jueves, 31 de octubre de 2013

La caída de la Casa Fagor



Dicen que está muy mal alegrarse de las desgracias ajenas y yo por regla general estoy totalmente de acuerdo en ello, pero como toda regla general para poder serlo como Dios manda necesita de sus excepciones se da el caso ahora de que nos estamos topando con una de ellas y yo me estoy alegrando. Así son las cosas y no me importa confesarlo públicamente porque, ya sea humana, ya divina, siento que se ha hecho justicia y al cerdo le ha llegado su San Martín.

Me estoy refiriendo a la quiebra de Fagor del grupo empresarial Cooperativa de Mondragón. Muchas veces han sido las que al ir a comprar un electrodoméstico he visto modelos de la marca Fagor en los anaqueles y automáticamente me he dicho: antes muerto que cooperante. No me importaba ni el precio ni la calidad, sólo que era de los de Mondragón y con eso me bastaba. Y les diré el porqué.

De las cosas más terribles que he contemplado en directo en mi vida, aunque fuera a través de la televisión, después de lo de las Torres Gemelas está la liberación por la guardia civil del Sr. Ortega Lara al que los etarras habían tenido preso en un zulo durante 532 días. Pues bien, salía el Sr. Ortega Lara a la luz del sol sotenido por dos guardias civiles y los vecinos de Mondragón, que era en donde estaba el zulo, contemplaban la escena con cara de palo. Como si les fastidiase la liberación, vamos. Una periodista se acercó a unas señoras que había entre los espectadores y le pregunto si conocía a los secuestradores. Sí, claro, contestó sonriente, gente maja, vascos pues. Me entraron ganas de vomitar. 

Entonces fue cuando decidí pasar a la acción: no comprar una sola cosa producida, no ya sólo por la Cooperativa Mondragón, sino también en cualquier parte del País Vasco. Ya sé que es algo irracional, pero ahora al ver quebrar a Fagor siento doble satisfacción por el hecho de tener derecho a pensar que en algo habré contribuido a la victoria con mi actitud. Y todavía más satisfacción al enterarme de que Eroski está al borde del abismo, porque es que no sólo no les he comprado ni una caja de mondadientes, es que, también, he influido todo lo que he podido en los de mi entorno para que se pasasen a otro supermercado. 

Ya sé que nada define tan exactamente al miserable como el alegrarse de la desgracia ajena. Pues bien, en este caso no me importa en absoluto que me consideren todo lo miserable que quieran porque vivo convencido de que, por mucho que lo sea, en cuestiones de miserabilidad nunca les llegaré a los de Mondragón a la suela de los zapatos. Y que me perdonen las personas normales que pudiera haber en Mondragón, pero es que hay veces que es casi imposible salirse de la sinécdoque. 



miércoles, 30 de octubre de 2013

El infierno de la ignorancia



De joven tenía ideas tirando a izquierdistas. Como no tenía nada, ni dinero, ni conocimientos, ni una mente preclara, tendía a pensar que con una política de repartos a las bravas podría salir ampliamente beneficiado. Claro, ni que decir tiene que en mi inmensa estulticia no podía aceptar el componente egoísta de mis propuestas y, por tal, las colocaba bajo el paraguas del bien común que como todo el mundo sabe es un artilugio muy vistoso pero que no sirve para nada cuando las lluvias son inclementes. En fin, ya saben que no hay nada que el tiempo no cure a poco que uno se esfuerce. Y así, con los sucesivos trances de la vida que hube de ir superando, no tarde en darme cuenta de que no hay soluciones milagrosas más allá de las que se derivan de la constancia y el método. 

Así fue que una vez caído del caballo no pude evitar pasar por la fase conocida como de "fe del converso" que se me manifestó en la forma de asco y rabia cada vez que veía a aquellos ignorantes comunistas mangoneándolo todo. Felipe González había ganado las elecciones por entonces y como apenas tenía militantes tras de sí tuvo que echar mano de toda esa gente a su izquierda lo cual trajo consecuencias que, en buena medida, todavía estamos padeciendo y lo que te rondaré morena. Porque es que, en realidad, a lo que contribuyó esa gente con todo su corazón, dado que cabeza no tenían, fue a perpetuar las ideas emanadas de las sacristías desde tiempo inmemorial. El triunfo de Dionisos sobre Apolo, o sea, la ruina garantizada en aras del buen rollete. 

A decir verdad, no habían pasado cuatro días de mi inicial desazón y ya me había dado cuenta de que mi sólo y único problema era yo y mi circunstancia que no era otra que la de una lamentable falta de conocimientos básicos en materia de cultura general. Y así, todo fue ponerme a la tarea de reparar esa falta e ir comprendiendo poco a poco lo normales que son las reacciones irracionales de la gente ante los problemas de la vida y cómo sólo mediante el doloroso esfuerzo de la educación se puede ir saliendo de ese pozo sin fondo. 

En resumidas cuentas, que si tienes una cabeza medianamente normal, lo que acaso no sea muy normal, y te has esforzado un poco por aprender, lo más probable es que te den risa todas esas cosas que dicen unos y otros guiados por lo que ellos creen es la recta vía y sólo es su conveniencia. El ser humano es así por naturaleza y a no ser que alguien se ocupe de atarle en corto a la edad adecuada así continuará de por vida, es decir, sin enterarse de que es un muerto que reside en el infierno de la ignorancia. 

En fin, allá cada cual, que yo bastante tengo con lo mío. Lo único que me fastidia es el haberme enterado de que los socialistas quieren sacar a Franco del Valle de los Caídos o que Gallardón quiere restringir el aborto. ¿Pero por qué tengo que estar yo al tanto de lo que dicen los idiotas? ¿Será que también lo soy y por eso les sigo la pista? Sin duda no me esforcé lo suficiente como para poder vivir de espaldas a lo que no me interesa en absoluto. 

martes, 29 de octubre de 2013

Tecnócratas



Me disponía ayer a ver algún capítulo de cualquier serie jocosa de las que tengo en el disco duro cuando, al encender la tele, aparece allí la Vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría dando lo que podríamos llamar una conferencia. Sencillamente sorprendente. Se le notaba a la legua que a los veinticuatro años ya había sacado las oposiciones a Abogado del Estado. Hablaba como quien está delante de un tribunal exponiendo un tema. Es decir, como quien tiene que convencer a base de claridad expositiva, para lo cual, huelga mentarlo, ha sido necesario no sólo un estudio a fondo del asunto en cuestión si no, también, un ensayo previo de lo dicho para ajustar los diversos mecanismos de la oratoria al objetivo de la persuasión. Y al tiempo. "Quince minutos", dijo al acabar, como si hubiera sido un "ahí queda eso". Sin duda, su auditorio, de empresarios los más, tuvo que acabar si no convencido de lo propuesto por la Vicepresidenta, sí, al menos, maravillado por el sesgo evolutivo de nuestros políticos: por fin, uno de ellos, con altas responsabilidades además, había hablado para decir algo complicado con sentido y de manera clara. No es poco adelanto, porque es que de donde venimos... 

Uno nunca sabe, cuando se lanza a opinar, hasta que punto no estará influido por el hecho de que las cosas le van bastante bien. Hay salud para uno y los que uno quiere, dinero no falta y afecto tampoco. Así que dadas las dichas circunstancias no sería extraño que tendiese a ver la realidad a través de un cristal de color rosa. Puede ser, no lo descarto, pero también es posible que esté en lo cierto si digo que en España se empiezan a ver signos de madurez digamos que democrática. Es decir que quizá por primera vez en la historia de la democracia se está viendo llegar a los puestos de máxima responsabilidad a gente con méritos suficientes para ocuparlos. Soraya, creo, es un buen ejemplo de ello. 

Quizá, y sé que decir esto es altamente arriesgado, recuerden estos días a aquellos de los últimos cincuenta del siglo pasado cuando Franco, después de ensayar un montón de tonterías, decidió poner los asuntos serios del Estado en manos de lo que se dio en llamar tecnócratas y que no eran otra cosa que lo que la gente normal conocía como "gente preparada". No le importó a Franco que proviniesen de la Esquerra Republicana, del Opus Dei o de la madre que les parió, lo único que les exigió fue competencia en el cargo. Y sólo los necios pueden negar hoy el brillante resultado de aquella jugada maestra. Aquellos años fueron los del verdadero despertar de España a la modernidad. O si quieren decirlo en plan "dialéctica marxista", los años de la revolución burguesa pendiente. 

