martes, 4 de febrero de 2014

Som i serem



Decíamos ayer que apeteix fusilarlos. Perdonen que siga con el asunto, pero es que no quiero ser menos que nadie y, más, teniendo como tengo en ello experiencia de primera mano. Viene de lejos. Tenía yo un querido amigo catalán con el que iba de excursión, jugaba a las palas, fumaba porros y demás cosas que se hacen cuando se es treintañero. Pues bien, de pronto un día empezó con la cantinela del som i serem. Tarde tiempo en comprender qué quería decir aquella extraña aseveración. No era otra que: somos y seremos unos perfectos imbéciles si Dios no lo remedia. El tiempo no ha hecho otra cosa que corroborar cuán en lo cierto yo estaba porque Dios no se fija en las cosas de los hombres.

Hay dos cosas de las que me percate casi al comienzo de mi estancia en Cataluña. Una: para un catalán de raza no hay ley que pueda hacer sombra al puntal de su sistema de valores: lo mío es mío y lo tuyo de los dos. Dos: el empeño en su idioma no es sino una forma insidiosa de empezar a construir el muro de separación con el resto de ls españoles. Cuando el muro esté completo, piensan, lo primero que haremos será abandonar la nostra llengua porque sabemos perfectamente que es una patochada sin el menor futuro. 

Pues bien, como no han conseguido ni una cosa ni otra, ni quedarse con lo del vecino, ni poner los cimientos del muro, porque la gente no es tonta y sabe lo que le conviene, pues ahora van y amenazan con lo del choque de trenes. Lo que les comentaba: la perfecta imbecilidad. ¿Qué trenes van a chocar? En todo caso, de chocar algo, sería dentro de su propia comunidad, porque se ve que cada día hay más gente allí que ya no aguanta más. 

Los trenes que los nacionalistas sugieren no pueden chocar porque uno es de verdad y el otro de juguete. Imagínense por un instante que tuviese algo de verdad uno de los argumentos preferidos de los nacionalistas periféricos, el de que existe un nacionalismo español que les asfixia. De haber algo de cierto en eso lo que pasaría, como pasó cuando lo de Primo de Rivera y Franco, sería que los del tren de juguete tomarían la delantera para ir a besar el culo al conductor del tren de verdad. 

En fin, no hagan caso de nada referente a choques y sobre todo no ejerzan de socialistas porque eso es lo peor de todo. El pretender ir de padre comprensivo, de pedagogo de lo intermedio, de desclasado resentido o humillado compresivo, que todo eso eso es ser socialista, no hará más que prolongar el tostón a la orilla del mar, habiá un marinero...

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