miércoles, 16 de octubre de 2013

Agua



Cuando viví en Salamanca trabajaba en un ambulatorio de la Seguridad Social en el que pasaba una consulta de pulmón y corazón. Mi cupo de pacientes provenía de Ciudad Rodrigo y aledaños, lo que se conoce como la Raya de Portugal, y, no es por nada, pero creo que ni de lejos he asistido yo nunca a gente más culta y educada. Como, por lo general, venían a revisarse antes de iniciar sus viajes del IMSERSO y cosas por el estilo, el encuentro era muy distendido y daba para hablar de los temas más variados. Todavía tengo por ahí algunas poesías y romances que me traían viejecillos de aquellos pueblos perdidos. En fin, no se preocupen que no me voy a poner en plan Abuelo Cebolleta. Aunque quizá, cualquier día, si tengo paciencia y ganas les trascriba algunos de esos monumentos de la lírica. 

El caso es que como allí se trabajaba poco daba al personal para mucho hacer pasillo. Con lo peligroso que es eso. Recuerdo a un tipo, ginecólogo creo, con un bigote de esos que crecen perpendiculares a la piel, que era muy vehemente y se te acercaba mucho cuando hablaba. Un día, con motivo de una sequía que había por entonces, el tipo me acorraló tanto que parecía que me iba a clavar en la cara aquellas escarpias que tenía bajo su nariz. ¿Qué dicen ahora los que hacían chistes cuando Franco inauguraba pantanos? Sin duda, dado mi habitual desaliño, me debía tener por izquierdista. Yo me limité a hacer una escueta alabanza de aquella política del agua y la cosa no pasó a mayores. 

La política del agua. Efectivamente, al respecto, se hacían chistes sobre Franco. Le llamaban el hombre rana y cosas así por su afición a los pantanos. Era como si lo considerasen una cosa ridícula, una obsesión malsana por aparecer en los noticiarios inaugurando lo que fuese, la propaganda del Régimen, ya se sabe. Incluso se argumentaba que algunos pantanos los había inaugurado varias veces. En realidad, los ridículos e ignorantes eran los que le criticaban por esa cuestión. Porque la cuestión es que desde que hay memoria histórica no ha habido dirigente del país que no haya estado obsesionado por la que ha sido la gran causa del retraso de desarrollo respecto de nuestros vecinos del norte a saber la falta de agua. 

Porque aquí el régimen de lluvias en la mayor parte del país es más bien escaso y, eso, añadido a una orografía peleona hace, o mejor dicho hacía antes de que Franco inaugurase tantos pantanos, que la escasa agua que caía se despeñase a toda mecha hacia el mar. Así es que si uno se interesa por el tema verá como desde tiempo inmemorial se vienen haciendo obras para tratar de paliar en lo posible esa carencia. Los romanos, los árabes, hicieron no poco al respecto. Luego, cuando el despotismo ilustrado, o sea, por el siglo XVIII, se hicieron grandes proyectos, pero claro, por una parte la pasta, por otra el know how, todo eran carencias insalvables. No pocas presas se venían abajo con la primer gran riada y a principios del XIX en una de esas catástrofes, por la parte de Murcia, murieron como 600 personas o así. Ese fue el detonante para la creación de la primera escuela de caminos, canales y puertos. 

Cuando llegó Paco con la rebaja, como decía mi padre, lo primero que hizo fue ponerse a construir presas. Sin duda, alguien le había aleccionado en el sentido de que sin resolver el problema del agua todo se iba a quedar una vez más en retórica vacía. Para entonces, know how el que hiciese falta y, la pasta, pues no sé de donde la sacarían, pero, de todas formas, con todos los adelantos técnicos de que ya se disponía ,supongo que los costes totales, con ser muchos, se habrían abaratado bastante. En resumidas cuentas, que se hizo un esfuerzo ingente que fue el fundamento de todo el posterior desarrollo. Todo fue disponer de agua y empezar a aproximarnos a matacaballo al nivel de vida de nuestros vecinos norteños. 

Bueno, la historia es la historia y al final lo que cuenta no son los sentimientos que produjeron determinados acontecimientos en determinadas personas. Cuenta lo que quedó, para bien, y para mal. Ayer se pudo ver en todos los periódicos la foto de Schwarzenegger visitando el Valle de los Caídos. Pour quoi pas, arquitectónicamente es de lo más notable que hay en el país. Es una página de nuestra historia como lo es el Escorial o cualquier otro de los monumento que se hicieron sabe Dios a costa de qué sufrimientos del pueblo llano. Dentro de no mucho, a no ser que la estulticia le deje venirse abajo, El Valle será un lugar más para maravillar a los turistas que visitan Madrid. Schwarzenegger, en eso, no es más que un adelantado.   

El Valle, los pantanos, el desarrollismo, eso es lo que quedará ligado a los años del franquismo. De las sevicias propias de cualquier dictadura, si pasados cuarenta años ya casi nadie se acuerda, esperen otros cuarenta, el que pueda, y ya dirán. 

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