Es lo que les pasa también a los de los sindicatos, que se quedaron colgados de pasadas glorias políticas y no pueden evitar montar su númerito venga o no a cuento so pena de perder sus subvenciones y desaparecer del mapa. De intermediarios apaciguadores pasaron sin, al parecer, haberse apercibido de ello al papel de pícaros consumados y cada vez más desenmascarados.
Por no hablar del partido de la oposición al Gobierno, sea el que sea, que debiera ser llamado el de la varita mágica por aquello no poder cesar de pedir con fingida indignación que el gobierno reparta mejor no sólo lo que hay sino también, y para eso la varita, lo que no hay. Y claro, cualquiera con dos dedos de frente sabe que reclaman eso porque son unos sinvergüenzas, pero ¡dos dedos de frente! ¿Cuánta gente tiene eso? Muy pocos la verdad. Lo mismo que son muy pocos los que salen perdiendo si se reparte. Así que el papel de la oposición, al margen de toda honestidad, es pescar votos en el inmenso caladero de los sin dos dedos de frente y sin dos duros en el bolsillo. Es ridículo, claro, como todos los papeles que se eternizan, pero, ya digo, hacen falta dos dedos para comprenderlo.
Y ahora le toca el turno a las víctimas del terrorismo y su entorno de corifeos a propósito de una sentencia que manda excarcelar a los enemigos que fueron hechos prisioneros y llevan más de veinte años penando. No les basta al parecer con tener a los terroristas cautivos y desarmados, quieren su destrucción total porque en su dolor, o en su rencor, no quieren ni oír hablar de aquella sabia doctrina de todos los grandes generales que en el mundo han sido que recomienda ser benevolente con el derrotado. Y no por nada sino porque es la mejor manera de demostrar de qué lado está la grandeza de espíritu. Es decir, la razón. ¡Pobres víctimas aferradas a su papel! No saben hasta qué punto y con qué facilidad la explotación del dolor transforma a la antigua víctima en el nuevo vampiro.
Perpetuarse en su papel, una desgracia como otra cualquiera con muchas posibilidades de acabar en opera trágico-bufa. ¡Por Dios bendito, con lo divertido que es cambiar!
En la práctica el que salgan ahora o lo hagan dentro de tres o cuatro años, que es lo que les quedaba de condena, un poco da lo mismo. Lo que es más preocupante es que haya un delincuente habitual en la presidencia de la Diputación de Guipúzcoa, o que el próximo lehendakari posiblemente sea alguno que se toma con él sus txikitos en Casa Alcalde y alrededores.
ResponderEliminarCualquier cosa puede pasar, pero a mí me parece que si a esta gente les das cuerda lo más probable es que se ahorquen con ella.
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