Como saben, soy adicto, entre otras, a las cadenas de televisión francesa. Y estos días, como no podría ser menos, están que se salen. Y hay un amplio abanico de opiniones, desde el honrado y principal que prefiere sostenella y no enmendalla hasta el traidorcillo que suscita interrogantes de lo más molestos. Desde el "este es el precio que hay que pagar por nuestro elevado concepto de la libertad, más elevado que el de cualquiera, bien sur" hasta el "más que indicios de que algo no se ha hecho bien".
Porque la cruda realidad es que tanto los servicios secretos americanos como lo argelinos habían puesto reiteradamente sobre aviso a sus colegas franceses de que esos dos yijadistas que andaban sueltos por suelo francés no eran de fiar. Es más, uno de ellos acababa de cumplir menos de un año de prisión para una condena de cinco años. Pero, ya digo, americanos y argelinos les van a decir a los franceses... ¡hasta ahí podríamos llegar!
Si pusiésemos una encima de otra las horas que han dedicado los medios franceses a condenar sin el menor paliativo lo de Guantánamo, yo qué sé a donde podría llegar la altura de semejante monumento a la estulticia. Tan seguros de sus razones, por Dios. La dichosa superioridad moral que, cómo no, es la natural consecuencia de una superioridad a todos los niveles, pero sobre todo el intelectual. ¡Ellos han inventado todo lo bueno! Incluso, estoy cansado de oírlo, lo de Silicon Valey no sería posible sin los ingenieros franceses, los mejores del mundo, a dónde vamos a parar. La verdad, muchas veces cuando les escucho no puedo dejar de pensar si en el fondo los franceses no serán sino catalanes camuflados.
Porque el caso es que, guste o no, hay una guerra en la que todos los días hay un montón de muertos. Afortunadamente, hasta ahora, la inmensa mayoría los pone el enemigo. Pero eso no quiere decir que siempre vaya a ser así ni mucho menos que haya que confiarse. Y por tal es que no sea preciso haber leído a Sun Tzu o Carl von Clausewitz para saber que lo primero que hay que hacer cuando uno está en guerra es abrir un Guantánamo en donde sea para poner a buen recaudo, y de paso sacarles toda la información posible, a todos los sospechosos de enemistad. Porque si es que alguna situación hace bueno ese refrán que dice que más vale "un por si a caso" que "dos pensé qué", esa es la de la guerra. Pero claro, ya se sabe que la superioridad, sobre todo la moral, ciega. Y ciego ya, batacazo seguro.
En fin, sólo nos queda esperar que la sangre sirva para que la letra entre.
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