Que el rotativo de la burguesía catalana ha bajado de una temporada acá su tono reivindicativo secesionista es una evidencia que es imposible negar. El periodista Sostres se inventó en uno de sus magistrales artículos una entrevista de el Conde de Godó, propietario de dicho rotativo, con Rajoy en la que éste perdonaba al Conde por sus pasados descarríos y sentaba las bases para un futuro de concordia. Una vez más, bien podemos decir que la realidad imita al arte. Las noticias sobre sondeos siempre favorables a las tesis soberanistas han desaparecido como por ensalmo de las cabeceras y la palabra España se repite una y otra vez sin complejos. Pero, claro, como le aconsejó Rajoy al Conde, "tu vas cambiando poco a poco para que no se note", y así es que, como si de evitar que a sus tradicionales lectores les entre el mono, el Conde les informa ahora, a guisa de metadona, sobre las muchas lacras que hacen de la capital de España un lugar poco apetecible para vivir. Así es que hoy le toca el turno a "Madrid la ciudad del No", y enumeran todas las prohibiciones que pretende poner en vigor su alcaldesa.
Desde luego que a nadie con dos dedos de frente se le ocurre pensar que prohibir todas esas cosas que les he enumerado al principio sea algo deseable. Desde luego que en Munich o en Copenhague o en Amsterdam sería una aberración hacerlo. Pero en Madrid, y en la mismísima Barcelona, me parece que es la idea que ya hubiese tenido que haber sido puesta en práctica hace muchos años. Si el civismo no viene a ti, tu vas al civismo, se podría decir parafraseando a Nosequién. Porque es evidente que en España existe un problema de civismo que se puede considerar grave por comparación a los países de cultura protestante y, quizá, taoísta, e irrelevante si tomamos como referencia a los de cultura católica.
Por lo demás, si dicen que dizan. Lo mismo que La Vanguardia, El País también insiste en lo mal que está todo en Madrid. Bueno, supongo que, otra vez más, opinión es sinónimo de situación. Y todo el mundo sabe como andan esos dos periódicos, al borde de la quiebra o algo así. Porque, también son ganas. Date una vuelta por Madrid y comprueba por ti mismo lo sucio que está y lo mal que se lo pasa la gente. Bueno, quizá por donde campea la chusma turística... pero incluso en eso Madrid se salva por comparación a otras ciudades porque aquí apenas ha llegado esa lacra y por sus características será difícil que llegue algún día. Sobre todo después que los dioses le hicieran la gracia de no concederle los juegos olímpicos.
No, también en eso se estrellará la Vanguardia. Y no digamos El País que ya lo está desde hace mucho. Madrid necesitara adoptar muchas medidas para acercarse a las grandes capitales del norte europeo, pero, de momento, viniendo de provincias, Barcelona incluida, no puedes hacer otra cosa que sentir envidia y ganas de quedarte. Se lo digo yo.
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