Pues bien, veo a Rajoy y sus ministros y pienso en un gobierno de tecnócratas que lo primero que hacen, como hicieron aquellos de Franco, es poner las cuentas en limpio. Después, la administración del Estado. Dijo ayer Soraya que para finales de 2015 todos los españoles tendremos una página en la Administración del Estado similar a la que ahora tenemos en nuestro banco. ¿Se imaginan? No volver a ver la jeta a uno de esos torturadores que llaman funcionario. Será un esfuerzo fantástico, no lo dudo, pero no hay otra salida si queremos vivir en el siglo. A continuación la enseñanza. Una reforma que trata de poner en valor el esfuerzo y el mérito individual. Como era de esperar ha sido ruidosamente denostada por los de siempre, los putos vagos, pero los verdaderos padres de la patria, es decir, los que más tiran del carro, al Ilustre Colegio de Ingenieros Industriales me refiero, esos, han hecho saber por medio de un manifiesto  que han publicado los medios que están totalmente de acuerdo con la reforma que se pretende llevar a cabo. Luego, está esa actitud de Rajoy de no entrar a los trapos que le tienden los unos y los otros. El calla y de tarde en tarde contesta por boca de un mediador interpuesto que siempre es alguien importante y parece que va por libre. Digamos que es ladino, pero también elegante e inteligente

No sé, pero yo aseguraría que hemos empezado a vivir una segunda movida mucho más importante que aquella tan alabada de la Transición que en realidad no fue para tanto. Y no me extrañaría nada que el país pegase otro salto hacia adelante como el que pegó en los años sesenta. Me gustaría vivir para ver si estoy en lo cierto.  

lunes, 28 de octubre de 2013

Miedo y asco en Cataluña



Mira que me fastidia tratar el tema. Por manido y porque para mí la crónica de lo que está sucediendo estaba tan anunciada, o era tan previsible, que carece del menor interés literario. Sin embargo, no para todos es igual. La mayoría de las personas que trato sienten como alarma porque toman por realidad lo que sólo son apariencias. Ya les he comentado alguna vez aquella ficción que escribía el periodista Sostres en la que el Presidente Rajoy le daba unos cuantos consejos al Conde de Godó, propietario de La Vanguardia. Pues bien, vamos viendo como, con la precisión de un reloj suizo, se van cumpliendo los plazos que marcaba la ficción. "Tu vete haciendo el cambio poco a poco para que no se note". Así, después de moderadas insinuaciones, hoy podemos leer en la mentada La Vanguardia, el que ha sido principal órgano de agitación y propaganda a efectos de inflar el globo, un curioso editorial que lleva por título: ¿Quién teme a los moderados?

Por así decirlo es un torpedo en la línea de flotación del globo soberanista. Así, como por ensalmo, Cataluña ya no es un ente diferenciado de una España imperial, opresora y, sobre todo, odiada a muerte. Cataluña es ya una parte de esa España que, cierto es, tiene que redefinir su modelo organizativo para adaptarlo a los fantásticos cambios que se han producido en estos treinta años que llevamos viviendo en democracia. En paz y libertad, subrayan. 

Redefinir el modelo con la moderación de todos. Y cuando dicen todos, no dudan en incluirse, sorprendente novedad. Porque es que, hasta ahora, se daba el caso de que los inmoderados eran "los españoles", o sea, los otros. Inmoderados, extremistas, fascistas, exaltados y, sobre todo, ladrones. Por contraposición, els catalans, eran los depositarios de esa cursilería que llaman seny, es decir, el menos común de los sentidos, el de pensar por cuenta propia. 

Ya te digo, por cuenta propia. Lo que son las cosas, quitando en el País Vasco, que también se las traen allí en lo de llevar el borreguismo a grados de suma perfección, no creo que haya habido en la historia contemporánea cosa parecida a lo que ha pasado en Cataluña. Esa manipulación burda de las conciencias que les ha llevado a situaciones de ridículo colectivo sin parangón. ¡Recordaban tanto a lo de los primeros años del franquismo! Afortunadamente tenían sobre ellos un ojo vigilante que no les dejaba pasarse de la raya. Se tenían que conformar con el acoso psicológico y, eso, aunque hizo largarse de allí a 14000 maestros en un año, ¡calculen las consecuencias!, pinchaba en hueso con los millones que no dependían del erario público. Y por eso ha sido que en medio de lo que era la imbecilidad colectiva más elaborada han surgido allí como contrapunto las cabezas más lúcidas del país para advertirnos de la real naturaleza de todo el asunto: un globo lleno de aire fétido y nada más.  

Así que sólo nos quedan ya cuatro días de mal olor hasta que se vacíe el globo y, después, la nada. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Tracking you



Hay veces en que uno no sabe si se trata de cinismo, de idiotez, de ingenuidad, de ignorancia... o simplemente, que se creen que somos tontos dispuestos a comer cualquier carnaza. El caso es que llevamos una temporada en la que lo más que pasa de cuidado es lo de la guerra de Siria y tres o cuatro cosas igual de gastadas a efectos de escandalizar y, entonces, como para evitarnos el mono informativo, van nuestros mandatarios y al alimón con sus periodistas de cabecera, que son todos, le dan un rato a la matraca antiamericana que eso sí que llena huecos sea cual sea la que esté cayendo. 

Lo de ahora, para mí, francamente, es de chiste. Dicen que los americanos, por medio de una cosa que llaman NSA, les espian. Escuchan las conversaciones telefónicas que les da la gana escuchar, no importa lo importante o amigo que pueda ser el que conversa. Para que lo entiendan, el NSA es un cacharo que le das al botón y dices: "Merkel", y, como por ensalmo sale en una pantalla todo lo que está hablando o ha hablado Merkel por teléfono con cualquiera de sus colaboradores, colegas, parientes o amigos, que en eso no hace diferencias el NSA. Desde luego que hasta los más renuentes a reconocer méritos a los americanos se tendrán que quitar el sombrero ante la constatación de lo que son capaces de inventar. Claro, ese aparatito ya se lo han copiado todos los Estados ¡y vaya que sí lo usan!, aunque sólo a la escala que les permite su ingenio, es decir, la local. Bueno, imagínense ustedes que cualquiera pudiese disponer de un artilugio de esos, por así decirlo, de bolsillo. A ver quién iba a ser el que no lo utilizase por mucha que fuese la rigidez moral de la que hiciese gala. Con lo útil que puede llegar a ser el saber lo que piensan y dicen los de tu entorno a tus espaldas. Así, bien fácil que te iba a ser asegurar los avances y retiradas. 

A mí me recuerda mucho esto a todo ese rasgarse vestiduras por la cosa del pirateo digital. Tienes en casa un cacharro que vas, haces click, y dices: Breaking Bad... y sólo tienes que esperar un rato para tener toda la serie en el disco duro. Bueno, es que tampoco es que caiga del cielo: tienes que disponer de un equipo y pagar una sustanciosa cuota al mes y, luego, estar en posesión de unos mínimos conocimientos. Porque es que, si no, bien se podría decir que se había dado con la clave del conocido como arte del birli-birloque, nada por aquí, nada por allá y ¡voila!, que es, más o menos, lo que vienen a sostener los que se quejan del invento porque, al no ser tan listos como ellos se piensan que son, dejan que su situación -les bajan las ventas- les condicione la opinión. Que así se va a acabar la cultura, dicen. ¡Ja! Y un jamón con tres chorreras, contestan los millones que piratearon Breaking Bad con la amable anuencia de su creador. Porque es que esa es la verdadera cuestión, que a los auténticos creadores se la trae al pairo lo que pase después con lo por ellos creado, porque los principales réditos los cobraron ya con los placenteros dolores del parto. 

