lunes, 24 de febrero de 2014

Blood simple



A un pobre desgraciado de un pueblo de Cantabria se le ha escapado la rotaflex y se ha cortado la arteria femoral. De resultas, ha muerto. Tenía 74 años lo que me hace suponer que, simplemente, se estaba entreteniendo. Entreteniendo y, sobre todo, metiendo un ruido infernal. Lo de que estuviese o no molestando a los vecinos, eso, ya, es otro cantar. Porque sabido es que para la gente de baja condición, o sea, casi todos, el ruido de la rotaflex es música celestial. Y ya, si levanta polvo, como los efectos especiales de Robocop, una pasada. 

Esto de la condición, baja, alta o mediopensionista, es algo con lo hay que andarse con cuidado antes de mencionarlo so pena de incurrir en graves reconvenciones. Porque a mucha gente le molesta que le mientes los intestinos. Ello no quita para que sea de las clasificaciones que más están en el ánimo de cualquiera. En nuestro fuero interno nos pasamos la vida clasificando a los demás. Supongo que es porque necesitamos saber con quién nos las hemos de ver. Y, sigo suponiendo, por eso debe de ser que intentamos por todos los medios a nuestro alcance dar el pego. Nos emperifollamos con la ilusión de que así ascendemos unos cuantos centímetros en las diversas escalas sociales. De hecho, si no fuese por esa ilusión, cantidades ingentes del sistema productivo se irían al garete. 

Ya nos lo advierte el clásico: donde falta conocimiento el hábito califica, pero engaña de ordinario que debajo de mala capa suele haber buen vividor. Donde falta conocimiento, a qué vamos a negarlo, es en casi todos los sitios, y en mi casa donde más. Por eso califico de baja condición a la primera de cambio al que usa rotaflex para entretenerse. La baja condición que, todo hay que decirlo, es muy probable que esté condicionada por la escasa inteligencia. Escasa inteligencia que, como dijo el sabio Salomón, es la condición sine qua non para poder disfrutar el ruido de la rotaflex. 

En fin, el caso es que al leer lo del pobre viejo de la rotaflex me he acordado de aquello que cantábamos de niños: allá arriba en la montaña/ hay un hombre haciendo botas/ se le escapó la cuchilla/ y se cortó las pelotas. Tampoco es que tenga gracia, pero de niño, ya se sabe, gusta todo lo que tenga rima. 

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