domingo, 30 de noviembre de 2014

Cutrerío botellónico



No me cansaré de repetirlo: pocas cosas habrá más fraudulentas en este mundo que la fotografía. Y, ahora, con eso que llaman infografía, ni te digo. El encuadre, la luz, oculta o magnifica lo que se quiere ocultar o magnificar para que los incautos se traguen el anzuelo. Al final resultó ser que nada más llegar al lugar paradisiaco pudiste constatar que era más o menos como lo que hay justo donde vives, pero mas sucio y con más mosquitos acaso. 

Menos mal que, como sostiene La Bruyere, en donde hay personas siempre hay alguien que piensa correctamente. Incluso en la petit province. El caso es que el ayuntamiento de la ciudad en la que ahora vivo ha hecho pública una infografía con ínfulas futuristas para vender un proyecto  de esos que, según argumentan, basa su justificación en la necesidad de dignificar la zona. Yo, como le pasaba a Nosequién, todo es escuchar la palabra dignidad o cualquiera de sus derivados semánticos, e inmediatamente me tiento la cartera a ver si todavía está en sus sitio. 

Nada más enterarme de semejante disbarat lo comenté con los amigos y en términos generales estuvimos todos de acuerdo. Un ascensor que sube seis u ocho metros a una senda por la que la gente va de paseo, ociosa, las más de las veces con la aviesa intención de que el perro cague en un lugar en el que no hay que recoger la caca. Pero es que, además, a menos de cincuenta metros de donde supuestamente va a desembocar el ascensor, la senda desciende hasta el nivel del mar y luego vuelve a subir. ¿Cuál es entonces el sentido del ascensor si es que ya tenía alguno?

Por otra parte, resulta cuanto menos irónico que una ciudad que al tener en sus tres cuartas partes estructura de favela obliga a la gente, una de dos, a usar el coche para todo o echar el bofe antes de poder llegar a casa, se vaya a hacer el gasto primando las veleidades del ociosidad sobre las necesidades cotidianas de los ciudadanos. Bien es verdad que desde hace poco se ha empezado a subsanar la flagrante deficiencia que tenía la ciudad de sistemas elevadores. Pero es que cincuenta más que pusiesen no resolvería del todo el tremendo problema de los desniveles. 

Pero, hete aquí que abro el periódico y me topo con una noticia que confirma plenamente las teorías de La Bruyere. Efectivamente, hasta en la pequeña provincia, pese a quien pese, hay gente que piensa correctamente. En este caso se trata de los miembros de una asociación llamada DEBA (La Plataforma en Defensa de la Bahía). Sostienen los de DEBA que el pretendido ascensor es "una instalación inadecuada, injustificada y excesiva, además de la intrusión de un elemento artificial e incompatible con las cualidades del entorno, que genera un impacto negativo en una singular y emblemática zona de acantilado costero muy relevante por su naturalidad paisajística". Y continúan: "pagar la instalación y mantenerla sería, en nuestra opinión, un ejemplo más de derroche de fondos públicos en algo innecesario y contraproducente". Y así unas cuantas cosas más con los cualquiera como yo que conoce el percal porque lo uso a diario no puede estar sino de total acuerdo. Lo único sensato, dicen y yo suscribo, sería limpiar y acondicionar las escaleras de acceso a la senda que en su estado actual son un verdadero alarde de dejadez y de acumulación de inmundicias. Y rematan: "ello dignificaría y normalizaría esa valiosa zona paisajística, sacándola del cutrerío botellónico y del abandono marginal e impropio en la que se encuentra ahora". 

Vamos a ver en que queda la cosa. 

sábado, 29 de noviembre de 2014

El chorco de los lobos



En su documentado libro sobre las fieras en los montes del Antiguo Régimen, Juan Pablo Torrente nos deja anécdotas de un valor inestimable. Lo he recordado hoy al leer en un periódico local que los ganaderos de Liébana andan muy preocupados con las leyes animalistas que los habitantes de la ciudad imponen a los del campo. Según dichos ganaderos, en lo que va de año los lobos de la región se han jalado 450 cabezas de ganado, ovejas y cabras las más. Luego, continúan quejándose, para cobrar del gobierno los estragos tenemos que esperar tres años o más. Claro, con tanto alimento y, sobre todo, con tanta impunidad, la población de lobos crece como la espuma. Para los ecologistas, bien sure, es un círculo virtuoso porque para ellos un lobo sólo es una hermanita de la caridad que necesita alimentarse. ¡Con lo bonito que es ver en el plasma una bandada de hermanitas de la caridad corriendo por el bosque nevado en busca de alimento!

De seguir así, mucho me temo que habrá que volver a las andadas. Cuenta Juan Pablo que por aquellos tiempos, por lo que fuere, había aumentado tanto la población de lobos y demás alimañas por nuestros montes que hacían cada vez más difícil la actividad agropecuaria. Fue entonces cuando el gobierno promulgó una ley que, por efecto paradójico, supuso el cese definitivo de tal actividad. Al remunerar con cierta cantidad cada alimaña cazada la población rural no tardó en caer en la cuenta de que era más rentable la caza que el pastoreo y cultivo. Y así fue que al poco las alimañas disminuyeron, pero las cabras y ovejas desaparecieron por completo del mapa y alubias y garbanzos había que ir a comprarlos tras los montes.

Sin duda hacer leyes siempre es problemático por sus posibles efectos secundarios indeseables, pero, si esas leyes van dirigidas a regular el normal desarrollo de la naturaleza, entonces, con los pies de plomo no basta, mejor meterlos en cemento blando y esperar a que fragüe. El otro día me contó un chico de mi pueblo una anécdota que puede venir al caso. Según él, ya no quedan apenas truchas en el río.La causa no es otra que la proliferación de gaviotas y cormoranes que vuelan tierra adentro cada vez que hay temporal en la costa. Y a ver quien es el guapo que dispara a uno de esos animales. Se te cae el pelo. 

La verdad es que no entiendo por qué no se deja que la naturaleza se autorregule. Por supuesto sin excluir de esa autorregulación la actividad humana . ¿Por qué no dejar que los ganaderos sean los encargados de solucionar el problema de los lobos? Y, además, qué demonios de malo iba a tener que los lobos desapareciesen. La historia del mundo esta hecha de desapariciones que dejan un espacio que inmediatamente es llenado por nuevas adquisiciones. Y, claro, intentas torcer el brazo a esa historia y te quedas sin truchas. ¡Ay, si dejasen a los de mi pueblo disparar a las gaviotas y cormoranes! 

Por cierto que he leído que en Cataluña ha caído en tal descrédito la caza, de puro buenos que son allí, que las autoridades han tenido que contratar cazadores de otros lugares para que vayan a matar las manadas de cérvidos y jabalíes que arrasan las cosechas. Es lo que tiene promocionar ideologías disolventes a golpe de documental animalista. Que todos son calcaos el uno del otro, por cierto. ¡Menudo tostón! Hermano lobo, hermano jabalí, hermana rata, en fin, que todo lo que vive tiene su corazóncito y su belleza y debemos respetarlo incluso por encima de nuestras vidas si es que se da el caso de tener que escoger. No sé a dónde vamos a llegar. 

Parecerá un disparate lo que voy a decir, pero a mi modesto juicio, para solventar esta crisis de valores que dicen que tenemos hay que empezar por restituir a los animales a la posición que tenían cuando eran considerados como animales. Se les mataba cuando molestaban o se necesitaba comer y se les utilizaba en la medida que eran útiles. Y, desde luego, ningún tarado encargaba un trajecito para una rata de campo de la que se había encaprichado. Seguramente Dios nos lo recompensaría porque no creo que haya cosa que más le tenga que fastidiar que el que aquellos que ha hecho a su imagen y semejanza hayan dado en querer parecerse más a los perros, por poner un ejemplo, que a Él. Bastaría, quizá, para alcanzar lo que propongo que las leyes, o no-leyes, sobres los animales, las redactasen las gentes más primitivas que quedan por algunos recónditos parajes. Los únicos que parecen acordarse de quién es Dios. 

