sábado, 25 de octubre de 2014

Sombras nada más



En "La República" de Platón hay, que yo recuerde, dos cosas la mar de interesantes que no conviene perder de vista. Por una parte, el mito de La Caverna que no es otra cosa que el espantoso drama que viven los que no se mueven de donde nacen. Se pasan la vida creyendo que las sombras que ven son la realidad de la vida. Y, también, la no menos espantosa tragedia de los que se van y vuelven porque al decir a los que se quedaron que lo que ven son sombras no sólo ninguno les cree sino que les quieren matar. Afortunadamente cada vez son más los que dejan de vez sombras porque se van, pero eso no quita para que los que las ven porque se quedan sigan siendo mayoría. Y aquí enlazamos con la segunda cuestión que les quería comentar: la mayoría que ve sombras es la mayoría que gobierna en un sistema democrático. Por eso es exactamente por lo que Platón a la hora de concebir su República ideal prefiere tener como referencia el régimen aristocrático, o tiránico si quieren, de Esparta que no el democrático de Atenas. 

Traigo esto a cuento porque justo ayer vi un rato de debate en una televisión oficial francesa que llevaba por título una inquietante pregunta: ¿Es que el sistema democrático no está agotado ya? Evidentemente la sombra de Le Pen es alargada. Y también la del General Peten y su régimen fascista que llamaron de Vichy, como el agua con burbujas, ¡oye, que ni tan mal estuvo aquello! Millones y millones de franceses vieron con alivio la llegada de los alemanes. ¿Quien puede negar eso ahora? Es lo que tiene un país con tanta joie de vivre, que la gente se apalanca y, cuando hay que competir, acaba viendo sombras, o fantasmas, por todas las partes . Que si la mundialización, que si los anglosajones, que si los chinos... y, luego, ese 3% de franceses que ha levantado el vuelo para ir a instalarse en Silicon Valey y similares. La inteligencia que no entiende de patrias. Va allí donde la dejan desarrollarse. A final, tanta igualdad, tanta fraternidad y tanto cuento, inevitablemente trae el gobierno de los mediocres, la decadencia y el desprestigio de la democracia. Mejor salir del Euro, de Schengen, de Europa y, ¿por qué no?, del mundo. Con las sombras de la cueva somos la mar de felices. Con las sombras y, por supuesto, Le Pen. 

Eso es en Francia, pero ¿y aquí? Cuando uno lee los periódicos o escucha las televisiones tiene la sensación de que están pidiendo que vuelva Franco aunque sea de cabo. La Patria que se desmembra, la corrupción que todo lo arrasa, la miseria que invade las calles. Como en aquella famosa canción de Javier Solis, sombras nada más. La realidad es bien otra, pero eso da igual porque los que escandalizan saben que la mayoría permanece atemorizada en la caverna y nunca se va a atrever a salir. Es la tentación totalitaria que no cesa. Siempre está al acecho con la escusa de velar por las esencias. Las esencias, es decir, el derecho a seguir viendo sombras. En fin. 

    

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