martes, 23 de diciembre de 2014

Otra humilde proposición.



Recuerdo a un compañero de colegio de complexión atlética y voz de barítono cuya frase favorita era "me las follaría a todas". Era su gracia y, sobre todo, su banderín de enganche porque si hay deseo que colme todas las fantasías de todos y cada uno de los adolescentes medianamente sanos ese es el de poder follárselas a todas. Al respecto, ya se lo tengo mentado, nunca alcanzó la narrativa semejante grado de verosimilitud como en "My secret life", una disección minuciosa hasta la exasperación de la obsesión sexual de un adolescente. Claro, ya se habrán dado cuenta que decir obsesión sexual de un adolescente es una frase completamente pleonasmática porque ¿qué otro tipo de obsesiones se le conocen al adolescente? En fin, está en la naturaleza de las cosas y  habría que ser Dios para cambiarlo. De hecho, los que dicen ser sus representantes en la tierra ya han hecho todo lo que estaba a su alcance, hasta quemar en la hoguera, para revertir la tendencia, pero ya ven cuales han sido los resultados. 

Traigo tal obviedad a colación a propósito de lo que nos cuentan que está pasando en ese llamado Estado Islámico. Supongo que tales atrocidades serán en buena medida propaganda del enemigo, pero así y todo la leyenda de que mujer que pilla el yihadista mujer que se folla a la brava tiene que ser un aliciente de tal envergadura para los adolesccntes  musulmanes que abarrotan los barrios desfavorecidos de los países opulentos que no es extraño que se apunten a miles cada día para ir allí a jugarse la vida. Hay que tener en cuenta que en las comunidades musulmanas los jovencitos sufren todavía de la misma represión sexual que sufríamos nosotros antes de que llegasen aquellos maravillosos años con sus píldoras anticonceptivas y todo lo demás. 

En resumidas cuentas, que esto de la violencia islamista no se va a curar con discursos, controles policiales en las fronteras y demás mandangas. La única solución que le veo yo es que se agarre por el cuello a los imanes y se les obligue a predicar en las mezquitas la liberación sexual de la sociedad que pastorean, Porque el día que esos jóvenes musulmanes follen en sus barrios lo mismo que follan los cristianos en los suyos no habrá leyenda suficientemente atractiva que les mueva a ir a jugarse la vida allí donde no se les está perdiendo nada. 

Así de sencillo. 

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