P. D.- El que desee leer una bonita historia de lobos que acuda a las últimas páginas de "Robinsón Crusoe", cuando atraviesa a caballo los Pirineos en pleno invierno.  

viernes, 28 de noviembre de 2014

Por la pata abajo



En Barcelona, donde pasé algunos de los años que considero como de los más fructíferos de mi vida, nunca dejan de pasar cosas de lo más curiosas. Por ejemplo, una pareja formada por venezolano y vasco han abierto una tienda de alta costura para máscotas. Hacen de todo. Sudaderas con capucha y sin capucha, chubasqueros, trajes nupciales, collares, etc.. A lo más delicado que se han tenido que enfrentar ha sido un trajecito para una rata de campo de la que una pareja se ha encaprichado. Sin embargo, el vasco y el venezolano se han negado a confeccionar un collar para el "hombre perro", que así es como se hace llamar uno de los striper más cotizados en el mercado de las despedidas de soltera. "Como a veces se desnuda delante de madres y abuelas nos pidió un collar para taparse. Nos negamos", han dicho el vasco y el venezolano al unísono.  

Como ven, pese a quien pese, la vida sigue por aquellos lares. Pero es que, además, el famoso "proceso" que tan entretenidos nos ha tenido los últimos años a los españoles en general y a los catalanes en particular, tocó el otro día techo de forma irremisible. Fue con motivo de una entrevista que le hicieron al inefable Durán Lérida en una televisión privada local con grandes cuotas de audiencia. La independencia, dijo, sólo hay dos formas de conseguirla: una, la negociación con España, dos, la guerra. Todo fue decirlo y empezar a sentirse un extraño hedor en el ambiente. No era para menos, media Cataluña se había ido por la pata abajo. 

La guerra, sí, una posibilidad de momento poco probable, pero por mentarla se empieza. A partir de ahora no podrá dejar de estar la mosca detrás de la oreja cada vez que alguien vea ondear una estelada. Es el poder omnímodo del miedo. Ir a Mercadona y encontrarse las estanterías vacías. Y, entonces, en vez de encargar un modelito a la mascota, ya saben, como todo lo que corre y vuela. NO, NO, NO. Niño, deja de joder con la estelada. 

Pero es que, además, no paró en mientes Durán Lérida a la hora de etiquetar de aldeanos a sus antiguos correligionarios. ¿Qué sabrán esos si nunca han salido de casa? Yo, que viajo y hablo con gente importante, sé de qué va el rollo. Y va a ser que no porque a nadie le conviene. Tendríamos que sacrificar una generación... en el mejor de los casos. 

Ya digo, se tocó techo, o fondo. A partir de ahora, el hastío subirá como la espuma y en cuatro días ¿inde...qué? Eso eran media docena de piraos. 

jueves, 27 de noviembre de 2014

La moral



"España no está corrompida, no generalicemos", ha dicho ayer el Presidente Rajoy en no sé donde. Me ha hecho gracia, no porque no crea que está en lo cierto sino porque corrompido era lo que nos llamaban las "empleadas del hogar" que había en casa cuando, por aquel entonces, de niños, nos poníamos insoportables. Eres un corrompido, nos decían. Anyway, lo que choca en la frase de Rajoy es que no sabemos si utiliza corrompida como participio del verbo estar o como adjetivo de España en cuyo caso quizá hubiese quedado mejor corrupta. Bueno, quizá haya querido decir que no está insoportable. Pelillos a la mar. 

De todas formas, de haber estado en la situación de Rajoy, yo hubiese cogido, agarrado mis notas para andar por casa y hubiese leído al respetable: "La moral... ¿donde creéis que tiene sus más peligrosos, más rencorosos defensores?... He aquí un fracasado que no posee suficiente espíritu para sentirse satisfecho de lo que tiene, y que no obstante ha recibido suficiente cultura para saberlo; se aburre, siente hastío de sí mismo, se desprecia; para colmo, desposeído por una pequeña herencia del consuelo supremo, de "la bendición del trabajo", del olvido de sí mismo en la "tarea cotidiana", es un ser que, en el fondo, siente vergüenza de su existencia -tal vez, bajo su más profunda cara, alberga algún pequeño vicio en lo más recóndito de su alma; por otra parte, no puede impedir corromperse cada vez más, volverse siempre más irritable y vanidoso debido a lecturas a las que no tiene derecho, o a frecuentar personas demasiado intelectuales para su capacidad digestiva: envenenado hasta la médula-, ya que para un fracasado de esta estirpe el espíritu es veneno, y veneno también la cultura, la soledad y la propiedad; se hunde finalmente en un estado de rencor, en un deseo crónico de vengarse... ¿De qué crees que tiene necesidad, absoluta necesidad, para conservar frente a sí mismo una apariencia de superioridad sobre espíritus más fuertes que el suyo, para darse, por lo menos en la imaginación, la voluptuosidad de la venganza lograda? De la moralidad, siempre de ella..."

Supongo que ya habrán olfateado la procedencia nietzscheana de la arenga. Los clásicos siempre tienen la respuesta más adecuada. Porque es que ya está bien de dar la vara con la dichosa corrupción. ¿Me puede decir alguien cuándo ha habido menos de la que hay hoy día? O es que el personal no ha entendido nada de todo el cine de Hollywood que ha visto ni de toda la literatura negra -no hay otra- que ha leído ni, yo qué sé... quiten la corrupción -llámenlo malestar- como inspiradora de la producción intelectual y el arte y nos toparemos con esta especie de parálisis creativa que nos acecha en la actualidad, precisamente por eso, porque no hay nada realmente serio de lo que preocuparse. ¿O creen ustedes que todos los servicios e Instituciones en general iban a funcionar como funcionan si existiese esa corrupción que tanto se insiste en pregonar? Lo que hay, de eso estén bien seguros, son cantidades ingentes de puto aburrimiento a causa de "estar desposeídos por una pequeña herencia del consuelo supremo". Hemos heredado una sociedad que nos permite vivir seguros sin casi pegar clavo... una verdadera penitencia. Ya saben, todo en la vida es paradójico.  

Por lo demás, sí, siempre habrá gente poco dotada que da en creer que los listos ascienden por atajos. Son atajos con cierto riesgo, por supuesto, pero del que es fácil olvidarse en la euforia del rápido avance. Así ha sido siempre y así seguirá siendo porque los dioses persisten en su empeño de dotar al mundo de un cierto porcentaje de gente poco dotada que avanza rápida para primero caer por el precipicio. ¿Por qué será?  Quizá porque el mundo necesita de esa sal para no morir de insipidez.

martes, 25 de noviembre de 2014

La Reina



Ya les he contado alguna vez que, aparte una somera ojeada a la prensa nacional cada mañana, sigo la actualidad española más que nada por lo que cuentan de ella las televisiones y periódicos extranjeros. Bueno, también me entero de unas cuantas cosas en las tertulias del café de media mañana, pero éstas más bien en clave de teoría general de los signos, o sea, deconstruyendo el lenguaje como hacen los cocineros con el bacalao.

Sea como sea, entre todo ello he tenido la oportunidad de enterarme de que la preeminencia del proceso catalán había sido desplazada de las cabeceras por el fenómeno Podemos y, éste, por las andanzas y opiniones del Pequeño Nicolás. O sea, nada tras la nada y sobre la nada, nada, que diría José Hierro. Pero hete aquí que llega un martes de noviembre, ayer concretamente, y ocurre algo de verdadera enjundia. Por lo menos para los millones, seis o siete, quizás más, de españoles que tienen acciones del Banco de Santander. Ni más ni menos que Ana Patricia ha cambiado de CEO, es decir de mano derecha. La cuestión no parece baladí. Cuando un Rey cambia de valido es porque no le gustaba como le estaba llevando los asuntos del reino el que tenía. 