Así que, una vez más, much ado about nothing. Mucho ruido y pocas nueces para que nos entendamos. Se inventó un cachivache casi "miraculoso" y el que tiene la dicha de poseerlo lo usa porque las ventajas que de ello se derivan sobrepasan con holgura a los inconvenientes. Eso es todo. Lo demás, el ruido mediático y la indignación de los puros, carnaza para la chusma.   

jueves, 24 de octubre de 2013

El papel



Recuerdo a aquel tipo que le decían Cioli que como parecía sentirse totalmente a gusto en su papel de "salva bañistas en en apuros" se veía obligado a pasarse todos los días del año paseando en bañador por el balneario de la Magdalena, los más de los meses, ni que decir tiene, exhibiendo un tinte lívido por causa de los inevitable rigores de las estaciones frías. El dichoso papel del que tanto les cuesta salir a los que han obtenido algunas recompensas representándole, siendo así que no pueden darse cuenta de que por las causas naturales del uso y abuso lo que un día fue efectivo y razonable suele transformarse en inútil y grotesco cuando no lamentable. 

Es lo que les pasa también a los de los sindicatos, que se quedaron colgados de pasadas glorias políticas y no pueden evitar montar su númerito venga o no a cuento so pena de perder sus subvenciones y desaparecer del mapa. De intermediarios apaciguadores pasaron sin, al parecer, haberse apercibido de ello al papel de pícaros consumados y cada vez más desenmascarados.  

Por no hablar del partido de la oposición al Gobierno, sea el que sea, que debiera ser llamado el de la varita mágica por aquello no poder cesar de pedir con fingida indignación que el gobierno reparta mejor no sólo lo que hay sino también, y para eso la varita, lo que no hay. Y claro, cualquiera con dos dedos de frente sabe que reclaman eso porque son unos sinvergüenzas, pero ¡dos dedos de frente! ¿Cuánta gente tiene eso? Muy pocos la verdad. Lo mismo que son muy pocos los que salen perdiendo si se reparte. Así que el papel de la oposición, al margen de toda honestidad, es pescar votos en el inmenso caladero de los sin dos dedos de frente y sin dos duros en el bolsillo. Es ridículo, claro, como todos los papeles que se eternizan, pero, ya digo, hacen falta dos dedos para comprenderlo.

Y ahora le toca el turno a las víctimas del terrorismo y su entorno de corifeos a propósito de una sentencia que manda excarcelar a los enemigos que fueron hechos prisioneros y llevan más de veinte años penando. No les basta al parecer con tener a los terroristas cautivos y desarmados, quieren su destrucción total porque en su dolor, o en su rencor, no quieren ni oír hablar de aquella sabia doctrina de todos los grandes generales que en el mundo han sido que recomienda ser benevolente con el derrotado. Y no por nada sino porque es la mejor manera de demostrar de qué lado está la grandeza de espíritu. Es decir, la razón. ¡Pobres víctimas aferradas a su papel! No saben hasta qué punto y con qué facilidad la explotación del dolor transforma a la antigua víctima en el nuevo vampiro. 

Perpetuarse en su papel, una desgracia como otra cualquiera con muchas posibilidades de acabar en opera trágico-bufa. ¡Por Dios bendito, con lo divertido que es cambiar! 

miércoles, 23 de octubre de 2013

El estilo



En la calleja de detrás del Congreso de los Diputados hay una sala de exposiciones que se llama ICO o algo así. Creo que forma parte de la obra social de un banco. Bendito sea. El caso es que es de los pocos lugares del ramo de la cultura que suele romper mi renuencia a emplear el tiempo contemplando como se pasa la vida tan callando. Es un sitio sorprendentemente solitario para lo a mano que está y la calidad de lo por lo general exhibido. Además, casi silencioso. O sea, que se adapta bastante a lo que considero como apropiado para las cosas del espíritu. Así es que hoy me he pasado por allí a hacer un recorrido por las obras de Miguel Fisac y Alejandro de la Sota. 

Lo primero que quiero recalcarles a propósito de la exposición es que si uno no hubiese sabido escoger a los amigos, o, si quieren, si no hubiese sido afortunado con los que me cayeron en suerte, no hubiese podido sacar nada, o casi nada, en limpio de lo que he podido contemplar esta mañana.  

Sostiene Fisac que en el principio está la idea y que esa idea necesita de una forma para poder expresarse. Es un largo camino de exploraciónes hasta que se cree que se ha dado con ella. Entonces, ya establecida una forma, tenemos un estilo. Mientras la forma permanece pura es la época de clasicismo de ese estilo. Después, los creativos comienzan a añadirle a esa forma lo que ellos piensan que son mejoras. Es la época de la decadencia de un estilo. 

De la Sota me ha parecido más farragoso con las palabras. Sin embargo deja claro eso tan sencillo y complicado a la vez de que una forma arquitectónica contribuye a crear un ambiente que condiciona la vida de los que le viven. Digo sencillo cuando el encargado de crear esa forma es un profesional como Dios manda y complicado cuando la forma surge de las pretensiones de un aficionado, o sea, casi siempre. Porque es que, ya saben, a ver quien es el que teniendo dos duros en el bolsillo no se va a creer capacitado para dar forma a la casa de sus sueños. Después, claro, hecha realidad, vienen las pesadillas, porque, lo dicho, la forma condiciona el ambiente y, éste, la vida. 

Bueno, la exposición se puede ver hasta febrero así es que si pasan por Madrid y no tienen nada mejor que hacer se lo recomiendo. Aunque si son de los que gustan de los adornos no creo que les vaya a gustar porque las formas que van a ver se compaginan con la idea de que las casas son para vivir y no para exhibir status social. Por así decirlo, para estos arquitectos, todo ornamento es delito. 

Por lo demás, de Madrid al cielo.  

lunes, 21 de octubre de 2013

Juego de símbolos



Este es el mensaje que me manda Jacobo: "Me da la impresión de que los ingleses están consiguiendo lo que no lograron los talibanes: que casi no vaya a la escuela. No hay día que no la veamos en un sarao diferente..."

Desde luego que el calvario de esa pobre chiquilla, y a saber como habrá quedado, es de los que sublevan a cualquiera que no sea uno de los que se lo hicieron pasar. Esos, juraría, viéndola ahora convertida en símbolo de todo lo que odian no hacen otra cosa que remachar su convencimiento. 

Es curioso esto de los símbolos. El empeño que siguen poniendo todos los poderes del mundo en crearlos y preservarlos. Supongo que será por que se piensa que son una poderosa arma de comunicación y, en definitiva, de control y dominación. Quizá porque lo que no se puede decir a las claras porque, como se suele decir, la verdad puede ofender, entonces, se puede decir de forma edulcorada mediante el subterfugio de los símbolos. La historia de esta niña que arriesgó su pellejo y se salvó por un pelo por defender el derecho que tiene todo ser humano a salir de la burricie viene ahora como de molde para, inspirando piedad, mostrar a la burricie universal que hace mal desperdiciando las oportunidades que le ofrece la sociedad para elevar su nivel de educación. 

No sé, pero todo esto me parece empalagoso. Ahí está la niña que quiere ir a la escuela pero no se quita el velo ni para cagar. Las dichosas tradiciones. Como si escuela y abandono de tradiciones no fuesen una y la misma cosa. Cuando uno se cultiva, creo, cambia tradiciones por costumbres que son una cosa sin el menor asomo de incondicionalidad y se usan a conveniencia. Como decía el famoso corrido, alirongo, alirongo, alirongo, el sombrero me lo quito y me lo pongo. 

O sea, que lo de esta niña, mucho libro y tal que le entrega la Reína mientras los cortesanos sonríen, pero, de alirongo nada, no vaya a ser que el pueblo llano entienda mal el mensaje y empiece a ponerse y quitarse el sombrero a su antojo y la cosa se nos vaya de las manos. O sea, educación sí, pero las tradiciones ni me las toques. Como si eso fuera posible. 

