viernes, 7 de febrero de 2014

Deconstruyendo



Me envía Pedro por correo la siguiente frase extraída de un libro escrito por uno de los grandes: "...los pobres que asocian por un oscuro instinto de consuelo el mal con la riqueza..."

Bien, un cocinero se dedica a deconstruir garbanzos y en dos semanas se gana un efímero reino en este mundo, por contra hay otras gentes sin oficio definido que tienen a bien pasarse la vida deconstruyendo el alma, la psique, el espíritu, sistema nervioso o como quieran llamar a eso que nos hace ser conscientes de que vivimos, sin por ello ganar otra cosa que un cierto placer estético de vez en cuando. Es como un chispazo de genio del que brota una secuencia de palabras que te hacen pensar que has dado en el clavo a efectos de explicar la interrelacion de sentimientos y emociones que nos hacen actuar o pensar de determinada forma ante determinadas situaciones. Es, digamos, el placer, o el consuelo, que es un placer agridulce, de pensar que, a partir de ese momento, conoces un poco mejor la condición humana y, por tanto, a ti mismo, lo cual no es cosa baladí si nos atenemos a lo que pensaba el más sabio de todos los sabios que en el mundo han sido: Sócrates.

Oscuro instinto de consuelo, dardo certero donde los haya. Instinto, o sea, algo grabado a fuego en nuestro sistema nervioso de lo que es imposible desprenderse y, acaso, con mucho tesón, domesticar un poco. Pero muy poco porque el animal que llevamos dentro tira más que cien carretas de bueyes. Así, si andamos dolientes, lo que para nuestra desgracia es harto frecuente, como por un resorte que salta se pondrán los doscientos bueyes a tirar en busca alivio, que no otra cosa es el consuelo. Instinto de consuelo por tanto, pero además oscuro porque ya saben como son los bueyes: tiran hacia delante ciegos, espoleados por el chirrido de las ruedas de la carreta que arrastran y guiados por el palo del gañan que les alimenta. El chirrido que es emoción, el palo del gañan que es sentimiento. La emoción que es la frustración del deseo no cumplido, o el resentimiento por la envidia de lo que otros tienen, o la rabia por la soberbia humillada. Son los tropezones propios de la ceguera que te dejan lleno de moratones. Necesitas analgésicos. Consuelo en definitiva. Y entonces te acuerdas de que una vez escuchaste a alguien decir que los ricos son ricos porque son malos y lo das por cierto porque te viene como de molde. Lo cual, por simple deducción, te lleva a pensar que si eres pobre no es por otra causa que porque eres bueno. Y, como por ensalmo, te duelen un poco menos los moratones. 

En fin, deconstruir, ese pasatiempo que consiste en buscar la razón de la sinrazón que a mi razón es dada, como diría D. Quixote.                  

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