viernes, 9 de octubre de 2015

Metáforas

Como dice Sostres, que el obispo homosexual, funcionario de la Inquisición por cierto, recién salido del armario en Roma tenga un novio catalán es toda una metáfora difícilmente superable. Y sí, la verdad es que esa coincidencia me ha dado para entretener el pensamiento un rato. Si "tenim de tot i a mas a mas tenim" por qué nos íbamos a privar de un obispo gay e independentista por demás. En fin.

Pero si nos metemos en metáforas, qué me dicen de la que representa el interés que suscita en todo el territorio nacional, incluidos los territorios históricos, la conocida como La Nietísima, Dña. Carmen Martínez-Bordiu. Personalmente no la he visto nunca, pero cuando estoy en Santander me suelo sentar a tomar el aire frente al mar en el Paseo García Lago que es, como todo el mundo por lo visto sabe, donde tiene un piso la susodicha. Pues bien, raro es el paseante con pinta foránea que al pasar por delante de dicho piso no le señale con el dedo y haga un comentario por lo general de cariz admirativo, y no por nada sino porque, entre otras cosas, el piso tiene muy buena pinta... aunque eso, francamente, no creo que sea lo principal. 

Lo principal es lo que esa señora representa en el imaginario colectivo del país. No sé, pero mi impresión es que ni siquiera los talibanes de la memoria histórica se atreven con ese símbolo de la evolución de las especies. ¡Madre mía, con lo que era su abuelo y cómo es ella! Para que luego digan que de tal palo tal astilla. La nieta del tirano sanguinario ha dado en convertirse en algo así como la novia de España. Simpática, atractiva, desacomplejada, inteligente, su procedencia más que rémora parece activo en su cuenta de resultados. Así, todo es anunciar que la van a entrevistar por televisión y las calles se quedan más desiertas que si hubiese un partido Madrid-Barça, por no hablar, claro está, de la cola mediática y tertuliera que tal entrevista trae. Ya no sé las veces que he oído comentar que la tal tiene las paredes de su casa, no sé si la del Sardinero, llenas de cuadros que representan culos y que, muy señaladamente, justo bajo uno de esos culos, tiene una foto de su abuelo. Todo el mundo, por supuesto, ha entendido la indirecta. ¡Ya te digo! 

Desde luego que hay que ver lo que dan de sí las metáforas. Interpretaciones para todos los gustos y todas ajustadas a razón. Quién sabe lo que podemos llegar a escuchar con el tiempo, hasta, quizá, que viniendo de donde viene no es extraño que sea como es. Porque, convendrán conmigo, que si hay en este país un personaje desdibujado por la historia de un lado y otro del espectro ese es su abuelo. Y esto, estoy casi seguro, el pueblo llano lo capta porque, al fin y al cabo, ni tan mal nos fue con él.

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