miércoles, 31 de julio de 2013

This Explains Everything



Cojo, agarro, me voy a la página de Amazon, pongo "This Explains Everything", hago click, y en un visto y no visto ya tengo en mi kindle la mentada obra y 5,69 € menos en la cuenta corriente del banco. 

Bien, para los que todavía no se hayan enterado, ahí tienen una síntesis perfecta del mundo en el que vivimos. La explicación de todo aquello por lo que nos preguntamos la tenemos a un simple click del botón izquierdo del ratón. Todo lo demás, bibliotecas públicas, librerías con encanto, etc., etc., son reos que languidecen en el corredor de la muerte.

"This Explains Everything". ¿Habráse visto alguna vez título más pretencioso? Pues sí, desde la "Teogonia" de Hesiodo para acá nunca ha parado el mundo de aspirar a saber cual es el porqué de todo lo habido y por haber, empezando por lo que por su propia naturaleza no tiene respuesta... porque si la tuviese sería el apaga y vámonos porque aquí ya no queda nada por hacer. 

El porqué de las cosas. Los niños no paran de preguntarlo. Los adultos, cuanto más ignorantes con más seguridad les responden. Debe de ser porque saber, o creer que se sabe, apacigua los miedos que la naturaleza insertó en los seres que tienen conciencia de su limitada existencia. A base de saber, quién sabe, quizá logremos la inmortalidad. O la de la especie al menos. Esa es la ilusión que es motor a su vez.

Sea como sea, el caso es que me decidí a comprar el libro más que nada por las mismas razones por las que se hace casi todo a estas alturas de la vida, o sea, buscando entretenimiento. El entretenimiento de ensamblar puzzles. Buscando entre la maraña de lo publicado algunas de esas piezas que te faltan, no para completar, ¡qué locura!, sino para ampliar un poco los horizontes del mapa... como Monsieur Bartlebooth aquel personaje de "La vie mode d´emploi" de Georges Perec. 

lunes, 29 de julio de 2013

Mr. Chance



Vaya por delante todo mi respeto y cariño por Ángeles Bachiller, la auxiliar administrativo de la Concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valladolid que estos días ha sido noticia de portada de todos los medios por darse el hecho sorprendente de que, no obstante estar afectada por el síndrome de Down, haya sido nombrada máxima responsable de la mentada Concejalía. 

El caso es que hace años tuvo cierta repercusión una película titulada "Bienvenido Mr. Chance". Mr. Chance no entendía nada de lo que le decían pero la naturaleza, lo mismo que le había hecho deficiente mental, le había dado una mirada de apariencia inteligente y una capacidad notable para repetir tópicos de sentido ambiguo. Así era que, visto a través de la pantalla del televisor, daba perfectamente el pego. Todo lo cual, sopesado por los reales detentadores en la sombra del poder les llevó a la conclusión de que Mr. Chance tenía el perfil idóneo para el cargo de Presidente. Y Presidente le hicieron y no paso nada de particular... en principio.

A mí, francamente, lo mismo lo de Mr. Chance que lo de Ángeles Bachiller me parece una completa desfachatez. Una manipulación asquerosa por parte de los que mueven los hilos. Y me importa un rábano que vengan los buenísimos de turno a llamarme nazi o cualquier otra estupidez. Una persona con síndrome de Down puede a base de mucho tesón y dedicación llegar a ser casi autosuficiente, pero no creo que pueda pasar nunca del casi. Nada que ver en cualquier caso con las dotes que se necesitan para dirigir una empresa.

Por cierto que me han llamado muy agradablemente la atención ciertas declaraciones del Papa Francisco. Un Papa, tengo que confesar, que en un principio me pareció tocado del vicio populista tan propio de su lugar de procedencia. Apelar a los pobres y todo eso es sumamente peligroso si después no se sabe matizar adecuadamente. Y el caso es que Francisco parece que si sabe y bien. Quiere poner a la Iglesia en el lugar que le corresponde y para ello lo primero de todo "acabar con la ideologización del mensaje evangélico". 

La dichosa ideologización que todo lo contamina. Hasta las metáforas del evangelio las convierte en un montón de tópicos sin vuelta de hoja. Y así con todo. Para qué entonces el estudio y la reflexión si ya tienes el manual que da la respuesta de todos los problemas. Así cualquiera sirve para concejal, presidente o lo que haga falta. 

Lo íbamos comentando el otro día mientras paseábamos por la playa. El conocimiento como tema tabú. Ningún medio de comunicación, ni los políticos, ni nadie, quiere abordar el asunto porque saben lo susceptible que es la ignorancia. Así se ha llegado a un punto en el que parece más sabio el que hace pinchos de panceta que el que realiza los cálculos necesarios para mandar un satélite al espacio. Y todos contentos porque cada uno a lo suyo y todos somos necesarios. Venga a soltar patrañas para que nadie se sienta ofendido por ser menos. La famosa socialización que le dicen en los colegios, o sea, borrar todas las diferencias en lo que hace al conocimiento. 

Esa es la cuestión bajo mi punto de vista, que sólo desde el desprecio absoluto a la jerarquía que impone el conocimiento puede ser que llegue a concejal una persona con síndrome de Down. Con todo mi respeto y cariño, como decía, por la señora Ángeles Bachiller. 





domingo, 28 de julio de 2013

Niebla




Habíamos pasado la noche en una casa rural a la orilla del pantano. La verdad, poco habíamos encontrado allí de lo que poder regocijarse. Niebla y frío en el ambiente, calor pegajoso en la habitación abuhardillada, música tipo obras en el piso de al lado al atardecer y chill out durante el desayuno, decoración excesiva, horarios de playa mediterránea, wifi tercermundista, amabilidad forzada y precios excesivos. Nos largamos nada más desayunar embutidos en los chubasqueros rojos y sin ganas, por lo menos en mi caso, de prolongar la excursión. De regreso hacia Reinosa, a la altura de Bomil nos metimos por la carretera que va a Requejo porque yo quería hacer allí algunas comprobaciones. Hice unas fotos de la que, por la referencias que me han dado, pudiera haber sido la casa de algunos de mis ancestros. De mi abuela materna en concreto. Una casona montañesa a la orilluca del Ebro tan venida a menos que daba pena mirarla. Es lo que tiene el andar mirando hacia atrás que te suele acabar carcomiendo la pena.



Dejamos Requejo y comenzamos lo que quizá sea una de las   cosas más placenteras que se pueden hacer por estas tierras, dejarte caer hoces abajo hasta llegar a Bárcena de Pie de Concha. Luego, cruzar de sur a norte el valle de Iguña. Un lugar con una arquitectura de lo más singular. Sin duda debió aposentarse allí por los finales del XIX y principios del XX una burguesía boyante e ilustrada que dejó su impronta. La confirmación de tal hipótesis la encuentras en el museo al aire libre dedicado a Torres Quevedo que fue vecino del lugar. 

