Yo, la verdad, no sé por qué la gente se toma esas instalaciones tan en serio. Sin duda tiene que ser por una mezcla de tenerlo todo resuelto y una flagrante falta de sentido del humor. Porque aquello tiene gracia y mucha. Recuerda a esas instalaciones que hacen los niños en los jardines cuando juegan a indios y cowboys. Tipo Fort Apache para que me entiendan. Y por otra parte tiene pinta de ir a convertirse en arqueología carajonera en menos de lo que tarden en llegar cuatro temporales del noroeste que no será mucho. El viento y el agua harán su trabajo y, el resto, la necesidad de calentarse durante las largas noches del invierno oscuro de cierto vecindario del lugar.
El caso es que las autoridades han dicho que el objetivo que se persigue es resaltar los valores paisajísticos así como dinamizar el entorno. O sea, el típico truco del almendruco. Invertir unos pocos euros en crear todo el empleo de bajo valor añadido que se pueda. Pan para hoy. Mañana todos calvos. Y mientras tanto los escondrijos llenos de mierda y los vertidos incontrolados siguen campando por doquier. Se lo puedo asegurar porque suelo pasear por allí con frecuencia y no por nada sino porque en ciertas épocas del año es el único lugar tranquilo que queda en la ciudad.
En fin, ahora en serio, con lo poco que costaría facilitar algún paso dificultoso, retirar la mierda, despejar muros y cercas, arrasar las bidonvilles de veraneo cuya visión deprime al más pintao... cosillas así que costarían tres duros y que son, en resumidas cuentas, lo que hacen, o hicieron ya hace mucho tiempo, las comunidades cuya economía se sustenta, más que en los camareros, en los ingenieros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario