domingo, 11 de mayo de 2014

La percepción



No sé qué insigne filósofo fue el que dijo que opinión es sinónimo de situación. Sin ir tan lejos, ni arriba, la sabiduría popular de aquí tiene por verdad sobrada que cada uno cuenta la feria según le va en ella. Y no por otras razones supongo que será que sea tan difícil mantener sosegadas discusiones sobre temas digamos que políticos sin que tarde o temprano la escasez de argumentos por parte de cualquiera de los litigantes conduzca a la personalización, es decir, una suerte de pensamiento sinecdótico en el que ya sea poniéndose de ejemplo a si mismo, ya sea poniendo a la otra parte, se pretende dar sensación de prueba irrefutable que abarca a la totalidad y, por tanto, no tiene vuelta de hoja. La típica pifia, en definitiva, hija del acaloramiento que, como no puede ser de otra manera deja un regusto desagradable que sientes tan pronto como te alejas del campo de batalla. 

La secuencia de hechos que les acabo de exponer es sin duda una de las causas de mi afición, por un lado a la vida más o menos retirada y por otro a dirimir los asuntos conmigo mismo por medio de la escritura. Con la escritura, aún haciéndola pública como es el caso en estos últimos años, no hay lugar al acaloramiento porque el razonar es lento y en la medida de las propias posibilidades sometido al escrutinio de la lógica. Por eso lo normal es que se deseche mucho, la mayoría diría, de lo que se viene a la cabeza instigado por los sentimientos. En la escritura la frase que escribes tiene que tener ligazón lógica con la precedente y ser soporte para la siguiente. Pura reflexión, en cualquier caso, lo que no quiere decir decir en absoluto que sea garantía de acierto, pero ahí queda, expuesta al escrutinio ajeno y susceptible por tanto de ser contestada en la forma que a cada cual le venga en gana. 

De hecho yo, por unas vías u otras, me entero de lo que se opina en los cenáculos sobre lo que escribo en este blog. Se que hay no pocas opiniones que desmienten las mías y nada me gustaría más que tener constancia escrita de ello para poder polemizar y así elevar un poco el vuelo. Pero las cosas son como son y a ello hay que conformarse. Y en el entretanto, tener buen cuidado de frecuentar con mesura las mesas concurridas por donde corren parejos a los vinos los pensamientos tramposos.    

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