domingo, 7 de julio de 2013

Adolescentes



A uno le tocó en suerte nacer tal día como hoy en uno de aquellos años en los que la chamusquina de la guerra todavía conservaba todo su aroma primigenio. Afortunadamente ya no huele a nada de aquello, aunque tampoco se puede decir que lo que predomina por ahí sea el perfume de las rosas sino más bien el de las exhalaciones de ciertas flatulencias inherentes a la pesada digestión que produce la opulencia en las mentes subdesarrolladas. 

El caso es que tal día como hoy es San Fermín, el patrón de los mayordomos y también de los pamplonicas. Y mira por donde los pamplonicas se las han ingeniado para que todo el mundo se interese por la forma que tienen de festejar a su patrón. Y no es extraño porque la cosa tiene reminiscencias de cuando las bacantes y los coribantes festejaban a los dioses desafiando a la razón. Así es que se pasan el día cantando y bailando y, a la salida del sol, corren delante de los toros. Nadie podría soñar algo más entroncado con las culturas preclásicas, de cuando Teseo, Penteo y todos aquellos adolescentes. 

Porque en el fondo todo esto de los sanfermines no es otra cosa que un juego de adolescentes un poco más peligroso de lo que suelen los juegos entre la gente de esa condición tan carente. Los pobrecitos están tan desesperados que no les importa incluso arriesgar la vida con tal de alguien se fije en ellos. Y, claro, si tienes la mala suerte de tener que pasar la adolescencia en un lugar donde todo está atado y bien atado, entonces, el esfuerzo por destacar se dobla y se convierte en espectáculo mediático. ¿A quién, en todo el mundo mundial no le va a gustar ver como unos toros cornean a unos chiflados que presumen de valientes?

Así es que llega el 7 de julio y la gente va, enciende el televisor en cualquier parte del mundo por muy remota que sea, y se encuentra la retransmisión de multitudes de adolescentes venidos de todo el mundo que se emborrachan por las calles de Pamplona para coger el coraje, o la inconsciencia, necesario para correr delante de los toros a la salida del sol. Y entonces, esa gente televidente, automáticamente se acuerda de los que hemos nacido tal día como hoy que, ¡ay qué dolo!, por una especie de maldición divina nos obligamos a no desmerecer la efemérides ni defraudar al patrón conservándonos en estado de perpetua adolescencia para dar de qué hablar. 

P. D.- Me lo decía mi padre que por haber nacido en Haro sabía de lo que hablaba: mira hijo, ir a los sanfermines es la mayor tontería del mundo, porque si vas allí te tienes que emborrachar para soportarlo y si te tienes que emborrachar no necesitas ir a ningún lado porque en todos estás igual. Si le hubiese hecho caso...


2 comentarios:

  1. Si a mis estudiantes les preguntas por algo que conozcan de España, primero te hablan de fútbol y después de la fiesta del tomate de Buñol. En momentos así, desearía haber nacido luxemburgués, en San Marino o algo así. Algún día me nacionalizo de por allí, o del Vaticano. La lengua por lo menos ya la sé...

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    1. Bueno, hombre, no desesperes que lo de Buñol ni tan mal. Por lo visto la tradición se remonta a un día en que estaban uno señoritos aburridos en la terraza de un café y dio en pasar por allí el tonto del pueblo, entonces para entretenerse empezaron a coger tomates de un puesto de hortalizas que había allí al lado para lanzárselos al tonto. No me digas que no tiene gracia. Es una tradición de las que podríamos catalogar como de I+D.

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