Siguiendo por la vieja carretera damos en la plazoleta de un pueblo. Allí, entre montones de coches aparcados, está la terraza de un figón que ofrece un menú de fin de semana por diez euros. Nos sentamos en una mesa y hacemos la comanda: alubias con almejas y chuleta de ternera. Es mucho pero llevamos toda la mañana sobre los pedales. A mí al menos, me sabe todo a gloria. Por no hablar del flan de chocolate y el café con los que remato la jugada. En fin, no sé, quizá en El Bulli, con su menú de 350 € te puedan tratar mejor, pero lo dudo. 

Después, todo hacía el norte hasta llegar a la estación del FEVE de Torrelavega. Y a las siete de la tarde en casa. Habíamos proyectado para varios días, pero la cosa apenas sobrepasó las veinticuatro horas. Porque es que está uno ya en unas condiciones físicas y anímicas que aprovecha cualquier contratiempo para rajarse. 

En casa, qué delicia, con todos los juguetes a mano. Empieza a caer la noche y me pongo a ver "Europa" de Lars von Trier. Totalmente de acuerdo, demasiada obsesión por los formularios y las pertenencias. Lo mejor hubiese sido largarse cuando se podía. Alguna vez lo soñé, allá por los veintitantos, América... pero estaba pillado y no pude escapar. 



viernes, 26 de julio de 2013

El desasosiego




Pessoa era un tipo que se había organizado la vida de forma casi milimétrica. Lo tenía todo previsto. No tenía que dar cuentas ni compaginar nada con nadie que no fuese el jefe del anodino trabajo que se había buscado a cuatro manzanas de sus habitaciones que, por supuesto, eran alquiladas. Comía siempre en el mismo restaurante servido por el mismo camarero que le conocía tanto que un día que dejó la botella de vino medio llena le dijo al despedirse: "que usted se mejore don Fernando". Ni por asomo se le ocurría salir de Lisboa si no era para cumplir un mandado de su jefe y, eso, sin pasar nunca más allá de Cascaes o Sintra. O sea, en definitiva, que detestaba complicarse la vida con cosas prescindibles y obraba en consecuencia. Y, sin embargo, paradojas de la vida, vivía en un estado de continuo desasosiego. 

Tan es así que, seguramente para aliviarse de esa emoción tan inquietante, se puso a escribir todo lo que se le pasaba por la cabeza y, de resultas de lo cual, hoy el mundo tiene a su disposición uno de los libros que, en mi opinión, está entre los cien o mil mejores de toda la literatura mundial... lo que ya es decir. Lo tituló "Crónicas del desasosiego". Seguramente para que nadie se llamase a engaño, porque esa es la cuestión y la madre de todos los procesos creativos: el desasosiego, ese malestar interno indefinido pero persistente que sólo se apaga con la acción, es decir, haciendo algo. 

Y ahí es donde tenemos un motivo de profunda controversia, porque es evidente que cada cual tiene su muy particular forma de entender lo que es "hacer algo". Hacer algo, no hace falta recordarlo, que sirva para aliviar el desasosiego. 

Porque ese es el caso y, añadiría, la tragedia del asunto, que parece ser que, aquí, todo sirve para el convento. Tan es así, que ponerse a reflexionar al respecto es uno de los temas tabús que ningún medio de comunicación o intelectual orgánico se atrevería a romper. Siempre argumentarán que eso es muy complicado porque siempre hay alguien que sale ofendido, cuando no perjudicado. 

Pues bien, con eso tenemos que vivir, con la gente de alrededor nuestro tratando de aliviar su desasosiego por el mejor procedimiento que Dios le dé a entender. Y, claro, no queda más remedio que aceptarlo aunque ello, las más de las veces, sea  a costa de aumentar el propio desasosiego. ¡Ay, pluguiera a Dios que se pusiese de moda aliviarse como lo hiciera Pessoa! Es decir, con el refinamiento que proporciona una educación esmerada. O sea, sin dar la tabarra.  

miércoles, 24 de julio de 2013

Inercia



Suelo usar con frecuencia el alvia. Me lleva a Madrid en menos de la mitad del tiempo de lo que era habitual hasta hace como quien dice cuatro días. Además, con mucha más comodidad y rodeado por lo general de gente bastante mejor educada de lo acostumbrado, que, esto, tendemos a no darnos cuenta, pero sin duda es una de las cosas que más han cambiado en España y, también, más está en trance de cambiar que, no porque la escuela sea deficiente, deja de ser escuela para todos. 

Bien es verdad que uno se monta en esos artilugios infernales como quien se bebe un vaso de agua, es decir, sin la menor conciencia de estar haciendo algo extraordinario que entraña los riegos que se le suponen a todo lo que pretende ensanchar los horizontes de la física. Por mucho que se amplíe el radio de las curvas, la propensión a salirse por la tangente siempre será una función, entre otras cosas, de la velocidad. Imagínense por un momento la inercia de un porrón de toneladas lanzadas a más de doscientos kilómetros por hora. Y ustedes, dentro del engendro. Para echarse a temblar. 

Así es que sentado en mi butaca, de vez en cuando levanto la vista del kindle y miro por la ventanilla. Es entonces cuando, percatado de cuan fugaz es el paisaje, caigo en la cuenta de mi real situación y elevo una plegaria a los dioses suplicándoles me lleven a buen puerto. Porque es que, sólo con pensar en los miles, o millones, de pequeñas piececitas que tienen que estar perfectamente sincronizadas para que todo funcione... sin duda tiene que haber en ello una mano casi divina a la que se debe rendir culto. 

Quizá les parezca que todo esto que les estoy diciendo sale de una mente carcomida por la superstición, pero no creo que sea así. Simplemente es el respeto nacido de la convicción de que robar el fuego a los dioses no es algo que salga gratis. Tarde o temprano tendrás que pagar el correspondiente peaje de víctimas. Y eso es lo malo, que solemos olvidarlo. 

La parejita convençiera



Para Cristina González una parejita convenciera es la que trae su derivada y la función presentes. Seno y coseno o tangente y secante para entendernos. Por si no se han aclarado les diré que esas parejitas sirven para resolver un montón de operaciones matemáticas medianamente complicadas. Si alguien, por ventura, tiene interés en profundizar en el asunto no tiene más que hacer que ir a YouTube y poner Cristina González. Encontrará allí un montón de vídeos a cual más útil y divertido. 

Pero, bajando a la tierra, les diré que para parejita convenciera Kate y Wills. Acaban de tener un niño. "Cualquier familia sabe lo que estamos sintiendo en estos momentos", ha dicho Wills. Y también: "se parece a Kate, gracias a Dios". Se le ve enamorado al chico. Luego Wills ha salido del hospital llevando al niño en un serón, le ha colocado en el asiento de atrás junto a Kate, se ha puesto al volante y han partido hacia su casa. Como cualquier familia en resumidas cuentas.

