miércoles, 23 de octubre de 2013

El estilo



En la calleja de detrás del Congreso de los Diputados hay una sala de exposiciones que se llama ICO o algo así. Creo que forma parte de la obra social de un banco. Bendito sea. El caso es que es de los pocos lugares del ramo de la cultura que suele romper mi renuencia a emplear el tiempo contemplando como se pasa la vida tan callando. Es un sitio sorprendentemente solitario para lo a mano que está y la calidad de lo por lo general exhibido. Además, casi silencioso. O sea, que se adapta bastante a lo que considero como apropiado para las cosas del espíritu. Así es que hoy me he pasado por allí a hacer un recorrido por las obras de Miguel Fisac y Alejandro de la Sota. 

Lo primero que quiero recalcarles a propósito de la exposición es que si uno no hubiese sabido escoger a los amigos, o, si quieren, si no hubiese sido afortunado con los que me cayeron en suerte, no hubiese podido sacar nada, o casi nada, en limpio de lo que he podido contemplar esta mañana.  

Sostiene Fisac que en el principio está la idea y que esa idea necesita de una forma para poder expresarse. Es un largo camino de exploraciónes hasta que se cree que se ha dado con ella. Entonces, ya establecida una forma, tenemos un estilo. Mientras la forma permanece pura es la época de clasicismo de ese estilo. Después, los creativos comienzan a añadirle a esa forma lo que ellos piensan que son mejoras. Es la época de la decadencia de un estilo. 

De la Sota me ha parecido más farragoso con las palabras. Sin embargo deja claro eso tan sencillo y complicado a la vez de que una forma arquitectónica contribuye a crear un ambiente que condiciona la vida de los que le viven. Digo sencillo cuando el encargado de crear esa forma es un profesional como Dios manda y complicado cuando la forma surge de las pretensiones de un aficionado, o sea, casi siempre. Porque es que, ya saben, a ver quien es el que teniendo dos duros en el bolsillo no se va a creer capacitado para dar forma a la casa de sus sueños. Después, claro, hecha realidad, vienen las pesadillas, porque, lo dicho, la forma condiciona el ambiente y, éste, la vida. 

Bueno, la exposición se puede ver hasta febrero así es que si pasan por Madrid y no tienen nada mejor que hacer se lo recomiendo. Aunque si son de los que gustan de los adornos no creo que les vaya a gustar porque las formas que van a ver se compaginan con la idea de que las casas son para vivir y no para exhibir status social. Por así decirlo, para estos arquitectos, todo ornamento es delito. 

Por lo demás, de Madrid al cielo.  

2 comentarios:

  1. Cuando yo era chico solía ir a casa de un amigo mío a buscarle, y cuando entraba en su habitación me daba envidia la ventana que tenía, y en general, el edificio en el que vivía, por dentro y por fuera. Treinta años después, cuando me compré en Tokio una guía de la arquitectura moderna española me enteré con asombro de que la casa de mi amigo era la única que había construido De la Sota en Salamanca, no sé por qué carambola del destino. En esa misma guía vi fotos del famoso gimnasio del colegio Maravillas y del edificio del gobierno civil de alguna ciudad de Cataluña y me pareció triste el que los españoles casi ni conozcamos el nombre de gente así.
    De la arquitectura de Fisac no sé mucho. Lo cierto es que, por mis vicios, me enteré de la existencia de su hija, Taciana, antes que la del padre. Cuando nació, según parece,, su Fisac decidió ponerle una institutriz china y hoy en día es una de las mayores especialistas en esa cultura del país. Supongo que ese acto de clarividencia dice mucho del carácter del arquitecto.

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  2. Si me hubiese fijado en una casa de esas de jovencito lo más seguro es que no me habría gustado. Se necesita una cierta madurez para comprender que de balde compra el que compra lo que ha de menester y que detrás de todo ornamento hay un delito.

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