lunes, 15 de diciembre de 2014

Minimalismo

 
                                  2013                                      2014                            

Claro, sacar conclusiones de lo que ves es arriesgado. Sin embargo conviene intentarlo porque es una de las cosas que más intensidad pueden dan a la vida. Vas por ahí e inevitablemente ves cosas, aunque sólo sea para no chocarte o caer. Y cada una de esas cosas son como letras, palabras o párrafos de un libro en el que, si sabes, lees. El libro de la vida.

Aprender a leer la vida es tarea ardua que suele cundir muy poco. Por eso supongo que es que solemos ser tan aburridos la mayoría de los mortales. Nos ponemos a contar lo que hemos visto y casi siempre nos sale un churro. Y, sin embargo, no hay cosa o suceso que no encierre dentro sí una historia interesante. La mar de interesante si al que la cuenta le cundió el aprendizaje de esa difícil lectura.

Ser consciente de estas dificultades, añadido al deseo de superarlas en la medida de lo posible, supongo que fue lo que me llevó a dar, primero con "el grado cero de la escritura", un tostón seguramente necesario para una mejor comprensión del segundo, "mitologías", los dos de un tal Roland Barthes. Así me di cuenta de todos los significados que puede haber detrás de un Citroën DS21, de un chalet de tipo vasco, de un combate de catch o, en definitiva, de cualquier cosa.

De cualquier cosa, por ejemplo la iluminación navideña de la calle más emblemática en lo que al lujo hace de todo el país. El año pasado me llamó la atención por su flamboyance  y por tal fue que la trajese a este blog. Este año es puro minimalismo y traigo hoy la comparación pretendiendo con ello extraer conclusiones. De la flamboyance al minimalismo en el lugar más emblemático, es decir, que marca tendencia, no puede ser por casualidad.  Porque es que, además, no es sólo la iluminación, también esa nueva sede de ZARA es minimalista por los cuatro costados. Vista por fuera es una castellana casa de viviendas que tiene una discreta tienda en sus bajos. Por dentro, prodigio de funcionalidad.

Es curioso, porque lo mismo esa iluminación que ese edificio es obra de gallegos. Como gallego es nuestro hombre en Moncloa. Un estilo venido de donde suelen venir las borrascas. Porque borrasca tiene que ser en este Madrid barroco la  llegada de aires minimalistas. Fuera caterings de la Moncloa. Los canapés los confecciona Viri, la señora de nuestro hombre. Y los adornos de Navidad los cuelga ella también. Al minimalismo no le cuadra la mala grasa que son todos esos falsos empleos creados con el sólo propósito de mejorar las estadísticas. ¡Y a qué precio! Lo mismo que la flamboyance de las iluminaciones que no es sino gusto propio de pavos reales en fase de apareamiento. ¿Qué sentido tiene eso hoy día cuando todos conocemos  de sobra lo que hay debajo de la capa? 

Señoras y señores, parece querer decirnos ese fresco general procedente de  Galicia -¿lo cogen?-, déjense de mandangas y vayamos a lo que importa... que no otra cosa es el minimalismo. Lo que importa, o sea, prescindir de la horterada, que ya tuvimos nuestro lote.

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