La verdad es que cualquier aficionado a los porqués de las cosas no podrá por menos que preguntarse por qué demonios será que tantas cosas que han tenido y tienen lugar en esa isla conocida como Inglaterra han transcendido y trascienden tanto al resto del mundo. Empezando por la lengua. ¿Qué tiene esa lengua que no tengan otras? Cuando por aquel entonces estudiábamos literatura, despachábamos a Shakespeare diciendo que su estilo es breve y conciso. Pues bien, quizá sea eso lo que facilita la lengua inglesa, hablar claro con pocas palabras. O sílabas. Así es como Shakespeare llegó a la cúspide de la disección humana, de forma que todos le entienden antes de que les agarre el aburrimiento. En otras lenguas, la nuestra por ejemplo, con Gracián a la cabeza, se puede llegar al mismo grado de claridad pero no sin antes dar mil volteretas a las palabras. Muy bonito, sí, pero sólo para entendidos. 

Sería extenuante hacer recuento de todo lo que dio y da esa isla al mundo, desde Hamlet a las leyes de la gravedad pasando, en la actualidad, por esa parejita convenciera que simboliza a la perfección a la familia ideal. Yo quiero ser como vosotros, rugen en su fuero interno las masas de los todavía esperanzados. Y así es que ayer, con todo lo que estaba pasando en el mundo, no tenían las principales cadenas de televisión otra cosa que emitir que las andanzas de la parejita en cuestión. Y no era para menos que la cosa lo merecía... porque son muchas las operaciones sentimentales que resuelve el ver a esa parejita convenciera. 

lunes, 22 de julio de 2013

Pedaleando



En uno de esos paneles informativos que hay repartidos por la smart city, leo: "dale un respito a la ciudad". Supongo que han querido decir respiro porque después te invitan a que utilices la bicicleta para moverte por ella. Bueno, el mejor escribano echa un borrón y en eso lo dejamos. 

Lo cierto es que en la smart city han hecho unos cuantos carriles para la bicicleta. Prácticamente todos ellos quitando espacio a los peatones. Sólo en el escaparate que es la primera playa del Sardinero se han dignado quitar unas cuantas plazas de aparcamiento a los coches. En cualquier caso, en su conjunto, los carriles bici de la smart city son los más birriosos de entre todos los que yo he visto en ciudades que conozco. Aquí, hablando en plata, si pretendes dar un respito, o respiro a la ciudad, simple y llanamente te juegas la vida, lo cual, a qué engañarse, es una de las cosas más estimulantes que se puede concebir sobre todo para quienes, como yo, ya anda por aquí de propina.  

Anyway, propina o no, a mí lo que me va es utilizar la bicicleta para desplazarme a mis quehaceres y no para pasear por las eufemísticamente denominadas rutas verdes que, por lo general, son caminos a ninguna parte y llenos de mierda de vaca. Eso es exactamente lo que a mí me mola, utilizar la bicicleta como el lumpen utiliza el coche, para ir de aquí para allá, a las compras, recados o como le quieran decir. Y aquí es donde se me plantea un problema metafísico de primer orden para el que no encuentro solución, más que nada porque la smart city no es precisamente Copenhague. 

Para mí, un lumpen, o chusma si mejor quieren, es ese tipo de gente que hace todo lo posible para hacerse notar por medio de la invasión del espacio público. Hay quien dice que lo hacen inconscientemente, es decir, sin darse cuenta, pero yo no estoy de acuerdo. Porque hacerse notar está en la esencia del ser humano por puras razones biológicas y, tan así es que, el que no lo consigue resolviendo integrales trigonométricas o cualquier otra cosa de provecho, lo intentará por el sencillo procedimiento de invadir el espacio público que, como es sabido por todos, es una de las cosas que al ser de las que más da pol saco a mucha gente... pues eso, que te consagra como lumpen, chusma, o como le quieran decir a los van a todas las partes en coche, ponen la música alta, sacan al perro a cagar y mear en mitad de la calle, fuman en espacios públicos y un largo etc. que huelga comentar porque está en el ánimo de cualquiera medianamente cultivado. 

Y ahí está el dato y el intríngulis de la cuestión, que mucho me temo que si voy en bicicleta por la smart city corro el serio peligro no sólo de que me maten sino el mucho peor de acabar convertido en un lumpen puro y duro que se gana los insultos y el desprecio de los de su misma calaña. Porque, salvo dos o tres rutas mayormente concebidas para el paseo, si te quieres desplazar en bicicleta lo habrás de hacer ya sea por aceras ya sea por calzadas. Molestas a peatones en un caso, molestas a motorizados en otro. Así que...

Así que lo único que se me ocurre es pensar que con unas autoridades por así decirlo oximorónicas no hay quien se aclare. Porque quieren una cosa, pero también la contraria. Quieren que los ciudadanos den un respito, o respiro, a la ciudad, pero también quieren que nadie perturbe el desmadre de la circulación a motor. No hay más que ver la relación 5/1, coches/peatón, que tienen casi todos los semáforos de la ciudad. 

En fin, así es la vida, pura contradicción... pero siempre recordando que si no actúas engendras pestilencia.  

Merece la pena?



Habrá quién piense que esto es pura misoginia. O sea, sensu stricto, aversión u odio a la mujer. Francamente, yo no lo creo. Para mí no pasa de ser la pregunta clave que todo ser racional se debiera hacer respecto de todo aquello que porque nos atrae tanto nos deja sin cabeza para saber valorar lo que nos está costando su consecución. 

El martes, 2 de julio, les comentaba sobre "la generación ameba", esa categoría de jóvenes, al parecer cada vez más numerosa, que se niegan a tener sexo. Supongo que los motivos serán variados, pero para mí que algo tendrá que ver en ello una cierta madurez prematura. Las experiencias tempranas y la información disponible hacen posible tener una mayor conciencia del precio a pagar por lo efímero del placer y la engañosa autoestima que proporciona. 

El sexo, por su atracción fatal, no pasa de ser la metáfora perfecta de todo lo demás tras lo que corremos desesperados con la ilusión de encontrar en ello la liberación de todos los pesares que produce la inacción. El consumo en general, para ser preciso. La eterna diversión. Desidia a la orilla del mar y todo eso. Los placeres sin esfuerzo previo, en definitiva.

Claro que, me dirán, el esfuerzo que hay que hacer para llevarse a alguien al catre no es cuestión baladí. No sé, dicen que ahora es algo que está chupao. En cualquier caso, como demuestra el protagonista de "my secret life", culminar con éxito un affaire es más cuestión de obsesión que de esfuerzo. Obsesión, o sea, perder la cabeza. Perder la cabeza por las mujeres, que se decía. 

¿Merece la pena? ¿Worth it? Desde luego que a mi edad no. Y de joven, pues dependerá, supongo, de lo bien fijada que tengas la cabeza sobre los hombros. Que no ha sido mi caso. 

viernes, 19 de julio de 2013

El Retiro



La palabra retiro tiene algo de espiritual. Aquí, en España, después de los elogios que le dedicara Fray Luis de León, rara es la persona, del Rey abajo ninguno, que no quiera tener del monte en la ladera un huerto por su propia mano plantado. Cosa de sabios, en definitiva, que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto. 

Así fue que a un Rey, hace ya siglos, para ser, o parecer, más sabio, se le ocurrió tener su huerto en la ladera y, de resultas de aquello, los madrileños tienen hoy El Retiro, sin duda uno de los más hermosos lugares que se puedan concebir en el centro de una gran ciudad. Sobre todo con las primeras luces de una mañana de verano cuando el aire está sereno y vestido de hermosura y luz no usada... 

