Pues bien, la tuvo. Tanto el cocido montañés como el escalope de ternera me supo a gloria. Yo creo que fue porque estaba muy bueno, pero después de un par de horas de pedaleo, y más con el frío que hacía, nunca sabré si mi biología andaba para muchos distingos. Es lo que tiene el hambre, que es la mejor salsa, Teresa Panza dixit. Anyway, llenamos la endorga, hablamos de viagras y demás artificios como corresponde a nuestras declinantes condiciones y, ahítos de euforía, salimos a la dura intemperie de un sol ya horizontal para iniciar la retirada. Los últimos kilómetros, de la estación a casa, fueron realmente duros a causa de un nordeste de frente que parecía cuchillos afilados... que más dulce hicieron la llegada. Rematé la jornada con tres horas y pico de "Lawrence de Arabia". Sin moverme del sillón. De tan relajado como estaba.
Estos días, por así decirlo gloriosos, me llenan de confianza en mi mismo y en mis amigos de toda la vida. Hasta qué punto hemos sido capaces de aprender las lecciones de la vida que ahora nos basta para disfrutar plenamente con la simple compañía que nos hacemos y un discreto dispendio. Menos de 15 €. En esto consiste, pienso, el éxito de toda una vida. En cierta medida, es el "apartate que me estás quitando el sol" de Diógenes a Alejandro Magno. O el "menos es más" de Nosequién. La sabiduría conquistada, en definitiva. ¡Demos gracias a los dioses!
No hay comentarios:
Publicar un comentario