miércoles, 17 de diciembre de 2014

Poitiers



Cuando residía en Salamanca frecuentaba a un catalán de la Seu de Urgel que andaba por allí licenciándose en filología árabe. Era un tipo muy curioso que tenía su ergástula en la calle Tentenecio, justo encima de donde solíamos ir a por el suministro ocasional de sustancias psicoactivas. Así que todo era que nos oyese llegar y allí que se descolgaba en busca de palique. Y no sé si sería a causa de sus estudios, del frío y hambre que pasaba, de los porros que fumaba, o de lo que fuese, pero siempre andaba tratando de maravillarnos con las cosas de la cultura musulmana. Y por él seguro que fue que leyese por entonces La Realidad Histórica de España  de Américo Castro. Y como lo uno trae lo otro, también, La Formación del Reino de Asturias de Claudio Sánchez Albornoz. Ámerico y Claudio, dos entrañables enemigos irreconciliables que se lanzaban entre sí estilizados insultos cuya recopilación bien pudiera servir para componer un manual de improperios rimbombantes a la vez que inofensivos. 

Pues bien, creo que fue de aquellas lecturas que saqué la idea de que el Camino de Santiago fue un invento de las monarquías europeas de la época con el que se trataba de erigir una barrera a las hordas musulmanas que venían por el sur. Hay que tener en cuenta que hacia el 730 de nuestra era los moros de la costa habían llegado hasta Poitiers donde les paró los pies un tal Carlos Martel de la estirpe de los Capetos, creo. ¡Y Poitier está muy arriba, oye! Si alguien no les para sabe Díos lo que hubiera sido esto. A lo mejor Alemania era ahora como Afganistán o cosa por el estilo. Una pasada. 

Les pararon los pies en Poitiers y luego el Camino de Santiago era un corredor por el que bajaba la gente del norte en busca de "espiritualidad" y muchos se quedaban en sus alrededores porque la habían encontrado. Así se fue repoblando el despoblado norte de la Península y los musulmanes cada vez lo tuvieron peor porque los bárbaros venidos del norte no perdían el tiempo en abluciones. Siete siglos después de Poitier los moros fueron expulsados de la Peninsula en cuyo sur quedó cristalizada una frontera que nunca más se ha movido... hasta ahora.

Hasta ahora por decir algo. Porque la cosa ya va para largo. Más de un siglo que we are here because you were there. El colonizador colonizado a la postre. Y claro, si a eso se le añaden una serie de circunstancias coyunturales que sería largo comentar, pero sobre todo inútil por ser de sobra conocidas, pues resulta que ya tenemos demasiados moros de la costa metidos hasta la cocina y con ganas de cocinar. Y bueno, cous-cous de vez en cuando no está mal, pero cordero halal a diario... ya saben el olor apestoso que eso deja luego cuando se va al retrete. 

Definitivamente, no. Hasta ahí podíamos llegar. Con todo lo que hemos luchado para librarnos de los malos olores. Sin duda hay que tomar cartas en el asunto. Al menos eso es lo que cada vez piensa más gente. Por ejemplo en Alemania donde se ha creado una asociación llamada PEGIDA -Patriotas europeos contra la islamización de Occidente- que está haciendo temblar a todos los devotos de lo políticamente correcto, incluida la Sra. Merkel. 

Coda.- De todas formas si quieren hacerse una idea más exacta de a donde lleva el gusto por la carne halal miren este video: https://www.youtube.com/watch?v=6bR63LrxY1Y

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