Me voy de Madrid con pena. En el metro, una pareja de gitanos con guitarra y cajón interpretan malamente "alegría de vivir". "Yo la busco y no la encuentro" repiten una y otra vez con su voz rota de tanto sudar la tribu. Si madrugasen, pienso, y fuesen a pasear por El Retiro quizá diesen con ella. Se van los gitanos y viene la rusa con sus canciones de cabaret de años treinta. No me explico que no la contrate alguien porque es francamente buena... pero, claro, hay tanto de todo y tan bueno en la gran ciudad... por eso da pena largarse.  

jueves, 18 de julio de 2013

Lo que tiene conservarse humano

 
 
Contaba mi padre que estando él por los años treinta del siglo pasado ejerciendo de médico en un pueblo de montaña, se daba el caso de no poder abandonar la localidad bajo ningún concepto las tardes de los domingos y días de fiesta. El motivo del impedimento no era otro que el tener lugar esos días señalados un baile en la plaza del pueblo. Y claro, por aquel entonces, baile y palos entre los lugareños y los foráneos todo era una. Bastaba con que un par de foráneos se acercasen a un par de lugareñas y les dijesen: "¿acometéis?" Y si ellas por ventura respondían "ya estoy salida", entonces, estaba asegurada la trifulca con las correspondientes brechas en la cabeza que tenía que suturar mi padre. Por lo que nos contaba, no hubo domingo ni fiesta de guardar mientras ejerció en aquel pueblo que no tuviese faena.

Años después, siendo yo niño, recuerdo haber oído hablar de descomunales peleas en las tardes de romería. Claro, venían cientos de foráneos en bicicleta o caminando por las trochas de los montes y los del lugar se veían obligados a salvaguardar la cabaña local por cualesquiera que fuese el método sin andarse con remilgos. Pero pronto se dejó de oír hablar de tales hazañas y seguramente tuvo que ver con ello el hecho manifiesto de que en vez de ristras de bicicletas a la entrada del pueblo hubiese largas filas de coches aparcados en las cunetas. El coche, claro, había borrado como por ensalmo las fronteras entre los diferentes valles y había acercado a sus habitantes a los usos de la capital. El "¿acometéis?" y "ya estoy salida" se había trasformado en un simple ¿bailáis? seguido de la correspondiente mirada de aceptación o rechazo.

Así es que por mucho que nos disguste tantas veces el uso y abuso que se hace de los coches no por eso podemos olvidar lo mucho que debemos a semejante artilugio. Sobre todo en lo que hace a su papel de palanca civilizadora. El coche, al proporcionar en cierto grado a sus usuarios el don de la ubicuidad les da un toque de divinidad que les exime, entre otras cosas, de la necesidad de andar por ahí marcando el territorio. Por razones elementales: lo ilimitado de la ubicuidad y las limitaciones del aparato urinario no se compaginan muy bien que digamos.

Pensaba en estas cosas porque hoy voy y leo que en el país de los cedros, por donde las andanzas de Gilgamés y Enkidu, todavía no saben lo que son los coches ni para qué sirven o cosa por el estilo. Y es que, por lo visto, una familia de un valle druso se ha enterado de que un tipo del valle de al lado, sunita por más señas, andaba cortejando a una de sus mujeres y, entonces, ni cortos ni perezosos, han agarrado al sunita y le han cortado el pene. A grandes males, grandes remedios, han debido de pensar con su muy humana cabeza. En fin, uno no sabe porque lo que es coches en Líbano parece que los hay a montones, pero se ve que allí necesitan algo más para divinizarse lo suficiente como para dejar de marcar el territorio. Digo yo que si Alá ayudase un poco, alomejò...

miércoles, 17 de julio de 2013

Bárcenas en la picota

 
 
En la provincia de Santander hay un pueblo que se llama Bárcena de Pie de Concha. No les será fácil encontrar un nombre de lugar que dé tanta información acerca del lugar propiamente dicho. Si se dan una vuelta por allí no les costará comprobar como se confirman todos los datos. Ubicado en una llanura a orillas del Besaya es fácil suponer que le pueden afectar las crecidas periódicas del río. Y justo por eso se llama Bárcena, porque reúne las características que según el DRAE son precisas para ser una bárcena. Luego verán que está justo en la base del circo de montañas que cierran el valle de Iguña por su lado sur. O sea, al pie de una concha. O sea, que con el nombre está todo dicho.    

Una vez, hace ya muchos años, fui a visitar a un amigo que estaba por aquel entonces haciendo una sustitución en ese pueblo. Como aquel trabajo era muy llevadero y no eran de esperar grandes contratiempos, optamos por fumarnos unos canutos como preámbulo a la inspección de los alrededores. De lo único que me queda recuerdo claro de aquellas andanzas es que fuimos a dar a una plazoleta en cuyo centro había una picota. Me lo aclaró aquel amigo: mira esto es una picota. Quizá la única picota que se conserva en toda la provincia de Santander. Bueno, luego en Castilla he visto muchas, aunque allí le llaman rollo y suelen ser de estilo barroco isabelino. Incluso he visto un pueblo en donde han utilizado el rollo como pedestal para una virgen de Fátima. Una irreverencia a todas luces a causa de la ignorancia, porque es que lo que pasa es que el común de las gentes de hoy día, e incluso más de un párroco, desconocen el significado de las picotas o rollos. ¡Imagínense a una Virgen de Fátima en la picota! ¡Qué disparate!

Miren la foto al inicio de esta entrada: ¿creen que esos niños son conscientes de lo que significa el lugar que han elegido para inmortalizarse? Porque es justamente la picota de la que les hablaba. Un lugar, sin duda, cargado de un simbolismo que convendría aclararles. "Poner en la picota" es una forma de justicia que asigna al escarnio público la parte del león en lo que hace a la redención de la pena. Nada de estar escondido tras unos muros, no, es estar expuesto al público para que te insulte, escupa o lo que considere apropiado para calmar sus instintos de desquite. Algo, en definitiva, muy de temer y, por tanto, muy efectivo como técnica de desistimiento.

Bueno, venía yo pensando en estas cosas con motivo de ser Bárcenas la palabra más repetida estos días en todo el ruedo nacional. Además, siempre repetida en relación con la justicia. Porque es que se da el caso de que todo parece indicar que el tal Bárcenas es un condenado bribón. Y digo yo que, acaso, si cogiesen la picota de Bárcena de Pie de Concha y la colocasen en mitad de la Puerta del Sol para, después, encadenar a ella al citado Bárcenas... pues qué se yo, que alomejó  con unos cuantos improperios y escupitajos se acababa todo este rollo.  

martes, 16 de julio de 2013

Mucha col




 
Ayer, a la caída de la tarde, salimos a pasear por el barrio. Me dijeron que por allí estaba el edificio de la Casa de Cantabria y contesté que me gustaría verlo. No tardamos en llegar. Mucha col para tan pequeño caracol, pensé nada más verlo. Recuerda, cómo no, a una de esas casonas montañesas con las que los indianos pretendían sacarse la mugre acumulada allende los mares. Algunos, sin duda, lo consiguieron. Y, en general, pocas cosas gozan de mayor prestigio en la comunidad que de soltera fue Santander, de casada, Infinita, y con la crisis, Gran Reserva, que esas casonas para no dormir.

