lunes, 29 de julio de 2013

Mr. Chance



Vaya por delante todo mi respeto y cariño por Ángeles Bachiller, la auxiliar administrativo de la Concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valladolid que estos días ha sido noticia de portada de todos los medios por darse el hecho sorprendente de que, no obstante estar afectada por el síndrome de Down, haya sido nombrada máxima responsable de la mentada Concejalía. 

El caso es que hace años tuvo cierta repercusión una película titulada "Bienvenido Mr. Chance". Mr. Chance no entendía nada de lo que le decían pero la naturaleza, lo mismo que le había hecho deficiente mental, le había dado una mirada de apariencia inteligente y una capacidad notable para repetir tópicos de sentido ambiguo. Así era que, visto a través de la pantalla del televisor, daba perfectamente el pego. Todo lo cual, sopesado por los reales detentadores en la sombra del poder les llevó a la conclusión de que Mr. Chance tenía el perfil idóneo para el cargo de Presidente. Y Presidente le hicieron y no paso nada de particular... en principio.

A mí, francamente, lo mismo lo de Mr. Chance que lo de Ángeles Bachiller me parece una completa desfachatez. Una manipulación asquerosa por parte de los que mueven los hilos. Y me importa un rábano que vengan los buenísimos de turno a llamarme nazi o cualquier otra estupidez. Una persona con síndrome de Down puede a base de mucho tesón y dedicación llegar a ser casi autosuficiente, pero no creo que pueda pasar nunca del casi. Nada que ver en cualquier caso con las dotes que se necesitan para dirigir una empresa.

Por cierto que me han llamado muy agradablemente la atención ciertas declaraciones del Papa Francisco. Un Papa, tengo que confesar, que en un principio me pareció tocado del vicio populista tan propio de su lugar de procedencia. Apelar a los pobres y todo eso es sumamente peligroso si después no se sabe matizar adecuadamente. Y el caso es que Francisco parece que si sabe y bien. Quiere poner a la Iglesia en el lugar que le corresponde y para ello lo primero de todo "acabar con la ideologización del mensaje evangélico". 

La dichosa ideologización que todo lo contamina. Hasta las metáforas del evangelio las convierte en un montón de tópicos sin vuelta de hoja. Y así con todo. Para qué entonces el estudio y la reflexión si ya tienes el manual que da la respuesta de todos los problemas. Así cualquiera sirve para concejal, presidente o lo que haga falta. 

Lo íbamos comentando el otro día mientras paseábamos por la playa. El conocimiento como tema tabú. Ningún medio de comunicación, ni los políticos, ni nadie, quiere abordar el asunto porque saben lo susceptible que es la ignorancia. Así se ha llegado a un punto en el que parece más sabio el que hace pinchos de panceta que el que realiza los cálculos necesarios para mandar un satélite al espacio. Y todos contentos porque cada uno a lo suyo y todos somos necesarios. Venga a soltar patrañas para que nadie se sienta ofendido por ser menos. La famosa socialización que le dicen en los colegios, o sea, borrar todas las diferencias en lo que hace al conocimiento. 

Esa es la cuestión bajo mi punto de vista, que sólo desde el desprecio absoluto a la jerarquía que impone el conocimiento puede ser que llegue a concejal una persona con síndrome de Down. Con todo mi respeto y cariño, como decía, por la señora Ángeles Bachiller. 





2 comentarios:

  1. Hay una idea por ahí de que los del sindrome de Down son gente tiernecita y suave que no levantan una voz más alta que otra. Primero, tienen más fuerza que la mayor parte de los críos de su misma edad: yo recuerdo que cuando éramos pequeños, si me hermano -que tiene cuatro años menos que yo- se agarraba a una pata de una mesa o a un barrote de una ventana, no había manera de hacerlo mover. Me acuerdo también de una compañera de su colegio, que estando en un taller de costura, mientras usaba una tijera, estuvo a punto de alancear a una compañera suya porque le llamó "mongola y subnormal". La habría cosido a cuchilladas y luego, al minuto, se habría deshecho en lágrimas.

    En fin, que creo hablar con conocimiento de causa si digo que la pobre concejala en cuestión es muy posible que no tenga una idea muy clara de qué es esto de estar en un ayuntamiento, al margen de las cuestiones más evidentes: sentarse en una silla tal día de cada semana, escuchar al alcalde y cosas por el estilo. Conozco de nombre a todos los mongólicos de Salamanca de mi generación y no creo recordar de ninguno que sea capaz de ello. Eso sí, he visto por ahí que hay un chaval que estudió en la universidad, y hasta se licenció de Magisterio, y que acabó una película, y que hasta le dieron un premio en un festival. Me imagino que será un caso entre mil y pudiera ser que la concejala de Valladolid esté en la misma circustancia. Nunca se sabe...

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    1. El otro día me decía uno que quizá es el que mejor ha hecho los deberes de todos los amigos que tengo que España no tiene solución. Se basaba para tal afirmación en el hecho de que a esta chica le hayan hecho concejal. Decía,joder, que el alcalde la ponga a mandar en una empresa de su propiedad pero no en la mía. Porque ese es el problema, que el alcalde no se da cuenta de que la alcaldía no es suya sino de los ciudadanos. Desde luego que en una suya, como mucho, y más que nada por las exenciones fiscales, la hubiese puesto de conserje.

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