El caso es que corrían por ahí rumores de que el banco andaba haciendo chanchulletes para poder salir airoso de esos famosos test de stres a los que el BCE somete a todos los bancos europeos. La cosa, por supuesto, no era grave en absoluto, pero los tiempos cambian y lo primero es lo primero, es decir, los números. El nuevo CEO que se ha agenciado Ana Patricia, dicen los expertos, es un "hombre de números". O sea, un hombre que hace cuadrar los números sin recurrir a chanchulletes. ¡Casi na!

En resumidas cuentas, se van a producir ajustes en la gestión, limitación de oficinas y todas esas cosas que ya se venían haciendo, pero, sobre todo, la gran madre del cordero: ¿se van a seguir pagando o no los mismos jugosos dividendos en adelante? Ese es el gran enigma que se plantean los entendidos en la cosa. Porque el caso es que ya hace tiempo que hay voces alertando de que son excesivos. En fin, ahí tienen ustedes una cuestión de verdadera trascendencia nacional y todos los medios pasan de puntillas sobre ella. No se entiende, la verdad, porque puede suponer la retirada de golpe de la circulación de un montón de miles de millones. 

Dextrocardia



Si hubo un autor leído por el pijoprogrerío de aquellos maravillosos años ese fue Juan Goytisolo. Todo empezó con aquel "Señas de identidad" que creo recordar trataba de eso, de pijoprogres, pero de los auténticos, o sea, niños bien educados en colegios para niños bien, viajados, leídos y con ese toque melancólico que proporciona la pertenencia a una familia en pleno proceso de decadencia. Esto hay que comprenderlo: sin la estética de la decadencia cualquier pijoprogrerío no puede ser sino impostura propiciada por la moda, un lamentable quiero y no puedo en definitiva. 

Da la impresión de que Juan Goytisolo no necesitó otra cosa para dar en el clavo de la pijoprogrería que describirse a sí mismo. Reunía todos los criterios, incluido por supuesto el de una familia decadente a más no poder. Y no sólo la familia, también una sociedad, la catalana, que parece adorar como ninguna otra la estética de la decadencia. Por eso la mejor novela que quizá se haya producido allí sea "Vida Privada" de Josep María Sagarra, una historia de la decadencia vergonzante de la sociedad catalana tan pronto se acabó el chollo que para ella supuso la neutralidad de España en la 1ª Guerra Mundial. La de "Señas de Identidad" se desarrolla en una época de parecidas circunstancias, el final de la dictadura franquista y el comienzo de la liberalización comercial que trajo como consecuencia el desmantelamiento industrial con su corolario de agravios comparativos. 

Sea como sea, en mi indocta opinión, las dos novelas citadas vienen a ser lo mismo: decadencia. Si la sociedad que describe Sagarra adopta una estética nazi, por ser la moda de la época, la de Goytisolo adopta la pijoprogre porque era lo que tocaba. Nazismo y pijoprogrería, la misma cosa de señoritos angustiados porque notan que se les está acabando el momio y quieren soluciones mágicas para evitarlo. Y por eso fue que allí fuimos todos corriendo a leer lo de las señas a ver si aprendíamos algo para parecer como que eramos de verdad y no simples impostores. Un empeño del todo inútil ya que la mayoría eramos gente venida a más, o sea, horteras.

Por lo demás, en mis andanzas por Barcelona conocí a gente que blasonaba de tener mucho trato con los Goytisolo y saber intimidades de sus vidas de las que levantan los colores. De Juan contaban que, pese a la pijoprogrería militante que exhibía en su vida pública a través de sus artículos periodísticos, para su vida privada se acogía al modelo descrito por Sagarra en su novela. Por eso precisamente, decían, se ha ido a vivir a Marrakech, para ser un potentado y así  poder dar rienda suelta a su deseos más inconfesables. En fin, quizá todo habladurías, pero si quieren saber de que van lean "Vida Privada" que es una novela de lo más entretenida.  

lunes, 24 de noviembre de 2014

Hablando de corrupciones



Hay cosas en en este país que pasan de castaño oscuro. Ayer, haciendo zapping, vi unas escenas de histeria colectiva en un lugar de La Mancha. Estaban enterrando a tres niñas de 12, 14 y 16 años que habían sido atropelladas por un coche en una carretera despejada a las siete de la mañana. El atropellador, por supuesto, era un joven que venía de pasar la noche de fiesta, no muy bebido, todo hay que decirlo, aunque El País ya le haya calificado de ebrio. Ya está en prisión, supongo que más que por justicia por aplacar a la chusma enfurecida. Hay que tener en cuenta que se le acusa de homicidio por imprudencia lo que, si no ando equivocado, en ningún caso conlleva privación de libertad antes de juicio. 

Pues bien, me pregunto, ¿qué tiene que decir el juez a los padres de unas niñas de 12, 14 y 16 años que vienen andando por una carretera solitaria a las siete de la mañana después de haber estado toda la noche por ahí de juerga? No sería más justo que fuesen ellos los que estuviesen en prisión por dejación de responsabilidades con resultado de muerte? Es decir, tan homicidio involuntario como el del conductor del coche, pero, además, con agravamiento por estupidez superlativa. Ya digo, la cosa pasa de castaño oscuro.

Y luego venga a hablar de la corrupción de los otros. Un país en el que son las propias autoridades las que se encargan de organizar esa majadería que llaman "noches blancas", o sea que todo el mundo ande por ahí toda la noche venga y dale a todo tipo de estimulantes que es la única manera de aguantar hasta el alba. Todavía no he escuchado a tribuno ni he leído pluma que clame contra semejante mamarrachada. Supongo que tal silencio será a consecuencia de lo que tal corrupción de costumbres contribuye al equilibrio presupuestario del Estado. 

Porque a mi modesto entender de aprendiz de moralista la corrupción de los Barcenas, Pujol y demás tropa no es más que una gota de agua en el enorme océano de la corrupción de las costumbres. Porque, vamos a ver, que una persona hecha y derecha ande una noche por ahí de copas por lo que sea, allá él, pero toda esa ingente marea de adolescentes dependientes de sus padres que inundan las noches de nuestras ciudades perturbando el imprescindible descanso de la gente normal que trabaja... a eso, no se puede llamar otra cosa que corrupción de costumbres, la madre de todas las corrupciones. 

Y luego viene lo que viene, como esos chavales de Iguala en México que han desaparecido a manos, se supone, de las mafias de la droga. ¿Pero es que somos incapaces de ver que eso está directamente ligado con las costumbres que hemos legado a nuestros hijos? Claro, qué puede haber de malo en que de vez en cuando se metan una rayita, decimos. Necesitan experimentar para hacerse hombres. En fin, no sé, pero como por el querer de los dioses di en ser médico, una cosa aprendí a ciencia cierta, que todas las enfermedades son sistémicas, es decir, que afectan a todos los órganos porque por todos pasa la sangre. Y así cuando por alguno de esos órganos aparece un síntoma y le combatimos y ocultamos no hemos hecho nada, sino todo lo contrario, para vencer la enfermedad que nos sigue corroyendo de forma silenciosa. Ya digo, no sé, pero quizá debiéramos hacernos chequear uno a uno para hacernos una idea de en qué medida estamos afectados de esa enfermedad que en algunos se manifiesta de forma tan virulenta que hasta les lleva a la cárcel sin que por ello nos curemos los demás. 

En fin, perdón por este sermón pentecostalista. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

Nos vamos de excursión



¿Se independizará o no se independizará Cataluña? ¿Será o no será un bluff lo de Podemos? ¿Resultará que el Presidente Rajoy ha bebido mucha horchata como dice Alfonso Guerra o que simplemente sigue las enseñanzas de Lao Tse? Un millón de incógnitas con las que especulamos neciamente porque de sobra se sabe que sólo el tiempo te puede dar la respuesta. 

