viernes, 9 de mayo de 2014

Político cántabro



Cada vez me pregunto más si todo este enrenou que tenemos montado con la pretendida, por algunos, independencia de Cataluña merece la pena. Ya sé que todo eso de los sentimientos, la identitat, la nostra cultureta, y demás mandangas que sirven de argumento a los pretendientes de base es una materia prima de la que los avisadillos son capaces de extraer oro. Y ahí es donde, juraría, reside todo el misterio, en que el populacho, la chusma, o como le quieran decir, se acoge a esas mandangas a falta de cosas con mayor sustancia a las que por lo que sea no han podido acceder. 

Es más viejo que el respirar. Recuerden a aquel andaluz establecido en Barcelona por los años 30 del siglo pasado. Leroux creo que se llamaba. Un tipo que pasó a la historia más que nada por habérsele ocurrido una frase magistral: "id a los conventos, levantar el hábito a las novicias y hacedlas madres para regenerar la especie". ¡Qué más quería el personal! Pocas cosas están más ancladas en el inconsciente colectivo que lo de violar a una monja. Para cerciorarse de ello sólo hay que ir a cualquier página web porno y ver que nunca falta el apartado de las monjas más o menos consentidoras. Porque, claro, es el delirio, de una tacada te tiras a tía, religión, principios... todo lo habido y por haber. Pues bien, me parece recordar que el tal Leroux gracias a aquella ocurrencia llegó a presidir el consejo de ministros. Claro, luego vino lo que vino.

Así es que, sentimientos, identidad, nuestra cultura, justo lo que cualquier persona inteligente y formada se pasa por el forro. Porque sentimientos sí, pero pasados por el filtro de la razón no vaya a ser que tengamos que acabar mendigando un poquito de yugular por el amor de Dios. E identidad, ya me dirán lo que me va a importar a mí el sitio donde he nacido si por lo que sea he conseguido un doctorado cum laude en el MIT de Boston. De lo de la nostra cultureta sólo se pueden hacer chistes, como el de Revilluca disfrazado de Corocota, con albarcas, palo y boina. 

En fin, que todo eso que pasa en Cataluña y el País Vasco, y en menor medida por todas las partes, no es sino a causa de que la ínfima instrucción de las masas es instrumentalizada por unos desaprensivos, o sea, tipos ambiciosos que a falta de instrucción utilizan la sinvergüenzonería para conseguir lo que desean. Y, la verdad, yo cada vez dudo más de que merezca la pena oponerse a esas pretensiones localistas que bien pudieran tener al populacho entretenido con lo accesorio dejando con ello tiempo y espacio a la gente formada para dedicarse a lo esencial. 

Lo esencial, eso de lo que sólo te enteras en qué estado está leyendo las páginas dedicadas a la economía. El agua, la luz, la manduca, las finanzas, las comunicaciones, todo eso está en manos de las grandes corporaciones que ni tienen patria ni practican el nepotismo ni se casan con la madre que les parió. Si tienen sus oficinas en cualquier sitio y notan cualquier molestia se trasladan a otro lugar y Santas Pascuas. De hecho en los últimos tiempos venimos viendo que todas las grandes corporaciones con sede en Cataluña van trasladando trastos de forma silenciosa hacia Madrid. Lo mismo que hizo el banco Bilbao-Vizcaya hace unos años. Bueno, les quedan a los políticos lo de la sanidad y la educación, pero cada vez menos. Porque ya casi no quedan padres que en pudiendo no envíen a sus hijos a la enseñanza privada. Ni ciudadano que en teniendo medios no se agencie una póliza sanitaria para ponerse a resguardo de las listas de espera. En definitiva, que en cuatro días a los políticos no les va a quedar a penas más tarea que la que se deriva de la organización de las fiestas locales. Así, digo yo, que nos puede importar que sean independientes.  

En resumidas cuentas, que una cosa es el mundo de los alfas, que sólo leen las páginas de economía, y otra la de los épsilons que ven al Revilluca de turno en el talk show de cada noche, dádnosle hoy.  

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