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"Seguí los protocolos, no tengo ni idea de como pudo ser el contagio", ha dicho María Teresa Romero Ramos la auxiliar de enfermera contagiada de ébola que afortunadamente está evolucionando favorablemente. Aunque ahora tenemos otro problema mayor, ¿qué hacer con su perro Excalibur? ¿Sacrificarlo o no? Hombre, a juzgar por la foto María Teresa mantenía unos grados de promiscuidad con Excalibur cuanto menos curiosos. Aunque eso no presuponga nada, todos sabemos lo que les gusta a los perros tener el morro cerca de donde hay secreciones, lo cual, tampoco presupone nada. Anyway, siete millones de españoles angustiados ya han dado su veredicto: ¡salvad a Excalibur! De la noche a la mañana se han convertido todos en expertos en Ébola relacionado con perros. No les afecta, sostienen. Bueno, todos sabemos la facilidad que tienen ciertamente muchísimos españoles para doctorarse en lo que sea en el breve ínterin de una noche de copas. Cuando la inteligencia, o su falta que no sé, se junta con la ideología es la bomba. En cualquier caso, sacrifiquen o no a Excalibur, de lo que todos nos debemos alegrar, y mucho, es de que María Teresa evolucione favorablemente. Luego, si por fin a Excalibur le va mal, pues nada, algo tan sencillo como ir a la tienda de la esquina y comprar otro igual. Porque, pese a quien pese, y le llamen como le llamen, no es la espada que Teseo arrancó de la roca. Es una mera imitación de las que se fabrican a millones.
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Por lo demás lo que de verdad tiene perendengues y debiera ser motivo de reflexión por parte de las mejores cabezas es lo que le ha pasado a esa chica valenciana que ha parido un bebé afectado por el síndrome de enanismo justo a los nueve meses de matrimonio. Sumidos todos, ella y sus allegados, amén del médico que la atendió, en la más desagradable de las sorpresas, de pronto, una lucecita se encendió en la memoria de la infeliz madre: durante la dichosa despedida de soltera, para divertir a sus amigas supongo, se tiró al striper enano, que así son ahora los más cotizados en estas ceremonias. ¡Oye, cualquier cosa menos prejuicios de cualquier tipo! Todo sirve para el convento y luego pasa lo que pasa. Recuerdo cuando vinieron a Valdecilla a donar sangre los monjes de un conocido monasterio de la provincia y de diez siete estaban infectados por la espiroqueta Treponema Pallidum.
En fin, que unas cosas llevan a otras y al final siempre llegamos a lo mismo, a la perversa promiscuidad que a nada que te descuides te empieza a señorear la vida.
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