lunes, 30 de junio de 2014

Felicidad Interior Bruta



La semana pasada vi un reportaje sobre Bhutan que me ha dado bastante en qué pensar. Bhutan es un país del tamaño de Suiza y de menos de un millón de habitantes enclavado entre China e India por la parte más oriental de la cordillera Himalaya. Por lo demás, su forma de gobierno es bastante parecida a la nuestra, o sea, una monarquía constitucional. Pero lo más curioso de este pequeño país que va desde las llanuras subtropicales del sur a los picachos de 7000 metros por el norte es que allá por el año 2006 a su rey se le ocurrió después de muchos estudios y encuestas que lo de utilizar el PIB (Producto Interior Bruto) para medir el bienestar de un país era una solemne tontería. En adelante, dijo, para medir eso vamos a utilizar el GNH (Gross National Happiness) que es mucho más fiable y adaptado a lo que desea el común de las gentes. 

Bueno, ya se sabe que todo lo que suena a utopía tiende a producir hilaridad cuando no terror. Como dijo no sé quién, los experimentos mejor con gaseosa. Pero no creo que este sea el caso. El jefe de gobierno de Bhutan es un señor doctorado por Harvard que tiene clara la imposibilidad de vivir fuera de la economía de mercado. Pero eso es una cosa y otra el beneficio material a ultranza para salir a la conquista de nuevos mercados. No, para los bhutaneses las empresas deben de tener los beneficios justos para poder mantenerse. El resto del valor añadido va dedicado al bienestar de sus trabajadores. Bienestar que nunca se mide en número de coches y vacaciones en el extranjero sino en calidad medioambiental, educación, alimentación y cosas así . 

Entre las cosas curiosas que escuché hay una serie de perlas que les voy a comentar. Para empezar, todos los funcionarios del estado están obligados a vestir de forma tradicional. Oye, nadie les obliga a ser funcionarios, pero si optan a esa gabela que sepan que se tendrán que atener a estar permanentemente identificados como tal. Me parece una medida genial. Otra perla es la construcción de viviendas. Se hacen según la técnica tradicional que, por un lado, no precisa del soporte de cementeras y metalurgias que tanto contaminan y tanta energía precisan y, por otro, da al paisaje un encanto muy particular muy preciado por los cazadores de originalidades turísticas. Y aquí, en el turismo, es donde los bhutaneses rizan el rizo. No quieren que los turistas vengan a ponerlo todo hecho un asco. Así que si quieres darte el farde de que has estado en Bhutan habrás tenido que hacer antes un considerable dispendio. La cantidad mínima diaria por visitante es de 250€, lo que para la economía de aquel país significa un verdadero río de oro que va a parar en su integridad al sistema de enseñanza. 

Y es en el sistema de enseñanza en donde echan el resto. Por supuesto se enseña en inglés. Al respecto, ni el menor complejo. Pero es que, además, se enseña para la sabiduría global al estilo socrático. Las matemáticas van de la mano del conocerte a ti mismo y el mundo en el que vives. Porque no les educan para ser ciudadanos bhutaneses, no, les educan para ser ciudadanos del mundo. Civismo y más civismo. Conciencia permanente de que el otro existe, de que los recursos son limitados, de cuales son los límites del deseo en definitiva. 

No quiero terminar sin mencionar la agricultura. Para el año 2018 toda la agricultura del país será bio. De hecho ya lo es en un 95%. Y han mandado todos los abonos químicos, pesticidas, herbicidas y demás que tenían almacenados en el país a una incineradora lejana. Así es que el sesenta% de la población trabaja en la agricultura, lo cual les ha permitido instaurar por ley, o costumbre, el habito d consumir alimentos frescos, o sea, sin envasar, seis días a la semana.Ni te digo, yo, que cada día tiro al contenedor una bolsa llena de envases...  

Bueno, en realidad no sé por qué les cuento todo esto que podrían encontrar mucho más detallado en la wikipedia, por ejemplo. Quizá sea porque me he dejado llevar por el sentimentalismo que me produce el encontrar en algún sitio encarnado de cierta forma lo que es mi particular concepción del sentido común, el racionalismo, la buena vida para resumir. En fin, uno que presume de ser tan escéptico en todo lo que huele a, como digo, utopía.     

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