Estábamos allí delante, mirando y comentado, cuando, sin saber como ni de donde habían salido, se nos acercaron dos señoras, muy amables ellas, a cantarnos las excelencias del lugar y, también, por qué no, sus miserias. El Gobierno de Cantabria, la Caja de Ahorros de Cantabria, ya saben, no cumplen sus compromisos. ¡Ay, con lo que pudiera ser esto si...!

Me acordé entonces de las veces que acudí a las reuniones conspirativas que se celebraban en la Casa de Castilla y León de Barcelona. Bueno, no fueron baldías, que de aquellas y otras similares salió lo que luego sería el partido político Ciudadanos. Pero lo bueno, y a donde quería llegar, es que con la Casa de Cantabria de Madrid, se podrían financiar unas mil, o quizá cien mil, casas de Castilla y León como la que les comento en Barcelona, que estaba en la trastienda de un bar cutre de Pueblo Seco. La verdad, no me parece justo ni de recibo.

También recuerdo la casa de Extremadura, en un primer piso de La Puerta del Ángel. Con su vitrina a la entrada llena de fotografías y homenajes a Porrinas de Badajoz. Aquello era un oasis en mitad de la Ciudad Condal, a resguardo de todo el disgusto que allí generan las cosas de la identidad. En aquel tabernáculo a nadie le pedían credenciales y, si en estando dentro, a alguien le apetecía fumar sustancias hilarantes nadie osaba ponerle trabas. De hecho, a la mayoría de la clientela le apetecía y por eso era en gran parte, supongo, lo agradable del ambiente.

En fin, esos son, más o menos, mis recuerdos a propósito de casas regionales. Lugares con un cierto aire, o ventosidad si mejor quieren, del lugar que les da cobertura legal y, acaso, si hay suerte, alguna subvencioncilla con motivo de la ocasional visita de algún preboste de por allá. Tretas todas ellas de tabernero avispado para procurarse una clientela de desplazados nostálgicos. Un negocio particular, en definitiva, como otro cualquiera.

Pero esto de la Casa De Cantabria, ¡madre mía! ¡pues menudo somos los cántabros! La cosa va por el lado que le dicen cultural. Como un Instituto Goethe o algo así. Y con las cuotas de los socios por toda aportación pecuniaria. Tiene su mérito la cosa . Aunque con la crisis y tal han sido muchas las bajas, porque, además, según me cuentan, con motivo de haber dejado los del bar de servir cocido montañés a precio de menú popular -no les salía a cuenta por lo visto- muchos socios han pensado que a ellos tampoco les salía a cuenta seguir pagando la cuota, porque lo de la cultura y tal, sí, está muy bien, pero donde esté un cocido... total, que no es extraño que aquellas señorinas anduviesen por la calle a la caza del adepto.

lunes, 15 de julio de 2013

Aunque sea de cabo



Equivocado o no, uno tiene la sensación de que después de décadas de despropósito por fin estamos medianamente bien gobernados. Poco a poco se van produciendo leyes como la de unidad de mercado o la del déficit de tarifa eléctrica que ponen coto a situaciones que nunca se debieran haber producido. Por no hablar del freno que el Presidente pone a las aspiraciones talibánicas del ala más comehostias de su partido. En definitiva, que es como si uno pudiera ya desentenderse por un rato e irse a otras cosas porque todo parece indicar que estamos en buenas manos. 

Digo que es y debiera haber dicho que era porque, de buenas a primeras, vamos y nos enteramos de que hay un lío de todos los demonios que afecta a la honorabilidad del partido en el poder, empezando por su Presidente. ¡Vaya por Dios! Duraba ya mucho la paz. Tendremos que tragarnos otra vez toda la ensalada de dimes y diretes con los correspondientes desmentidos -agarra de la picha y tira- y amenazas de hecatombes. No tenemos solución y dan ganas de gritar lo que decía Rafa el Proscrito: "¡Franco, vuelve, aunque sea de cabo!"

La verdad es que yo confío bastante en el Presidente porque le gusta pedalear, lee el Marca y fuma puros. Además, no suele entrar al trapo a la primera de cambio y en vez de rodearse de geranios y pornostares como hizo Zapatero lo ha hecho de culos sólidos forjados en las penosas jornadas de preparación de oposiciones de altos vuelos. Con esos currículums hemos de suponer que cualquiera de las chicas del Presidente agarra un dosier, que es lo suyo, y se lo merienda de una sentada. 

No sé, a mi todo esto me parece más de lo mismo. Dicen airados los oponentes, los de dentro y los de fuera, que el Presidente y otros cuantos cobraron sobresueldos. Bueno, ¿y qué? En todo caso habría que saber quien se los pagó. Porque si se los pago la empresa, o las empresas para las que trabaja es cosa de ellos que a mi no me afecta. Porque, además, prefiero mil veces pagar sobresueldos a un competente que no no pagárselos a un incompetente.  Es que eso está regulado por ley, me dirán. Pues que supriman esa ley les contesto. Porque si una persona es competente todo sueldo que se le pague será por naturaleza insuficiente. Eso lo saben bien los consejos de administración de las empresas y por eso pagan fichas multimillonarias por las estrellas de la gerencia. 

Pero, claro, comprendo que esto de la política es diferente. La chusma vota y, por definición, la chusma desprecia el conocimiento. No por nada sino porque le humilla reconocerse ignorante. Por eso, pagar más a alguien porque se reconoce su conocimiento superior es sumamente pernicioso a la hora de captar votos. Así que, si se hace, hay que hacerlo de tapadillo. Es lógico, pero estúpido, porque así, al final para evitarse problemas, se acaba contratando a los incompetentes.

 Si uno se pudiese sustraer...





domingo, 14 de julio de 2013

Estudios Simples



Yo no sé lo que le costará a una cadena de televisión emitir por el satélite ASTRA. Pero no debe ser poco porque, con esto de la crisis, una de las primeras cosas que hicieron casi todas las autonomías españolas fue suprimir esas emisiones. Continúan con ello Andalucía y Galicia y supongo que será porque una considerable parte de la población de ambas comunidades anda desparramada por el mundo y el satélite ayuda a mantener el contacto. En cualquier caso, un canal emitiendo por ese satélite es un buen escaparate para vender al mundo la imagen que quieres dar de ti y eso lo saben todos los países poderosos que no desperdician la ocasión. 

Lo que me llama la atención es que países de economía tan misérrima como Cuba también consideren rentable hacer ese dispendio. Sin duda debe de tener que ver algo en ello la importancia que siempre le han dado a la propaganda los regímenes totalitarios. Ya saben, las quiméricas conquistas revolucionarias que con tanta maestría vendía el ínclito Fidel. La promoción de la olla arrocera y cosas por el estilo que le daban para siete horas seguidas de adoctrinamiento para los ya adoctrinados. Ni siquiera gracia tenía ya. Pero en esto se fue Fidel y Cubavisión empezó a bailar. 

