jueves, 8 de enero de 2015

Wolinski




Llego a casa fatigado después de un día glorioso a la campagne, me repanchingo y enciendo la tele. Allí está la noticia del día, omnipresente, como todo lo monstruoso. Unos islamistas han entrado en la sede de la revista Charli Hebdo y han matado a doce personas, entre ellas al director de la publicación y cuatro de sus más notables dibujantes, Wolinsky el Falócrata incluido. 

Como siempre pasa en semejantes ocasiones las autoridades aparecen por todas partes llamando a la unidad. No sea que los odios se desborden y la gente se ponga a tomar la justicia por su mano. Ne faisons plus de l´amalgame, repiten como autómatas las mentes apaciguadoras. No mezclemos unas cosas con otras. No creemos confusión. Si no sabremos nosotros, los sufridos españoles, de estás estrategias después de aguantar treinta años la mierda vasca. Una cosa son los radicales islamistas y otra los musulmanes. Una cosa son los vascos y otra los de ETA. Ne faisons plus de l´amalgame.

Pues bien, ahora resulta que nos vamos a caer de un guindo. Porque es que, si bien es verdad que son cuatro piraos los capaces de apretar el gatillo, lo de cargar las armas es cosa de la multitud de indeseables que piensan que la acción de los piraos les va a beneficiar de alguna manera. Yo no me meto, pero disfruto a dos carrillos de los beneficios fiscales concedidos con tal de conseguir apaciguamiento. Y sí, al final los de ETA dejaron de matar, pero siempre nos quedará la duda de si no lo hubiesen dejado mucho antes si la sociedad vasca en general hubiese recibido otro tipo de apaciguamiento, tal que la misma medicina que nos estaban haciendo tragar al resto de los españoles. Bueno, y seguimos tragando lo que ellos no tragan por tal de que no vuelvan a las andadas. No me convence, la verdad. 

Con la morangada tres cuartos de lo mismo. Como si no supiésemos que lo que se predica en las mezquitas es mayormente odio al infiel. El infiel, sinónimo de individuo libre, la más terrible de todas las condiciones humanas. El individuo libre, condenado a vivir sin referencias fijas: las va construyendo y cambiando a medida que avanza por el camino de la vida. Es muy duro eso. Condena a la soledad y la melancolía. Y de rebote, el sueño de la vuelta al útero materno. Hay que ser valiente para resistirse a eso. 

La morangada, como la cristianada o la judiada, no quieren abandonar el útero, las dichosas referencias que construyen sus vidas como si fuesen productos manufacturados. Cada día, cada hora, cada minuto tiene marcado su afán por la tradición. Es la pura sumisión que todo lo resuelve. Bien que lo ha visto el depresivo Houellebecq para escándalo de todos los incapaces de reconocerse en su propio sometimiento, la dichosa progresía que Dios confunda. 

En fin, no sé, cuando leí "The God Delusion" de Richard Dawkins suscribí de la primera a la última palabra. Dios, que duda cabe, es un espejismo, pero... no nos engañemos la esperanza que suscitan los espejismos es lo que hace llevadera la travesía del desierto que es la vida de la inmensa mayoría que detesta luchar... los pacifistas, animalistas y demás caramelistas que sueñan la vie en rose.

En resumidas cuentas, que uno trata de apaciguar su espíritu por medio de sesudas lucubraciones cada vez que el fanatismo deviene en tragedia. Y algo se consigue, por más que la lucidez no nos deje abandonar la idea de que detrás de una vendrá otra y otra porque es la consecuencia natural de estar el mundo mayormente poblado por cobardes.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario