martes, 2 de diciembre de 2014

Misa de consagración



Ayer, 1 de diciembre, tomó posesión de su mandato Donald Tusk, el nuevo Presidente del Consejo Europeo que viene a sustituir a Herman van Rompuy. Pues bien, repasadas las ediciones digitales de los principales periódicos españoles no he encontrado ni una sola mención del evento. Reconocerán conmigo que cuanto menos es curioso ese desprecio por lo que de verdad nos concierne en alto grado mientras que se dedican billones de bits a darle vueltas a la muerte de un descerebrado que andaba practicando la imbecilidad en estado puro en los alrededores de un campo de fútbol. 

La verdad es que uno no sabe qué pensar de tales paradojas porque si por un lado pudiera ser síntoma de la catetización generalizada de estos reinos, de otra parte podríamos considerar que se trata de la culminación del ideal democrático que no es otro que el desentendimiento sistemático de la cosa pública a causa de la absoluta confianza depositada en unas instituciones que tienen dada cumplida cuenta de su solvencia... y así poder llegar a ese estado de gracia que reivindicaba ayer Miguel Poveda ante la burricie catalanista, en el cual el personal se dedica sin ambages a "la cultura universal, la de Carmen Amaya, la poesía, el arte, la que convive con el feísmo y el cotilleo". 

No sé, porque en cualquier caso una sociedad que se desentiende de los rituales es muy probable que pierda fineza. Como que se embrutece un poco. Recuerdo cuando a un tipo más descreído que Stalin le preguntaron por qué iba a misa los domingos. Porque es un lugar que me hace pensar, respondió. Efectivamente, la misa está cargada, sobrecargada si quieren, de valor simbólico. Y lo simbólico es el motor por excelencia del pensamiento. El que no llega a poner en marcha ese motor está condenado de por vida a ser siervo de la gleba. No hay salvación a ese respecto. 

Pues bien, al margen de que confiemos plenamente en nuestras instituciones y dediquemos las más de nuestras inquietudes a lo que sabiamente reivindica Miguel Poveda, no hubiese estado de más que nuestros medios hubiesen dado, como hicieron los de otros países, pormenorizada relación de la Misa de Consagración del Presidente del Consejo Europeo. Desde luego que nos hubiese dado mucho pie para pensar lo que en nuestras vidas ha supuesto pertenecer a la Comunidad Europea y, acaso, reconocer en que medida nos beneficia o perjudica esa pertenencia. Personalmente, creo que está entre las mejores cosas que me han pasado en la vida. 

Por lo demás, a los medios franceses parece como que sólo les ha interesado que Donald no habla francés. Desde luego que les hay que no tienen salvación.  


2 comentarios:

  1. Supongo que te parecerá una barbaridad, y a lo mejor lo es, pero, si a los descerebrados que corren en San Fermín por puro masoquismo no se les impide que lo hagan, ¿con qué autoridad vamos a impedir que dos bandas de primates se citen para matarse con el mismo motivo? Habrá que pensar en cuáles son los orígenes de esta locura social, no en cómo ocultar los síntomas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hemos visto mil veces que los cowboys van al salon fundamentalmente en busca de pelea. Cosas de los machos. Me imagino que alrededor de esos grupos de ultras futboleros habrá las correspondientes chicas que se prendarán del que demuestre tener más fuertes los cuernos.

      Eliminar