Un poco de esto comentaba el otro día con Pedro M. al que me encontré al mediodía sentado en un banco del Paseo Marítimo. Así fue que llegamos a la conclusión de que es más saludable y entretenido dedicarse a lo que sí se puede saber la solución: los problemas matemáticos; los acertijos. Entonces me propuso uno que le había propuesto a él un colega que conoció cuando trabajó en Portugal. El de las doce monedas de entre las cuales hay una defectuosa que hay que encontrar con sólo tres pesadas. Según me confesó a él le había costado más de año y medio resolverlo. Yo no he tenido paciencia porque me he pasado ya dos noches con pesadillas de tanto darle vueltas en la cabeza. Así que no eran todavía las cinco esta mañana que no he podido más, me he levantado y he investigado en la red y ya tengo descubiertos dos procedimientos para resolverlo a cual más ingenioso. Desde luego que yo, ni así hubiese estado mil años dándole al coco, hubiera dado con la solución. 

En resumidas cuentas, que hay que hacer lo que sea necesario para evadirse de esta sobreinformación sobre la nada que parece que tiene loca a media humanidad. Yo, ya lo he dicho mil veces, con saber como evoluciona la bolsa se sabe todo. Mientras suba o este razonablemente estable, zapatero a tus zapatos. Si baja sin parar, pon a buen recaudo lo que tengas a la espera de mejores tiempos. Eso es todo. Y mientras tanto: nos vamos de excursión.   

sábado, 22 de noviembre de 2014

Pedaleando


María tenía cierto empeño en que repitiésemos la excursión a Palombera. Yo me resistía porque la última vez llegué a bout de souffle a la cima del puerto. Hay que tener en cuenta que desde Reinosa son exactamente 410 metros de ascensión en unos veinte kilómetros o así de recorrido. Hoy, dado que el viento daba de cola y que llevaba 27 velocidades en mi Ortler Meran no me ha importado intentar la hazaña de nuevo. Así ha sido que nada más pasar Soto, cuando empiezan los fuertes repechos que nunca parecen acabar, he metido la reductora y, chino chano, en menos de una hora me he plantado en la cima sin levantarme ni una sola vez del sillín. Eso sí, cuando he echado pie a tierra para tomarme un descanso mientras llegaba María he notado que me temblaban les patuques, como dicen en Asturias.  

El caso es que mientras pedaleaba no he podido parar de dar vueltas en la cabeza a la entrevista que anoche le hacía Jean-Pierre Elkabbach en Bibliothèque Médicis a Jean Tirole. Jean-Pierre y Jean, un mundo revolu y un mundo que viene. A Jean Tirole le acaban de conceder el Premio Novel de Economía y Jean-Pierre no paraba de recalcar la condición de francés de Jean Tirole. Como si hubiese sido la nación y no el individuo quién hubiese ganado el premio. Jean Tirole que es el director de una Escuela de Negocios con sede en Tolouse, por supuesto que absolutamente privada, y que hace todas sus enseñanzas en inglés. Por qué en inglés, preguntaba Jean-Pierre. Porque somos una empresa que pretende exportar, contestó Jean. 

Jean Tirole, por así decirlo, se las tiró bien a Jean Pierre que es una de esas vacas sagradas que tienen a miles todos los regímenes en estado de decadencia. Cuatro o cinco cosas bien tiradas. Defensa del trabajador y no del puesto de trabajo. O sea, cuando un puesto de trabajo es improductivo se suprime de inmediato y se manda al trabajador al seguro de desempleo a cambio de que acuda a cursos de formación. Como para tomar otra vez La Bastilla, vamos. Estado fuerte que controla los mercados y maîtrice la ciencia. Para lo del control de los mercados puso el ejemplo de la burbuja inmobiliaria española, un desastre propiciado al cien por cien por un Estado desastroso. Lo de dominar la ciencia, a propósito del fraking y los transgénicos, cosas ambas de la que la mayoría de los franceses no quieren ni oír hablar, pero de las que, según Tirole, será difícil prescindir y por tal es que se necesite un Estado fuerte que marque las distancias entre lo que es propaganda y superchería y lo que es peligro real. Ni de izquierdas ni de derechas ni liberal ni social-democrata, simplemente investigador. Investiga la realidad económica y extrae conclusiones que le sirven para elaborar las teorías que a la postre han traído como consecuencia el preciado Premio Nobel. Y ya terminando la entrevista unas preguntas de orden personal, las creencias trascendentes y cosas así, porque para la gente como Jean-Pierre que vive tan divinamente a costa de ser patriota es muy difícil de aceptar que un francés y más siendo tan notable no pueda ser etiquetado de algo. Pues mire usted, esas cosas que me pregunta son de orden personal y a nadie le deben interesar. Sobre las religiones sin embargo, sí que me he ocupado porque creo que tienen importancia decisiva en el desarrollo económico de los pueblos. 

¡Jo! Cuando a alguien le dan el Premio Nobel desde luego que es por algo. Y, también, cuando una sociedad declina nada mejor para comprender las causas que escuchar a sus vacas sagradas. La casta, como le dicen ahora. 

Total que tendido en el suelo a resguardo del fuerte viento del puerto he esperado a María que no ha tardado ni diez minutos en llegar. Y hemos emprendido el descenso. 1200 metros de una tacada. Estaba bonito a rabiar. Una hora y cuarto nos ha costado llegar hasta Renedo de Cabuerniga donde hemos comido como príncipes en un porche al que llegaban los últimos rayos de un sol a punto de ocultarse tras las cumbres. Después un paseo hasta Cabezón de la Sal donde hemos tomado el tren. Total, que al bajar del tren me he percatado de que se me había estropeado la luz de la bicicleta. Y al llegar a casa, ¡maldición!, he perdido las llaves. Seguro que se me han caído del bolsillo cuando estuve tumbado en la cumbre. Da igual, el caso es que María me ha traído las que tenía en su casa en previsión de lo que me ha pasado hoy. En fin. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Sospechosas insistencias



Supongo que todos ustedes estarán más o menos al tanto del caso del pederasta que había tenido en jaque a todo un barrio en Madrid y que por fin fue detenido en Santander. En buena lógica ese debiera haber sido el fin de la historia, pero nada más lejos. No hay día que uno mire los periódicos que no encuentre extensas descripciones de lo que hizo o dejó de hacer el muchacho que al parecer más que declarar ante el juez da ruedas de prensa pormenorizando sus perversas aventuras. Realmente cuesta entenderlo y, como todo lo oscuro a la mente, suscita no pocas reflexiones intentando aportar luz. 

Para empezar no puedo dejar de preguntarme sobre quién es el que está peor de la chaveta, el presunto pederasta o los periodistas que insisten en indagar sobre algo tan pedestre y, por supuesto, los posibles lectores de semejante basura. Porque el chico en cuestión ya damos por descontado que es un psicópata peligroso, pero, si hubiese nacido cincuenta años antes, con el sólo recurso de la discreción hubiese podido dar rienda suelta a sus deseos sin mayores cortapisas. Y lo que nunca debemos pasar por alto, que dentro de cincuenta o cien años a lo mejor sin ni siquiera discreción se puede volver a las andadas y multiplicado por cien dadas la facilidades que la tecnología procura. Pues anda que no hay en el mundo papás y mamás dispuestos a cualquier cosa con tal de sacar unas perrillas para lo que sea que les tiene pillados. 

A mí, la verdad, me llaman más la atención como bichos raros los periodistas que insisten y los lectores que lo mismo. Algo insano tienen que tener en sus cabezas para tanto necesitar de esa medicina repugnante. ¿Por qué ese empeño feroz en denostar una de las manifestaciones de la sexualidad humana de entre las más cantadas por los poetas? Acaso están intentando ahuyentar pensamientos que les rondan por la cabeza. En lógica freudiana se diría que sí. Pero es mucho suponer. Lo que sí es evidente es que muestran una incapacidad total para ponerse en el lugar del otro. Oye, ese es un señor que por el querer de los dioses muestra la misma propensión hacia las niñas que otros la muestran hacia los del mismo sexo, o el diferente, o a la más extendida, y nada por cierto denostada, de los animales. Son las poderosas pulsiones sexuales del ser humano que la civilización ha conseguido canalizar pero sólo hasta cierto punto. Y no me parece a mí, no digo ya poco piadoso ensañarse con los que tienen fugas incontrolables, sino sencillamente inteligente porque de esa patología, sea de la versión que sea, pocos podrán poner la mano en el fuego de que ellos están totalmente libres. 

