jueves, 13 de noviembre de 2014

Cuando llegará



Como estos días pasados no tenía a mi disposición los canales del ASTRA me vi impelido, que no forzado, a mirar de vez en cuando los canales de la televisión española. Por si no estaba ya bastante convencido, de ésta me he confirmado al cien por cien: lo fundamental que necesita este país para instalarse de una vez por todas en el siglo es una revolución de los medios audiovisuales. Lo que hay, se podría decir, sólo sirve de consuelo a los desgraciados por aquello de que mal de muchos, etc.. Estaba mirando un debate en el que una chica muy guapa, pero sobre todo muy vehemente, estaba diciendo una y otra vez que el país estaba putrefacto. Su interlocutor, uno de esos tertulianos profesionales no hacía sino intentar convencerla, no de lo contrario, sino de que no era para tanto, con argumentos de monjita de la caridad. No aguanté ni dos minutos, lo suficiente sin embargo para caer en la cuenta de que en este país hay demasiada gente que son los primeros en olerlo porque debajo del culo lo tienen. Yo, para empezar, me pondría a investigar a todos esos que claman justicia a gritos. Para seguir, prohibiría dar noticias de los casos de corrupción que están siendo investigados por los tribunales. Y, para finalizar, llamaría idiotas a los idiotas. miserables a los miserables, y resentidos a los resentidos que, entre todos, abultan mucho por lo que molestan, pero no se crean que son tantos.  

La verdad es que cuesta entender cómo un país como España, con un bagaje cultural impresionante y una potencia económica considerable no haga el menor esfuerzo por dar al mundo, vía satélites de comunicaciones, una imagen de sí misma interesada, o sea, autobombo, así como su propia visión de lo que por ahí pasa. Es lo que hacen Francia e Inglaterra por poner dos ejemplos de países que en contra de lo que tendemos a creer por motivos autoflagelatorios son muy parecidos al nuestro en casi todo. Y lo hacen porque está más claro que el agua que no hay dinero mejor invertido que el de la publicidad. Autopublicidad para ser exactos. En español, por supuesto, pero también en inglés, árabe y chino. 

En fin, cuándo llegará, como cantábamos de niños. 

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