El caso es que anoche estaba bastante cansado al llegar a casa, así que enchufé la televisión me fui a ARTE y me puse a ver. Estaban pasando un documental sobre la Gioconda. Bueno, ya saben, torrentes de palabrería hueca sobre lo enigmático de su sonrisa, que si es triste que si es irónica, que si patatín que si patatán. Luego, claro, que si era la mujer de éste, que si era la de aquel, cosas todas la mar de interesantes... tanto que se me pusieron en la cabeza Beavis y Butt-Head y no me les podía sacar. Al cuarto de hora, apagué y me puse a hacer solitarios.
Yo no sé si habrán visto alguna vez a esta chocante pareja de dibujos animados. Desde luego hay que tener bastante cuajo para poder soportarlos. Hay que tener en cuenta que quizá sean la síntesis más perfecta que se pueda concebir de los dos grandes monstruos del pensamiento contemporáneo, a saber, Nietzsche y Shopenhauer. Efecxtivamente, cualquiera medianamente experto en estos dos autores sabe que si hubiesen tenido la oportunidad de ver lo que yo vi anoche, esas frenéticas masas de orientales venidos del ultramundo gadget en mano, amontonándose en una especie de tomatina para ver una estampa millones de veces vista ya... no hubiesen podido pasar del escueto "¿y?" que es lo que mejor expresa ese maravillamiento demoniaco de las mentes fáusticas ante lo que pareciendo normal al común de los normales escapa a la comprensión de, incluso, la suprema inteligencia divina.
Porque, bien, dirá un entendidillo, es simple fetichismo. Sí, ya, una palabra muy culta, pero ¿qu´est-ce que c´est le fétichisme? ¿No sería mucho más apropiado llamar pulcra y llanamente imbecilidad a hacer 10000 kilómetros para ir a ver una cosa que ya has visto millones de veces? Además, ya puestos, si me dices que vas a París a ver el espectáculo del Moulin Rouge o del Folies Bergere, lo entiendo un poco más porque hasta yo he caído en eso, pero la Gioconda... ¡anda ya! Lo último que se me hubiese ocurrido a mí hacer en París.
En fin, allá cada cual. Si te sientes mejor después de haber visto el que dicen es el original de la Gioconda, pues venga, haz los kilómetros que sean necesarios y aguanta las colas de aquí te espero. Todo es poco con tal de sentirse mejor. Y además, por qué van a tener que comprenderlo todo aquellos a los que les da por pensar. Con saber que gracias a esa incomprensible propensión del común de la humanidad a ver de cerca lo supuestamente original se genera la mitad por lo menos del PIB mundial, para qué queremos más.
Lo duro es quedarte en casa, que decía aquel: te encuentras contigo mismo. Por cierto, creo que había otro que decia que las grandes obras de museos eran copias todas, que los originales los habian vendido a millonarios o que las tenian en un deposito del artico congeladas para que el público no las destrozara. Quién se iba a dar cuenta si fuera así...
ResponderEliminarSí, sí, pero es que además, aunque fuesen los originales, qué iban a sentir el común de los mortales salvo un tonto narcisismo. Yo estuve allí. ¿Y?
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