No sé, pero como esta cría no se quite pronto el velo y mejore su asistencia a la escuela, me parece a mí que vamos a tener otro bluf del estilo de Rigoberta Menchu que a ver quién se acuerda ya de ella si no es para hacer chistes. 

viernes, 18 de octubre de 2013

La huella del pie



Que el ser humano, en su infinita inocencia, siempre anda soñando con el paraíso nadie podrá negarlo. Y nunca para de hacer tonterías, incluso la de partirse el espinazo, con la pretensión de hacer realidad ese sueño. Una vez conseguido, conjetura, todo será acercarse al super a por chuletas para hacer después una barbacoa en el jardín rodeado de familia y amigos. Y así todos los días. Bueno, de vez en cuando, piensa, me tomaré un respiro en una playa caribeña. Claro, el pobre ignora que en las playas caribeñas de tanto en tanto aparece la huella de un pie desnudo y todos los castillos en España se vienen abajo. 

Lo de la tierra prometida, aunque parece lo mismo, nada que ver. Es un sitio al que se llega después de muchos años de desierto para poder cultivar unos campos que se suponen fértiles. O sea, que las pasas muy canutas antes de poder trabajar con normalidad. En cualquier caso, aunque nunca se suele llegar del todo, la cosa parece que tiene más sentido. Al fin y al cabo no otra cosa hacemos cuando nos ponemos a aprender cualquier cosa que, cuanto más difícil es, más penoso es el camino y más fértil el campo que nos promete. 

Por así decirlo, lo del paraíso es una aspiración dionisiaca y la tierra prometida, apolínea. Y en esto conviene que no haya confusiones porque de ellas se pueden derivar males mayores. Y es que no han sido pocas las veces que se ha intentado ir en comandita, fumando porros y tal, a la tierra prometida y han acabado cayendo todos por el despeñadero. Quizá es que se tomaron al pie de la letra aquella leyenda de la Biblia sin tener en cuenta que las leyendas son eso, leyendas, o sea, fundamentalmente cuentos que promueven emociones empalagosas en la gente inculta. En la culta, prevenciones.

Pensaba en estas cosas porque uno no para de buscarle los tres pies al gato de la realidad en la que vive. Mi impresión es que aquí lo que predomina es la idea de paraíso más que la de tierra prometida. Incluso, como decía, aunque muchos piensan en tierra prometida, como van tots plegats, a donde en realidad quieren ir es al paraíso. Un lugar en el que el mayor esfuerzo a realizar no será mayor que el que hay que hacer para pelársela. Vana ilusión.

Nunca olvidaré mi primera lectura de Robinsón Crusoe. Como era un niño rebelde me regocijaba que Robinsón desoyese los consejos de su padre aunque de ello se derivasen no pocos malos trances de los que le sacó un ángel de la guarda bastante eficaz. Al final consiguió llegar a una playa desierta venciendo con su destreza a una terrible resaca. Yo había pasado por un par de episodios semejantes, aunque de baja intensidad, en la playa de Somo y ni les digo la emoción que me produjo la lectura de ese pasaje. En fin, que ya en la playa, como quien dice, tenía el paraíso al alcance de la mano. Todo le venía dado como en un juego de niños: una vivienda fortificada, un rebaño, un huerto, una segunda vivienda en el campo... lo que más dificultades le puso fue la construcción de un paraguas. En su soledad, parecía un hombre feliz. Nunca nadie dispuso más a su antojo de su tiempo. Hasta que, ¡maldición!, la huella de un pie humano en una playa de la isla. Fatal incertidumbre que le coloca al borde de la locura. En adelante se lo tendría que currar. Por así decirlo, del paraíso pasó a la conquista de la tierra prometida y, entre otras cosas, dejó de aburrirse. Porque es que era eso, de puro bien que lo tenía organizado todo ya había caído en una especie de canto jeremiaco que auguraba un futuro funesto. Por así decirlo, con aquella huella vino Dios a verle. 

Perdonen el desvarío, pero es que creo que esto de la crisis, esa que tanto está dando que hablar, es en cierta medida como la huella del pie, un sobresalto que está obligando a mucha gente a abandonar la idea de paraíso y ponerse a buscar la tierra prometida. Otros, la mayoría quizá, piensan que se está bien instalados en el canto jeremiaco al que les había aupado la larga bonanza pasada que se daba por perenne.  
 

 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Agua



Cuando viví en Salamanca trabajaba en un ambulatorio de la Seguridad Social en el que pasaba una consulta de pulmón y corazón. Mi cupo de pacientes provenía de Ciudad Rodrigo y aledaños, lo que se conoce como la Raya de Portugal, y, no es por nada, pero creo que ni de lejos he asistido yo nunca a gente más culta y educada. Como, por lo general, venían a revisarse antes de iniciar sus viajes del IMSERSO y cosas por el estilo, el encuentro era muy distendido y daba para hablar de los temas más variados. Todavía tengo por ahí algunas poesías y romances que me traían viejecillos de aquellos pueblos perdidos. En fin, no se preocupen que no me voy a poner en plan Abuelo Cebolleta. Aunque quizá, cualquier día, si tengo paciencia y ganas les trascriba algunos de esos monumentos de la lírica. 

El caso es que como allí se trabajaba poco daba al personal para mucho hacer pasillo. Con lo peligroso que es eso. Recuerdo a un tipo, ginecólogo creo, con un bigote de esos que crecen perpendiculares a la piel, que era muy vehemente y se te acercaba mucho cuando hablaba. Un día, con motivo de una sequía que había por entonces, el tipo me acorraló tanto que parecía que me iba a clavar en la cara aquellas escarpias que tenía bajo su nariz. ¿Qué dicen ahora los que hacían chistes cuando Franco inauguraba pantanos? Sin duda, dado mi habitual desaliño, me debía tener por izquierdista. Yo me limité a hacer una escueta alabanza de aquella política del agua y la cosa no pasó a mayores. 

La política del agua. Efectivamente, al respecto, se hacían chistes sobre Franco. Le llamaban el hombre rana y cosas así por su afición a los pantanos. Era como si lo considerasen una cosa ridícula, una obsesión malsana por aparecer en los noticiarios inaugurando lo que fuese, la propaganda del Régimen, ya se sabe. Incluso se argumentaba que algunos pantanos los había inaugurado varias veces. En realidad, los ridículos e ignorantes eran los que le criticaban por esa cuestión. Porque la cuestión es que desde que hay memoria histórica no ha habido dirigente del país que no haya estado obsesionado por la que ha sido la gran causa del retraso de desarrollo respecto de nuestros vecinos del norte a saber la falta de agua. 

Porque aquí el régimen de lluvias en la mayor parte del país es más bien escaso y, eso, añadido a una orografía peleona hace, o mejor dicho hacía antes de que Franco inaugurase tantos pantanos, que la escasa agua que caía se despeñase a toda mecha hacia el mar. Así es que si uno se interesa por el tema verá como desde tiempo inmemorial se vienen haciendo obras para tratar de paliar en lo posible esa carencia. Los romanos, los árabes, hicieron no poco al respecto. Luego, cuando el despotismo ilustrado, o sea, por el siglo XVIII, se hicieron grandes proyectos, pero claro, por una parte la pasta, por otra el know how, todo eran carencias insalvables. No pocas presas se venían abajo con la primer gran riada y a principios del XIX en una de esas catástrofes, por la parte de Murcia, murieron como 600 personas o así. Ese fue el detonante para la creación de la primera escuela de caminos, canales y puertos. 

Cuando llegó Paco con la rebaja, como decía mi padre, lo primero que hizo fue ponerse a construir presas. Sin duda, alguien le había aleccionado en el sentido de que sin resolver el problema del agua todo se iba a quedar una vez más en retórica vacía. Para entonces, know how el que hiciese falta y, la pasta, pues no sé de donde la sacarían, pero, de todas formas, con todos los adelantos técnicos de que ya se disponía ,supongo que los costes totales, con ser muchos, se habrían abaratado bastante. En resumidas cuentas, que se hizo un esfuerzo ingente que fue el fundamento de todo el posterior desarrollo. Todo fue disponer de agua y empezar a aproximarnos a matacaballo al nivel de vida de nuestros vecinos norteños. 

Bueno, la historia es la historia y al final lo que cuenta no son los sentimientos que produjeron determinados acontecimientos en determinadas personas. Cuenta lo que quedó, para bien, y para mal. Ayer se pudo ver en todos los periódicos la foto de Schwarzenegger visitando el Valle de los Caídos. Pour quoi pas, arquitectónicamente es de lo más notable que hay en el país. Es una página de nuestra historia como lo es el Escorial o cualquier otro de los monumento que se hicieron sabe Dios a costa de qué sufrimientos del pueblo llano. Dentro de no mucho, a no ser que la estulticia le deje venirse abajo, El Valle será un lugar más para maravillar a los turistas que visitan Madrid. Schwarzenegger, en eso, no es más que un adelantado.   