Así que, poner a buen recaudo a los que no pueden adaptarse a los preceptos sagrados de cada época me parece razonable, pero de ahí a ensañarse con ellos hay un trecho que sólo pueden salvar los absolutamente estúpidos. 

  

miércoles, 19 de noviembre de 2014

El Sermón de la Montaña



Cada vez me cuesta más ponerme a ver una película. No sé por qué será. Quizá porque ya no sólo me sé todas las historias sino también las diversas formas que hay de contarlas, lo cual, teniendo en cuenta la cantidad de horas que le dediqué al invento tampoco tiene mucho de particular. Sin embargo, hay veces que estando viendo la televisión empieza una película y me quedo colgado. Estos últimos días me ha pasado un par de veces. 

La primera, la noche del domingo que volvieron a pasar por ARTE "Melancholia" de Lars Von Trier. Con Lars me pasa lo mismo que con Houellebecq, que me cuesta mucho sustraerme a sus encantos. Por así decirlo son los dos únicos artistas contemporáneos que han conseguido conmoverme las entretelas del alma. Quizá porque como soy un tanto romo de entendederas necesito del lenguaje exagerado para enterarme de algo. Sea como sea, el caso es que "Melancholía", de la que creo haber dicho ya algo en este blog, me volvió a dejar bastante turulato. En realidad no se trata más que de técnica, como todo el arte por otro lado: si ves pasear a cámara lenta a una bella mujer vestida de novia por un campo de golf desierto a los sones de la obertura de Tristán e Isolda de Wagner, que otra emoción se te va a desencadenar que la de una dulce tristura que es como alguien definió a la melancolía. En realidad con la música de Wagner ya hubiese bastado, pero si, además, le añades unos ambientes de lujo de lo más refinado la sensación de no quedar nada por hacer ya en esta vida es extrema. Por eso, supongo, la extrema depresión de la novia, una de las dos hermanas protagonistas, que sólo se alivia cuando el final es inminente. Sin embargo, la otra hermana, segura de si misma, e insensible, en ese ambiente crepuscular, se derrumba ante la inminencia del fin. Cuestión de sensibilidades. Así es que, para concluir, les confesaré una cosa: dos cosas hay en esta vida de las que huyo como de la peste, una, del lujo refinado, otra, de la música de Wagner que, en el fondo, no se diferencia mucho en lo que a empalagosidad hace a la de Ray Connif. Es que detesto la melancolía. Y soy tan propenso...

La segunda ha sido hoy. Mientras comía, viendo la tele como suele ser costumbre cuando como sólo, ha comenzado "Le Havre" de Aki Kaurismäki. De inmediato he comprendido que a pesar de lo manido del tema, la forma de tratarlo tenía un encanto especial. Claro, es lo de siempre, cuando un problema sistémico, como se dice ahora, se sustancia en un caso concreto los sentimientos del personal afectado cambian radicalmente y lo que era rechazo se convierte en simpatía o viceversa.Una cosa son los inmigrantes ilegales que tanto preocupan a las clases humildes por razones fácilmente entendibles y otra el inmigrante ilegal que me puede servir para sentirme útil y buena persona si le ayudo. Como a todos los Cuentos de Navidad, a Le Havre se le pilla el truco a la primera. Lo que pasa es que a pesar de su sentimentalismo barato y su moraleja patatera tiene unas cuantas frases antológicas de las que conviene apuntar para que no se olviden. Les diré una y no les canso más: "pastor y limpiabotas son los dos únicos oficios que se adaptan perfectamente a la filosofía del sermón de la montaña". A tal conclusión ha llegado el protagonista, que, de artista en su juventud, y a causa de "demasiadas fiesta sin nada que celebrar", ha pasado a la condición de limpiabotas en la vejez. Un limpiabotas bienaventurado, bien sure.

martes, 18 de noviembre de 2014

Y mientras tanto...



Cuando uno ve que el ser humano es capaz de poner una sonda en la superficie de un pedrusco que está a 500 millones de kilómetros y que se mueve a la velocidad del rayo. Cuando uno ve que se pueden poner millones de toneladas de mineral australiano en China sin que una sola persona se tenga que acercar al mineral. Cuando uno ve tantos y tantos logros que nos aproximan al don de la ubicuidad, sin duda el más preciado de todos los dones divinos... entonces uno se pregunta cómo puede ser que todavía andemos arrojando ácido a la cara de las mujeres que no se nos quieren someter... y así hasta cien mil maneras del todo incomprensibles de utilizar la violencia como arma primera par conseguir lo que se hurta a nuestros deseos. 

¿La violencia como pieza constitutiva de primerísimo orden de la especie a efectos de perpetuarse? Tengo mis dudas. Entre mis recuerdos preferidos, quizá porque siempre he sido un alfeñique, está aquella escena del cine español de los cincuenta en la que Fernando Fernán Gómez, que andaba con su novia buscando piso por los barrios periféricos, se ve envuelto en un lío con unos violentos. Entonces, tira de palabras y los confunde dejando como no era para menos a su novia más enamorada todavía: "Es qué, Encarnita, los músculos es mejor tenerlos en la cabeza", le dice cuando ya se alejan del peligro. 

El predominio de los músculos de la cabeza es el que creo ha llevado a la humanidad a semejantes cotas de desarrollo. Sin embargo, esos músculos siempre han tenido que convivir con los que en brazos y piernas sólo son fuerza bruta, o sea, esclavos de los sentimientos. Y ahí es donde tenemos una de las cuestiones más intrincadas pendientes de resolución. ¿Como compaginar la inteligencia con la fuerza bruta? ¿Cómo reaccionar utilizando la inteligencia ante quién se quiere salir con la suya dando coces? Quizá susurrando a los caballos. Quizá doblegándoles con la fusta. Hay en esto opiniones encontradas. 

En la antigüedad clásica había poca controversia al respecto. Sostenía Tácito que "el que la hacía, lo pagaba luego con la vida; remedio que calificó la experiencia por más saludable y mejor que la piedad y misericordia". Después, pongamos que, ya, en lo que se ha dado en llamar Siglo de las Luces, a un tal Rouseau le dio por opinar que el hombre es bueno por naturaleza y que si se comporta mal es porque la sociedad injusta le malea. En realidad es un argumento por así decirlo oximorónico, porque cómo puede ser la sociedad injusta si todos los humanos son buenos. Quizá si a buenos le añadiésemos tontos la cosa podría tener algo más de sentido. Anyway, lo que cuenta es que golpe a golpe algunos seres humanos fueron aprendiendo que se podía conseguir más y mejor utilizando los músculos de la cabeza. Utilizando la razón que no los sentimientos. 

Pero, como digo, sólo algunos. El resto, la inmensa mayoría, sigue en sus trece queriendo salirse con la suya a base de coces. Y ahí estamos en un empantanamiento que a Tácito y sus coetáneos les hubiese hecho morir de risa. Porque es que no hay remedio que quieran poner algunos a cualquier conflicto que no vengan otros y digan que es peor ese remedio que la enfermedad en sí.  

Y mientras tanto...
   

lunes, 17 de noviembre de 2014

Cuervo Ingenuo



Los que vivimos con cierta intensidad los años de la transición -cuando andas por los treintaitantos todo suele ser intenso- tenemos motivos más que fundados para tomarnos con cierto escepticismo todo este rimbomborio que los medios de comunicación se empeñan en armar a costa de ese nuevo-viejo invento político que le dicen Podemos. Yo no necesito hacerlo porque blasono de tener buena memoria, pero el que dude de lo que digo que acuda a las hemerotecas y compruebe la importancia que daban los medios al que se hacía llamar Partido Comunista, del que por cierto ya por entonces muchos no parábamos de hacer chistes porque no era para menos como poco después se comprobó. El PC era una mezcolanza de listillos trepadores e ingenuos reprimidos que andaban a la búsqueda de empleo los unos y de ligues los otros. Lo que hace la gente normal en definitiva sin necesidad de apuntarse para ello a una secta que, como todos ustedes deben de saber, es una de las cosas más odiosas que cualquiera puede hacer arrastrado por sus inseguridades patológicas. 

