Por las circunstancias de mi vida tengo alguna experiencia sobre el trato que se suele dar a los apestados. Sé lo que es una familia a la que de pronto llega un caso de enfermedad que además de contagiosa es de alto riesgo. Podría escribir un libro sobre esto, pero ya hay demasiados. Sólo les diré que no he conocido situación en la que mejor se explicite la calidad humana de las personas y, también, el peso que en esa calidad tiene la ilustración, como en casi todo por lo demás.
El caso es que ya hay gente que ha pedido la dimisión de la Ministra de Sanidad. Como todos los ignorantes lo primero que han hecho es encontrar un culpable. No se han cumplido los protocolos, dicen, como imaginando en su pequeñez mental que los protocolos son Dios. A esto es a lo que se ha llegado a causa del mal empleo que se hace de los miles de millones de euros dedicados a la educación. Pero, en fin, este es otro tema, aunque los englobe a todos. O casi.
Creo conocer bastante bien la sanidad de este país y sus estúpidos despilfarros. Y sé que a veces se cometen fallos garrafales, pero apostaría lo que quieran a que el manejo del asunto Ébola ha sido impecable y en absoluta concordancia con lo que se hace en los lugares donde la ciencia se supone más avanzada. Pero eso no es el escudo de Atenea que como es sabido tampoco sirvió a los atenienses para librarse de las numerosas pestes que les asolaron. Atenas era una ciudad de paso, lo cual, no todo eran ventajas. Lo mismo que no todo lo son esta facilidad actual para moverse por el mundo de la que tan ufanos se sienten algunos. Se mueven las personas y con ellas todo lo que llevan dentro, incluidos los Ébolas. Así que tarde o temprano siempre acaban por llegar para colarse por los resquicios que siempre saben encontrar a los protocolos.
Anyway, lo que cuenta es que ya lo tenemos en casa y desconocemos lo que se piensa quedar. Así que conviene, a la vez que ponemos todos los medios a nuestro alcance para expulsarle, no perder la oportunidad de reflexionar sobre ciertas cuestiones, por así decirlo, apocalípticas, que a consecuencia de las largas vacaciones que venimos disfrutando nos habíamos llegado a creer que no iban con nosotros.
Peste, guerra, hambre... y victoria, que es de lo que se trata. Vencer no sé si renovando o restaurando los valores. Porque renovar es cambiar lo viejo por algo nuevo y restaurar es volver a la pureza de lo antiguo. ¿Es que los valores se pueden quedar anticuados o es que simplemente se desvirtúan? Convendría meditar al respecto. ¿Qué diferencias esenciales podemos encontrar entre los diez preceptos de la Orden de Caballeria que propusiera Raimundo Lulio y los estatutos fundacionales de la Bill & Melinda Gates foundation? Francamente, creo que muy pocas si es que no ninguna. Esa es la cuestión, generosidad inteligente para lo cual, qué duda cabe, aparte de ser valiente hay que estudiar. Y mucho.
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