El Valle, los pantanos, el desarrollismo, eso es lo que quedará ligado a los años del franquismo. De las sevicias propias de cualquier dictadura, si pasados cuarenta años ya casi nadie se acuerda, esperen otros cuarenta, el que pueda, y ya dirán. 

martes, 15 de octubre de 2013

Excesos



Dos películas, dos frases lapidarias. "El festín de Babette": un artista nunca es pobre. "Behind the candelabra": todos los excesos son buenos.

Quizá sea más amable de ver lo de Babette, pero es lo que tiene la amabilidad, que si te descuidas no te enteras. Lo del candelabra es diferente. Meridianamente claro: sin exceso no hay arte. Exceso y arte, quizá un pleonasmo. 

Bueno, supongo que en la vida hay de todo, incluso artistas que madrugan para ir a misa. Pero eso no es lo corriente. Los artistas, por lo general, fuman, beben, esnifan, follan, despilfarran, no se privan de nada, porque para estar en vena, para crear, necesitan sentirse lo más parecido posible a Dios. O Dios mismo. 

Luego está esa realidad que imita el arte. Todos esos artesanos que dan el pego. Que entretienen a las masas. Ganan pasta gansa y la tiran por el retrete. Cualquier cosa es buena para que hablen de ellos y se mantenga el embuste. 

Es muy difícil saber lo que es realmente arte. Suponiendo por tal lo que ensancha nuestro universo. ¿Era Babette una artista? Ella suponía que sí y por eso no se sentía pobre a pesar de no tener nada. Lo mismo que lo debe suponer hoy día el Sr. Ferrán Adriá que como es catalá te de tot. ¿Era un artista Liberace, el protagonista de "Behind the candelabra? Él estaba convencido de que no había otro que se le pudiese igualar. 

En cualquier caso, da igual. Lo que haga el artista es cosa suya. Si te produce emociones, si te hace pensar, si te amplía horizontes, entonces, supongo que sirve. Pero, claro, hay que andarse con ojo porque a ver quién es el guapo que distingue los fetiches de lo que realmente vale. Todos estamos condicionados por la propaganda que no cesa. Y la lista de genios que no mantuvieron el tipo más allá de su generación es inmensa. 

Por lo demás, respecto al arte supremo, el del vivir, ¿cómo concebirlo sin excesos? Menudo muermo si no. No, si hasta el  mismo Séneca recomendaba agarrar una buena tajada de vez en cuando.

lunes, 14 de octubre de 2013

Las celebraciones



Si hay algo que me ha gustado poco toda la vida eso han sido las celebraciones a fecha fija. Como aquel personaje de Alicia en el País de las Maravillas, o de "A través del espejo", que no recuerdo, prefiero celebrar los nocumpleaños. Cualquier día, sin aparente motivo, de forma discreta, sin que se enteren los vecinos, elevas la copa y das gracias a los dioses por los dones que te conceden a nada que les tengas en cuenta. Así y todo comprendo perfectamente el valor del rito como cemento social. Todos a una, ya sea la familia, el pueblo, la nación, o el mundo mundial, haciendo a la misma hora la misma cosa, sea lo que sea, da un sentido de pertenencia a algo que apuntala la autoestima de los que carecen de otros medios para apuntalarla... que suelen ser la inmensa mayoría.

Porque supongo que se habrán fijado que las personas a medida que se van constituyendo como individuos van dejando de lado las celebraciones colectivas. Pasan de cumpleaños, pasan de fiesta del pueblo, pasan del día de la patria. Pasan en definitiva de todo aquello que no tiene que ver con su propia lucha por alcanzar el objetivo que se han propuesto. Y sí, quizá compartan con los próximos por medio de la confidencia las alegrías por sus avances. En cualquier caso, por lo general, tratará de evitar bullicios que trasciendan los muros de su intimidad. 

Bien, como se suele decir, que cada uno haga como mejor le parezca siempre y cuando no perturbe la paz del vecino. ¡La paz del vecino, menudo problema! Si el vecino no se entera a quoi bon tomarse tantas molestias. Hacemos todo esto, entre otras cosas, para que los demás se enteren de lo unida que está nuestra familia, o nuestro pueblo, o nuestra nación. Llevado ya al extremo, no sólo unidos sino encadenados, incluso de por vida. Ejemplos no faltan. Y, entonces, no nos engañemos, ya no se trata de presumir de júbilo sino de exhibir poderío. ¡Que tiemblen nuestros enemigos! O, simplemente, que se exilien los cenizos del pueblo o la ciudad la semana de fiestas. 

Es lo malo, bajo mi punto de vista, de cada vez más celebraciones, que sirven, sí, para unir a los nuestros, pero siempre contra otros, o sea, mal rollo. Así es que se celebró el otro día la fiesta de la Hispanidad y no digamos, ya, sólo, lo que pudo molestar a algunos ilustres periféricos de nuestra propia patria, también, allende los mares levantó no pocas suspicacias entre los que consideran que, cuando pasó lo que se celebra, les destrozamos el paraíso. Comprendo que tanto en un caso como en el otro fue cosa de redomados idiotas, porque ni los unos van a dejar de ser españoles por mucho que se inventen historias ni a los otros se les destrozó nada que no fuese su afición a comerse al vecino cuando la necesidad apretaba o, simplemente, querían celebrar cualquier cosa. 

En fin, celebración y canibalismo, quizá no haya que retroceder tanto para relacionarlos. ¿Que se lo digan si no al Sr. Maduro, presidente de Venezuela?

jueves, 10 de octubre de 2013

La ciudad del "No"



"Pedir limosna en la calle, prohibido; hacer acrobacias con bicicletas o monopatines, prohibido; tirar colillas al suelo, prohibido; ofrecer bienes a los ocupantes de un vehículo, prohibido; practicar juegos molestos o peligrosos, prohibido; ofrecer servicios de tarot, prohibido; usar los bancos para otra cosa que no sea sentarse, prohibido; pasear un perro molesto, soltarlo en una zona no permitida, dejar que se bañe en una fuente o darle de comer en la calle, prohibido; molestar al regar las plantas, prohibido; usar estanques para modelismo, prohibido..."

Que el rotativo de la burguesía catalana ha bajado de una temporada acá su tono reivindicativo secesionista es una evidencia que es imposible negar. El periodista Sostres se inventó en uno de sus magistrales artículos una entrevista de el Conde de Godó, propietario de dicho rotativo, con Rajoy en la que éste perdonaba al Conde por sus pasados descarríos y sentaba las bases para un futuro de concordia. Una vez más, bien podemos decir que la realidad imita al arte. Las noticias sobre sondeos siempre favorables a las tesis soberanistas han desaparecido como por ensalmo de las cabeceras y la palabra España se repite una y otra vez sin complejos. Pero, claro, como le aconsejó Rajoy al Conde, "tu vas cambiando poco a poco para que no se note", y así es que, como si de evitar que a sus tradicionales lectores les entre el mono, el Conde les informa ahora, a guisa de metadona, sobre las muchas lacras que hacen de la capital de España un lugar poco apetecible para vivir. Así es que hoy le toca el turno a "Madrid la ciudad del No", y enumeran todas las prohibiciones que pretende poner en vigor su alcaldesa. 

Desde luego que a nadie con dos dedos de frente se le ocurre pensar que prohibir todas esas cosas que les he enumerado al principio sea algo deseable. Desde luego que en Munich o en Copenhague o en Amsterdam sería una aberración hacerlo. Pero en Madrid, y en la mismísima Barcelona, me parece que es la idea que ya hubiese tenido que haber sido puesta en práctica hace muchos años. Si el civismo no viene a ti, tu vas al civismo, se podría decir parafraseando a Nosequién. Porque es evidente que en España existe un problema de civismo que se puede considerar grave por comparación a los países de cultura protestante y, quizá, taoísta, e irrelevante si tomamos como referencia a los de cultura católica. 

