viernes, 2 de enero de 2015

Baladroneo



Se imaginan ustedes que por algún fatídico cruce de   adversas circunstancias, de aquí a dos años o así, nos desayunamos con la noticia de que nuestro destino colectivo pasa a estar regido por los chicos de la coleta. Yo, la verdad, ni en mis peores pesadillas sueño con eso. Claro que bien sé que si, en general, una cosa es predicar y otra dar trigo, en el caso concreto de la política la diferencia entre lo que se promete y luego se mete es abismal. Y fíjense bien que digo política y no cuento de la lechera, cual es el caso que nos ocupa. Llegasen los coletas al poder y a lo más que podrían aspirar es a legislar sobre matrimonios híbridos humanos/perros) y cosas así, porque todas las demás originalidades sin necesidad de presupuesto ya las dejó niqueladas Zapatero. 

Ya lo tengo dicho, esto seguramente va a ser como cuando los comunistas, allá por los setenta, ya hacían cálculos con los sueldos que iban a pillar. Pero España es como Jano. Tiene una cara para cuando apoya el codo en la barra del bar y otra para cuando piensa en su futuro. Ya se sabe que el levantamiento de vidrio en barra fija, como cualquier otro tipo de sustancia psicoactiva, eleva el ego a nivel de baladronada. Podemos y cualquier otra pulsión suicida, cómo no. Y también sabemos hasta que punto se hace uno conservador tras abandonar la barra y empezar a notar que el mundo se tambalea bajo los pies. Entonces, es cuando "los experimentos con gaseosa".

En cualquier caso lo que no se me alcanza por más que lo intento es lo que se esconde detrás de esa insistente presencia de Podemos en los medios de comunicación. Quizá sea que lo del procés constituent catalán ya no tiene suficiente tirón como agitador de fantasmas. La gente, ya se sabe, sin fantasmas en el horizonte se deprime tanto que hasta puede dejar de ir al bar. ¿Se imaginan la magnitud de la catástrofe si esa epidemia se extendiese? No, por Dios, lo que sea preciso con tal de que no pase tal cosa. Podemos, o Podéis como lo llama Arcadi, puede ser un buen sustituto. Entre la esperanza de los soñadores y el horror de los despiertos. Tan infundada la una como el otro, pero los fantasmas ya están ahí y eso es lo que cuenta para seguir con las ganas de ir al bar. 

En fin, ya veremos que dijo un ciego. En el entretanto voy a ver si me cambio el cristalino porque de lo contrario no voy a ver nada cuando haya algo que ver, si se da el caso.   

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