martes, 25 de febrero de 2014

Tu mentira, mi verdad


 

Anda por aquí la gente  muy revolucionada con lo del fraking. Por lo que he podido saber el fraking es un procedimiento para extraer gas de las entrañas de la tierra que conlleva algunos riesgos. Hay que inyectar agua y ciertos productos a presión para que el gas se desprenda y eso en algunos lugares ha provocado temblores de tierra y contaminación de las capas freáticas. Lo que no he escuchado en ninguno de los documentales sobre el tema que he visto es en qué proporción se producen esos efectos adversos y cual es su intensidad. La verdad es que no comprendo como a estas alturas de la fiesta no se hace mayor incapié en esos porcentajes de riesgo porque sabido es de antiguo la irreprimible tendencia de las gentes de buena voluntad al razonamiento sinecdótico: porque mató un perro le llamaban mataperros. 

Por otra parte, también he podido saber otras dos cosas relacionadas con el tema. Una, que gracias a esta técnica los EEUU de América han conseguido ser autosuficientes energéticamente hablando, lo cual no ha sido beneficio baladí para el resto del mundo. Dos, que como todas las técnicas muy utilizadas su perfeccionamiento avanza a buen paso. 

Por lo que a mí respecta, lo dicho son todos los hechos de que dispongo para emitir un juicio sobre el tema. La verdad, son tan pocos y pobres que por nada del mundo osaría pronunciarme. Quizá, sí, plantearme interrogantes. Por ejemplo: en que medida los indudables beneficios que se derivarían de no tener que importar tanto gas pueden justificar la asunción de los inciertos riesgos para unos y muy seguros para otros. Habría que aclarar ambos conceptos al respecto, beneficios y riesgos, y no desde luego por ecolos y opinadores de barra de bar sino por gente con estudios al respecto. ¡Gente con estudios, por favor! Podrán ser corruptos, pero no más que los que no los tienen y por lo menos saben de qué hablan. 

La otra cuestión que ha contribuido a exacerbar las susceptibilidades aquí en Cantabria es el ser los conocidos como Valles Pasiegos los lugares en los que el dichoso fraking podría ser viable. ¡Que no nos toquen esos valles! Como si fuesen el no va más. Pues bien, como yo he nacido por allí y conozco bien el percal, les puedo asegurar que nada podría ser más beneficioso para los habitantes de aquellos lugares que cualquier actividad industrial que trajese gentes de afuera con alguna formación. Lo están necesitando mucho más que el agua de mayo. El bucolismo ese de fin de semana tan preciado por los ahítos de cosmópolis casa mal con el desarrollo humano. En un siglo donde las granjas disponen de laboratorio de genética suena chusco querer seguir con la recría de ganado en las veranizas. Eso es condenar a la miseria, o a servir cocidos los domingos, lo que viene a ser lo mismo, a los habitantes de esos valles. En fin, cuestión de criterios en cualquier caso. 

Les cuento estas cosas que, confieso, me importan una higa, porque ayer me mando Pedro el enlace a un vídeo titulado "No al fraking". Se trata de una canción compuesta e interpretada por Inés Fonseca. Como se da la circunstancia de que conozco a Inés porque es la mujer de un viejo amigo me fastidia decir lo que voy a decir: Inés, no tienes derecho a poner tu voz y tu talento al servicio de una causa tan dudosa. La canción protesta es por definición sectaria porque necesita emitir sentencia antes de haberse celebrado el juicio. Convierte al autor e interprete en juez y parte. Tu mentira, mi verdad, eso no se puede decir antes de haberlo demostrado. Demostrarlo con hechos. Todos los hechos, desde la tierra que tiembla hasta el avión que se levanta para llevarnos de vacaciones. Porque, desgraciadamente, el avión no es como mi polla que se levanta con el pensamiento. El avión, ¡ay!, necesita toneladas de queroseno. Justo lo que hay en las entrañas de los Valles Pasiegos, es un decir.   

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