Por lo demás, si dicen que dizan. Lo mismo que La Vanguardia, El País también insiste en lo mal que está todo en Madrid. Bueno, supongo que, otra vez más, opinión es sinónimo de situación. Y todo el mundo sabe como andan esos dos periódicos, al borde de la quiebra o algo así. Porque, también son ganas. Date una vuelta por Madrid y comprueba por ti mismo lo sucio que está y lo mal que se lo pasa la gente. Bueno, quizá por donde campea la chusma turística... pero incluso en eso Madrid se salva por comparación a otras ciudades porque aquí apenas ha llegado esa lacra y por sus características será difícil que llegue algún día. Sobre todo después que los dioses le hicieran la gracia de no concederle los juegos olímpicos. 

No, también en eso se estrellará la Vanguardia. Y no digamos El País que ya lo está desde hace mucho. Madrid necesitara adoptar muchas medidas para acercarse a las grandes capitales del norte europeo, pero, de momento, viniendo de provincias, Barcelona incluida, no puedes hacer otra cosa que sentir envidia y ganas de quedarte. Se lo digo yo.    



miércoles, 9 de octubre de 2013

Fobia



Qué atasco hay hoy, dice uno. El mismo de todas las mañanas contesta el que le acompaña. Son alrededor de las ocho de la mañana y estamos esperando en un semáforo de la calle O´Donnell a que el intenso tráfico nos deje un hueco para cruzar. Pienso, entonces, en lo paciente que es la gente y lo poco que le cuesta someterse a las mayores sevicias. Cada mañana lo mismo, media, una hora de coche, para llegar al trabajo. Y otra, supongo, por la tarde para volver a casa. Y como si nada. Son los mismos que me encuentro desayunando en el Selma. Hacen chistes con las noticias que vienen en el MARCA. O se entretienen con los videojuegos del móvil. Con sus trajes impecables. Allí les dejo cuando concluyo mi colación. Entro en El Retiro. Las primeras luces colorean de rosa las nubes que sobrevuelan las copas de las árboles. ¿¡Dios mío, es debido a mi fobia o es realidad lo que veo¡? Hay millones de perros correteando de aquí para allá. Me largo ipso facto. Cualquier visión me resulta más agradable que eso. Incluida la de los atascos. Quizá debiera acudir al psiquiatra a que me mire eso. Porque no puede ser muy normal que me moleste tanto lo que a tanta gente agrada, ¡y de que forma! Los besan, los acarician, les lanzan los más cariñosos piropos... recogen con mano trémula sus tibios excrementos... cuando los recogen. Algo tiene que estar pasando, pienso, para que haya tanto amor desviado. Aunque, pienso después, lo más probable es que el desviado sea yo. Sí, tendré que solicitar ayuda especializada. 

Sí, ya me lo sugirieron multitud de intervinientes cuando se me ocurrió decir la mía en aquel debate que se montó en El Diario de Palencia con motivo de haberse comido un perro a una tierna niñita que jugaba en un parque de la ciudad. Claro, sin tener prejuicios, a ver quién es el que no va a desear comerse a una niñita que está jugando en un parque. Pues bien, recuerdo haber dicho que el tener uno de esos perrazos y soltarlo por un parque en el que están jugando niñitas es algo que debiera ser analizado desde una perspectiva freudiana. ¿Qué puede ser lo que le lleva a un tipo, o tipa, a tener un perro de esos? No digo ya a soltarlo por un parque en el que están jugando niñitas. Bueno, no vean la que me cayó por pensar en alto. Subnormal, pervertido y cosas así fue lo menos que me llamaron. Y todos, invariablemente, me mandaron al psiquiatra. 

Y ya que menciono la perspectiva freudiana, también recuerdo haber oído por aquellos tiempos que tan de moda estuvo utilizar tal técnica para hurgar entre los entresijos de la mente que lo de el miedo o la fobia, o lo que fuera, a los perros es un trasunto del miedo o la fobia, o lo que fuere, al padre. ¡Mira tú por donde! En cualquier caso el mío siempre llevaba un grueso bastón para protegerse de ellos. Y una vez que, cosa de niños, nos agenciamos uno, no pasó ni una semana antes de que solicitase los servicios de Gelín Papos de Olla para que le atase una gruesa piedra al cuello y le arrojase al río desde el puente romano un día de crecida. Sí, fue una ceremonia aquella de la que nunca me olvidaré: Gelín oficiando con mano firme y un montón de niños contemplando fascinados. Aquella sí que era pedagogía y no esta blandenguería socializante que todo lo putrefacta ahora. 

Dios mío, a dónde vamos a llegar. Es que está acostumbrado a dormir conmigo y anoche llegué muy tarde, me respondió en plan decontracté una vecina de Barcelona cuando le manifesté mi desagrado por los reiterados ladridos de su perro la noche anterior. En fin, no sé, quizá necesite pastillas.  

Coda. Me acaba de llegar un mensaje en el que me informan de que  Santander ha sido declarada  pet friendly town. ¡No querías caldo...! 

   

martes, 8 de octubre de 2013

Socializando



"Los universitarios en España tienen peor nota que los bachilleres japoneses"

Ahora va a resultar que nos tenemos que rasgar las vestiduras. Van esos desalmados de PISA y dicen de nosotros cosas tremendas. Que estamos a la cola de los países medianamente serios en lo que hace a las cosas que se relacionan con esa facultad del espíritu conocida como inteligencia. O sea, que por comparación a los demás somos poco inteligentes, lo cual, en román paladino, es como decir que somos medio tontos. Una ofensa, vamos. Porque es que ya saben lo fácilmente que se ofenden los tontos cuando les sueltas a la cara una verdad que les concierne.  

 La cosa es peliaguda. Claro, llevamos demasiados años con la engañosa cantinela de que "nadie es más que nadie". ¿Qué quiere decir eso para según quién? Mis amigos los proscritos de Alar, por poner un ejemplo, terminaban todas sus monótonas y reiterativas disertaciones con la dichosa cantinela. Supongo que estaba dirigida a mí que, por cierto, casi no podía abrir la boca para otra cosa que no fuese preguntar por el nombre de alguna cosa. Pero daba igual, sin duda ellos sentían que yo no era igual que ellos y no se lo podían quitar de la cabeza. Me querían parar los pies o ponerme en mi sitio. Yo, un tipo al que ni le gustaban los perros, ni ir en coche de aquí para allá, ni a los viajes del Imserso, ni poner dorados y espejos por la casa y que, para mayor inri, usaba un cortacésped con motor de alubias. Para ellos, aunque trataban de disimularlo a su manera, no había por donde agarrarme.

Ellos, los proscritos, venían de donde venían y tenían un mérito extraordinario por haber llegado a donde estaban. Desde los ocho años sólo habían ido a la escuela en los breves intervalos de parada entre las penosas tareas de una agricultura arcaica. Arar, sembrar, trillar, cosechar, beldar, en todo, por muy pequeños que fuesen, podían echar una mano y desde luego que la echaban. Ese fue el terreno en el que echaron las raíces de su árbol de la ciencia. Por contra, yo, estaba en la ciudad en un colegio de pago. Y cada sábado, a media mañana, se presentaba en clase el director con una caja de regaliz bajo el brazo para dar las notas. E iba nombrando de más a menos y se iba constituyendo la fila. Al primero tres barras de regaliz, al segundo dos, a los siguientes hasta diez, una, y los demás, hasta los cuarenta y tantos que éramos por clase, nada. Claro, así, a ver quién es el que no se entera que todos somos iguales pero unos más iguales que otros. Los más inteligentes, o más estudiosos, o como quieran llamarlos, disponían de más regaliz que los del montón. Era inevitable admirarlos, envidiarlos, criticarlos, hasta odiarlos. En definitiva, eran importantes.

Pero luego, pasó lo que pasó y, como consecuencia primera, la educación se hizo universal. Todo el mundo, aunque creyese otra cosa, fue a un colegio de pago. Lo que pasaba, y sigue pasando, es que, por razones que sería interesante analizar, ya no venía, ni viene, el director el sábado con el regaliz bajo el brazo. Según me han contado, se quiere evitar así el engolamiento de unos y la humillación de otros. Lo importante en una clase, dicen, es que todos sean "coleguis", incluido el profesor. Es la famosa socialización, principio y fin de toda educación que se precie de tal. 

