lunes, 8 de diciembre de 2014

Cochina mentira



Siempre me ha parecido que una de las formas supremas de la estupidez es el ir presumiendo por ahí de ser de los que siempre van con la verdad por delante. La verdad por delante, ¿qué quiere decir eso cuando se trata de casos en los que no hay llaga en la que meter el dedo? O sea, casi siempre. En la inmensa mayoría de los casos nos tenemos que limitar a una sospecha o intuición y, por supuesto, nos podemos decantar en un sentido u otro, pero siempre a la sombra de la duda que es la que nos hace cautos, es decir, menos tontos. 

Por otro lado están los que de puro pasarse de listos van siempre con la mentira por delante. Y ya saben lo que dijo Nosequién, que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad para la inmensa mayoría que, como todo el mundo sabe, esta formada sobre todo por incautos. Así es que uno de los oficios más necesarios, comprometidos y quizá difíciles que existen es el de develador de mentiras. No por nada sino porque una sociedad que se sustenta en mentiras tiene todas las papeletas para acabar a tortas antes que tarde. 

Así, por ir a lo concreto, comentaré sobre lo que a mi limitado juicio constituye una de las más perniciosas mentiras de la humanidad: la lengua como alma de los pueblos. Un pueblo, una lengua, dicen, porque la lengua es lo más sagrado y por tal es que sea lo primero que te quiere quitar el conquistador porque es la mejor manera de destruirte. De ahí a pasar a afirmar que hay lenguas que suenan mejor que otras y, un paso más, lenguas en las que se piensa mejor que en otras. En las teles francesas se tiran miles de horas tratando de convencer al personal de semejantes puerilidades, lo cual no quita para que la realidad sea tozuda y,así, la nueva Presidenta de la Francofonía abrió la presentación de su nuevo mandato hablando en inglés y no por nada sino porque es conocedora de que las clases dirigentes de los países que fueron colonias francesas se expresan mejor en inglés que en francés. Pragmatismo obliga: los negocios se hacen mejor en inglés. 

Hoy viene una noticia en los periódicos cuanto menos chusca. Un partido político alemán quiere imponer que los inmigrantes hablen alemán en sus casas. Suena a imbecilidad, pero es que a eso es a lo que tiende toda idea de superioridad de lo propio. Es lo de ciertos catalanes o vascos aquí en nuestra casa que, los pobres, ya no saben en que dar para aligerar su complejo. Ahora, después de haberse pasado décadas  asegurando que ser bilingüe te hace más inteligente, añaden para redondear que también protege contra el alzheimer. Da igual que no haya nada serio en que basar tales afirmaciones, lo que cuenta es tener la sensación de que estás humillando a los venidos a más que ya, muchos, incluso te sobrepasan. 

Imagínense lo que le importa a cualquier español, francés, alemán o polaco, sus idiomas una vez que han alcanzado un determinado grado de formación que les convierte automáticamente en ciudadanos del mundo. Apañados estarían si tuviesen que dedicar sus esfuerzos a saltar las barreras que son sus idiomas. Convénzanse, los idiomas vernáculos son para las pobres gentes. Como siempre han sido por otra parte. Newton, el más universal de todos los ingleses, escribió sus Principia en latín que era la lengua que usaban los únicos capacitados para entenderle. Hoy los hubiese escrito en inglés como hacen chinos, japoneses, alemanes, franceses y españoles, cuando tienen algo realmente importante que decir. 

Así que, mis queridos compatriotas, no se dejen impresionar cuando alguien les venga con la milonga de la nostra identitat. Los idiomas son muchos, aunque cada vez menos a Dios Gracias, pero el pensamiento correcto sólo es uno. Y eso es lo que cuenta para el que quiere entenderse. Porque esa es la otra, cuando uno empieza a sentir que va a menos lo primero que le pasa es que no quiere así le maten entenderse con los que piensa que están yendo a más. Es una ley de la naturaleza contra la que es complicado actuar. Por eso hay que ser pacientes que no complacientes. 

En fin, por lo demás, con los idiomas como con todo es el progreso el que acorta las distancias. Lo mismo que en las islas griegas el comercio marítimo unificó los mil dialectos en una lengua, en el mundo de hoy, con tanto comercio de todo tipo supongo que pasará lo mismo. De todas formas que no se me amohínen los amantes de la diversidad porque si hay siete o nueve millones de seres humanos en el planeta habrá la posibilidad de siete o nueve mil millones de formas de pensar. Y esa es la variedad que sí que tiene enjundia. 

Coda.- Perdón, Jacobo, por haberme metido en camisa de once varas.  

1 comentario:

  1. Quedas perdonado; pero no me puedes negar que si en el 83 le hubieran hecho caso a un zumbado parlamentario holandés que quiso hacer del latín el idiomas de la UE, ahora Bruselas molaría mazo.

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