Es una cosa francamente curiosa lo poco que llegan a influir en la esencia de las comunidades las imposiciones de los totalitarismos. Pasan los años y están donde estaban, en el caso de Cuba en la música. Era una superpotencia y lo sigue siendo. No hay nada más que conectar Cubavisión para darse cuenta. Tocan todos los palos, desde la más selecta y vanguardista hasta la más popular. Todo lo bordan como si fuese la cosa más natural. Sin divismos, por así decirlo.

Personalmente me quedo con los "Estudios Simples" de Leo Brouwer. Desde que me los pusieron como tarea en la escuela, ya va para treinta años, no ha cesado de crecer mi fascinación por ellos. La verdad es que me manejo de forma aceptable con un par de ellos, manoseo otra media docena, y creo que me voy a poner como meta de la vida el tratar de dominar los veinte que son el total. Será difícil, pero lo intentaré.  




sábado, 13 de julio de 2013

Como dos gotas de agua



Ahora van los socialistas y hacen la enésima y definitiva propuesta para que Cataluña encaje en España. O, para ser más exactos, que Cataluña se pueda entender con España. O, aún más, que Cataluña deje de ser maltratada por España. O, para terminar, que los catalanes dejen de dar pol saco a los españoles, que eso sí que es una realidad tangible y no todo lo demás que no es más que retórica de vendedores de burros viejos teñidos.

Cataluña y España, País Vasco y España, Torrevieja y España. La famosa diversidad, enseña de la casa. Para partirse de risa. O, si no, que me digan en donde no hay tanta diversidad, al menos, como en el patio de mi casa que es particular. 

Así que les voy a dar mi opinión de cual es el verdadero quid de la cuestión que siempre parece que está a punto de salirse de madre, pero que no porque no puede ser y además es imposible. El quid reside en los socialistas, cuya razón de ser se la llevó el viento hace ya mucho y todavía no lo quieren aceptar. Todo aquello de la "patronal terrorista" que todavía gritan por las alamedas los desgraciados que son expulsados del sistema por no haber sabido aprovechar todo lo que invirtió el Estado tratando de enseñarles. Ahora ya, aceptado por todos sin ambages que fuera de Adam Smith no hay terreno de juego, no les queda más salida a los que le negaban que buscar subterfugios que den apariencia de legítimos. 

Subterfugio de sufterfugios, salir de mediador entre las partes en conflicto. Qué partes, qué conflicto, eso es lo de menos. Como dijo el clásico, si no le gustan mis principios, aquí tengo otros. La cuestión territorial que le dicen. Si los de Villarriba y los de Villabajo no se entienden, aquí estoy yo para intrigar de forma que se perpetúe el malestar que es mi razón de ser. 

¿Se imaginan ustedes en qué quedaría la cuestión territorial si los dos principales partidos estuviesen de acuerdo en ella lo mismo que lo están en las cuestiones económicas? Pero, entonces, ¿qué les quedaría a los socialistas para justificar su existencia si en lo económico ya lo cedieron todo? No, mucho me temo que va a durar el artificio porque no se ve en lontananza cosa de sustancia que les pudiera diferenciar de los otros, los de Adam Smith de toda la vida. 

No sé, pero tiendo a pensar que lo más fácil sería que los dos grandes partidos dijesen a la gente, miren ustedes, en lo ideológico, principios y tal, somos como dos gotas de agua. Lo que nos diferencia es la calidad profesional de nuestros cuadros. A la vista están los resultados de donde gobiernan unos y otros. Ustedes deciden. 

Por cierto, miren la foto. El español bueno tratando de convencer al catalán con aspecto un poco torvo que es que no es para menos con todo lo que nos habéis hecho. De chiste. 

viernes, 12 de julio de 2013

Sicofantes



Lo peor que tiene el aburrirse es que te suele dar por el masoquismo. Así ha sido que esta mañana encontrándome carente de iniciativas he caído sobre una entrevista que le hacía Iñaki Gabilondo a José Luis Sampedro. Gloria bendita escuchar a ese provecto ciudadano que todo lo hila de una carrera. Ni siquiera ha dejado meter baza al inclito Iñaki lo cual ya es mérito. "Los financieros no tienen ideales", ha concluido Sampedro como en una especie de colofón victorioso. 

Iñaki y José Luis o el arte de la autoafirmación. También pudiera ser el arte del adormecimiento en los laureles. Todo lo que piensas, más que nada porque te exime de culpa y te mantiene puro, van esos dos y te lo confirman: sí tío, estás en lo cierto, puedes estar seguro. Sigue en lo tuyo aunque te estés pudriendo que vas por el buen camino.

A mí, la verdad, me da pena toda esa gente que se deja engañar por semejantes sicofantes. Siempre con "los poderosos" a vueltas. ¿Quienes son los poderosos? Para ellos, parece ser, unos tipos capaces de comer y eyacular unas mil veces al día. Por eso esa obsesión por quedarse con todo a expensas de los demás. ¡Madre mía, qué diarrea! 

No sé, pero presumo que siempre ha sido así y siempre será por los siglos de los siglos. Siempre habrá sicofantes porque siempre habrá épsilons. Los unos necesitan a los otros y viceversa, por mera cuestión terapéutica. Se ayudan mutuamente a mantenerse impolutos. En el reino de los cielos, por así decirlo. 

En fin, las diferentes concepciones del arte. Para unos es autoafirmación y para otros desmentido. Es lo que va de los épsilon a los alfas que diría Huxley. El de "Brave New World". "Un Mundo Feliz" para los de aquí.  





jueves, 11 de julio de 2013

De "Los Pájaros" a "Dogville"



Hay conflictos en la vida en los que uno no sabe qué es mejor si resolverlos matando o saliendo por piernas. Desde luego que en la mayoría de las ocasiones lo que pide el cuerpo es matar, pero, luego, uno recuerda lo que aprendió del clásico y concluye que hay más gloria en huir de los agravios callando que en vencerlos respondiendo. 

Pensaba en estas cosas porque la otra noche volví a ver "Los Pájaros" de Hitchcock. El irresoluble problema de la convivencia en libertad en una pequeña comunidad. Te destrozan a nada que te sales del canon de normas establecidas. El horror a los cambios lo impregna todo convirtiendo a sus habitantes en cuervos y gaviotas que se lanzan agresivos sobre todo lo que destaca. A primera vista, sólo queda la huida vergonzante para salvar el pellejo. Pero no es la única respuesta posible.

Existe la otra, la de "Dogville" de Lars von Trier. Sí, bien, te vas después de haberlo intentado todo, pero no sin antes poner las cosas en su sitio, es decir, borrando del mapa todo lo que no tiene remedio. Suena bestia, pero también mucho más caritativo porque liberas de sufrimientos sin fin a personas maceradas en la mezquindad. 