¡Y vaya que si estamos socializados, vive Dios! Quizá no haya país en el mundo que nos aventaje en eso. Aquí, si hay alguien con prestigio, ese es Vicente, el de las paellas que dan de comer a más gente. Y los sanfermines, y las fallas, y las tomatinas, los toros vega y las cabras por el campanario, todo ello verdaderas cúspides del arte socializante. 

Pues miren lo que les digo, por comparación andaremos mal en comprensión lectora y habilidades matemáticas, pero hay aquí unas virtudes socializantes que te cagas. ¿Por qué se creen si no que cada año que pasa vienen más turistas? Pues por eso, por el arte que nos damos socializando. Te topas con un turista, socializas con él y ya no quiere otra cosa. El año que viene vuelve. 

Además, ¡con lo caro que se ha puesto el regaliz! ¡Y que les den morcilla a los de PISA! Pues anda que no. 

lunes, 7 de octubre de 2013

Simplicidad prolija




Ponen en You Tube la sigilosa caza de un cocodrilo por parte de un jaguar y en dos días tiene 25 millones de visitas. ¿Porque una acción tan anodina que se repite miles de millones de veces al día suscita tanto interés? Es como si el personal todavía anduviese sorprendiéndose porque los seres vivos tengan una irreprimible tendencia a hacer cualquier cosa que sea necesaria para perpetuar la especie a la que pertenecen. Reconozco que la sensación de brutalidad que produce la lucha entre dos animales grandes tiene atractivo, pero no mayor que la que tiene la lucha entre dos microscópicos si les miras con lente de aumento. El jaguar es ágil, sí, pero bastante menos que la lengua de un camaleón. Las variedades son infinitas, y puede que llamativas, lo reconozco, pero no nos engañemos, vista una, vistas todas. Y digo más, si algo hay verdaderamente sorprendente es la facilidad que tiene el ser humano para reproducirlas todas por medio de artilugios de su invención. 

También puede que esa admiración tenga algo que ver con la fascinación que produce el constatar que siempre es el pez grande el que se come al chico. Es lo natural y por tanto nadie está excluido de esa suerte. Toda una filosofía de vida. Me cuido de los grandes y me como a todos los chicos que pueda sin experimentar la menor mala conciencia por ello porque, al fin y al cabo, es lo natural. ¡Con el prestigio que tiene todo lo natural, por Dios bendito! Bueno, también es natural que muchos chicos se unan para comerse al grande. Es lo que les contaba ayer que quería el poeta y ensayista Benjamín Prado, que muchos pequeños se uniesen para comerse a los pocos que se lo llevan todo. Sin duda Benjamín ha visto muchos documentales de Nacional Geographic y ha sacado conclusiones. 

Yo, que blasono de no parecerme gran cosa a Benjamín apenas he visto documentales de animales ni mucho menos he viajado al Seregueti o como se diga, pero, así y todo, con lo poco que he visto, he extraído mis conclusiones. Y la primera de ellas es que si algo enseñan esos documentales es el arte de la prolijidad simplista o la simplicidad prolija, que me cuesta distinguir en este caso entre lo que es nombre y lo que es adjetivo. Te enseñan unos hechos que siempre son los mismos y hablan por sí solos. Un león se tira a una leona y de postre se pasa media hora lanzando sonoros suspiros. Pues bien, un tipo de voz bien templada se empeña en explicártelo con todo lujo de detalles. ¿Me toman por tonto 0 qué? Como si yo no hubiese hecho unas cuantas veces lo mismo que el león. Y así todo. 

Les seré sincero, a mí a los animales solo me gusta verles en la cazuela o realizando tareas complementarias a las del hombre cuando no se ha inventado el aparato que las supla con ventaja. Por lo demás mis admiraciones van dirigidas hacia todos esos logros de la mente humana cuya principal función es la de alejarnos de los animales y acercarnos a los dioses. Por cierto, logros y milagros. Demasiadas similitudes lingüísticas. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Siendo muchos



"La única manera de enfrentarse a esos pocos que se han llevado todo es siendo muchos", ha dicho en Santander un tal Benjamín Prado. Ya había escuchado alguna vez a este señor y, francamente, siempre me llamó la atención que se le tome tan en serio. Anda el tal por ahí, de plató en plató, soltando parida tras parida. Eso sí, pone una cara de bueno cuando las suelta que no es extraño que guste tanto a las abuelitas con nietos en el paro. Más o menos como gusta Antonio Gala o gustaba José Luis San Pedro por citar a dos ilustres eminencias especializados en simplificar el mensaje para que no sólo lo entiendan perfectamente sino que también les chifle a los fracasados escolares especialistas, a su vez, en practicar el botellón. 

Me pregunto quiénes serán "esos pocos" y qué será ese "todo" que se han llevado. Por no hablar de ese "siendo muchos" que es como una especie de mística de las de para partirse de risa. Parece mentira que haya gente mayor que todavía piense que haya alguien que siendo algo quiera formar parte de "siendo muchos". Desde luego que si hay un axioma incontestable ese es que "ser muchos" sólo lo desean los que no son nada. O sea, los ceros a la izquierda. Ya te puedes hartar a ponerlos que no conseguirás otra cosa que ensuciar el papel. De hecho es lo que consiguen esos "siendo muchos", ensuciar las calles, a veces, incluso, con su propia sangre, porque lo que es con la de "esos pocos", que es lo que quisieran, raras han sido las veces que lo han conseguido. 

Benjamín, Antonio, José Luis, demagogos baratos. Son el cáncer del sistema político conocido como democracia. Ya en la Grecia clásica las mejores cabezas analizaron el mal y trataron de ponerle coto. Platón, por ejemplo, sostuvo que la única terapia posible era pasarse a la tiranía. El caso es que, listillos o rematadamente idiotas, lo que nadie puede negar a los demagogos es una cierta gracia para decir a los ceros a la izquierda lo que les gusta escuchar. Aunque subliminalmente les estén llamando mierdas, en el sentido literal, que es único accesible a los ceros, les están eximiendo de toda culpa por no haber querido o sabido atender en la escuela, cosa ésta que es, que nadie se engañe al respecto, la madre de todas las peores desgracias que corroen el mundo conocido como desarrollado. Atendiesen los niños en la escuela y mal lo iban a tener los demagogos. 

En fin, lo que no se haya dicho ya y lo que habrá que seguir diciendo y parece que como si nada. Hoy mismo veo al Sr. Rubalcaba tachando de "anticatalanes" a los del Partido Popular. De puro sinvergüenza pasa ya a la categoría de descerebrado. ¿En qué concepto tiene ese tipo a los ciudadanos? Sin duda los considera basura. Ni siendo un empedernido botellonero te puedes tragar eso. En fin. 

viernes, 4 de octubre de 2013

Parabólica



Por razones que se me escapan, los vecinos que ahora tengo están poniendo todo tipo de trabas a que instale una antena parabólica en la azotea. Tiendo a pensar que será cosa del cerrilismo provinciano que tiene muy en cuenta lo que hacen los otros y no puedo hacer yo, entender mal que bien los idiomas extranjeros, por ejemplo. Por lo demás, en la azotea hay antenas como para parar un tren, así que una más, que además es pequeñita, no veo yo en qué podría modificar el status de mis vecinos. En fin, que me costará, pero vive Dios que lo conseguiré.

Así es que sin parabólica ando huérfano de información, porque hay una cosa que yo no hago ni así me maten y eso es someterme a la tortura de las televisiones nacionales. Ya sé que puede sonar algo pedante lo que estoy diciendo, pero prefiero mil veces que me tomen por tal a acabar trastornado por sufrimientos innecesarios. No me va nada el masoquismo. 

