miércoles, 10 de diciembre de 2014

Chusmología

 
 
Si tuviese poderes para ello, Rector de una universidad o cosa parecida, pondría en marcha sino una licenciatura, que sí creo que daría para ello, sí por lo menos un master en chusmología. Porque no sé ustedes, pero yo echo mucho a faltar tanto unos parámetros que definan lo que entra dentro de la condición de chusma como una teorización sobre su génesis, desarrollo, extensión y en último extremo las consecuencias de su victorioso campar por los campos de la lógica.

Sería por tanto, creo yo, de altísimo valor para mejorar el funcionamiento de la república, o reino para ser exactos, cualquier esfuerzo que ayudase a un mejor reconocerse en las propias miserias. Ese insistir casi sobrehumano que vemos no sólo en los medios de comunicación sino en una simple conversación al tresbolillo con cualquiera que te topas por la calle, ese insistir, digo, en la corrupción o, en su defecto, en la inutilidad de todo aquel que tiene algún tipo de responsabilidades públicas, ese insistir, insisto, a falta de una justificación lógica, tiene que traer causa, perdón por la tertulianez, de carencias intelectuales propiciadas por el patológico predominio de los sentimientos, bajas pasiones sobre todo, sobre el recto razonar... que no otra, juraría, es la alteración que erige a cualquiera en chusma: sentimientos sobre razón, cercanía sobre lejanía, Dionisos sobre Apolo en definitiva.

Digo que se insiste a falta de una justificación lógica y creo que digo bien, porque si tan corruptos e inútiles fuesen los cientos de miles que tienen algún mando en plaza, ¿cómo se podría justificar entonces que sea éste, según todas las encuestas, un país que está entre los quince o veinte mejores de todo el mundo en casi todo? Algo no cuadra, señores míos, tertulianos y demás. Sin duda la corrupción e inutilidad para lo práctico no es nuestro mayor problema y sí, acaso, un cierto malestar interior generalizado por causas a analizar que es el que hace verlo todo negro  so pena de entrar en doloroso conflicto con el propio estado de ánimo.

Causas a analizar, eh ahí el núcleo principal de esa nueva ciencia que propongo. ¿Por qué tanto encabronamiento cuando tantos tienen tanto de todo lo fundamental? Mejor comida, más salud, mejor educación, mayor seguridad, mejor vivienda que la que nunca soñaron tener sus padres y no digo ya sus abuelos? ¿Acaso fue algún virus que les inoculó la opulencia en forma de falsas expectativas? ¿O el simple no soportar que otros parezcan ser más que tú? No lo sé, pero sin duda algo está fallando aquí por falta de una ciencia que sepa destripar el mal que es capaz de trasformar a gente con todas las papeletas para ser ciudadanos justos en simple y despreciable chusma que corre tras cualquier coleta que les inculca la esperanza de poder vengarse de agravios imaginarios.

Ya digo, no sé, pero mientras tanto se insiste en lo mismo de lo mismo, no se debate del mundo que viene y los inevitables cambios que todos tendremos que afrontar esté quién esté al timón de la nave. 

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