Viene a cuento lo dicho con el más que menudeo de catástrofes naturales que se van sucediendo en el planeta en los últimos meses. Temporales y sequías, fríos y calores, todo ello batiendo records sin parar. Y claro, como siempre que algo asusta surgen como hongos los falsos profetas sacándose respuestas de la manga. Y sabido es con cuanto entusiasmo les suelen secundar las masas.
Así es que estaba ayer viendo el programa 28´que trataba sobre el controvertido asunto en cuestión. Bueno, quiero decirles que ya sólo por observar el savoir faire de Elisabeth Quin merece y mucho la pena ese programa. Pero esto es otra historia. A lo que iba es a que ayer se trataba lo del calentamiento, o mejor desarreglo, global y sus causas y consecuencias. Había tres intervinientes, expertos en el tema por así decirlo, y dos iban de profetas y uno de analista crítico de la ciencia. Y como suele pasar en estos casos, donde estén los convencidos que se quiten los vacilantes. Al pobre crítico, pese a los buenos oficios de Elisabeth, casi no le dejaron hablar. No por nada sino porque así corre el mundo.
Hay, de todas formas, un hecho incontrovertible: el nivel de los mares sube de un tiempo acá 33 mm al año. Ni 32 ni 34, 33. Dicen que es porque se derriten los hielos polares a causa de la subida de las temperaturas que a su vez es consecuencia de la mierda que los humanos echamos a la atmósfera. Bien, es probable, pero no seguro, dice el crítico. Conviene ser prudentes a la hora de sacar conclusiones. Sin embargo, añade, como hay lo que hay, se pueden ir tomando unas cuantas medidas que son de puro sentido común.
De momento, como medida más urgente a tomar, limitar la población humana y los animales domésticos, sobre todo bóvidos. Porque, por mucho efecto invernadero que produzcan los gases que emiten coches y fábricas, es pecata minuta si lo comparamos con el producido por los pedos de 9.000.000.000 de personas y un parecido o mayor número de animales domésticos. Esta es una cuestión que nos pasa desapercibida porque estamos hechos al olor. Como nos pasaba hasta hace poco con el tabaco. Pero, no se hagan ilusiones que si por casualidad nos llegasen visitas extraterrestres lo primero que harían sería taparse las narices porque esto huele a pedo que tira para atrás. 40 litros diarios de metano por persona, lo multiplicas por 9000 millones y te da una bolsa de gas mayor que Saturno. Con que háganse una idea.
Segunda medida a nuestro fácil alcance es poner nuestras ciudades y viviendas en lugares en donde, si por un lado, no tenemos la playa o el río tan a nuestro alcance, por otro, la playa y el río no nos tienen al suyo, porque es que hay que ver como se ponen de desagradables de vez en cuando la playa y el río. A quoi bon, un suponer, construir una ciudad gigantesca a la orilla del mar y por debajo de su nivel. Qué sentido puede tener sino es el de demostrar lo idiota que eres. Luego, claro, viene un Catarina cualquiera, se lo lleva todo por delante y quieren que los demás sean compasivos. Pues sí, tío, siento compasión de ti por lo idiota que eres, pero no por lo que te ha pasado porque ya te lo advertí.
Tercera medida, mejorar la calidad de vida. Hacerse ricos de una vez por todas. Una vez le preguntaron a Tomatito que qué haría si fuese rico. Lo que hago ahora porque yo ya soy rico. Tomatito tiene sus necesidades básicas cubiertas y la guitarra. Es decir, el espíritu. Disfrutar de las cosas del espíritu que es la única manera posible de ser rico. Puedes dar siete mil vueltas al mundo buscando paraísos perdidos, puedes tener un palacio sobre una colina que domina el mar, puedes conducir un bugati, pero si no tienes una guitarra te estará vedada la riqueza. Convéncete y deja de una vez de perseguir quimeras.
En fin, que no será porque no sepamos, pero, luego, a la hora de la verdad, lo que más parece molarnos es estar encadenados a una roca para que venga el águila todas las mañanas a roernos los hígados. Y, encima, para más inri, a Pandora se la tira el hermano tonto que, como digo, todos tenemos.
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