El caso es que andaban aquellos payos tremendamente crecidos con todas las consecuencias que tal estado de ánimo suele provocar en personas de poco fuste. Se erigían en jueces de todo y sentenciaban a diestro y siniestro llegando afortunadamente su capacidad ejecutiva a poco más que la maledicencia sistemática cuando querían hundir a alguien que a su juicio les había salido rana. Lo de todas las sectas en definitiva. Al final, cuando llegó la prueba del nueve, la que pone a cada cual en su sitio, las elecciones libres, resultó que no eran ni con mucho lo que se pensaban y se tuvieron que conformar con su condición de marginales, o sea, con poca capacidad de colocar a los listillos y de dar una identidad prestigiosa a los ingenuos reprimidos. Y por tal fue que los unos salieron pitando en busca de mejores expectativas en otros ámbitos más exitosos y los otros hicieron como si con ellos nunca hubiese ido la cosa. Pero a casi nadie engañaron porque hay una cosa que es imposible ocultar así que pasen mil años: el carácter que imprime el haber pertenecido a una secta. 

Y en eso están los de Podemos, en reproducir aquel invento sectario del que ya queda poco recuerdo. Gente maja que da esperanza de resarcimiento a los resentidos. Una fórmula infalible para tiempos de mudanzas que, como todos ustedes saben, al exigir grandes esfuerzos producen grandes descuelgues. Todas esas masas de jóvenes que señorean la noche ya que no pueden señorear otra cosa. Y hablan y hablan entre ellos y a cada palabra acrecientan su frustración. Entonces, tras algún rokero precusor, aparece en escena el predicador iluminado que les exime de toda culpa: vosotros sólo sois las víctimas de un sistema injusto, les dice, y todos corren a corearle. Tenéis derecho a la felicidad, les grita, y todos se extremecen de gusto. El cómo, elemental querido Watson: quitando de donde hay para repartirlo donde falta. Hasta el más tonto lo entiende. Claro, si pusiesen las urnas a la entrada de un concierto de rock, o en las plazas de los botellones, o en los bares de copas, seguro que Podemos se lo llevaba de calle. Como, por otra parte, se lo hubiese llevado el PC en su día. Pero como las ponen en los colegios y además durante el día, pues resulta que coge a los chavales desmotivados y muy cansados... y los resultados serán los que serán, ya lo verán, una birria para Podemos que no es otra cosa, no nos engañemos, que un PC exhausto con la cara lavada. 

¡Hagan apuestas señores! 

domingo, 16 de noviembre de 2014

El Hayal de Cañeda




Del Hayal de Cañeda vengo oyendo hablar desde que era niño. Era en los relatos que nos hacía mi madre de sus excursiones durante los veraneos en Reinosa en los principios del XX. Para ella era uno de esos lugares convertido en mítico por los recuerdos gozosos de la niñez y primera juventud. Bien, ayer pasé por allí bajo una lluvia fina que obligaba a rodar con tiento. Así que me dio tiempo a pensar que quizá fuese buena idea parar y tirar unas fotos del lugar para enseñárselas a mi madre en el próximo viaje a Madrid. Es probable que ya no le digan nada porque a su edad la memoria suele estar muy bien administrada so pena de condenarse a un presente en blanco. Lo que no es su caso. 

Total, que aparqué la bicicleta y estuve por allí un rato tratando de buscar el mejor encuadre. Entre la poca luz y lo avanzado de la estación no daba para mucho, la verdad. Ese color oro tan prestigioso del otoño demediado ya se había convertido en el pardo tirando a caca de cuando se está a punto de caer. Poca vistosidad en definitiva. Así y todo, con los recursos que nos presta la tecnología siempre se puede sacar algo aunque a trueque de engañar. ¡Ay, que sería del mundo actual sin la permanente seducción del trucage fotográfico! 

Anyway, lo que cuenta es que ahí estaba hace un siglo y ahí continua estando con sus ciclos de color. Se ha salvado de la quema lo que no es poco si nos atenemos a los discursos en boga. Ya saben, que si el fraking y tal, cualquier día volvemos a pasar por allí y en vez de hayas vemos torres de extracción de gas y entonces será el llanto y crujir de dientes... el calentamiento global para que nos entendamos. 

Así es que estaba anoche reponiéndome de la larga cabalgada tirado en la mecedora y contemplando la BBC que estaba que se salía de interesante. Informaba a propósito de la reunión de altos dignatarios que está teniendo lugar estos días en Australia. Y ya de paso, de la propia Australia que es un país que más parece de ciencia ficción que de carne y hueso. ¡Alucina vecina! Millones y millones de toneladas de minerales enviados a todos los confines del mundo sin que medie más mano de obra que la que aprieta teclas en una sala de mando remota. Pero ésta es otra historia. Lo que quería comentar es lo que dijo Obama en su encuentro con los estudiantes de la Universidad de Brisbane. Vino a prevenirles de que no se hagan muchas ilusiones respecto del potencial papel de los Estados en lo concerniente a ese calentamiento global que tanto preocupa a los jóvenes por razones obvias ya que, al fin y al cabo, son los que, de darse como se prevee, lo van a padecer. El calentamiento global, dijo, es cosa de los ciudadanos. Sólo ellos lo pueden combatir, de uno en uno, con su actitud ante la vida. Con sus costumbres para que nos entendamos. Con sus hábitos de consumo. En fin, una especie de "niño deja de joder con la bicicleta y hazte mayor de una puñetera vez". Porque es que ya está bien de seguir echando las culpas y responsabilidades sobre los hombros de papá Estado mientras yo sigo venga y dale de aquí para allá y tiro porque me toca. 

Y todo esto lo dijo Obama en el país, por lo visto, más robotizado del mundo y en el que su gobierno se ha salido de todos los tratados mundiales relacionados con el clima y demás mandangas. Bueno, supongo que es lo que tiene ser un país creado por expresidiarios, o sea, gente que conoce lo que vale un peine.   

viernes, 14 de noviembre de 2014

Lo que nos concierne.



Es opinión bastante generalizada que el Presidente Rajoy es un hombre "previsible y sin ideas". Incluso mi admirado Arcadio Sword -no sé que pintan las espadas en la Arcadia- anda en esa línea de pensamiento. Y, mientras tanto, la nave va corrigiendo el rumbo sin mayores sobresaltos para los pasajeros... por más que algunos alboroten de lo lindo con sus juegos en cubierta. 

Tengo que reconocer que muchas veces me da rabia que el Presidente no saque la mano derecha a pasear, pero es una rabia pasajera. Luego, cuando pasa el sofocón y tomo distancias, me sale la visión apolínea y agradezco que el Presidente haya sacado la mano izquierda, como por otra parte creo que es su deber. 

Yo no sé si Rajoy habrá leído a Gracián, pero por sus actitudes se diría que sí. Quienes estoy seguro no lo han leído son los opinadores oficiales del Reino y el público en general y por eso opinan como opinan de lo que hace Rajoy. Y esa es una de las grandes desgracias de este país, que la gente que se dedica a opinar por oficio no conoce a nuestros grandes pensadores que en nada desmerecen a los mejores del mundo. Pero sobre todo Gracián. 

Gracián dice que un Presidente tiene que saber dar la impresión de que se equivoca con tal de que los necios no revienten, que ya se sabe como se pone todo de asqueroso cuando los necios revientan. Y también, que hay que responder a los insultos con un "hay que dejarlos que tengan razón ya que no pueden tener otra cosa". Y también hay que dar por descontado que los intrigantes no dejan de armarse zancadillas entre sí cayendo todos ellos con más daño que escarmiento. Todo eso tiene que saber un presidente para no meterse en líos inútiles y poder dedicarse a lo que nos concierne. 

