. Con respecto a lo del sexo no sé: habría que haber sido joven en esta época y en la nuestra para poder comparar, pero me da que posiblemente no haya tanta diferencia en lo que hace al disfrute: ya sabes, aumentas la cantidad y la sustancia se diluye, mientras que si lo más limitado gracias a la concentración se disfruta más. En fin.
Bueno, en lo de la comedura de coco no creo que haya diferencia. Eso siempre ha sido igual y será. Antes porque no había y después porque cuanto más hay más se desea. Yo recomendaría leer en los colegios My Secret Life. Ahí se ve hasta que punto limita la vida la obsesión por la cosa. Mucho más, quizá, que la represión. A la represión siempre le queda el recurso de la sublimación.
EliminarSí, desde luego que la ventaja de una venida más tardía estaría sobre todo en las maravillas que proporciona la tecnología. La historia dirá.