El caso es que andaban aquellos payos tremendamente crecidos con todas las consecuencias que tal estado de ánimo suele provocar en personas de poco fuste. Se erigían en jueces de todo y sentenciaban a diestro y siniestro llegando afortunadamente su capacidad ejecutiva a poco más que la maledicencia sistemática cuando querían hundir a alguien que a su juicio les había salido rana. Lo de todas las sectas en definitiva. Al final, cuando llegó la prueba del nueve, la que pone a cada cual en su sitio, las elecciones libres, resultó que no eran ni con mucho lo que se pensaban y se tuvieron que conformar con su condición de marginales, o sea, con poca capacidad de colocar a los listillos y de dar una identidad prestigiosa a los ingenuos reprimidos. Y por tal fue que los unos salieron pitando en busca de mejores expectativas en otros ámbitos más exitosos y los otros hicieron como si con ellos nunca hubiese ido la cosa. Pero a casi nadie engañaron porque hay una cosa que es imposible ocultar así que pasen mil años: el carácter que imprime el haber pertenecido a una secta.
Y en eso están los de Podemos, en reproducir aquel invento sectario del que ya queda poco recuerdo. Gente maja que da esperanza de resarcimiento a los resentidos. Una fórmula infalible para tiempos de mudanzas que, como todos ustedes saben, al exigir grandes esfuerzos producen grandes descuelgues. Todas esas masas de jóvenes que señorean la noche ya que no pueden señorear otra cosa. Y hablan y hablan entre ellos y a cada palabra acrecientan su frustración. Entonces, tras algún rokero precusor, aparece en escena el predicador iluminado que les exime de toda culpa: vosotros sólo sois las víctimas de un sistema injusto, les dice, y todos corren a corearle. Tenéis derecho a la felicidad, les grita, y todos se extremecen de gusto. El cómo, elemental querido Watson: quitando de donde hay para repartirlo donde falta. Hasta el más tonto lo entiende. Claro, si pusiesen las urnas a la entrada de un concierto de rock, o en las plazas de los botellones, o en los bares de copas, seguro que Podemos se lo llevaba de calle. Como, por otra parte, se lo hubiese llevado el PC en su día. Pero como las ponen en los colegios y además durante el día, pues resulta que coge a los chavales desmotivados y muy cansados... y los resultados serán los que serán, ya lo verán, una birria para Podemos que no es otra cosa, no nos engañemos, que un PC exhausto con la cara lavada.
¡Hagan apuestas señores!
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