jueves, 27 de febrero de 2014

Dios lo quiere



<<Tras escapar de sus dueños, los perros se echaron encima de los niños que volvían de la escuela del campo. Mataron a tres en el mismo instante. Los guardias enterraron vivos a los otros dos, que respiraban a duras penas. Los guardias, en lugar de sacrificar a los canes, los recompensaron con comida especial al día siguiente>>, asegura Ahn. Ahn había sido guardian del campo de marras y, por miedo, había escapado a China. Su padre, que también era guardian, había hecho chistes sobre el régimen en el curso de una borrachera y, eso, le había costado caro a toda la familia. Ahn sabía que de seguir allí sus días estaban contados.

Yo, cuando leo estas cosas, dudo que pueda ser verdad. Se lo que es la propaganda y me consta que a Corea de Norte se la tiene medio mundo jurada. Lo más seguro es que sea con toda la razón, pero ese mínimo resquicio de duda que nos queda debemos tenerlo en cuenta porque han sido muchas las veces que se ha metido la pata todos a una. Imaginemos por un instante que tuviese algo de cierto la maravillosa realidad que nos pintan las autoridades de aquel país. En tal caso se tambalearían muchas convicciones y las multitudes propensas a los comunitarismos tendrían la coartada que les falta para su lucha final. Es una remota posibilidad, pero no está de más contemplarla. Y para eso está la propaganda. 

Aunque, la verdad, personalmente estoy convencido de que esa gente son un atajo de psicópatas desquiciados. Que, incluso, puede que las hagan más gordas de lo que nos cuenta la contrapropaganda. En cualquier caso, dada la hostilidad que manifiesta casi todo el mundo hacia esas conductas bárbaras, sólo puede haber una razón para que ocurra: que Dios quiere. Dios escribe recto con renglones torcidos aunque, desde luego, hay que reconocer que a veces se pasa un pelín. Pero sus razones tendrá que se nos escapan a los mortales. Porque eso de enterrar vivos a niños que casi no pueden respirar... ¡jo!, uno se dice que con su divina omnipotencia bien que nos podría ahorrar el trago. 

Creerán que estoy de broma, pero les puedo asegurar que no. Y si no me creen, denme alguna razón que me pueda convencer de lo contrario. Una monarquía comunista, en principio parece un oximorón, pero luego resulta que funciona como si fuese un pleonasmo. Claro que allí los perros, de recoger caquitas nada, allí vuelven a su función primigenia, la depredadora, tan indispensable al parecer para que el ecosistema no se tambalee. ¡Hay tantos niños...! Y el monarca tiene tantos tíos aprovechados...* 

 *El otro día, recordarán ustedes, los perros se comieron al tío del monarca. 

  

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