Lo que nos concierne: que los mercados funcionen. Lo demás por añadidura.  

jueves, 13 de noviembre de 2014

Cuando llegará



Como estos días pasados no tenía a mi disposición los canales del ASTRA me vi impelido, que no forzado, a mirar de vez en cuando los canales de la televisión española. Por si no estaba ya bastante convencido, de ésta me he confirmado al cien por cien: lo fundamental que necesita este país para instalarse de una vez por todas en el siglo es una revolución de los medios audiovisuales. Lo que hay, se podría decir, sólo sirve de consuelo a los desgraciados por aquello de que mal de muchos, etc.. Estaba mirando un debate en el que una chica muy guapa, pero sobre todo muy vehemente, estaba diciendo una y otra vez que el país estaba putrefacto. Su interlocutor, uno de esos tertulianos profesionales no hacía sino intentar convencerla, no de lo contrario, sino de que no era para tanto, con argumentos de monjita de la caridad. No aguanté ni dos minutos, lo suficiente sin embargo para caer en la cuenta de que en este país hay demasiada gente que son los primeros en olerlo porque debajo del culo lo tienen. Yo, para empezar, me pondría a investigar a todos esos que claman justicia a gritos. Para seguir, prohibiría dar noticias de los casos de corrupción que están siendo investigados por los tribunales. Y, para finalizar, llamaría idiotas a los idiotas. miserables a los miserables, y resentidos a los resentidos que, entre todos, abultan mucho por lo que molestan, pero no se crean que son tantos.  

La verdad es que cuesta entender cómo un país como España, con un bagaje cultural impresionante y una potencia económica considerable no haga el menor esfuerzo por dar al mundo, vía satélites de comunicaciones, una imagen de sí misma interesada, o sea, autobombo, así como su propia visión de lo que por ahí pasa. Es lo que hacen Francia e Inglaterra por poner dos ejemplos de países que en contra de lo que tendemos a creer por motivos autoflagelatorios son muy parecidos al nuestro en casi todo. Y lo hacen porque está más claro que el agua que no hay dinero mejor invertido que el de la publicidad. Autopublicidad para ser exactos. En español, por supuesto, pero también en inglés, árabe y chino. 

En fin, cuándo llegará, como cantábamos de niños. 

martes, 11 de noviembre de 2014

Los griegos otra vez

 

La chica de la foto es una guatemalteca que ha intervenido en el Parlamento Iberoamericano de la Juventud que se celebra estos días en Zaragoza. Les aseguro que si escuchan su discurso no van a perder el tiempo. Sólo tienen que ir a YOU TUBE y poner Gloria Álvarez. Una cabeza privilegiada que sin duda va a dar mucho de qué hablar.

¿Y de qué trata Gloria Álvarez en su discurso? Pues exactamente de lo mismo que trataron los filósofos griegos que no tardaron en darse cuenta de qué pie cojeaba la democracia. De la corrupción de los espíritus y su corolario el populismo. Bien, escúchenla y saquen sus conclusiones. 
  
Por lo demás, sólo una cosa: ¿es que acaso es posible reconocerse en el espejo sin antes haber conocido a los griegos? Y esa es la gran tragedia del mundo, que se ha dado en pensar que los griegos son unos señores que viven en unas islas paradisiacas a las que es fácil ir de turismo. Pero nada más lejos, a los griegos se les conoce, cogiendo, agarrando La Ilíada y una buena enciclopedia de mitología y poniéndose a leer procurando dejar el menor número posible de cabos sueltos a medida que avanzas. Luego La Odisea, La Teogonía de Hesíodo, las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides, los presocráticos, los Diálogos de Platón, Aristóteles, Heródoto, Tucidides... y, siempre, al poder ser, apoyándose en todos aquellos estudiosos, principalmente centroeuropeos, que a partir de mediados de siglo XIX empezaron a reflexionar sobre los posibles significados de todas aquellas historias que son todas las historias posibles.

En fin, se lo ruego, escuchen ese vídeo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Lo realmente terrorífico

 
 
Me manda Jacobo un enlace a una noticia de El País. Se trata de una entrevista a un tal John Waters, un nota estadounidense que acaba de publicar un libro sobre un viaje en autostop de costa a costa. Por lo visto el libro es la repera, lo cual de inmediato me ha llevado a suponer que acaba de ser publicado por alguna editorial del grupo PRISA, el mismo que edita El País. El caso es que le preguntan al autor si no ha pasado miedo yendo por ahí en autostop: "lo realmente terrorífico es quedarse en casa", responde. No creo que haya frase que mejor resuma el estado de ánimo de ingentes porcentajes de la población mundial que no se quedan en casa ni así les maten. ¿Por qué será?

Como dice Erasmo, hace mal el que no sale todos los días a dar una vuelta. No puedo estar más de acuerdo. Y no una sino varias. Pero, como dicen mis queridos amigos los catalanes que hoy votan, para escampar la boira. Es decir, para disipar la niebla que cae sobre las neuronas después de un buen rato de uso intenso. Te vas por ahí con las obsesiones puestas y, al rato, porque has visto algo o te has encontrado con alguien, pasas a nuevas ensoñaciones que te distraen por un rato hasta que los músculos empiezan a sentir cansancio y la cabeza empieza a recordar el inigualable confort de la propia madriguera. Bien, ésta es la opción Erasmus. Minoritaria, bien sure.

La mayoritaria es, supongo, salir por salir, haya o no haya boira que escampar ni Cristo que lo fundo. Se sale porque en la calle corre el aire, o sea, pasan cosas, entre otras yugulares que se pueden poner a tiro. Nada peyorativo en ello. Doy por descontado que la sal de la vida son las yugulares. Una pizca por aquí, otra pizca por allá... ¡hay que ver cómo pone eso! Y por tal la adicción que crea. Lo malo es que para poder morder tienes que dejar que te muerdan y al final, en el mejor de los casos, lo comido por lo servido. En el peor vas adquiriendo ese aspecto de personaje de "Baile de los Vampiros" de Polansky. De hecho, a poco que te fijes, ves que la calle está llena de ellos. Sobre todo a la que cae la noche.

En cualquier caso, la cuestión no la dirimiría yo entre casa y calle. Yo diría que lo realmente terrible es no hacer algo de sustancia estés donde estés. Hacer o no hacer algo de sustancia, esa es la cuestión. Porque si no tiene sustancia... entonces es cuando realmente es terrorífico. Puedes, incluso, acabar votando a Podemos. Por pura desesperación, claro.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Seborrea social

 
 
Hay veces en la vida, pocas, la verdad, en las que a uno le gustaría ser no digo ya millonario sino multimillonario para alquilar las más gigantescas pantallas publicitarias y las primeras páginas de los más importantes periódicos del país para insertar en ellas el siguiente párrafo que, por cierto, no es la primera vez que traigo a uno de mis blogs. No serviría para nada, bien sure, que no fuese el haberme dado yo el gusto de meterme a reformador para no tener que reformarme a mí mismo, que, ¡madre mía!, menudo tajo iba a tener si me diese por eso... ni siquiera iba a saber por dónde empezar.

"Revolucionario o reformador -el error es el mismo. Impotente para dominar y reformar su propia actitud ante la vida, que lo es todo, o su propio ser, que lo es casi todo, el hombre huye hacia un querer modificar a los otros y al mundo exterior. Todo revolucionario, todo reformador, es un evadido. Combatir es no ser capaz de combatirse. Reformar es no tener enmienda posible. El hombre de sensibilidad justa y de recta razón, si se siente preocupado con el mal y la injusticia del mundo, procura evidentemente enmendarla, primero en aquello en lo que ella más próxima se manifiesta; y eso lo encontrará en su propio ser. Esa obra le llevará toda la vida."
 