Con la parabólica tienes una ventana abierta a prácticamente todo el mundo. Si entiendes algo de inglés te puedes colar en Corea, China, Qatar, Japón, Rusia y unos cuantos más, amén de EEUU y RU que son, por así decirlo, la madre de todos los inventos informativos. Luego, con el francés, aparte de suizos, belgas y canadienses, a los propios franceses que son gente a la que le queda de aquellos esplendores pasados un gusto por vivir en el escaparate mostrando sus muchas notables cualidades y, también, lo más divertido, las miserias morales inherentes a una imparable decadencia que no se quiere aceptar. Te mueres de risa muchas veces, pero muchas más te da qué pensar. Con el español, aparte de la andaluza con su eterna copla, puedes ver Cubavisión que es una joya para los aficionados a la música y Telesur, la que fundara Chaves, para los aficionados al esperpento. 

El caso es que hoy, leyendo la prensa digital, perdonen el oximorón, me he topado con una información referente a cosas de los franceses que me ha hecho mucha gracia. Por lo visto el Parlamento de la Nación ha dado a luz una ley que tiene por finalidad impedir que Amazón pueda mandar los libros a domicilio libres de cargos de envío. Argumentan los parlamentarios que eso es una competencia desleal que pone en serio peligro la supervivencia de miles de pequeñas librerías que, como todo el mundo sabe, son pieza clave de la cosa de la cultura y glamourosas por demás. 

Pienso que si hubiese dispuesto de parabólica me hubiera entretenido con algún debate sobre el particular. Porque los debates en las teles francesas suelen ser muy buenos. Cartesianos ellos al fin y al cabo. Quizá me hubiesen dado alguna pista para aquilatar el juicio. Porque es que lo que en la actualidad pienso de todo eso de los libros de papel que a tanta gente le gusta tocar y oler es que forman ya parte de un tiempo revolu. Quedarán las bellas ediciones para los coleccionistas y museos, pero todo lo demás estará al alcance de un click. De hecho, de aquí a cuatro días toda la gente que quiera ira por el mundo como yo voy ahora, o sea, con la Biblioteca Nacional en uno de los bolsillos posteriores del pantalón. 

En fin, ya digo, cuanto antes se adapte uno a lo que viene menos frustraciones tendrá que afrontar después. O al menos eso es lo que dicen los entendidos. 

jueves, 3 de octubre de 2013

No se puede caer más bajo



"Si nos acostumbramos a que un partido pueda chantajear... cualquier presidente que venga después de mí no podrá gobernar eficazmente", ha dicho Obama. Bueno, no creo que nos debamos alegrar de que un presidente de los EEUU diga semejantes cosas. Acusar de chantajista al adversario que acertada o equivocadamente hace su trabajo es, cuanto menos, una bajeza moral. Como no se puede salir con la suya, ¡ala!, a insultar. Esos son sus argumentos. 

El caso es que los conservadores no quieren dar su voto favorable a que los liberales pongan en marcha su reforma sanitaria. ¡Si serán hijos de perra! ¡Por Dios bendito, quién puede estar en contra de eso! Claro, ya se sabe, los conservadores siempre dando su apoyo a los lobbys, en este caso al de la industria sanitaria, para que los ricos sigan ganando dinero de mala manera y los pobres sean un poco más pobres. Esa es una lógica muy en boga entre ciertos sectores de la población, más o menos los mismos que hace unos años veían por todos los lados a la CIA con sus aviesas intenciones. Esos sectores de población que sustentan sus argumentos en dos premisas que de tan falsas casi dan risa. Una, que el Estado para obtener dinero sólo tiene que dar a la manivela. Dos, que todo ese rollo de la seguridad es un invento del complejo político-militar-armamentístico para tener a la gente sometida. 

A mí, cuando ganó Obama no me pareció ni bien ni mal. Si hubiese ganado su oponente me hubiese parecido igual. Pensaba que tanto uno como otro daban muestras de ser competentes y, además, tengo entendido que en ese país los contrapesos del poder son tan eficaces que es muy difícil que a un presidente se le pueda ir la mano. De hecho, a algo tiene que ser debido el que aguanten tanto en la cresta de ola y sigan sin dar muchas muestras de decadencia... pese a quien pese.  

Pues bien, en lo que estamos ahora es en que Obama quiere extender la cobertura del sistema sanitario estatal y los conservadores, que tienen mayoría en las cámaras, le bloquean el proyecto. Según dicen, la cobertura allí es mucho más precaria que aquí. Eso tiene algunas consecuencias que aquí nos parecen horrorosas a casi todos, pero que allí no se lo parecen tanto a una considerable parte de la población. La consecuencia más llamativa, o que más se presta a demagogia, es que los pobres tienen muchas menos posibilidades de sobrevivir a una terrible enfermedad que los ricos. Otra consecuencia es que la muy extendida clase media, siendo consciente de cuales son las reglas del juego, se dedica a ahorrar por si vienen mal dadas. De esto no se suele hablar mucho por aquí, pero la cosa tiene una importancia considerable de cara a la economía de la nación. Porque el ahorro, por lo general, se invierte. Aparte de lo dicho, otra consecuencia no baladí de la precaria presencia del estado en la asistencia sanitaria es el fomento de la acción filantrópica. ONGs de todo tipo que recorren el país dando asistencia a los que la han de menester. En fin, citar el poderío de los seguros médicos, huelga por obvio. Allí, por lo visto, con cualquier contrato de trabajo tienes asegurada una póliza para uno de esos seguros privados.  

Ya digo, los conservadores se pueden estar equivocando o acertando, pero llamarles chantajistas me paree despreciable y, la verdad, no me esperaba eso de Obama. Porque es que, además, se da la muy inquietante circunstancia de que la deuda del estado estadounidense es monstruosa. Hasta tal punto que todos están absolutamente convencidos de que hay que recortar gastos sea como sea. ¿De dónde? Bueno, los conservadores piensan que para empezar lo más sensato es no meterse en nuevos gastos. ¿Se equivocan? ¿Aciertan? Lo que es seguro es que Obama se equivoca utilizando el insulto como argumento. Como si fuese un político nacionalista catalán. No se puede caer más bajo. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Pirateando



La verdad es que comprendo perfectamente el mosqueo que se traen algunos con esto  que se ha dado en llamar piratería con no sé si poco o mucho acierto. Tengo mis dudas. Arcadi Espada y Fernando Savater, por citar a dos de las que considero entre las mejores cabezas del país, opinan que, efectivamente, es pura y dura piratería que pone en serio peligro los caladeros de la creatividad. Lo que pasa es que ser muy inteligente no exime de caer en el error patofísico de tomar el propio interés por aquilatada opinión. Arcadi se queja de que cada vez gana menos. Y mira que el hombre se esfuerza por hacer pasar por taquilla a sus lectores. Lo tiene chungo, me parece. Como los músicos se tendrá que dedicar a los bolos si quiere seguir gozando de los placeres de la haute cuisine.

No menos dudas me produciría mi opinión al respecto si la tuviese. Mejor así, porque podría amargarme el dulce, porque se da la circunstancia de que por la módica suma de unos 70 € más la benevolencia de unos allegados tengo un disco duro cargado con lo mejorcito de la historia del cine y la televisión. No sé, pero mucho voy a tener que vivir si quiero verlo todo. De momento, me relamo con solo pensar lo bien provisto que estoy para enfrentar las largas noches del invierno frío. 

En cualquier caso, de poco sirve lo que piensen los unos o los otros. Como en tantas cuestiones controvertidas lo que cuenta son los hechos. Pongamos que fulanito compra una película, la ve y le gusta mucho. Se la voy a pasar a menganito que seguro que le gusta, piensa y hace. Como menganito vive lejos se la envía por la red. Menganito, a quién también le gustado se la envía a Zutanito. Zutanito se la envía a otro y este a otro, a otro, a otro... así, por progresión geométrica que le dicen, en cuatro días tiene la película hasta el gato. ¿Es eso piratear? Puede que lo sea, pero como ningún gobierno sabe a donde mandar sus fragatas para combatirlo lo más inteligente será que nos acostumbremos a vivir con ello. Recancomiéndose los unos y beneficiándose los otros... como siempre fue y será la estela que dejan todos los grandes descubrimientos.

Luego, respecto a los funestos augurios sobre los caladeros de la creatividad, me fumo un puro. Hay que sentirse muy perjudicado para creer en eso. Lo más probable es que pase lo contrario, hasta tal punto, que acabemos deseando que la gente pare de inventar para que podamos tomarnos un respiro.