Esa es la cuestión, ser o no ser caritativo. Aplicar la cirugía o largarte para no ver como avanza la gangrena. 

Las pequeñas comunidades llenas de pájaros y perros. El mundo que nos rodea en general. Tu escoges, Hitchcock o Lars von Trier. 

martes, 9 de julio de 2013

Don Lope



Anoche pasaron "Tristana" por ARTE. La disfruté tanto o más que todas las veces que la he visto que han sido bastantes. Es lo que tienen para mí las películas de Buñuel que están tan trufadas de pequeños detalles cargados de intención que resulta imposible captarlos todos en una o veinte veces que las veas. Bueno, quizá todas las películas sean así, pero es que los pequeños detalles de Buñuel surgen, creo, de la necesidad que tiene de recalcar las características de la idiosincrasia nacional que de puro ridículas se convierten en cómicas. O tragicocómicas. Uno ha visto y sigue viendo por ahí millones de esas caracteriscas en la gente de alrededor e, incluso, dentro de mí no pocas de ellas y, la verdad, si no se lo tomase uno con humor sería como para agarrar el fusil y salir a la calle a disparar... sobre uno mismo a veces.

Magistralmente interpretado por Fernando Rey, Don Lope es  trasunto del hidalgo que se alimentaba de los mendrugos que conseguía el lazarillo de Tormes mendigando por las calles de Toledo. Es decir, trasunto de todos esos millones de españoles que de tanto aparentar lo que no son y les gustaría ser acaban por creerse que son lo que aparentan. Típicas polillas de sus casas, viven empeñados en ser remedio y honra de las ajenas. Así es que no paran de dar lecciones a diestro y siniestro saliendo siempre de valedores de todas las causas perdidas... hasta que un golpe de fortuna, generalmente en forma de desgracia ajena, les hace reconsiderar todo su ideario que no duda en cambiar por justamente el contrario. Ya lo dijo  el filósofo, donde no hay cabeza, opinión es sinónimo de situación. 

En resumidas cuentas: ¿cuánto hay de Don Lope en mi? Esa es la cuestión que duele plantearse. Porque hay tanta mugre que sacudirse de encima. Toda esa ideología progre de Sagrado Corazón que encubre resentimiento por no poder ser lo que a uno le gustaría ser. Tan español que es uno. 




lunes, 8 de julio de 2013

Politics



Hay un programa de debate en la BBC que se llama Politics y que es algo así como una sabia mezcla de seriedad y humor. El presentador  trajo ayer a un par de señoras, eurodiputadas ellas, para que dijesen la suya sobre lo del espía ese que anda retenido en el aeropuerto de Moscú y, también, sobre toda la cola que ha traído sus declaraciones que, por lo general, una vez más, no es otra que lo malos que son los norteamericanos.  

Por lo que pude enterarme, resulta que el ala izquierda del parlamento europeo ha sacado adelante una moción para que el consejo de ministros inste a las autoridades norteamericanas a que espíen con transparencia. Sí, sí, así como les digo, ese oximorón que está entre los más risibles de su especie. Así es que el presentador no paraba de hacer chistes a costa de la encantadora representante de la izquierda que hacía malabarismos para explicar lo inexplicable. La representante de la derecha no hacía sino dar caña en clave de desprecio a los propulsores de semejante necedad. La verdad es que no por clarividente dejaba de resultar antipática por su aire de superioridad. 

Entonces fue que dí en pensar que todo ello era una representación perfecta del actual estado de la cuestión política a escala cuanto menos europea. Dos facciones luchando por alzarse con el control de los mandos. Una, estulta y encantadora. La otra, clarividente y antipática. En medio, el presentador, en representación del pueblo, haciendo chistes. 

Luego te enteras de que hay más: un tratado de libre comercio en ciernes entre UE y EEUU. Y claro, como no podía ser menos, se ha metido de por medio la "excepción cultural francesa" tan querida en general por la simpática y estulta izquierda europea. Con la Iglesia hemos topado amigo Sancho.  Luego, claro, a quién le puede extrañar que la clarividencia se muestre encabronada. Si hasta un tonto que no esté muy fanatizado -perdón por el oximorón- se puede dar cuenta de que la única excepción cultural  francesa consiste en utilizar millones de palabras para encubrir la falta de ideas. Y, además, que por lo visto el sistema de espionaje francés está calcado del americano. 

En fin, que si no te lo tomas con humor te suicidas. 

domingo, 7 de julio de 2013

Adolescentes



A uno le tocó en suerte nacer tal día como hoy en uno de aquellos años en los que la chamusquina de la guerra todavía conservaba todo su aroma primigenio. Afortunadamente ya no huele a nada de aquello, aunque tampoco se puede decir que lo que predomina por ahí sea el perfume de las rosas sino más bien el de las exhalaciones de ciertas flatulencias inherentes a la pesada digestión que produce la opulencia en las mentes subdesarrolladas. 

El caso es que tal día como hoy es San Fermín, el patrón de los mayordomos y también de los pamplonicas. Y mira por donde los pamplonicas se las han ingeniado para que todo el mundo se interese por la forma que tienen de festejar a su patrón. Y no es extraño porque la cosa tiene reminiscencias de cuando las bacantes y los coribantes festejaban a los dioses desafiando a la razón. Así es que se pasan el día cantando y bailando y, a la salida del sol, corren delante de los toros. Nadie podría soñar algo más entroncado con las culturas preclásicas, de cuando Teseo, Penteo y todos aquellos adolescentes. 

Porque en el fondo todo esto de los sanfermines no es otra cosa que un juego de adolescentes un poco más peligroso de lo que suelen los juegos entre la gente de esa condición tan carente. Los pobrecitos están tan desesperados que no les importa incluso arriesgar la vida con tal de alguien se fije en ellos. Y, claro, si tienes la mala suerte de tener que pasar la adolescencia en un lugar donde todo está atado y bien atado, entonces, el esfuerzo por destacar se dobla y se convierte en espectáculo mediático. ¿A quién, en todo el mundo mundial no le va a gustar ver como unos toros cornean a unos chiflados que presumen de valientes?

Así es que llega el 7 de julio y la gente va, enciende el televisor en cualquier parte del mundo por muy remota que sea, y se encuentra la retransmisión de multitudes de adolescentes venidos de todo el mundo que se emborrachan por las calles de Pamplona para coger el coraje, o la inconsciencia, necesario para correr delante de los toros a la salida del sol. Y entonces, esa gente televidente, automáticamente se acuerda de los que hemos nacido tal día como hoy que, ¡ay qué dolo!, por una especie de maldición divina nos obligamos a no desmerecer la efemérides ni defraudar al patrón conservándonos en estado de perpetua adolescencia para dar de qué hablar. 