Por supuesto, como supongo ya habrán inferido, la autoría del párrafo es de Pessoa, lo cual entre otras cosas nos indica que lo de la seborrea social no es cosa específica de estos tiempos y este lugar sino algo puramente universal y, por así decirlo, inherente a los mecanismos de supervivencia de la especie. En fin, anyway, como no soy millonario la lectura del texto de marras será otra vez privilegio de los cuatro gatos que me leen.
 
El caso es que me puse a pensar en esto de la publicidad porque en mis cotidianos paseos me ha llamado la atención la publicidad que se repite en las vidrieras de las numerosas oficinas de La Caixa. La foto que les muestro al inicio. ¡La Caixa, imagínense lo finos que podrán llegar a ser sus publicitarios! ¿Y a quién les recuerda la chica de la foto? ¿Acaso no se parece a la Infanta Cristina? La misma que anda estos días en el candelero por problemas seborreicos. Y también empleada ella misma de La Caixa. La Caixa, precisamente, tan en la cuerda floja por ser de donde es. ¡Dios mío, menudo batiburrillo! Que me lo expliquen. Cataluña que se quiere separar y su banquero de cabecera que se agarra a España por medio de una infanta supuestamente corrupta... esto, sin duda, tiene tintes maquiavélicos. De puro retorcido. Aunque quizá no sea más que un simple: nosotros nunca abominamos de los nuestros pase lo que pase. En cualquier caso, publicidad, la última frontera quizá que le queda por traspasar al arte. Mas allá, sólo vulgaridad.  

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cantamañanas

 
 
Mientras desayunaba en Silma he estado leyendo el artículo que hoy trae en su tercera el ABC. Es de García Cortázar, el mismo que escribió ese prodigio que es la Breve Historia de España. Y trata de lo que ya va siendo el manido tema de Podemos. Frente a Podemos, Debemos, dice García. Debemos pencar más, en definitiva. Bien, ya les he comentado alguna vez que para mí el asunto Podemos lo dejó perfectamente sentenciado Loquillo cundo dijo: "yo, coletas ya las había visto antes". Cuando dijo coletas en realidad estaba queriendo decir cantamañanas.

El otro día le preguntaron a Ana Patricia Botín por si no le inquietaba el fenómeno Podemos. En este país, respondió, todos queremos trabajar para salir de la crisis. La respuesta de una reina. Si no sabrá ella lo que son los cantamañanas y lo fácil que es hacerles cambiar de vía. Dos palmadas en la espalda, una comida cinco estrellas para cerrar un préstamo en condiciones favorables y ya está. En esto nunca hubo ni habrá diferencias entre Podemos, Debemos, Queremos y todas las marcas que ustedes quieran.

Cada vez más tiendo a pensar que todo esto de Podemos, como la de la independencia de Cataluña, no es más que rimbomborio mediático retroalimentado por el aburrimiento generalizado de una sociedad que hasta hace dos días como quien dice se pasaba la vida rebuscando entre las basuras para sobrevivir. Ahora, de pronto, millones de personas, ahítas y ociosas, se dan de frente con el vacío existencial. Y lo que pasa siempre cuando se está en los inicios de esa experiencia angustiante, que se quiere resolver con botellón. Y ya se sabe lo que son los despertares posbotellón, que sólo empatizas con lo que está, o te dicen que está, como tu cabeza, es decir, hecho unos zorros. Imagínate que tras despertar de un botellón viene alguien a hablarte de los viejos compañeros de colegio que trabajan en Silicon Valey: simplemente, te cagas en sus muertos. Por contra, si te cuentan desgracias, automáticamente se pone a funcionar el consuelo de los tontos y empiezas a sentirte mejor.

Pero vayamos a las coletas que ya habíamos visto antes. Cuando lo de la transición las había a montones por los extremos del sistema. Y cada una de ellas tenía su particular utopía para salvar el mundo. La sopa de siglas que inundaba los medios era la expresión de aquel disederatum marginal. Solo ruido que no daba la menor nuez. Al final las coletas cansadas ya de no recolectar más que titulares fueron bajando el pistón de sus utopías e integrándose en opciones más fructíferas. Ya lo dijo Nosequién, detrás de todo ardiente revolucionario hay un disciplinado funcionario. A primera vista parece una extrema transición pero en el fondo no es más que la misma pasión en ambos casos, la de querer vivir del cuento.

Por eso, ya digo, no me creo nada. Las opciones extremas para las situaciones extremas. Cuando vayamos de paseo por una calle apartada y nos atraquen, cuando en el hospital no nos atiendan, cuando las estanterías de los supermercados estén semivacías, entonces empezaré a preocuparme por el potencial devastador de las opciones utópicas. Hasta entonces no haré sino agradecer a los cantamañanas que contribuyan a aliviar las resacas mañaneras de los botelloneros... porque es que hay que ver lo pesados que se ponen si nadie les proporciona un vía de escape al resentimiento que les atenaza los entresijos del alma.  

jueves, 6 de noviembre de 2014

Las vivencias infantiles

 
 
Empaste, 19 €. Empaste más limpieza, 25 €. Limpieza más reconstrucción, 55 €. Veo el anuncio pegado en las paredes y farolas del barrio, junto a los de albañiles y chicas para todo. Dios mío, a dónde estamos llegando. Si no hace ni cuatro días era la profesión más lucrativa de todas. No hay más que ver la clínica a la que voy a mis anuales limpiezas que tiene todas las paredes  cubiertas de cuadros que, si bien a mi juicio son una mierda, no dejan por eso de ser de los mismos autores que llenan las salas del Reina Sofía y muchos otros museos punteros del mundo mundial. Una muestra más donde las haya, en resumidas cuentas de la gran dégringolade del viejo orden social. Nada de lo que lamentarse en cualquier caso porque si bien se considera, y más en este caso concreto de los dentistas, las cosas no están haciendo otra cosa que colocarse en el lugar en el que siempre debieran haber estado.

Aunque, no pequemos de ingenuos. Las cosas que se van ubicando en donde por su propia naturaleza les corresponde sólo son las de pequeño calado, navegación de cabotaje por así decirlo. Los grandes paquebotes siguen su ruta imperturbables y por ningún lado apuntan signos de que algo en lontananza se la vaya hacer cambiar. Es una cuestión de inercia que ya saben lo intrínsecamente relacionada que está con la masa. Y si la masa es de naturaleza dineraria ya ni te digo.

El caso es que venía de desayunar en Silma e iba pensando en estas cosas porque mientras engullía el croissant a la plancha con mermelada de melocotón que me estaba sabiendo a gloria iba redondeando mi regodeo con la lectura del artículo de Salvador Sostres en El Mundo. Porque no es lo mismo hacerse hombre, nos señala, yendo de la mano de tu padre a ver un partido de futbol que yendo de la mano de tu abuela por una calle de Ginebra y ver como te señala el lugar al que te tienes que dirigir si se ponen las cosas feas. O sea, que nunca hagas caso a los que se hicieron hombres yendo de la mano de su padre al futbol cuando se ponen a contarte cosas de los Bancos Suizos. Escucha al que iba de la mano de su abuela por las calles de Ginebra si quieres saber algo al respecto.

Ésta es la gran cuestión: lo que va cambiando con los tiempos y lo que es inmutable. O, para ser más precisos, la distinta velocidad a la que van cambiando unas cosas y otras... en una proporción indirectamente proporcional, supongo, a la de su peso específico. Physic work, que diría Walter Lewin. Y qué mayor peso específico que las vivencias infantiles. Con quién vas de la mano y por dónde. Luego, claro, sabiendo de esas vivencias conoceremos si hablas con conocimiento de causa o por boca del resentimiento cuando opinas de según qué cosas.

Las vivencias infantiles. Se podría decir que ahí se para el carro de la propia historia. O casi. Por eso seguramente es que sea tan doloroso reconocerlas. Y también que tratemos de desfigurar su recuerdo aún a costa de pagar peaje de idiotez.