martes, 11 de febrero de 2014

Carencias afectivas



Me han contado que un juez español ha ordenado la detención del exprimer ministro chino por no sé qué de los derechos humanos. ¿Se imaginan? También me han dicho que ante semejante dislate el gobierno del Sr. Rajoy se ha apresurado a cambiar la ley para que cosas semejantes no vuelvan a ocurrir y de paso cortar en seco las previsibles desagradables consecuencias que la majadería pudiera ocasionar. 

Uno, en principio, tiende a pensar que una persona que ha sido capaz de superar todas las pruebas necesarias para llegar a juez tiene que tener por fuerza una buena cabeza. Pero visto lo visto, va a ser que no, como se dice ahora. Una persona puede sacar con brillantez las oposiciones a juez, que es como escalar ocho ochomiles y, sin embargo, ser un perfecto imbécil. Y eso es lo sorprendente y maravilloso de la condición humana. Y lo que nos iguala a todos, que el que es bueno para una cosa es malo para otra y viceversa, procurando guardar siempre un equilibrio que facilita el entendimiento. 

Esto, no sé, pero apostaría que es algo que viene de la era Zapatero. De cuando las ansias infinitas de paz y justicia. Paz y justicia, no sé si las dos podrán ser infinitas a la vez. En cualquier caso, apostaría, encajan bien en la cabeza de quien tiene mal asumidas sus carencias afectivas. O sea, las inmensas legiones de parias de la tierra. Bueno, menos mal que ahora parece que el personal se resarce de esas carencias recogiendo las caquitas de su perro que si no... quizá mañana pedían la detención de Bush, y acaso de Obama, por lo de Gantanamera.

No se rían que es una cuestión muy seria. Lo de las carencias afectivas quiero decir. Y que levante la mano el que esté limpio de esa peste. Nadie como quien dice. Fíjense, un tipo que acaba de ganar un premio en la cosa del cine, en la euforia del momento ha dicho que vayamos a Cataluña y digamos a los catalanes que les queremos. Supone por tanto el laureado cineasta que lo de las chorradas inaguantables de los catalanes es todo debido a que tienen carencias afectivas. Es que nadie se libra, quién lo iba a decir, los catalanes...

Y por qué será eso, digo yo, si hasta el más lerdo historiador te asegurará que nunca hubo en el mundo mayores cuotas de todo gratis que en la actualidad. Pues no sé, quizá sea que de unos años a esta parte se les viene dando demasiados besos y agasajos a los niños de manera tal que, luego, cuando les toca madurar, no ven la forma porque se lo impide el mono. Y se sienten fatal y piensan, como Zapatero, que lo que hace falta es más amor, más paz, más justicia y, entonces, desesperados ante la inoperancia,  agarran el perro y se van a la calle a recoger caquitas... porque eso es lo único que calma su desazón.

En fin, perdonen mis desvaríos, pero es que uno se esfuerza por comprender un poco este mundo y a la vista está cuales son los resultados que obtengo. 

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