P. D.- Me lo decía mi padre que por haber nacido en Haro sabía de lo que hablaba: mira hijo, ir a los sanfermines es la mayor tontería del mundo, porque si vas allí te tienes que emborrachar para soportarlo y si te tienes que emborrachar no necesitas ir a ningún lado porque en todos estás igual. Si le hubiese hecho caso...


sábado, 6 de julio de 2013

Una década prodigiosa



Como estoy a punto de cumplir años ha ido el banco, mi banco, y me ha enviado un DVD de regalo. Hacía siglos que nadie me regalaba nada y yo que lo agradecía. Porque es que esto de los regalos, no sé por qué pero hace ya muchos años que lo considero mayormente una cosa de pobres que no quieren parecerlo. Y luego, que a ver que haces con ellos a no ser que sean unas botellas de bon vino o una paleta de ibérico. Pero ni eso, que si lo quieres en un momento dado vas y te lo compras y no tienes que andar pensando en como corresponder y demás molestias. Bueno, a veces Jacobo me envía algún libro, pero eso no lo considero regalos sino tareas que me pone para que sepa afinar mejor el tiro cuando disparo contra lo que sea.

Pero, bueno, a lo iba, al DVD. "Una década prodigiosa", con una dedicatoria en la funda: "Cumplir un año más merece una celebración tan especial como un paseo por los recuerdos de juventud...". Como no tenía mejor cosa que hacer me lo tragué de un tirón y, sí, claro, cómo no, todo ello me sonaba, pero no eran ni mucho menos los recuerdos que me asaltan cuando, por lo que sea, doy en pensar en aquellos que de maravillosos, en lo personal, no tuvieron casi nada. 

Sí, qué duda cabe, con sólo tener en cuenta que se dominó definitivamente la contracepción y que el hombre pisó la luna ya es suficiente para considerar esa década como un hito de los más importantes en la historia de la humanidad. Todo lo demás que paso y que tanta mitología de baratillo ha dejado quizá no fuese otra cosa que la lógica consecuencia de esos dos grandes logros de la ciencia. Porque, qué sentido iba a tener seguir manteniendo una moral puritana si la fornicación al tresbolillo había dejado de tener los tan temidos efectos colaterales. Por no hablar del mantenimiento de las fronteras cuando ya los límites se habían puesto más allá de las estrellas. En adelante, cualquier cosa de enjundia tendría que ser por definición planetaria o no sería más que residuos locales de "la nostra identitat" mantenidos artificialmente como cebo para las hordas turísticas. 

Aquella España que me tocó vivir y aquel Londres que toqué de refilón y que tanto me sirvió para darme cuenta de hasta qué punto era cateto. Eso fue todo, una lucha continua por sacudirme el pelo de la dehesa atizada por un resentimiento infinito hacia casi todo lo que me rodeaba. Energías infinitas perdidas por falta de soportes intelectuales y humanos. Una especie de adolescencia tardía que dejó un poso indestructible de inseguridad y baja autoestima. 

Por lo demás, yo, de los Beatles, casi ni me enteré de que existían. Parecerá raro, pero así fue.  

viernes, 5 de julio de 2013

Dónde se la pongo, señora?



El tipo era repartidor de butano, se metió en lo de los comunistas y en un visto y no visto ahí que le tienen ya de vicepresidente de nada menos que Andalucía. Un chico listo en definitiva. Pero no acaba ahí la cosa. 

Resulta que, como buen comunista, miraba por los parias de las tierra y exigió al presidente andaluz al que sostenía en el poder, so pena de romper la baraja, presentar en el parlamento una ley antidesaucios para que los bancos no pudiesen hacer nada contra los que no pagaban las hipotecas. No puedes pagar, no te preocupes, expropiamos el piso por dos perras y el banco se queda con dos palmos de narices, venía a decir el invento. Una cosa que, como todos ustedes comprenderán, demuestra que el vicepresidente tiene un corazón que se lo pisa.   

Pero claro, lo malo es cuando se meten los caprichos por medio. Y el vice se había encaprichado del piso de al lado del suyo que se daba la circunstancia de ser de un señor que no podía pagar la hipoteca. Enterado este señor de los deseos del vice, ofreció vendérselo. Por tanto, no, por cuanto. No me interesa. Llega el desahucio y el vice compra el piso al banco por bastante menos pasta. ¡Oye, el tener buen corazón no quiere decir ser tonto!

Bueno, esto que parecen cotilleos de porteras ha sido muy aireado por la prensa conservadora de la misma manera que ha sido silenciado por la socialdemócrata. Es lo suyo. Cada uno a lo suyo y no pasa nada porque, como han dicho los jefes de la cosa comunista, lo que ha hecho el vice es lo que hace mucha gente. Toda la que puede en concreto. Y además, a estas alturas, querer que los que predican sean los mismos que dan trigo demuestra una una inocencia rayana en la estulticia. 

jueves, 4 de julio de 2013

La foule



Ayer me entretuve mucho contemplando lo que cuentan las grandes cadenas internacionales sobre lo que pasa en Egipto. Desde luego que, aunque trataban de disimular, se las notaba a todas ellas con sus simpatías escoradas hacia los que "rugían de placer toda la noche"* porque los militares habían pegado un golpe de estado. A los otros, los temerosos de Dios, de nada parecía servirles las plegarias que postrados de hinojos disciplinadamente  elevaban a la divinidad, porque, conviene no engañarse al respecto, si Dios es poderoso, los tanques mucho más. 

En cualquier caso, por si no estaba bastante claro, después de ver todo esto ya no queda espacio a la duda: cuando los dioses se meten por medio de las pequeñas cosas de los hombres inevitablemente se jode la marrana. Lo hablaba yo esto en distendida sobremesa con un belga flamenco que me encontré en una de esas posadas que jalonan El Camino a su paso por Castilla. Le recordaba yo, ante sus lamentos, que la unión de los suyos con los valones había sido propiciada por hacer primar a la religión sobre la lengua para formar las naciones, en este caso Bélgica. De haber primado la lengua, los flamencos se hubiesen unido a los holandeses. Ya, pero es mucho más importante la lengua que la religión, me argumentaba él. Y yo: sí, ahora, pero no cuando se diseñaron las fronteras de la Europa actual. Ahora, descreídos todos, son tantos los lazos que les unen que no les queda otra opción que cultivar el odio para tratar de romperlos. Un ejemplo paradigmático, en resumidas cuentas, de que romper lo que Dios une trae consigo una putrefacta cola. Y cada vez más gente lo sabe y por eso es que se casan, cuando se casan, por lo civil.

Así es que se metió Dios por medio y, ahora, los que le quieren poner a un lado "rugen de placer toda la noche" porque los militares han depuesto al Presidente, delegado de Dios por cierto, que fue elegido democráticamente hace apenas un año. Cosas veredes. Los mismos que rugían hace cuatro días para que los militares se fuesen. En fin, hasta qué punto Dios con su infalibilidad lo emponzoña todo. 

¿En qué quedará todo? Lo comprendí el otro día viendo y escuchando a una muchacha cairota que explicaba pormenorizadamente ante las cámaras de la BBC como la habían violado once tipos en medio de la Plaza Tarir ante la indiferencia de los manifestantes. Quedará en muchos años de sufrimiento por delante para salir del pozo en el que les ha metido Dios, porque es que, ¿saben?, nadie excava tan profundo como Dios.  

* "Lo haremos toda la noche", de La Trinca.