lunes, 13 de octubre de 2014

Au bord de gouffre



"AUNQUE lo pueda parecer a primera vista, el desafío secesionista catalán tal vez no sea hoy la principal amenaza de España. El gran problema de la nación, el que la ha vuelto vulnerable, desesperanzada y frágil, es su propia debilidad interna. La falta de cohesión social, la indecencia moral de la corrupción, la alarmante trivialidad intelectual, la ausencia de valores colectivos, el fracaso de la educación, el auge de la demagogia y la wikipolítica; todo eso es lo que ha provocado la quiebra estructural de un país que en su arrogancia de nuevo rico llegó a creerse sólido." Al autor de semejante párrafo de un artículo aparecido en uno de los principales periódicos del país sólo le faltó añadir para redondear un ¡toma castaña! 

Desde luego que quién lo diría que todo esté tan rematadamente mal porque creía yo que se había acabado el jolgorio que venimos padeciendo, aquí, a las puertas de casa como quien dice, desde hace tres meses y, ¡qué va!, todo el fin de semana hemos tenido un montón de coches tirando pedorretas con motivo de no sé que clase de evento, eso sí, "de Cantabria", porque ahora toda la chocarrería ambiental tiene que tener por necesidad denominación de origen. Y así es que ya voy oyendo por aquí la palabra Cantabria con la misma insistencia con la que oía Cataluña cuando vivía allí y, eso, mucho me temo, no es otra cosa que la señal incontrovertible de que hay que salir ya por pies en busca de nuevos horizontes... Dios me dé salud, que ya sé que es mucho pedir a estas edades, para intentarlo. 

El caso es que ayer por la noche estuve escuchando los debates que tenían lugar en varias televisiones francesas y en todos ellos se daba por supuesto el estar la nación francesa au bord du gouffre. Al borde del abismo para que nos entendamos. Sostenía Cohn-Bendit, gurú mediático, y de todo lo demás, donde les haya, que había fracasado en todo lo que se había propuesto en esta vida. Quizá, me decía yo, es lo que les suele pasar a todos los que aspiran a ser Dios... a Dios Gracias. Por lo demás, seguí pensando, la causa de que todos estos payos anden tan mohínos no puede ser otra que el estar sufriendo una caída progresiva de sus emolumentos, que no nos engañemos, es la circunstancia que más contribuye a ver el futuro más oscuro que trabajando en el carbón, como decía Molina. 

Ahora, en serio, ¿pero es que ustedes ven que las cosas estén tan mal, tan desestructuradas, tan mierdas en una palabra, como nos dan a entender todos esos periodistas? Hombre, qué duda cabe que hay muchas cosas que cantan. Y no te digo ya si el que las escucha es viejo que, por la propia naturaleza de las cosas, tiene una propensión incontrolable a magnificar los inconvenientes del presente para así quitar dramatismo a su inminente e inevitable salida y no precisamente por el foro.  Y como los viejos, los venidos a menos, que no hay nada que más rabia produzca. La rabia, esa lente a través de la cual todo se ve asqueroso. Y así, esas cosas que parecían la quintaesencia del buen gusto cuando yo las hacía porque tenía los medios para hacerlas, ahora, cuando yo no puedo y son otros los que las hacen me parecen también la quintaesencia de la horterada, la decadencia, indigencia moral y lo que quieran, que anda que no da motor la rabia para el lenguaje denigratorio. 

En resumidas cuentas, que es imposible que por muy sana que sea la economía de un país se pueda seguir pagando a las interminables legiones de periodistas y tertulianos con la misma largueza que se hacía cuando eran cuatro gatos. De resultas de lo cual ahí que les tenemos pensándolo dos veces antes de coger un taxi. Ellos, que antaño empezaban la mitad de sus artículos contándonos lo que opinaba de la actualidad el taxista que les había traído a la redacción. El taxista, o sea, un ignorante como ustedes señores lectores que ahora les voy a decir yo lo que tienen que pensar para que piensen como Dios manda. Pues bien, se acabó lo que se daba, ahora se va a la redacción en metro y se come de menú y eso no da para sentirse superior, lo cual como que te tiene todo el día encabronao y echando pestes.  Y eso es todo lo que pasa, que a los encargados de formar la opinión social, si es que eso existe, les va mal en la vida, y no por nada sino porque son demasiados a chupar de la misma teta. 

Por lo demás, pese a quien pese, nos empezaremos a preocupar cuando vayamos a MERCADONA y las estanterías estén medio vacías. ¡Ya te digo!

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